Quantum Physics
14.- quantum physics
Reunidos en el living, nos encontrábamos hablando de temas variados. Era uno de esos días en donde nos dábamos el tiempo de analizar temas de conspiraciones, misterios del universo o del poder de la mente, sacando nosotros mismos nuestras propias teorías.
Uno de los temas favoritos de Wanda, era el poder de la mente. Por lo que, siempre terminábamos hablando sobre ello. Y, es que no era un tema que me fuese indiferente, como lo eran las conspiraciones o las pirámides de Egipto. Al contrario, aquel tema, siempre fue de mi interés.
-Entonces... –Dijo Bucky, escéptico ante el poder que tenían sus pensamientos y emociones. –Si yo quisiera salir con cierta persona, la física, la metafísica, los astros y el cosmos, ¿me lo concederían? –Cuestionó, dubitativo.
-Para eso tienes que desearlo con todo tu corazón, visualizarla cuando cierres los ojos, y creer que así sucederá. –Expliqué. –Nuestros pensamientos oscilan con cierta frecuencia, si tú tienes pensamientos buenos, entonces la frecuencia será alta, en cambio, si tienes pensamientos malos, será lo contrario. –Aclaré – Mientras más pienses en esa chica, y desees tenerla a tu lado, mayor posibilidad tienes de que ella se fije en ti.
Bucky asintió, sonriendo levemente, analizando mis palabras.
- ¿Hay algo que nos quieras confesar, hombre de nieve? –Inquirió Tony, en tono burlón mientras elevaba sus cejas de arriba abajo, logrando enrojecer las mejillas de Barnes.
-Es sólo una suposición, Stark –Se defendió el castaño. Más Tony rio, si siquiera creerle nada.
-Seguramente es la chica de la cafetería de la esquina. –Comentó Pietro, embozando una sonrisa tan burlona como la que Tony tenía en su rostro. El multimillonario, lanzó una risotada, chocando las manos contra el joven platinado.
- ¡Ajá! Eso explicaría tus visitas diarias. –Comentó Clint, haciéndose partícipe de la burla.
-No, no lo es –Respondió Bucky, casi en un murmullo.
- ¡Ah! Perfecto, lo han escuchado, no es la joven de la cafetería. –Celebró Tony. –Entonces, si no es ella, ¿quién es? –Volvió a inquirir, achinando sus ojos hacia el castaño. Sin embargo, al no tener respuesta por parte del ex soldado, la mirada de Tony se desvió hacia Wanda, quien meneó la cabeza en señal de negación repetidas veces.
-Yo no sé nada. –Respondió ella, con su característico acento. – No me metan en sus discusiones.
La conversación terminó en cuanto llegó Steve y Romanoff a la torre, anunciando que Fury necesitaba hablar con Stark en privado. Entonces, cada uno se retiró a diferentes lugares.
Regresé a mi cuarto con intenciones de terminar un libro que había dejado abandonado. Uno que hablaba de la primera guerra mundial, y los estragos que ésta dejó en el mundo. Me gustaba la historia, por lo que todo lo que leía, en parte, tenía relación con ella. Y ello también me ayudó a conocer un poco más el trabajo que realizó Steve junto a Bucky por su patria.
Me sumí en el mundo de la literatura por algunos minutos. No sabía cuántos exactamente, podía ser media hora, como también dos horas. Mi tiempo leyendo era relativo.
Moví la página siguiente, y en cuanto me dispuse a leerla, alguien dio golpecitos suaves a la puerta de mi habitación, desconcentrándome de inmediato. Pedí que, quien me haya interrumpido, pasara.
- ¡Bucky! –Expresé, contenta. Dejé el libro a un lado y me incorporé sobre la cama. –No esperaba verte aquí. –Sonreí. –¿Sucede algo? – Interrogué, tras ver que su expresión facial mostraba a un Bucky totalmente angustiado.
-No –Negó rápidamente. –Digo, sí. –Corrigió con torpeza. –Necesito que me ayudes a atraer con mi mente a la chica que quiero conmigo. –Murmuró, cohibido.
Sonreí al ver lo entusiasmado que estaba por ver que, la física cuántica diese resultado en obtener lo que deseaba. Me acomodé sobre la cama, alzando mis manos con el fin de llegar a su rostro, en el área de sus parpados. Éste, como reflejo, los cerró.
-Respira profundo –Pedí. – Visualiza a la chica que quieres. Imagina el color de su piel, su cabello, sus ojos, su sonrisa. –Dicté. Bucky permanecía con los ojos cerrados, completamente entregado a sus pensamientos y emociones. Seguí dictándole lo que debía hacer. Con voz suave, casi inaudible.
Una especie de emoción fuerte se alojó en mi pecho. Algo inexplicable. Verlo de tal forma, deseando ser visto por la chica que ocupaba su mente, logró hacerme sentir bastante curiosa por saber quién era. Quise preguntarle, e indagar y, quizás ayudarle a acercarse a su damisela. Pero mi orgullo me lo impedía.
No podía decirle que él, de alguna forma, llamaba mi atención. Y, es que ni siquiera sabía por qué. No sabía si era su forma de ser. Serio, conservador, con una historia de vida trágica que me hacía tener deseos de abrazarle y asegurarle que sus miedos son míos también. O sus ojos, que reflejaban mucho más de lo que él quería darnos a ver. En ellos, se podía ver a un Bucky totalmente distinto. Cariñoso, caballero, leal. Era el contraste entre él, siendo persona, con sus ojos, siendo el espejo de su alma.
- ¿La ves? –Pregunté. Él asintió. –Bien, entonces, imagínate junto a ella. –Ordené y él, de inmediato sonrió. Embobado.
Fruncí el ceño, confusa. Más no me alejé de su lado, atreviéndome a tomar sus manos en un acto por querer sentir la calidez de éstas. Estaba calmo, casi fuera de la realidad. Su sonrisa en su rostro, se marcaba con el pasar de los segundos, formándose así, una sonrisa llena de dicha. Estaba con ella, mentalmente.
Pensé en la posibilidad de hacer algo atrevido. Verle de aquella forma, tan tranquilo y entregado, no hizo más que despertar el interés que tenía por él. Sus labios rojizos, eran una debilidad para mí, por lo que muchas veces evitaba centrar mi atención en ellos. No quería levantar sospechas de ningún tipo.
Recordé las palabras de Wanda, días atrás, cuando el interés por él, surgió tras tener que compartir una misión a su lado. Fue considerado, en todo momento, manteniéndome casi al margen de la pelea que se llevó con nuestros adversarios. Nunca fui alguien a quien se le solía salvar, pero él, se encargó de mantenerme alejada de todo peligro, lidiando solo con los enemigos.
-Deberías decirle, ______. Bucky, tiene buenos sentimientos. Los he podido leer. –Dijo, la muchacha, con una sonrisa en su rostro que, me alentaba a confesarle lo que sentía por él. No era mucho, pero algo era y, ese algo, comenzaría a crecer con el tiempo.
Deliberé en mi mente, mientras mis manos tomaban la suya y él, sonreía embobado, si dar o no el paso del que tanto temía dar. Lo peor que me podía pasar, era obtener una queja de su parte y quizás, su evitación. Lo cual lamentaría, pero estaba en todo su derecho.
Suspiré, abrumada. No hacía falta pensarlo demasiado si quería saber su reacción. Y, ante ello, mi cuerpo, como si no dependiera de mi cerebro, se inclinó hacia a él, tomando finalmente la iniciativa. Me vi estampando mis labios contra los suyos, con osadía.
El contacto entre nuestros labios, era todo lo que algún día deseé, y no encontré mejor situación que hacerlo justo cuando él, imaginaba a su chica ideal.
Bucky abrió los ojos de inmediato, saliendo del trance. Su mirada, atónita, fue suficiente para que yo, me alejara de él, inmersa en la vergüenza que implicaba haber besado a quien no me correspondía. Negué repetidas veces, disculpándome por tal osadía.
-L-lo siento B-buck y-yo... –Tapé mi rostro con mis manos, evitando que viese el color rojizo que cubrirían mis mejillas producto del bochorno. –N-no estuvo bien. Para nada –Volví a negar, esta vez, levantándome de la cama para huir del lugar.
-N-no, _______. Espera –Me detuvo al ver mis intenciones por abandonar la habitación. –Espera.
-Fue inoportuno y de mala educación. –Chillé, alterada. –Si te enojas, lo entiendo. De verdad. Fui atrevida.
-______. –Llamó el castaño, soltando risitas suaves. Fruncí el entrecejo, totalmente confundida ante su actitud calma.
-N-no estás e-enojado?
Bucky negó. Caminó hasta mi lado, atreviéndose esta vez a ser él quien tomó mis manos, aprisionando las mías contra su tacto cálido. La sensación era indescriptible. Sus ojos haciendo contacto con los míos, conectándose con mi alma, indagando en lo más profundo de ésta. Sonrió, y no supe por qué.
-No estoy enojado –Aclaró, dulce. –Estoy alegre. Tú eras lo que más deseaba, y la física cuántica, el cosmos, mis pensamientos y emociones me ha otorgado lo que más anhelé durante estos años. –Confesó, dejándome perpleja.
Mi mente permaneció en blanco por unos minutos, sin lograr decodificar sus palabras. Pero, para cuando quise hablar y, hacerle saber que él, también era mi anhelo, Bucky se adelantó.
El segundo beso fue inefable, dedicado y con vehemencia.
El universo y su deseo, había conspirado a nuestro favor.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro