I believe you III
66.- I believe you
Nota: smut pa la pipul >:)
Las ordenes de Steve fueron claras: aún no estaba lista para ser parte de una misión. Romanoff asintió a su lado, concordando con lo que dictaba el capitán de los vengadores. Molesta me crucé de brazos y les encaré. Pero no dio resultado. Creían que aún me faltaba técnicas de defensa, más yo creía lo contrario.
Me encontraba en condiciones para luchar.
Regresé a mi habitación con la amarga sensación de tener que esperar otro tiempo para que ambos personajes me diesen la autorización para pelear a su lado. Era injusto, creía. Tenía mi habilidad y con ello me bastaba, a decir verdad. Había practicado en ello, pudiendo abarcar a más de una persona e infligir dolor. Bucky muchas veces fue el conejillo de india junto a Clint y Thor. Él último no se quejaba mucho, argumentando que él era un Dios que, muy difícilmente lograban hacerle daño.
Esperé paciente en mi habitación a que el equipo llegara de su misión. Cuando logré escuchar el Quinjet corrí hasta el living y les esperé para darles la bienvenida. Pero ello no sucedió. No hubo tiempo pues, muchos venían malheridos y de mal humor.
—¿E-estás bien? —Le pregunté a Bucky. Lucía hematomas en el pómulo de su rostro y heridas visibles en aquella área, cerca de sus labios. —Buck...
—Estoy bien. —Musitó. Lanzó un suspiro y caminó hacia el interior de la torre Stark, en dirección hacia su habitación. Le seguí el paso, preocupada por su bienestar.
La habitación quedaba alejada de las demás, y es que así le gustaba a él pues, Bucky prefería estar lejos de todos ante las pesadillas que sufría frecuentemente. Me llamaba la atención su sufrimiento, nunca me comentó nada al respecto. Pese a que le pregunté en varias ocasiones y le di la oportunidad de contarme lo que le aquejaba. Pero él negaba, argumentando que no quería recordar esa etapa de su vida.
Supuse quera era algo terrible, y decidí no indagar más en ese tema.
Bucky se sentó en la orilla de su cama y miró el suelo, abrumado. Me acerqué a él, me hice espacio entre sus piernas y tomé su rostro para que me mirara. Cuando lo hizo, acaricié su rostro con ternura. Era habitual que nos acariciáramos y, en ocasiones, besáramos. Más, nunca le pusimos una etiqueta a nuestra peculiar relación. Todos sabían lo que sucedía entre nosotros, sentían la química y se mofaban de ello. Pero, aun así, nosotros jamás insinuamos nada más que una especie de amistad bastante romántica.
—¿Seguro que estás bien? —Le volví a preguntar. Bucky me miraba atento, sin decir nada, pero sí haciendo brillar sus ojos azules. Recorrí sus facciones; su nariz, su boca, sus pómulos heridos. Aun así, magullado y malherido, era perfecto.
—¿Tú estás segura que quieres ser parte del equipo? —Me preguntó. Alcé una ceja.
—Claro, se lo prometí a Fury. —Murmuré. —¿Por qué lo preguntas?
Bucky suspiró.
—Me será difícil tener que dejarte ir a una misión, _____________. Sé que nos enviarán a misiones distintas, han visto lo sobreprotector que soy contigo por lo que, participar junto a ti, no haría más que entorpecer todo. —Respiró profundo y dejó salir todo el aire acumulado con brusquedad. —Temo que te suceda algo, ___________.
Solté una risita suave, acaricié su rostro y me atreví a dejar un casto beso en su frente.
—Recuerdas que sé utilizar mi mente, ¿no? —Cuestioné entre risas. —Puedo abarcar a más de tres personas, Buck...
—Pero ellos no te atacaran de a dos o tres personas. —Repuso. —Lo harán en un grupo mayor si tienen la posibilidad de hacerlo.
—Buck... —Suspiré. —Estaré bien, ¿sí? Te lo prometo.
—Prométeme que te cuidarás, ¿sí? —Su anatomía sobrepasó mi estatura al ponerse en pie. Tomó mi rostro entre sus manos y acercó su boca a la mía, pero no me besó. —Prométeme que volverás a mi lado, ____________.
—Te lo prometo. —Susurré.
Bucky sonrió y besó mis labios con pasión. Fue un beso distinto al que pude haber probado hace horas o días atrás. Éste tenía sabor a vehemencia y necesidad. Algo había en él, algo exquisito que me incitó a seguir y pedir por más.
Rodeé mis brazos alrededor de su cuello y me apagué a su cuerpo, intensificando el beso. Bucky sujetó mi cintura y, en un acto rápido y experto, me levantó e hizo que rodeara mis piernas alrededor de su cintura. Reí en el proceso, sin dejar de besarlo, disfrutando del sabor adictivo del cual era poseedor.
Mi cuerpo aterrizó en su cama con él sobre mí. Ambas manos afirmaron su peso, evitando que cayera completamente sobre mí. De inmediato una de ellas comenzó a hacerse paso bajo mi camiseta, tocando mi piel en llamas y apunto de incinerarse ante los toques suaves que él se esmeraba en dejar en mi anatomía.
Mis manos comenzaban a buscar con necesidad el borde de su camisa, despojándola en cuanto tuve la oportunidad. Pude observar su brazo de metal en su totalidad y las cicatrices que tenía ante la adhesión a su piel. Bucky dejó de besarme; se alejó ligeramente, cohibido.
—Me gusta. —Sonreí. —Tu brazo siempre me ha gustado. —Bucky sonrió. Incliné mi cuerpo hacia adelante y besé sus cicatrices en un acto por hacerle sentir mejor y más seguro. Volvimos a besarnos, y no dudamos en despojar el vestuario restante.
Gemí, excitada y casi agónica cuando su mano humana comenzó a explorar en mi entrepierna. La parte superior de mi cuerpo se arqueó, y mis manos tomaron con fuerzas sus brazos, enterrando mis uñas sobre la piel de su extremidad. Me mordí el labio y pedí en mi fuero interno no gemir tan alto y así no levantar sospecha alguna. Pero Bucky me hizo gritar.
—Idiota. —Reí. Escondí mi rostro en su cuello y besé su piel. —Si nos escuchan, sabes que nos molestaran el resto de nuestras vidas.
—No me importa si estoy contigo. —Dijo y mordió uno de mis pechos, haciéndome gemir nuevamente. —¿Te gusta, preciosa?
—Me encanta. —Sonreí. —Pero Buck... necesito algo más que sólo besos y caricias. —Musité avergonzada. —Necesito que me hagas el amor.
Los ojos de Bucky se oscurecieron y su sonrisa que, muchas veces se mostró tierna y considerada, ahora, era maliciosa y pérfida.
—Te haré el amor, preciosa. —Besó mis labios con dulzura.
Su cuerpo se acomodó entre mis piernas, las tomó y las puso tras su espalda. Besó mi frente y, en ese proceso, decidió embestirme. Miré sus ojos y esperé perderme en ellos, lo hice, claro está. Pero la sensación de naufragio en el océano perteneciente a sus ojos era magnifica si él movía su cadera contra la mía con lentitud y cariño.
—Te quiero. —Murmuré. Una de mis manos acarició su rostro para luego deslizarse por su hombro, brazo y finalmente llegar hasta su mano donde no dudó en entrelazar sus dedos contra los míos.
La travesía siguió, ambos tratábamos de ser silenciosos; ahogábamos nuestros gemidos a través de besos, o en el cuello del otro. Muchos de ellos sonaban altos, otros eran suspiro o jadeos. Pero daba igual, la habitación de Bucky fue testigo de los gemidos placenteros que ambos experimentábamos como lo mejor de la vida.
Cuando comencé a sentir los primeros indicios de mi orgasmo, mordí su cuello. Mi bajo vientre comenzó a tensarse y mis gemidos, por ende, a ser más altos, siendo casi gritos de placer. Mis manos con desesperación toqueteaban su cuerpo, logrando como única opción, tomar en puño la sabana bajo mi anatomía.
—Bucky... —Gemí. El castaño gruñó.
—¡Oh, muñeca! —Jadeó sin dejar de mover sus caderas. Se mordió el labio.
Gemimos al unísono cuando el orgasmo nos invadió al mismo tiempo. La inefable sensación de culminar junto a él fue única. Sonreí en el proceso, sintiendo que aquello, había sido la mejor experiencia que pude haber tenido en cuanto a vivencia sexual se trataba. Nos abrazamos, y nos besamos con mucha más dedicación y romanticismo.
—Te quiero, ______________. —Sonrió el castaño. Acarició mi cabello y depositó un beso tierno en él. Nos quedamos en silencio por un momento, analizando lo que acababa de suceder.
—¿Te puedo preguntar algo?
—Creo que ya sé qué quieres preguntar. —Murmuró. Su brazo de metal descansaba en mi cintura, y yo no pude evitar ver, nuevamente, la estrella que decoraba parte del metal. Era roja, y supuse que aquel símbolo tenía un significado, como todo en la vida. —Es la estrella, ¿no? —Asentí.
—¿Es mala?
—Es parte de lo que algún día fue. —Suspiró. —¿Segura que quieres saber la verdad?
—No sé qué puede ser tan terrible, Buck. —Reí por lo bajo. —Acabo de hacer el amor con un anciano. ¿Qué cosa puede ser más terrible? —Le cuestioné. Bucky frunció el ceño y rio.
—Pertenecí a una organización contraria a SHIELD. —Comenzó contando. —Cuando caí del tren esta organización me tomó y me perfeccionó para ellos. HYDRA me convirtió en el soldado del invierno, un ser listo para matar y obedecer las misiones, sea cual sea. Yo debía obedecer.
Bucky suspiró y miró el cielo raso de su habitación. Tal parecía que recordaba y vivía esos recuerdos como si ello hubiese sucedido el día anterior.
—Lo siento mucho... —Murmuré sin saber qué otra cosa decir.
—Sé que te has cuestionado mi origen, _____________. Y creo que es justo que lo sepas, ahora que hemos dado un paso muy importante en nuestras vidas. —Dijo. —Fui un asesino, maté a un centenar de personas, y todas ellas las puedo recordar y ver cada vez que cierro los ojos. Tengo sueños con ellos donde no dejo de ver sus rostros y, _____________, es terrible. Una máquina del tiempo me sería útil, ¿sabes? volvería hacia el pasado y remediaría a tiempo todo el daño que he hecho.
—La vida sería fácil así, ¿no?
—Exacto. —Afirmó. —Lo deseé, créeme. Lo único que quería era regresar al pasado y hacer algo para detener mi destino. —Suspiró. —Ahora, mi postura cambió.
—¿A qué te refieres? —Inquirí.
—Si vuelvo hacia el pasado y arreglo las cosas, lo más probable es que nunca te hubiera conocido. Cambiaría mi futuro. Tú no entrarías en él...
—¿Pero no es más importante cambiar lo que has hecho?
—Ahora lo estoy haciendo, ___________. Soy parte de los vengadores, estoy remediando, de alguna forma, el daño que hice hace años atrás. —Explicó. —Y lo mejor, es que te pude conocer. Y no me arrepiento de nada.
Sonreí tierna. Apegué mi cuerpo al de él y besé su pectoral derecho.
—Para mí nunca serás un asesino Buck. —Le dije. —Fuiste víctima de la ambición humana, que es algo totalmente diferente. Eres un sobreviviente, y un hombre que tiene mucho que ofrecerle a la sociedad.
—¿Tú crees?
—Créeme que sí. —Sonreí. —Eres increíble. Dime, ¿quién luce perfecto aún con un brazo de metal? —Ambos carcajeamos. —¿Me crees, Buck? ¿Me crees cuando digo que te quiero y eres el mejor? ¿Me crees cuando te digo que quiero, pese a tu pasado, hacer mi vida junto a ti? ¿Me crees bucky?
El castaño me miró fijamente, con una sonrisa en su mirada y sus ojos brillando a más no poder. Asintió, depositando un beso en mis labios. Se acomodó sobre mí y yo me permití rodear su cuello con mis manos y acercarlo más a mí.
—Te creo, ____________ Foster. —Dijo. —Te creo, completamente.
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