At least try to remind me
68.- At least try to remind me
Removí mi cuerpo entre las sabanas que lo envolvían, suaves y cálidas. A mi lado dormía Bucky. Me acerqué más a su cuerpo, queriendo sentir el calor natural que éste desprendía. Me aferré a su torso y volví a cerrar los ojos.
Se me hacía difícil conciliar el sueño pues, Bucky había tenido una de sus tantas pesadillas días anteriores. Estaba pendiente ante cualquier movimiento de su parte, debía despertarlo rápido antes de que se alterara por lo que, hasta el momento, mi capacidad de reaccionar a tiempo había sido eficaz.
—Duerme amor. —Le decía. Besaba su rostro y su mandíbula para finalmente, aterrizar en sus labios. Acariciaba su cabello, y, de vez en cuando tarareaba alguna canción. Así lograba que él durmiera sin problema alguno.
Hacer aquello me recordaba los días cuando cuidaba a mi hermano. Sufría de pesadillas y, al no tener una madre presente, era yo quien debía correr a su habitación y calmar sus miedos. De esta misma forma, me sentía con Bucky. Claro, él no era mi hermano, era mi novio, por lo tanto, me sentía más comprometida.
No había día en que Bucky no me agradeciera por lo que hacía por él, pero también me pedía que no arriesgara tanto. Temía dañarme de alguna forma. Yo, negaba pues, sabía que él no me dañaría y, si lo llegaba a hacer, jamás sería su intención. Lo tenía claro, pero él simplemente no entendía mi postura.
Había veces en donde se iba a la pieza de al lado a dormir. Eran eso días en donde estaba seguro que tendría una pesadilla que lo regresaría a ser el soldado del invierno. Entonces, durante la noche iba y me cercioraba de que todo estuviese bien. Al día siguiente, Bucky me encontraba a su lado durmiendo.
—Te dije que no durmieras conmigo. —Me reclamaba. Más yo reía en respuesta.
—No seas tonto. — Le decía. —Estoy acostumbrada a dormir contigo. No puedes alejarme de tu lado como si nada.
Bucky no lograba convencerse tan rápidamente. Pero de igual forma lo hacía y, cuando ello sucedía, nos besábamos con pasión para luego terminar haciendo el amor durante la mañana.
No había peligro alguno si estaba yo cuidando sus sueños. Bucky podía dormir en paz y eso, al menos a mí me mantenía feliz.
Ciertamente, desperté y me removí entre las sabanas. Había percatado un movimiento extraño en Bucky. Pero, al ver que no se movió más, volví a cerrar los ojos. Estaba cansada, habíamos tenido una misión junto al equipo y aquello nos llevó un buen tiempo peleando contra nuestros adversarios. Varios de nosotros terminaron heridos, entre ellos Clint, quien tuvo que ser sometido a curaciones urgentemente.
Nunca quise ser tan negligente. Esa noche, él me despertó tras las palabras en ruso que recitaba con temor. Me incorporé sobre la cama y mecí su cuerpo con suavidad.
—Buck, amor. — Susurré. —Despierta, estás teniendo una pesadilla.
Pero él, no reaccionó nunca. Volví a mecerle, esta vez mas brusco, lo que ocasionó que él abriera los ojos y viera aquello como un ataque. Su expresión era seria, fría y aterradora. Sus ojos, aquellas perlas azules que demostraban remordimiento, sólo mostraron deseos de destruir y aniquilar. Eran oscuros, como su pasado; como quien tomaba el control de su cuerpo en esos momentos.
Me incorporé de inmediato y salté de la cama sin pensarlo. Bucky, hizo lo mismo, pero con intenciones de ir tras de mí.
Su gran cuerpo se dirigía a pasos firmes en mi contra. Alzó su brazo de metal, queriendo golpearme, más le esquivé. Su puño aterrizó en la pared de cemento tras de mí, ocasionando que, parte de ella se rompiera. Bucky gruñó en respuesta, retirando su mano y volviendo a intentarlo nuevamente. Su puño aterrizó a mi lado, rozando parte de mis costillas.
—Bucky, cariño... — Llamé, desesperada. —¡Cariño, reacciona! — Chillé, escapando de sus golpes. Parte de los muebles fueron destruidos por él en cuanto yo escapaba de sus manos. Todos los adornos, y parte de la pared, estaba hecho pedazos. Él, no dudaba en golpear y destruir, todo con el fin de poder matarme.
Corrí por el living, en busca de un objeto con el cual defenderme. Pero, por más que buscara, la desesperación y la mala suerte, iban en mi contra. No encontraba nada útil para poder golpearle. Entonces, caí al suelo al tratar de mirar hacia atrás y ver qué tan cerca estaba de mí.
Vi venir su cuerpo contra el mío cuan león iba por su presa. Mis manos, como reflejo, sujetaron sus brazos, impidiendo que éstas llegaran a mi rostro o a cualquier parte de mi cuerpo. Él luchaba contra mi anatomía en apuros. Era demasiado fuerte y yo, muy débil. La misión anterior, me había dejado agotada. Estaba en desventaja.
—¡Bucky! —Chillé, aterrada. —¡Despierta! ¡No soy el enemigo! Por lo que más quieras amor, ¡despierta! — Gemí, esta vez comenzando a llorar con desesperación. En ningún momento reaccionó. Es más, lo único que conseguía con mis gritos, era motivar al soldado del invierno a seguir atacándome.
Entre forcejeó alcé una de mis piernas, golpeando su abdomen. Éste se quejó, pero no soltó mis manos por completo. Decidí darle otro golpe, un poco más fuerte, logrando así, mi libertad.
No perdí tiempo, me arrastré en el suelo y me levanté rápido. Corrí fuera de su alcance, lo más lejos posible, en dirección al baño. Sabía que una puerta no detendría sus pasos, pero al menos, allí podría encontrar algo que me sirviera para defenderme.
Pero, al parecer la mala no me daba tregua. En cuanto llegué al baño y quise cerrar la puerta, éste, como si la puerta no fuese nada, la empujó con fuerzas. Tanto la puerta como yo volamos por los aires, aterrizando en el suelo. Mi cabeza revotó contra el suelo, aturdiéndome ante el impacto del golpe.
Gemí adolorida, tocándome el área golpeada. Sentí parte de mi cabello húmedo. Sangre, pensé. Y lo corroboré al ver mis dedos manchados de rojo. Alcé mi vista, asustada.
Fue cuando vi a Bucky abalanzarse contra mi nuevamente, sin darme el tiempo de pelear para sobrevivir. Su mano de metal viajó directamente a mi garganta, envolviendo aquella zona con ira. Estaba furioso. Totalmente fuera de sí.
Sus manos eran como tenazas en la piel de mi cuello, fuertes y resistentes. Mis manos, pequeñas y frágiles, no lograban remover de ningún modo su mano de mi cuello. Era en vano luchar contra él; contra un sujeto altamente peligroso, poseedor de un brazo de metal que, evidentemente no removería jamás de mi garganta. Mientras más forcejeaba, éste, más cerraba su mano.
En minutos, la respiración comenzaba a fallarme. Hinché mi pecho lo que más pude, pero mis pulmones no recibían absolutamente nada de aire. Mi rostro comenzó a acalorarse, tornándose rojo, por lo que podía imaginar. Miré a Bucky a los ojos con esperanzas de que mi novio reaccionara. Ante ello, pude notar mis lágrimas recorrer mis mejillas al no ver reacción por su parte.
—B-bucky. —Pronuncié apenas, con voz áspera. — Al m-menos inten-ta recordarme. — Pedí, con la voz apagada, entre lágrimas y débil. Bucky, frunció el ceño, y presionó nuevamente para decir sólo tres palabras.
—Eres mi misión.
Mi sangre se heló.
Me estaba muriendo. Podía notar mis sentidos apagarse, mi vista era menor, comenzaba a tornarse borrosa, mis manos ya no tenían la fuerza necesaria para seguir luchando y, mi corazón, comenzaba a palpitar con menos fuerzas.
Intenté lo último con bastante esfuerzo; estiré mi mano a un costado, palpando la superficie. Una y otra vez, con esperanzas de poder encontrar el objeto que salvaría mi vida. Agarré lo primero que toqué, alcé mi mano en el aire y di un golpe certero en su cabeza. Bucky cayó hacia atrás, soltando finalmente mi cuello.
De inmediato comencé la acción de respirar e hinchar mis pulmones lo que más podía. Más, me quejé en el proceso pues, mi garganta ardió como si el aire fuese lava, abrasando mi garganta y cuerdas vocales hasta llegar a mi pecho, quemando todo a su alcance. Tosí un par de veces, pero aquello dolía. Dolía inmensamente.
Me levanté con dificultad, estaba mareada, pero logré ponerme de pie. Miré al suelo y divisé el cuerpo de Bucky. Éste seguía inconsciente.
—Buck. —Murmuré. Cerré los ojos con fuerzas ante el dolor agudo que se presentó en mi garganta al momento de hablar. —Amor... —Llamé nuevamente, más él no reaccionó. Me arrodillé junto a él y golpeé su rostro con suavidad. Entonces, sus ojos comenzaron a moverse, abriéndose y dejándome ver la tonalidad que buscaba hace minutos atrás. Azul, puro y colmado de bondad.
Parpadeó un par de veces, un poco desorientado, pero se incorporó de inmediato al ver el desastre a su alrededor. Me miró y sus ojos de inmediato se tornaron brillantes, comenzando a derramar sus primeras lágrimas.
—Dime que no fui yo. — Balbuceó, atónito. Su vista no dejaba de ver una y otra vez el caos a nuestro lado. —_____________, dime por favor, dime que no fui yo. —Gimió. Pero yo, enmudecí. No sabía qué responderle y, por más que quisiera hacerlo, mis cuerdas vocales no respondían. Se aferró a mi cuerpo cuando supo lo que había hecho, abrazándome con remordimiento. Chillé adolorida.
—N-no importa b-bucky. —Murmuré. — Sé que no lo has querido hacer.
—¡Claro que importa! —Replicó. —¡Mira cómo te he dejado!
—Amor, descuida. — Suspiré. Tomé su rostro entre mis manos, tratando de calmarlo. —Escúchame ¿sí? Nada de esto fue intencional. No fue tu culpa. Son cosas que pasan, para la otra, procuraré despertarte rápido. —Aseguré. Un fuerte dolor se alojó en mi cabeza, haciéndome soltar un chillido ahogado. El golpe en la cabeza, recordé. Más, no presté total atención. Mi foco ahora, era Bucky.
—Nada fue tu culpa. —Volví a reiterar. Me levanté del suelo y caminé hasta el único mueble intacto dentro del baño en busca del botiquín.
—No sé cómo tienes el valor de seguir a mi lado, _____________. —Musitó. —Yo...—Suspiró apesadumbrado. —Lo siento tanto...
—Tranquilo. — Esbocé, apenas, una sonrisa, esperando que con aquel gesto él pudiese encontrar consuelo. —Ven, acércate. —Pedí. Él se acercó, dubitativo. Me puse de puntillas y besé sus labios. Bucky suspiró. —Te amo, ¿sí? Eso es lo que importa.
—Pero...
—Yo decidí esta vida, Buck. Yo decidí vivir contigo sabiendo que tarde o temprano me atacarías. ¿Sabes por qué? —Cuestioné. Buck no respondió. —Porque te amo. Y no hay forma de que reviertas lo que siento por ti.
Me acerqué al mueble y hurgueteé entre los cajones en busca del botiquín. Cuando lo encontré y alcé la mirada, observé mi figura reflejada en el cristal frente a mí. Solté un suspiró en cuanto vi mi rostro lleno de magulladuras y diversos hematomas. Mi ropa estaba rasgada y mi cuello enrojecido, figurando la gran mano metálica de Bucky.
El espejo también reflejó la anatomía de Bucky, quien permanecía en silencio, observándome detenidamente, lleno de temor y arrepentimiento.
Algo me decía que este suceso, daría pie a un cambio negativo en nuestra relación.
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