Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Wounded Sergeant

36.- Wounded Sergeant


Corrí hacia las carpas todo lo que mis pies me permitían en cuanto se nos dio el aviso de la llegada del capitán américa con cientos de soldados secuestrados por el enemigo. Había sido una gran hazaña pues, hasta el momento el símbolo del patriotismo americano había sido declarado muerto. Su aparición repentina no hizo más que avivar la victoria de una posible batalla ganada.

Arreglé mi uniforme y me dispuse a buscar los elementos necesarios para utilizar sobre las heridas superficiales de los soldados. Uno más que otros presentaban heridas profundas, muchas causada por proyectiles pequeños. Nada grave a nuestro parecer. Y, es que retirar una bala no era más que retirar una pelusa de un chaleco. No tenía gran ciencia. Y, a decir verdad, era lo que más agradecíamos entre las enfermeras.

El día vaticinaba ser bastante tranquilo. Los soldados no habían salido a batallar. Otro campamento se había ofrecido para realizar bombardeos a Alemania, por lo tanto, nuestros soldados tenían días libres para idear técnicas que lo llevarían al triunfo.

—Enfermera —Llamó un sujeto a mis espaldas. Volteé a verlo, quedando impactada de inmediato por su altura y cercanía.

—Es más alto en persona — Sonreí al capitán américa. —Y bastante guapo. —Murmuré lo último solo para mí. El capitán frunció el entrecejo y yo no pude evitar sentir mis mejillas arder al creer que no había escuchado lo último.

—Necesito su ayuda. —Comunicó. —sígame.

Seguí sus pasos fuera de la carpa hacia otra que se encontraba a unos metros de la carpa anterior. Me pareció bastante curiosa su actitud, pero le seguí de igual forma, intrigada por saber en qué lo podía ayudar.

Abrió la puerta de tela de la carpa y dejó ver de inmediato a un soldado sobre una camilla. El hombre se quejaba mientras sostenía parte de su hombro izquierdo con su mano libre. Entonces supe que lo habían lastimado. Me acerqué sigilosa al sujeto tendido en la camilla, retirando con cuidado su mano, percatándome que en su hombro había una bala incrustada.

—Está bastante profunda —Comenté, sin poder evitar arrugar la nariz, como si pudiese sentir la angustia del capitán y el dolor del soldado. Di un vistazo fugaz al herido.

—Peggy me ha recomendado tu ayuda. Ha dicho que eres una de las mejores.

—Peggy y yo somos amigas, capitán. Me recomendará siempre —Dije. —Ayúdeme, esto le dolerá un poco.

Acomodé al soldado sobre la camilla, recostándolo completamente. Rasgué su camisa retirándola totalmente de su lugar. El soldado se estremeció tras hacer contacto con el ambiente gélido. Revisé y desinfecté con un algodón la herida antes de intervenir. Pequeñas burbujitas blancas comenzaron a surgir en torno a la herida. El soldado se quejó, apretando la mandíbula con fuerzas.

—Bienvenido a la guerra. —Dije al soldado, sonriendo con desgano. El soldado no me contestó, pero si me fulminó con la mirada. Me sentí intimidada y bastante tonta; el comentario no había sido tan bueno acompañado de una sonrisa.

Por alguna razón, realizar la extracción de la bala se me hacía difícil. No entendí por qué. había retirado un centenar de proyectiles en los meses anteriores. Desde que llegué al campamento; pero por alguna extraña razón, tener al capitán y a su amigo me dificultaba la tarea. No supe por qué. Quizás, era el hecho de haber sido recomendada al capitán américa como la mejor enfermera, lo cual me hizo maldecir a Peggy.

Tomé los implementos necesarios e intervine de una buena vez. El soldado soltó un grito desgarrador en cuanto las pinzas hicieron contacto con su carne viva. Su cuerpo se estremeció de golpe y la pinza se incrustó dentro del agujero que el proyectil dejó en su piel.

