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Something in common

29.- Something in common


Era verano y Tony lo sabía; El multimillonario con excesiva alegría anunció que llenaría la piscina ubicada en el patio del edificio Avengers con el fin de disfrutar una tarde amena y refrescante capeando el calor. El sol reluciente quemaba nuestras pieles cada vez que pisábamos el patio; excusa por la cual Stark decidió construir una piscina lo suficientemente grande.

—Vamos niñas y niños, a disfrutar de la piscina. —Alentó Tony vistiendo ropa adecuada para disfrutar del agua limpia y refrescante. Fue el primero en lanzarse al agua.

Le siguió Sam y luego Clint. Steve negó y entró al edificio excusándose con que tenía una reunión con Fury. Últimamente las misiones se habían vuelto más calmadas. Al parecer, los enemigos nos estaban regalando algunos días para disfrutar en familia.

Entré nuevamente al edificio sin intenciones de ingresar a la piscina. Me reuní con Wanda y Natasha, quienes al parecer iban a ser partícipe de la jugarreta. Fruncí el ceño confundida. De Wanda lo esperaba, ¿pero de Natasha?

—¿No irás? —Me preguntó Wanda. Vestía un short y una polera sin mangas. Lo más cómoda posible. Al igual que la rusa.

—No, yo paso. —Sonreí. —Iré a la biblioteca un rato. Dejé en pausa un libro hace unas semanas atrás. —Me encogí de hombros. Realmente no quería ser partícipe de aquello. El sol quemaba y no quería correr el riesgo de quemar mi piel.

—¿Es primera vez que podemos disfrutar de esto y tú te vas? —Inquirió Natasha arqueando una ceja. Su mirada me escrutaba con insistencia, esperando ver algún atisbo de mentira. Mantuve mi mirada firme ante sus ojos entrecerrados. Sabía que no se daría por vencida si de una mentira se tratase. Era una espía, asique no me extrañaba que en segundos ella supiera que ir a la biblioteca era solo una excusa para no exponer mi cuerpo a los demás.

—¿Es mentira, cierto? — Indagó Wanda. —Tú no tienes un libro por terminar.

—Si lo tengo. —Repuse.

—No, no lo tienes. —Acusó Romanoff. —Irás a los camerinos y te pondrás lo más cómodo que tengas. —Ordenó. —Si no vuelves en cinco minutos te iré a buscar. —Me advirtió como si fuese mi madre.

—¡Natasha! —Me quejé. —de verd...

—Uno, Dos... —comenzó a contar sin prestar atención a mi queja. Lancé un gruñido y me dirigí a los camerinos. Debí haber escapado antes de que se diese cuenta de mis intenciones.

Rebusqué entre el camerino la ropa de repuesto que dejaba por si surgía algún inconveniente. No había más que ropa interior y mi traje de combate. Bufé, removiendo las prendas con esperanzas de encontrar lo esencial.

Unas pantaletas y un peto deportivo fue lo que encontré, pero no era de mi gusto. Dejaba mi piel expuesta a la vista de todos y al sol ardiente sobre nosotros. Me miré al espejo situado en un extremo del camerino. Mi reflejo mostraba las diversas cicatrices en mi abdomen producto del combate que llevé a cabo antes de unirme al equipo.

Ejercí mi formación como escolta de un presidente ruso, el cual debía acompañar a donde a él se le ocurriese ir. Arabia había sido su elección y yo no hice más que asentir y estar dispuesta a correr el peligro una vez él me anunció sus planes. Íbamos en el jet privado cuando me percaté del ataque inminente que llevarían a cabo extremistas del país. Mi cuerpo cubrió el de él en un acto por protegerlo, recibiendo los proyectiles en el área de mi abdomen, aquellos que, tenían como misión lastimarlo a él.

Hubo daños internos, pero la vida era misericordiosa muchas veces. Ninguna de esas balas logró herirme en gravedad. Sin embargo, pese a que salí relativamente ilesa de aquel viaje, el recuerdo de aquel ataque quedó en mi piel como grandes cicatrices rojas y sobresalientes dañando mi psiquis y autoimagen.

—Cinco minutos. —Sentí la voz de Natasha advirtiéndome fuera del camerino. —Vamos ________.

—¡Voy! —contesté de mala gana. Respiré profundo y me armé de valor al salir. Fuera, Romanoff se veía entusiasmada por querer meterse a la piscina junto a los demás. Sus ojos viajaron a lo largo de mi anatomía, dando un leve asentimiento en aprobación.

Me invitó a avanzar y yo caminé preguntándome si había visto mis cicatrices sobresalientes. Seguramente no las alcanzó a ver por la poca luminosidad del pasillo, pensé. O quizás quiso ser amable y no indagar en la historia. Sin saber su motivo, agradecí internamente que no comentara nada al respecto. No era un tema del cual quisiera hablar.

Tras el ventanal que nos separaba de la piscina, me percaté de que Pietro también se había unido junto a Bucky. A éste último no lo había visto en todo el día. Romanoff deslizó el ventanal y se asomó afuera, quejándose por lo ardiente que se sentía el suelo. Dio otros pasos y, posicionando su cuerpo correctamente, se lanzó al agua en un perfecto piquero. Salió a flote luego de un rato, anunciando lo exquisita que estaba el agua.

Me acerqué con mis brazos rodeando mi abdomen, tapando las cicatrices. Era lo más lejos que había llegado con mis manchas al descubierto. Me aterraba destaparme y observar el rostro de los demás quienes, estaba segura comenzarían a preguntar.

—¡_______, no seas tímida, ven! —Animó Clint Barton desde la piscina.

—Ya voy. —Murmuré. Respiré profundo y quité mis brazos del área, dejando al descubierto parte de mi historia. De inmediato sus miradas se posaron en mí, curiosos. Algunos fruncieron las cejas en señal de lástima, otros simplemente se mantuvieron indiferentes. Me acerqué a ellos y me introduje al agua. Todo siguió normal.

Me retiré del agua cuando comencé a sentirme incómoda. Había estado más de media hora entre ellos nadando y siendo observada. Aunque no comentaran nada directamente, sus ojos eran suficiente para hacerme sabe que querían preguntar lo que me había sucedido. Caminé de vuelta al edificio y tomé mis cosas. Me iría a casa.

—¿Ya te aburriste? —Me preguntó Bucky, entrando al complejo minutos después.

—¿Tú también? —Arqueé una ceja. Bucky asintió. Vestía un short y una polera sin mangas, dejando al descubierto parte de la cicatriz que adhería su anatomía con el brazo de metal.

—El sol no es lo mío. —Frunció la nariz en una señal de disgusto. Su mirada se desvió a mi abdomen húmedo y desnudo, pero la desvió de inmediato. —¿Pasado oscuro?

—No es algo que quisiera recordar. —Manifesté cabizbaja. —Supuse que se preguntarían sobre ellas.

—¿Puedo? —Preguntó cauteloso. Alzó una mano a la altura de mi abdomen, pero no lo tocó. La mantuvo estática a centímetros de mi piel cicatrizada. Mi corazón comenzó a palpitar acelerado, y mi anatomía, fue presa de un bochorno molesto. Por un momento deseé volver a la piscina y deshacerme del molesto calor, pero ello, significaba volver a tener las miradas de mis compañeros encima.

Bucky paciente, esperó mi respuesta; Tomé su mano y con cuidado la acerqué a una de las cicatrices. Su mirada permaneció atenta a mi abdomen, como si contemplara cuidadoso el color y formar de cada una de ellas. Se relamió los labios, y con sumo cuidado deslizó su dedo índice por una de ellas; con finura, casi sin tocar totalmente mi piel. Movió su dedo y yo me estremecí al sentir que su tacto abarcó dos más. Alzó su mirada, encontrándose con la mía.

Ciertamente, el aire ya no lograba llegar a mis pulmones con normalidad. Éstos se cerraban impidiendo la llegada del oxígeno a mi organismo. Como consecuencia, comencé a sentir un leve desequilibro, denotando un posible desmayo.

Bucky tomó una de mis manos y la deslizó por la separación entre su hombro y el brazo de metal. Me hizo tocar la cicatriz que adornaba aquella área. Dura y sobresaliente.

—Tenemos algo en común. —Murmuró, sin dejar de tocar mis cicatrices. Tragué saliva, y, es que hasta esa acción se me hacía difícil. Bucky logró suspira y, embozando una sonrisa tierna en sus labios añadió: —S-son hermosas.

Me quedé atónita sobre mis talones, sin saber qué responder ante su halago. Le miré con fijeza, queriendo emitir mis pensamientos, pero mi garganta, al igual que mis pulmones, se habían cerrado abruptamente. Me alejé de él avergonzada, tapando mis cicatrices con la toalla que yacía a mi lado afirmada en el respaldo de una silla.

Bucky sonrió. Acercó sus manos al borde de la toalla y con precaución la retiró de mi cuerpo.

—¿Qu-qué haces? —Murmuré.

—Déjalas ser. —Dijo. —Son parte de ti, __________. De tu belleza.

Mis ojos se llenaron de lágrimas amargas tras el pasado que quise ocultar. Bucky volvió a sonreír con ternura. Rodeó mi cuerpo con sus brazos y me atrajo a él. No pude evitar llorar; escapar del pasado nunca me había funcionado del todo, por más que corriera y me quisiera esconder. Éste, jamás se iría si en mi cuerpo se hallaba lo que me atormentaba.

Ciertamente, cada cicatriz inmersa en mi piel era mi pasado, presente y futuro, formaban parte de mí y debía aceptarlas como tal. Bucky me ayudó a entenderlas; con simples palabras que, con el tiempo, logró conformar un vínculo único de amistad eterna.


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Well pipul, me voy de viaje por algunos días (quizás semanas, idk) por lo tanto, esto estará en pausa. So, de igual forma, quien quiera dejarme ideas, las leeré y haré con gusto :)  (leeré sus comentarios. Robaré WIFI si es necesario ah ) 

En fin, nos leemos en unos días más. 

PD: Tengo un OS de Chris Evans/Steve Rogers. Paso el dato por si alguien desea leerlo <3

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