Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Muérdago

22.- Muérdago




Respiré profundo y conté hasta diez tratando de tranquilizarme y canalizar mi paz interior. Pero con Tony era imposible y, más aún si se trataba de decorar la torre en días festivos. Hacía ya un mes que nos recordaba que faltaba poco para navidad. Inclusive durante las misiones, pidiéndonos sugerencias sobre qué podría gustarle a Pepper como regalo.

—Tony... —Solté un suspiro macilento. —Sin muérdagos. —Volví a respirar con profundidad, al mismo tiempo en el que mis dedos índice y pulgar presionaban el puente de mi nariz. Tony resopló como si fuese un niño chico a quien le negaban sus caprichos.

—¿Por qué no? —Cuestionó observando los muérdagos que llevaba en manos. —¿Acaso no crees en la leyenda? —Inquirió y levantó una de sus cejas. Soltó una risita burlona, pues bien sabía él que no creía en esa leyenda del beso bajo la famosa planta. —Uhm, veo que a alguien no le resultó el beso bajo el muérdago...

Entrecerré los ojos y lo fulminé con la mirada. Sus labios finos bajo su tupida barba formaron una sonrisa burlona. Sentí las palabras ascender por mi garganta en dirección a mi boca. Más no respondí nada y dejé que hiciera lo que quisiera, después de todo es Tony; siempre consigue lo que quiere.

Como te compadezco Pepper, pensé mientras me alejaba del living.

***

Caminé en dirección hacia la cocina con varias bolsas en mano, a mi lado me seguía los pasos Steve. Lucía bastante alegre, demasiado para mi gusto. Por lo general no sonreía mucho, siempre se demostró ser el más centrado en el equipo, pero, supuse que esta fecha era de su agrado. Al menos así lo dejaba ver su ancha sonrisa.

—¿Alguien sabe si Thor vendrá? —Preguntó Clint a los presentes.

—Él dijo que si —Respondió Sam.

—¿Y cómo sabrá que aquí es navidad? —Cuestionó el arquero, dubitativo. Nos miramos entre todos, tratando de encontrar una respuesta lógica a la diferencia de tiempos entre Asgard y la tierra.

A los minutos le restamos importancia al asunto. No había forma de resolver el acertijo. Solo el tiempo nos podría aclarar la duda. Todos seguimos con lo nuestro.

Para cuando llegó el atardecer, el living estaba vacío, al igual que la cocina. Todos se habían retirado a sus habitaciones. Era hora de vestirse para la ocasión.

Frente al espejo observaba mi reflejo inspeccionando detenidamente el vestuario que había elegido. Un pantalón negro ceñido a mis piernas y una blusa de tonalidad beige bastante sencilla. Analicé el vestuario por unos segundos; Pero no me convencía completamente. Volví a quitarme la ropa con esperanzas de encontrar algo acorde a la situación.

Dos horas pasé encerrada en mi cuarto, buscando y rebuscando entre los cajones del closet, más no encontré absolutamente nada.

Rendida, opté por lo primero que me había probado; lo más sencillo y sobrio.

En cuanto salí de la habitación de inmediato escuché voces provenientes del living, al igual que la música y la voz de Tony anunciando que la noche navideña seguiría hasta el final de la noche. Me acerqué con cautela, observándolos disfrutar de las preparaciones culinarias sobre las mesas proporcionadas por todo el living de la Torre Stark.

—¿Un trago? —Ofreció Romanoff detrás de la barra ubicada en un extremo del living. Vestía un elegante vestido rojo vino, el cual combinaba con su melena rojiza y labios del mismo color. —No te ves muy contenta hoy, _______. Es por Bu...

—No... —Detuve su enunciado sin intenciones de escuchar el nombre que brotaría de su boca. —Por favor...

—Ok, entiendo. —Dio un leve asentimiento. Sus manos se movieron profesionalmente entre los vasos y los recipientes que contenían los diversos tipos de bebidas alcohólicas. Se me apetecía un vodka con jugo de frutilla.

—No creo que sea capaz de hablarle... —Comenté sin siquiera pensar mis palabras con anterioridad. Éstas, salieron de mi boca sin permiso alguno, como si mi alma quisiera desahogarse de alguna forma. Alcé la mirada queriendo retractarme, pero para cuando lo iba a hacer, Natasha me observaba con atención, dispuesta a escucharme. —Le dije cosas muy feas, creo que no me perdonará nunca.

—Y él también te las dijo a ti. —Indicó. Su vista se volvió a centrar en la creación de lo que sería mi sedante mental.

—Estábamos muy enojados. —Me excusé tanto a él como a mí. Y es que, lo que me dijo no tenía excusa alguna, pero, de igual forma, por el cariño que aún le tenía, lo exculpé. —Además, siendo objetiva, fue mi culpa.

—No lo sabias. —Me entregó el vaso con vodka. Lo dirigí directo a mi boca antes de responder. Si iba a tocar el tema, prefería que el alcohol aplacara mi pena antes de hablar.

Cerré los ojos en un acto totalmente involuntario. Como si quisiera desaparecer del lugar, o retroceder el tiempo y remediar todo. Pero, al abrir los ojos, me volvía encontrar con la mirada azuleja de Romanoff, pendiente de cada movimiento por mi parte.

—De igual forma, fue negligente de mi parte, Natasha. —Repliqué. —Tenia señales claras; náuseas, vómitos, vértigo. Ese estúpido malestar cada vez que olía el café por las mañanas. Todas las señales estaban allí y yo nunca quise aceptar que estaba... —Mi labio inferior comenzó a temblar en cuanto pensé la palabra que debía decir. Opté por llevarme el vaso y beber un poco más. No quería llorar. —¡Ni si quiera puedo decirlo! —Exclamé.

—No es algo que puedas digerir de un día para otro, _______. —Dijo la espía con voz suave y apacible. —Ha pasado tres semanas, debes darle tiempo. —Su vista se desvió por encima de mis hombros. Volteé la mirada en un acto por querer observar lo mismo que ella. Bucky se encontraba a unos metros de nosotras, hablando con Banner y Sam.

—Aún no lo puedo creer. —Me lamenté, centrándome esta vez en el vaso entre mis dedos.

—Algunas veces las cosas pasan por algo, _______. —Opinó la rusa. Se inclinó levemente sobra la barra, afirmando sus brazos sobre la superficie sólida. —Tengo la impresión de que las cosas saldrán bien desde ahora en adelante. —Sonrió la espía, alzando una de sus cejas y embozando una sonrisa media. Tomó su vaso con lo que parecía ser Wisky y se retiró.

Me quedé junto a la barra sin quitarle la mirada al vaso con restos de hielo que, de a poco comenzaban a derretirse. Si todo pasa por algo, entonces, ¿por qué me sucedió a mí? Tuve señales claras de un embarazo, pero yo no le presté atención en su momento. No había lógica en las palabras de la espía, ni en la vida misma. Pero, pese a que el asunto era un misterio, supuse que Natasha tenía razón. Las cosas pasan por algo.

La fiesta seguía y los nuevos invitados llegaban a la sala en donde se encontraba todo lo comestible. Alcé mi vista con temor hacia el frente. No quería levantar sospechas con respecto a mi interés por observar a Bucky y sus movimientos por el living. Sin embargo, no logré identificarlo. No hasta que sentí su presencia a mi lado.

—¿Podemos hablar? —Preguntó, con tono serio, pero con cierto atisbo de súplica. Me encogí de hombros, sin siquiera mirarlo.

—Dime.

—¿Me puedes mirar? —Negué, orgullosa. —No seas infantil. _______. —Se quejó.

Giré mi cabeza a un lado, con el ceño fruncido, totalmente dolida. Sus palabras volvieron a mi mente como si fuesen ráfagas de viento llevándose el poco sentimiento de felicidad y dignidad que sentía hasta entonces. Mis ojos se llenaron de lágrimas y pude sentir que más de alguna salió a flote.

—¿No te basta con lo que me dijiste la última vez? —Cuestioné con la voz entre cortada. — «No quiero una suicida a quien cuidar» «Mocosa indolente» «eres increíblemente estúpida» ... —Repetí sus palabras entre sollozos que se querían escapar. —Si quieres puedo seguir...

—¡Estabas embarazada! —Masculló entre dientes, tensando su mandíbula. — Tenias a mi hijo allí. — Acusó apuntando mi vientre con su dedo índice.

—¡No lo sabía! —Chillé dando un golpe fuerte a la barra que, seguramente llamaría la atención de los presentes. No presté mayor importancia a quienes presenciaban la pelea que desatábamos con Bucky. Realmente no me importaba.

—Si hubieses pensado con sensatez no hub...

—¿Seguirás reprochándomelo? —Espeté con ira. —¡Te salvé la vida, idiota! — El calor de la rabia subió por mi cuerpo en solo segundos amenazando con reaccionar de la peor forma. El bochorno Envolvió mis manos y rostro y, tenía la certeza de que la piel de mis mejillas se tiñó de un rojo similar al color de la lava que desciende de un cráter.

Totalmente furiosa, me alejé de su lado con intenciones de huir a mi cuarto. No quería verlo, ni escucharle decir lo mismo de siempre; que estaba embarazada y había sido mi culpa su pérdida. Tenía claro mi error, totalmente claro y, no necesitaba que me lo restregara en la cara a cada segundo.

Bucky seguía discutiendo a mis espaldas, dando zancadas que lograron acercarlo demasiado a mí. Esquivé todos sus intentos por querer tomar mi brazo, pero de igual forma logró sujetarme.

—¡Qué quieres! —Bramé —¿Disculpas?

—Por la mierda... —Gruñó colérico. — ¿Me quieres escuchar, ______?

—¡No! ¡no quiero escucharte! ¡Ni verte! Ni na...—Sus labios se estamparon contra los míos en un acto silenciador. Sus manos grandes y toscas sujetaron mi rostro al sentir que me iba a alejar. No me dejó en ningún momento. Sus labios estaban allí, tocando los míos, pero sin moverse. Como si quisiera, de alguna forma, librarme de la ira que carcomía mi alma en vida.

Y le funcionó. Mis brazos lograron rodear su cuello en un acto de acercamiento. Se apegó a mi cuerpo con la intención de hacer del beso algo apasionado y ameno. Sus labios se movieron saboreando los míos, adquiriendo el gusto del vodka previamente ingerido.

Nos separamos tras sentir la necesidad de respirar. Entonces, sus ojos tan azules como el océano alumbrado por el sol, me observaron detenidamente buscando algún atisbo de molestia o alguna expresión negativa.

—Te odio. —Murmuré. Mis ojos jamás dejaron de ver los suyos. Bucky sonrió de lado, asintiendo. Aceptaba el hecho de que en ese momento lo odiaba, pero también sabía que, con los días o quizás horas, ese sentimiento se volvería uno completamente favorecedor para él.

—Bueno, quizás ocurra un milagro navideño y me termines amando otra vez. —Se encogió de hombros.

Me aferré a su cuerpo en un abrazo lleno de sentimientos encontrados. Incliné levemente mi cabeza hacia atrás queriendo contemplar su rostro. Fruncí el ceño, realizando una mueca en mis labios.

—¿Qué? —Preguntó al mismo tiempo en el que observaba hacia arriba, sobre el marco de la puerta en la que estábamos. Soltó un suspiro y negó al mirarme de vuelta. —Te juro que no tenía idea que ese muérdago estaba allí.

—Stark. —Rodeé los ojos.

A un lado se encontraba él y todos los presentes. Las sonrisas adornaban sus rostros, al igual que sus ojos llenos de dicha por ver que el muérdago al parecer funcionaba.

—¡Así se hace Bucky! —Exclamaron entre los presentes. Alcé una de mis cejas y no pude evitar reír al ver a Thor entre los invitados, alzando sus brazos al aire junto a su martillo. Después de todo, había logrado llegar. Me pregunté cómo lo había hecho, pero esa interrogante no duró mucho tiempo en mi mente. Mi vista se centró en un sonriente y triunfante Tony Stark.

Se acercó a nosotros y, dando unas palmaditas en mi hombro, habló;

—Y tú no querías muérdagos. —Manifestó, con una sonrisa amplia y burlona, mostrando su perfecta dentadura. —Feliz navidad, par de tortolos enamorados. ¿Para cuando el casamiento?

Ambos soltamos una risita tímida, volviendo a mirar el muérdago sobre nosotros; al parecer sí funcionaba. 





Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro