Fire and Ice
—Mierda...—Gruñí y observé mis manos, rojas y calientes. A mi lado, Romanoff suspiraba al parecer, empatizando conmigo. —No puedo...—Me quejé. —No puedo controlar esto.
—Lo harás, __________. Pero necesitas perseverar. —Me dijo Romanoff, con voz calma y afable. —Concéntrate...
El plan era creer que estaba fuera de peligro, en un lugar lejano a todo. Solo así podría aminorar mi habilidad y no quemar a nadie. Al menos eso creíamos.
Cerré los ojos y respiré profundo; me imaginé en un campo, rodeada de árboles y vegetación verde y frondosa. Sonreí cuando me vi en el lugar. Podía sentir la brisa rodear mi anatomía y el sol abrasar con ternura mi piel. Sin embargo, cuando Romanoff decidió tocar mi mano, esta comenzó a acalorarse, provocando que la rusa soltara un ligero gruñido. Mi tranquilidad se esfumó en conjunto con el paisaje imaginado. Vi mis manos en llamas, protegiéndome de quien osó tocarme.
—Terminamos. —Bufé, molesta. Me levanté del suelo y a paso rápido me dirigí al interior de la torre Stark en dirección a mi habitación.
Me sentía frustrada, abrumada e incapaz de conseguir el control de mi habilidad. Todo lo que tocaba, lo quemaba; era la reacción de mi cuerpo cuando se veía en peligro. Un mecanismo de defensa que, durante años en cautiverio y a merced de los experimentos, desarrolle con el fin de defenderme de quienes me querían hacer daño. Ahora, era ello lo que tenía el control; el miedo innato a ser atacada nuevamente, pese a que sabía que quienes vivían conmigo, jamás me dañarían.
Pensé, muchas veces, en quitarme la vida, y lo intenté ante la desesperación de no poder desprenderme del fuego que controlaba mi anatomía. Un puñado de pastillas aterrizó en el fondo de mi estómago, actuando como sedante y no como lo que daría fin a mi vida. Fue un intento fallido, pero ello, me dio la posibilidad de conocer a quienes ahora, trabajaban para poner fin a mi tortura.
—______________. —Llamó Rogers. Tocó la puerta tres veces.
—Dame un momento, Steve. —Suspiré.
—¿Estás bien?
—Perfectamente. —Respondí con ironía. Una sonrisa, por inercia se alojó en mis labios. Me acerqué a la puerta y la abrí. El capitán Rogers yacía tras la puerta, con una media sonrisa en sus labios y sus rubias cejas ligeramente fruncidas. — Si has venido a decirme que vuelva a intentarlo, pierdes tu tiempo...
—No, no vengo a eso. —Dijo.
—¿Entonces? —Inquirí.
—Pensé que querías hablar. —Rogers se encogió de hombros. —¿Puedo pasar?
Steve entró a mi habitación y se sentó en la orilla de mi cama. Yo hice lo mismo, pero desde la silla de mi escritorio. Abrí el cajón del mueble y saqué un par de guantes con los que cubrí mis manos. Steve sonrió con ternura.
—¿Crees que algún día pueda controlar esto? —Le pregunté. — Se sincero por favor. No me mientas, no quiero vivir el resto de mi vida pensando en que el fuego que llevo dentro, dejará ser controlado por mí.
—Claro que podrás. —Me dijo, sin siquiera titubear. —Nadie te hará daño, __________. Todos sabemos que reaccionas de esa forma por miedo, es inconsciente, y tu cuerpo reacciona en base a ello. —Explicó. —A Wanda le tomó tiempo poder dominar su habilidad, pero lo logró. ¿Por qué tú no lo harías?
—Pero no es lo mismo. —Discrepé. —Wanda usa su mente como arma, yo uso el fuego...
—Y eso está en tu mente, ___________. —Repuso. —Es lo mismo, pero diferentes elementos. ¿Quieres volver a intentarlo? —Preguntó.
Negué.
—Le hice daño a Romanoff. —Murmuré apenada. —No te quiero hacer daño. A nadie.
—Intentaremos otro método. —Dijo, se levantó de la cama y me tendió la mano.
Obviamente, por miedo a lastimarlo, no recibí su gesto, pero sí su propuesta. Caminamos de vuelta al gimnasio, donde pude ver a Bucky y Falcon entrenar. Ambos hombres detuvieron sus actividades para dirigirse a nuestro lado y saludarnos.
—¿Y, cual es el método? —Le pregunté a Steve.
—Yo soy el método. —Dijo Bucky, con voz ronca y muy seguro de sí mismo. Alcé una ceja y le miré inquisidora. —Necesitas ayuda, ¿no?
—S-sí, pero no sé en qué me podrías ayudar tú —Murmuré, analizando la anatomía de Bucky. Se mostraba bastante seguro.
—Tiene un brazo de metal. —Intervino Falcon, como si la respuesta a mi pregunta fuese obvia. Más, fruncí el ceño, decodificando lo que el moreno me decía. Entonces capté la intención de sus palabras.
—¿Utilizaremos el brazo de Bucky? —Le cuestioné a Steve.
—No, la verdad es qu...
—Sí, utilizaremos mi brazo. —Le interrumpió Bucky. —¿Quieres dominar tu habilidad? Entonces ven y toma mi mano de metal. —Me dijo el ex soldado del invierno, acercándose a mí y tomando de mi mano para sacar el guante que llevaba en ella.
—¡Bucky! —Chillé. —¡No! ¡Espera, puedo atrofiar el metal! —Tendí a tomar su mano humana, pero me retuve al pensar en que lo podría quemar. —¡Basta!
Como era de esperar, el guante que protegía mi mano comenzó a perder su forma y color tras hacer contacto con el calor que emanaba; mi dermis adoptó una tonalidad roja, tan roja como la lava que expulsa un volcán. Temí pues, nunca había sentido tanto calor recorrer mi cuerpo.
—Concéntrate, ____________. —Me dijo Bucky. Su voz era suave. —Mírame y concéntrate...
—No quiero estropear t...
—Sólo mírame y concéntrate, ____________. —Reiteró el castaño.
Suspiré con pesadez y me envalentoné al mirarle directamente a los ojos. Dirigí mi mano hacia su brazo de metal y lo tomé. Tragué saliva cuando sentí mis manos arder potentemente. Quise mirar y verificar que la extremidad biónica de Bucky se encontrara en buenas condiciones, pero no me atreví. No quería ver el daño causado.
—N-no te quiero dañar, Buck. —Murmuré.
—No lo harás. —Aseguró. —Recuerda que no siento nada con este brazo. —Dijo y rio ligeramente.
—Idiota. —Reí por lo bajo. Mis ojos nunca dejaron de mirar los suyos y él, nunca bajó la mirada. Me permití analizar el color azul de su mirada, aventurándome a perderme en ellos. Nunca había mantenido la mirada en Bucky por tanto rato hasta el punto de sentir que éramos nosotros dos los únicos que existían en la Torre Stark.
Evitaba por lo general, algún tipo de contacto visual con él o con cualquiera del equipo. Me consideraba una muchacha tímida, y ello, era en parte el factor que me impidió apreciar los ojos de Bucky; hermosas canicas dignas de ser contempladas.
Me sentí, extrañamente, en paz y relajada. Pero también perdida en el espacio-tiempo. Había trascurrido un par de minutos considerables en donde me percaté que no podía alejar mi vista de su rostro. Fue una ligera tos la que me devolvió a la realidad y me hizo desviar mi mirada hacia el brazo que mi mano sujetaba.
Mis cejas se alzaron por si solas, denotando sorpresa; solté su mano y tapé mi boca. Mi mano había estado sujetando su mano humana.
—Y pensar que la solución siempre fue Bucky. —La voz de Natasha se hizo presente. Mis mejillas se ruborizaron.
—Díganme que no fui el único que vio y sintió la química entre ellos dos... —Dijo Sam, mirando a la rusa y a Steve, quien negó ligeramente con una sonrisa en sus labios. —Lo han visto, ¿no? ¡Vamos! ¡Esto realmente fue incómodamente revelador!
—Bienvenida al equipo, ____________. —Felicitó Steve. Realizó un ligero ademán y se retiró del gimnasio. Le siguió Natasha y Falcon, quienes nos lanzaron miradas y sonrisas socarronas.
Bucky y yo nos quedamos en silencio, ninguno se atrevía a hablar pues, tal parecía que entre ambos se había creado un ambiente incómodo y revelador.
Lancé un suspiro y sonreí en su dirección.
—¿Te he lastimado? —Le pregunté. Él negó. — ¿Seguro?
—Seguro. —Asintió el castaño. Tendió su mano humana y la estrechó con la mía. Tuve miedo de dañarlo, pero mi anatomía se sentía tan a gusto con su tacto, que no logré sentir ni una pizca de calor emanar de ellas.
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AÑOS sin escribir/subir OS. Se me ocurrió intrusear en mis archivos antiguos y encontré este OS. Dije, ¿y por qué no subirlo? :)
Dudo que alguien se acuerde de este OS, pero quien lo haga, hola, creo que he vuelto <3 o al menos eso quiero hacer.
¡acepto ideas! *.*
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