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Capítulo 13: Sorpresa real.

Londres, 1 de mayo de 1810.

Diario de la sociedad: “Las notas de un ruiseñor”.

  Mis queridos lectores:

    ¿Qué más puedo decirles, si creo que sus ojos han visto lo mismo que esta autora?

   ¿Será que nuestro rubí, es una piedra incluso más preciosa y valiosa de lo que pensamos?

Resulta que esta piedra preciosa está dispuesta a colocarse entre las gemas de la corona, pues la señorita Chadburn, luego de bailar no una, sino dos veces con su majestad, ha sido vista paseando en bote con su Alteza Real, el príncipe Landonñ Windsor. Parece ser que muy pronto tendremos una princesa.

🥀🥀🥀

—Tía Margaret, ¿Por qué no vienes con nosotros? —Mientras que una doncella me ayudaba con el vestido, lo único en lo que pensaba era en que mi tía no vendría al baile.

—Oh, Jane, no tengo humor para salir de casa, pero estás en buenas manos. —Mi tía acarició mi rostro mientras sonreía extrañamente nostálgica.

—Algo te sucede, te conozco tan bien que puedo decir que algo te trae triste. —Le respondí con firmeza mientras que ella suspiró triste.

—Hoy, hacen veinticinco años de la muerte de mi esposo, y no quiero salir a celebrar, pues no tengo motivos para hacerlo. —Sus ojos se cargaron de lágrimas al instante.

—Tía… disculpa, no fue mi intención…

—No te preocupes mi pequeña —Acarició mi rostro con ternura —Tú nunca serías el motivo de mi tristeza.

—Si así se siente el amor, entonces no quiero conocerlo. —Mi tía comenzó a reír.

—Hay, niña, créeme que cuando conozcas el amor, ni siquiera te darás cuenta. Los sentimientos inexplicables que éste te ocasiona son inevitables. —Habló con dulce voz, mientras me sacaba unos mechones de cabello para que acariciaran mis mejillas.

Luego me observó de arriba a abajo y una sonrisa deslumbrada abordó sus labios, y en ese instante comenzó a quitarse un hermoso collar de diamantes que traía puesto.

—Este collar fue el primer regalo que me hizo mi esposo, su nombre era Will —Me rodeó, y colocó la pieza en mi cuello —Hoy quiero que lo lleves contigo —Lo abrochó y voltee a verla sorprendida, sin palabras —Me recuerdas a mi yo del pasado cuando a penas estaba descubriendo el amor —Sonrió con dulzura —Ahora ve, hay un baile que te espera.

    
🥀🥀🥀

     El baile real…

¿Quién no quisiera ir a un baile cuyos anfitriones son los reyes de Inglaterra?

Toda la sociedad londinense estaba aquí: En el palacio real.

  La mejor opción para mi vestuario era: Un hermoso vestido color azul cielo, mangas caídas y con destellos brillantes en toda la pieza que simulaban ser pequeñas estrellas. Unos guantes blancos de seda que me quedaban más arriba de mis codos. Mi peinado, lo llevaba recogido, con algunos mechones ondulados acariciando mis mejillas y un broche de diamantes en la parte posterior de mi cabeza.

    Llegamos justo a tiempo, y nos encontramos con una gran cantidad de invitados, todos pertenecientes a la alta aristocracia de Inglaterra.

Al entrar al enorme palacio lleno de lujos y decoraciones exquisitas, fuimos dirigidos hacia el gran salón de baile; un amplio espacio que quedaba al pie de la enorme escalera. Desde lo alto, pude presenciar el buen gusto de su decoración, el cual estaba decorado con telas de terciopelo y damasco, candelabros de cristal que iluminaban la estancia con una suave y cálida luz, y enormes arreglos de rosas blancas que perfumaban el aire. Estaba animado por varias parejas bailando, entre ellas estaban Lizzy y Philips, los cuales bailaban aquella suave melodía sin dejar de sonreír y verse a los ojos.

Desearía que algún día alguien me vea de la misma forma en que Philips ve a Lizzy…

En cuanto comenzamos a descender las escaleras, miles de miradas se dirigieron hacia nosotros. Theon me ofreció su brazo y yo me aferré a él. Con cada escalón que descendíamos, no dejaba de verlos a todos con elegancia y firmeza, y una alegría abordó mi interior al ver las caras deslumbradas de los invitados.

Tal vez me miran por mi vestido azul de alta costura, o por mi collar de diamantes, o porque mi cabello está recogido y adornado con un broche de diamantes, o porque simplemente despierto la curiosidad en ellos, porque el príncipe me eligió por encima de cualquier señorita debutante; rubia, de piel perfecta y ojos azules.

  Mi mirada de seguridad se perdía entre todos los expectantes, parecía que la fiesta se había detenido por mi llegada. La música había culminado y las parejas aguardaban la siguiente melodía, pero mientras tanto, veían al príncipe de Inglaterra esperando al pie de la escalera la llegada del rubí de la sociedad.

Ahí estaba él, vestido con un traje de un color de azul oscuro y elegantes hombreras. En el lado del corazón tenía un broche de oro perteneciente a la familia real. Su cabello color miel estaba perfectamente peinado hacia un lado, sus ojos verdes brillaban de una forma soprendente mientras me miraban deslumbrados, y su sonrisa era sutil para no parecer exagerado, pero lo suficientemente notoria como para mostrar su lindo hoyuelo.

—Milady, por favor, debe concederme el primer baile —Se notaba embelesado, y su mirada no se apartaba de mis ojos.

—Será un honor, alteza. —Hice una reverencia y luego le sonreí con delicadeza.

   El príncipe tomó mi mano y caminamos juntos hacia el centro del salón sin dejar de vernos a los ojos. La melodía comenzó, y con ella nuestro baile, un baile tan delicado y de tanta emoción que atrajo a más expectantes que a bailarines.

—Todos nos están viendo —Murmuré apenada, a lo que él respondió con una pequeña sonrisa ladina.

—No a ambos, a usted. Esta noche está realmente hermosa, milady.

Me quedé sin palabras, mientras nuestros cuerpos se deslizaban por el salón, con pasos delicados y gráciles, en perfecta sincronía con el compás de aquella maravilla sonora. Cada movimiento, cada giro, parecía estar dibujado en el aire con la elegancia de una pluma danzante.

En un instante fugaz, en medio de la danza, llegó el momento en el que tuvimos que tomar nuestras manos y guiarnos mutuamente. Y fue en ese preciso momento, cuando sus grandes manos, escondidas bajo unos guantes blancos, se encontraron con las mías igual de enguantadas. Los suspiros y susurros de los presentes se mezclaban con la melodía envolvente, mientras que nosotros seguíamos bailando al compás de los violines… La música acabó, y con ella hubo una corta reverencia entre nosotros.

—No se imagina lo mucho que disfruto bailar con usted, milady —Sonreí, al escuchar su confesión.

—Igual yo, su alteza.

    Una sonora trompeta se escuchó en todo el salón, atrayendo la atención de todos.

—Mis padres llegaron... —Murmuró el príncipe junto a mí.

Y en ese mismo instante entraron en el salón el rey y la reina… Nunca había tenido la suerte de verlos personalmente, y por eso mi cara de sorpresa fue aún más genuina. Mientras que todos hicimos una reverencia, el príncipe se quedó de pie, mirando a sus padres descender por las escaleras: La reina con un amplio vestido azul marino de muchos brillantes, un peinado alto y exagerado con su corona elevándolo aún más. Y el rey, con un traje de igual color que el de su esposa, con múltiples broches de oro en el lado del corazón y una corona exhuberante de piedras preciosas.

—Nos vemos en el jardín —Me susurró el príncipe segundos antes de caminar al encuentro de sus padres, los cuales lo recibieron con un abrazo y un beso nostálgico, demostrando que más allá de ser la realeza intocable, tienen los mismos sentimientos humanos que tenemos todos.

—¡Vamos todos! ¡Vengan al jardín! —Escuchamos al rey anunciar con orgullo.

Caminé hacia mi hermano, Erick, Gael, Lizzy y Philips para ir juntos a conocer la misteriosa sorpresa de los reyes.

—Estás hermosa, Jane, en verdad pareces una princesa —Lizzy no dudó en halagarme.

—Si yo parezco una princesa, entonces tú pareces una reina —Ella sonrió.

—¿Y Ansel? Por favor díganme que solo está caminando por ahí —Preguntó mi hermano.

—Ya sabes como es él… —Gael se limitó a decir.

—No sé qué más hacer para sacarlo de la mansión —Protestó Erick.

—A este punto, ya me está preocupando —Agregó Lizzy,  y los rostros de todos eran de preocupación.

El jardín real era tal y como lo recordaba de la última vez que estuvimos aquí en el picnic del príncipe, solo que esta vez, a un altura de algunos metros, habían unas extrañas bombillas de cristal pegadas a unos cables muy finos. Las extrañas bolas de cristal estaban situadas una al lado de la otra, formando una decoración sobre nuestras cabezas algo extraña y fuera de lo común.

Ya todos estábamos reunidos debajo de las numerosas bombillas que estaban suspendidas de aquellos extraños cables. Todos nos fuimos amontonando, colocándonos unos al lado de los otros, y en un descuido, quedé lejos de mi hermano y los Dagger por estar distraída mirando aquella extraña decoración.

Alcé la vista y los divisé, pero estaban bastante alejados de mí. Me di cuenta que mi hermano me buscaba con la mirada y cuando se dio cuenta de que estaba bastante lejos de ellos y con una multitud de personas de por medio, comenzó a avanzar a pasos apresurados entre los invitados, tratando llegar hasta donde yo me encontraba.

Hoy, los hemos invitado a esta velada, no porque sea un baile más de la temporada, sino para que sean testigos del futuro —La voz del rey me hizo apartar la mirada de mi hermano.

Un anciano de gran barba blanca, ropa extravagante y anteojos, se pocisionó junto a los reyes, él traía en sus manos un extraño y largo cable que se dividía en dos puntas.

—¡El futuro es inminente! —El anciano comenzó a hablar con cierta emoción —¡Es señal de avance y evolución...! ¡En honor a sus majestades y a todos los presentes, quiero mostrarles un espectáculo único hasta el momento!

Y justo en ese momento, comenzó a suceder algo que no me esperaba para nada, y que me explicó el porqué de la urgencia de Theon para llegar hasta mí:

Los sirvientes comenzaron a apagar todos los candelabros, las velas, todos los indicios de luz y claridad, al punto de que cerraron las puertas del palacio para impedir que llegara alguna claridad del interior, dejándonos así a oscuras en aquel inmenso jardín. Y eso puso a mi corazón a trabajar al triple, pues recordé las noches interminables en las que pasaba hundida en la oscuridad mientras masajeaba los golpes que mi padre me había propiciado.

Ese sentimiento de vacío, de soledad, de no poder tener el control de tu vista y de tus movimientos, unidos con los recuerdos de niña, cuando dormía abrazada a mis piernas en una esquina de mi habitación en total oscuridad, todo eso me estaba llenado de terror. Un cúmulo de sensaciones gélidas y unas sudoraciones se apoderaron de mi cuerpo al instante. Mi corazón se aceleró, y mi estómago se revolvió al recordar los gritos que daba hasta el cansancio pidiéndole a mi padre que me sacara de aquel oscuro lugar. Mi pecho subía y bajaba producto de la agitación, una sensación de ahogo me invadió al punto de querer gritar pidiendo ayuda, pero la voz no me salía más que en un hilo débil y casi imperceptible.

—¡Jane, no tengas miedo! ¡Quédate donde estás hermana, háblame para poder llegar a donde estás! —Gritó Theon, y su voz casi que se mezclaba con los comentarios confundidos de los invitados. Él sabía perfectamente lo que mi padre me hacía, pero ¿qué podía hacer un niño de trece años en aquel entonces? solo utilizó su inteligencia y logró sacarme de aquel suplicio, pero todos esos abusos dejaron en mi interior traumas insuperables.

—Theon… estoy... aquí —Hablé, casi que en un suspiro.

Sentía que mi cuerpo iba a desfallecer en cualquier momento. Las voces de sorpresa, las risas, y los murmullos de todos los presentes, más el terror que estaba viviendo al estar sumergida en aquella oscuridad, se sentían como un martilleo en mi cabeza.

No puedo respirar...

Mis piernas se están debilitando...

Siento que mi corazón va a explotar...

Voy a morir...

Y justo en ese instante, sentí cómo alguien entrelazó nuestras manos con fuerza, como si con su agarre quisiera proporcionarme seguridad y protección.

—Tranquilo amigo, ya la tengo —Escuché que dijo, y por alguna extraña razón, creí reconocer esa gruesa y varonil voz.

—Gracias Ansel, no la sueltes. —Pidió Theon.

¿Ansel?

¿Cuál Ansel?

Espera...

Su voz...

Creo que la he escuchado en otro lugar...

—Veo que buscamos formas de seguir encontrándonos, milady —Me susurró, y la piel se me erizó al instante al sentir su aliento cálido rozando en mi oído. Al parecer el no poder ver me hacía sentir su agarre más fuerte y su susurro más intenso, como si esos sentidos se agudizaran aún más.

¿Formas de seguir encontrándonos?

No...

Puede...

Ser…

Él...

¡Miren a arriba, y permitan que la electricidad los asombre!  —Gritó el anciano de repente.

Y justo en ese instante, las bombillas comenzaron a iluminarse una por una como por arte de magia. Parecían luciérnagas parpadeantes en la penumbra, revelando un espectáculo fascinante que nunca antes se había presenciado, el cual hacía que mi ataque de pánico de hace unos segundos se fuera desvaneciendo. Cada una de ellas brillaba con una intensidad sorprendente, como si fuese la encarnación de un nuevo amanecer en un universo de descubrimientos. Aquel hermoso jardín lleno de flores se llenó de un resplandor cálido y acogedor, iluminando los rostros asombrados de todos los presentes.

Míralo, Jane, comprueba que sea él.

Aproveché la iluminación, y miré a mi lado, y en ese instante aquellas palabras vinieron a mi mente:

¿No reconocería a sus amigos detrás de una pequeña máscara que solo cubre alrededor de sus ojos? Estoy seguro de que si me conocieras, me reconocerías al instante.

Y así era, esos ojos, ese porte firme y varonil, lo reconocería a kilómetros de distancia.

Era él, estaba segura de que lo era... El caballero de ojos grises, mi protector, y era condenadamente hermoso. Ni siquiera la palabra perfecto le hacía justicia. Y su nombre era Ansel.

Tragué saliva muchas veces porque sentía mi garganta seca, y nunca había tenido un síntoma así. Por un instante olvidé cómo hablar, cómo respirar, pero la intensidad de ese indicio creció cuando me percaté que sus ojos me estaban viendo con una sonrisa ladina en sus labios, como si se estuviese deleitando con mi rostro, con mi confusión. Luego miré nuestras manos, aún entrelazadas, y a pesar de tener guantes sentía la calidez que ésta aportaba, y curiosamente no quería que me soltara, como si al hacerlo volviera a estar desprotegida y llena de miedos.

Sus ojos atrajeron los míos inexplicablemente y por alguna extraña razón no podía dejar de verlos hipnotizada. El contraste entre la frialdad de sus ojos grises y el destello cálido que ahora los iluminaba, creaba un efecto hipnótico y fascinante, el cual nunca había sentido hacia nada ni nadie...

—Jane, ¿estás bien? —Mi hermano llegó a nuestro lado, obligándome a soltar con rapidez la mano del caballero.

—Sí… solo fue un susto.

—Gracias, Ansel, te debo una, amigo.

—Un día comenzaré a cobrar todas las que me debes, Theon —Sonrió, y era inevitable dejar de ver su rostro perfecto y varonil, con esa curiosa división en su mentón.

—¡Qué bueno que al menos mi invitación sí la aceptaste! —Esta vez fue el príncipe quien interrumpió.

—No me lo perdería… —Respondió con una sonrisa en sus labios.

—Así que mi gemelo decidió salir de su encierro —El tono de voz sonriente de Gael nos interrumpió.

—Simplemente me dio curiosidad la sorpresa real de este año —Habló.

Mientras todos reían y conversaban, por mi mente solo daba vueltas una cosa.

—¿Dijiste que son gemelos? —Pregunté, y todos me miraron al instante.

—Dos gemelos bastante peculiares —Respondió Lizzy, mientras llegaba a nuestro lado y atacaba a besos y abrazos a su hermano de ojos grises.

—¿Pero... cómo es posible? —Los miré a ambos con dudas, tratando de sacar el parecido que no veía por ningún lugar... Sí, son hermanos pero ¿No se supone que tienen que ser idénticos?

—Somos gemelos irlandeses… —Ansel se limitó a responder.

—¿Qué? —No entendía nada de lo que hablaba.

—Es un embarazo raro. Nuestra madre se embarazó en el mismo año dos veces, a eso le llaman gemelos irlandeses. Nosotros no nacimos el mismo día, pero sí en el mismo año, tenemos la misma edad —Gael explicó más detalladamente.

Luego de escuchar a mi amigo e interiorizar toda esa información, y de haber recuperado el aliento, voltee a ver a aquel caballero.

—Así que usted es el hermano Dagger que me faltaba por conocer. —Lo miré a los ojos, mientras que ambos, como si estuviésemos conectados, sonreímos dismuladamente a la misma vez.

Le extendí mi mano delicadamente, y él la tomó sin pensarlo para besar suavemente su dorso.

—Un placer, milady. Me presento formalmente. Soy Ansel Dagger, duque de Whingbury.

🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀

Hola, hola.

Finalmente pudieron conocer a Ansel Dagger ¿Qué les pareció?

Sin dudas, este es uno de mi capítulos favoritos.

Desahoguense por aquí, y desde ahora les digo que sujeten sus pantaletas porque se viene un drama intenso.

Por aquí tienen el vestido de Jane.

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