—¡Sácala luego! —Gritó enrabiado, dejando ver diversas venas formarse en el área de su cuello. Éstas, parecían sobresalir cada vez mas de su piel. Me apresuré en sacar la bala, presionando con más firmeza las pinzas y, rogando para que el soldado no se moviera demasiado. Cerré los ojos por unos minutos, sin querer ver la imagen del hombre sufriendo las consecuencias de la guerra. Al parecer, aquella imagen me dolía tanto como a él le dolía tener la bala en su interior.

La bala fue depositada en un cubierto de metal una vez fue completamente retirada y el sujeto, por fin pudo descansar. Sonrió en dirección al rubio.

—Le dije que era la mejor enfermera. —La voz de Peggy se hizo presente en segundos. —¿Cómo se siente, sargento Barnes? —Preguntó al sujeto sobre la camilla. Éste asintió en respuesta.

—Listo para patearle el trasero a los alemanes. —Anunció el ahora sargento Barnes. Soltó una que otra risita, siendo imitado por el capitán. —Que dices Rogers, ¿otro round?

—Por ahora no, Bucky. Tienes que reponerte —Le respondió Rogers. — ¿Qué opina usted, enfermera? —Me preguntó.

—Lo mismo que usted. —Afirmé. —Debe mantener reposo. La bala dañó parte de sus músculos, quizás sea recomendable tener unos días sin realizar actividades que impliquen luchas. —Aconsejé. Peggy sonrió, orgullosa de mi desempeño.

—Lo dejo en buenas manos, sargento —Dijo mi amiga y se retiró de la carpa, seguido por Rogers, quien al parecer tenía algo que decirle a Peggy.

El sargento no habló en ningún momento, lo cual me facilitó el trabajo. No acostumbraba a hablar con los heridos. Éstos, solo se quejaban y, muchas veces nos insultaban. Siempre pensé que era una reacción obvia al dolor que sentían. Y, aunque no había forma de saber si era así, no me lo cuestioné mucho. Pero pensar en ello, me ayudaba a sobrellevar los diversos improperios que nos gritaban.

La mirada del sargento estaba perdida en la nada. Lo observaba por momentos breves, temiendo que me encontrara mirándolo. Pero él, no se daba cuenta. Era como si no estuviese allí.

—Está listo. —Anuncié. Entonces su mirada volvió en sí, encontrándose con la mía. Era poseedor de una tonalidad azuleja bastante atractiva y sin ningún otro indicio de colores extraños. Sólo azul y nada más que azul, dejando en claro que, en sus ojos existía un tipo de océano capaz de atrapar a quien osara mirarlo por mucho rato.

Desvié mi vista, cohibida, pero seguí mi labor para que no notara mi nerviosismo. Esquivaba su mirada que, ahora ya no se centraba en el fondo de la carpa, sino en mí y en cada movimiento que realizaba alrededor de la tienda.

—Si me necesita durante estos días, me puede encontrar en la enfermería. —Informé dando pasos apresurados hacia la salida de la carpa. Quise retractarme y decirle que podría buscar a cualquier colega. Estaba segura que lo atenderían sin siquiera padecer dolor alguno. Era atractivo y no cabía duda que sería tema de conversación entre mis colegas.

—Espera. —Dijo dando un salto desde la cama para quedar de pie frente a mí. Mi corazón palpitó con rapidez, alerta ante cualquier conducta que me pusiera en peligro. No se acercó demasiado como creí que lo haría. Mantuvo su distancia y yo se lo agradecí internamente. Mis manos temblaban bajo las cajas con los elementos médicos. Luché por mantener mi postura y no tirarlas al piso.

—Dígame, Sargento.

—Bucky. —Dijo con voz queda. —Dime Bucky.

—Denotaría exceso de confianza por mi parte, Sargento. —Repuse.

—Me he quitado la camisa frente a ti. —Se encogió de hombros. —Creo que es parte de la confianza, ¿no?

Entrecerré los ojos, sin entender a qué era lo que quería llegar.

—Que tenga un buen día, sargento. —Recalqué la última palabra dejando claro que confianza no le iba a tener. Y menos si lo vi sólo un día por pocos minutos. No esperé respuesta alguna de su parte. Y él, tampoco me dio una.



******

Pienso hacerle segunda parte ;)

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro