Miracle III
54.- Miracle III
Corrí, apresurado hasta el ya conocido edificio. Entré a gran velocidad tras ver la hora en mi reloj de pulsera. Gruñí. Más no detuve mi andar. Corrí por las escaleras dando grandes zancos.
Agitado me dirigí a recepción y, la muchacha negó con una sonrisa en su rostro, mofándose de mi atraso a mi quinta cita con la psiquiatra.
—¿No hay posibilidad de que me atienda ahora? —Le pregunté, con la voz entre cortada y con mi corazón a punto de salir de mi pecho. La mujer negó.
—No, acaba de entrar otro paciente, pero.... —Dijo y tomó un cuadernillo. Hojeó una que otra hoja y asintió cortamente, feliz. —Tengo una hora para este día que han cancelado durante la mañana...
—¿Cuánto debo esperar?
—Una hora, más o menos. —Volvió a mirar el cuadernillo. —Casi dos. —Rodeé los ojos. —Te recomiendo, de todas formas, que te quedes esperando aquí. Algunas veces ni si quiera avisan su inasistencia.
Tomé la palabra de la mujer y me fui al ventanal que solía ver cada vez que debía esperar a que la especialista me llamara. Observé con desinterés los edificios continuos y las personas transitar por la acera. El día lucía algo gris, tal parecía que iba a llover. Lamenté, no haber tomado el paraguas antes de salir. Rogers me lo había advertido.
Rogers y, como si fuese magia, el aparato que reposaba dentro del bolsillo de mi pantalón, comenzó a sonar. Lo tomé y comencé a identificar la tecla que me daría el paso para escuchar la voz de mi buen amigo. Era nuevo en todo ello.
—Buck. —Me saludó Steve. Sonreí para mí; había dado un paso en saber cómo contestar el llamado. —Veo que has aprendido a utilizar el celular.
—No es tan difícil. —Murmuré. —Es a prueba de tontos.
—Vale, como tú digas, genio. —Se burló. —¿Llegaste a tiempo?
—No. —Suspiré. —Me han dado otro lugar, dentro de dos horas, aproximadamente. —Me alejé del ventanal y me senté en el primer puesto que encontré libre. Miré a la recepcionista y ésta, sonrió tierna. —Detesto esperar.
Rogers carcajeó.
—Por lo que tengo entendido, hay un televisor y muchas revistas que puedes ver.
—Que gracioso. —Bufé.
—Suerte, Buck. Y felicidades... —Rio. —Por lograr recibir mi llamado. —Y dicho aquello, sentí la voz de Tony preguntarle si era verdad que yo había logrado dar con el botón verde.
Rogers cortó la llamada. Dejé el teléfono celular nuevamente dentro de mi bolsillo y tomé una revista que, esperaba me ayudaría a sobrevivir a los minutos interminables que viviría en aquella sala de espera.
Hoja por hoja comencé a ver, y nada, absolutamente nada me llamaba la atención. Sin embargo, un papelito aterrizó en una de las hojas.
"Hola" decía. Miré a mi lado; la muchacha de ojos pardos estaba en el asiento continuo. Miré el papelito nuevamente y sonreí, casi como un niño embobado.
—Hola. —Le dije y ella, agachó la mirada. Reaccioné de inmediato. Me levanté y me dirigí hacia la recepcionista. No hubo necesidad de hablar y pedirle hojas y un lápiz, ella, al observar desde su puesto, me facilito de inmediato lo que quería.
Le saludé y le pregunté cómo estaba. Ella sacó una libreta de su bolsillo, un lápiz y escribió. Aún le costaba mirarme directamente. Su cabello era la barrera que me impedía contemplar su rostro.
"Bien. No esperaba verte un día miércoles"
Sonreí. Escribí en otro papelito.
"Yo tampoco esperaba verte por aquí. ¿No te parece mejor si hablamos? "
Ella al leer mi mensaje, negó de inmediato. Tomó el lápiz y escribió nuevamente.
"Quiero, pero no puedo"
Suspiré. Le miré y sonreí.
"No te preocupes. Podemos comunicarnos a través de papelitos"
La muchacha rio y con ello fui feliz. Los papelitos iban y venían; nos reíamos y muchas veces, también carcajeamos. Supo mi nombre y yo el suyo, pese a que ya me lo habían dicho. Me contó lo que hacía durante el día; me dediqué a leer cada papelito que me hacía entrega en relación a ello. Yo sólo le conté lo necesario sobre mi vida, creyendo que, si era sincero, ella se espantaría. Sin embargo, se atrevió a preguntar el porqué del guante cubriendo siempre mi mano.
Tragué saliva. No era algo que quisiera comentar con ella, me era, aún, un suceso que marcaba mi vida. No quería asustarla, y menos ahuyentarla de mi lado cuando recién comenzábamos a hablar con tanta amenidad.
Me mordí el labio, inquieto. Fue cuando recibí otro papelito.
"Lo siento" Alcé una ceja. La muchacha me mostró otro papelito. "Por preguntar"
Escribí un nuevo mensaje.
"No te preocupes, ___________. Te lo contaré con el tiempo, pero, me tienes que prometer que seguiremos enviándonos papelitos"
"Te lo prometo"
Y con aquel mensaje, escuché a la recepcionista llamar mi nombre. Un último papelito le entregué, despidiéndome de ella y pidiéndole que, en la otra sesión, ella se atreviera a hablar conmigo.
Ella sonrió tímida, agachó la mirada y sin volver a mirarme, jugueteó con sus manos.
Había hecho un progreso. Y uno muy grande.
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Tiene IV parte ;)
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