A Melody Of Tears
2.- A Melody Of Tears (Beethoven)
Cerré los ojos y me dejé llevar por la melodía que mis dedos interpretaban ante el instrumento frente a mí. El único objeto que lograba calmarme era aquel piano de cola que Stark tenía en la torre. Abandonado yacía en una de las piezas que nadie utilizaba y, nadie entraba por curiosidad. Sin embargo, yo, tuve la suerte de encontrarlo.
Ahí estaba, entre cajas y un montón de murales y proyectos que Tony abandonaba luego de no utilizarlos más. El piano estaba en un rincón, esperando a que alguien lo tocara. A que alguien dentro de aquella torre se diera cuenta que el existía. Quería ser utilizado para dar alegría a la familia. Para comprender el estado de ánimo. Alegre, triste, confuso. Él estaba allí para cobijar nuestras almas, darnos el sentido de la vida, darnos una esperanza. Una luz.
Mi cuerpo se mecía al compás de las notas, de un lado a otro. Mis dedos jugaban con las teclas. Altos y bajos. Tonos, semitonos. Una y otra vez. Solo así lograba darle paz a mi corazón. Imaginándome en una colina, lejos del caos, del mundo real.
Por un momento quería ser alguien normal. Sólo una vez en mi vida sentir que era parte de los civiles y no de personajes vistos como héroes, a quienes culpaban si algo salía mal en una de las misiones por salvar el mundo. Quería seguir mis estudios en la universidad con normalidad, sin que nadie me preguntara si era yo quien peleaba junto a los vengadores. Sin que me pidieran realizar alguno de mis "trucos" para verificar que todo fuese verdad y no mentira. Por una vez en mi vida, quería ser otra.
Pero no. Había nacido con un don el cual no sabía si era un privilegio o simplemente una desgracia.
-No temas ser quien eres______ -Me dijo un día Tony. Estábamos en su laboratorio junto al Dr. Banner. Y, aunque no se me daba muy bien las ciencias y las matemáticas, me gustaba observar a los dos genios idear proyectos que fuesen de utilidad.
-Es solo que... simplemente quisiera no tener esto. -Indiqué mi dedo índice, en el cual se podían ver pequeñas chispas de electricidad. Era rara vez que no tuviese mis manos cubierta por guantes. Por lo general, siempre los llevaba puesto para no hacerle daño a nadie. Aun cuando pudiese manipular mi poder a la perfección. Pero, desde que electrocuté a Pietro sin querer, éstos no me los quitaba hasta la noche.
- ¿Ves esto, niña? -Preguntó Tony, dando leves golpecitos al centro de su pecho, mostrándome el reactor que brillaba por debajo de su polera. -Esto, es lo que me mantiene con vida y si, es un privilegio. Un terrible privilegio, pero, al fin y al cabo, es lo que me hace ser Iron Man. -Mencionó con orgullo, y algo de ego, propio de Stark. - Además, agradezco no convertirme en alguien verde y gigante. -Mencionó con alivio. Más Banner frunció el ceño ante tal comentario.
Pensado en aquella conversación, la melodía que interpretaba llenaba mis sentidos, ahogando mis conversaciones internas con respecto a mi "terrible privilegio". No quería escuchar más que la canción invadir el cuarto abandonado. Con esperanzas de poder ser quien yo quisiera ser sin miedo alguno.
La melodía terminó y con ello se dejó sentir aplausos tras de mí. éstos me obligaron a voltear con rapidez, topándome con algo que mis ojos no daban crédito alguno. Bucky observaba desde el umbral del cuarto, atento a mi desempeño con el instrumento que hace segundos dejó de sonar con armonía.
No pude evitar sonrojarme. De los meses que me encerraba a tocar el piano, nadie se había acercado a observar.
-T-tú -Murmuré estupefacta. -¿Qu-qué haces a-aquí? -Cuestioné. Apenas podía emitir palabras pues, mi garganta se había secado ante tal impresión.
-Y-yo.... Tenía curiosidad por saber quién tocaba el piano. -Respondió. -¿P-puedo?
Se acercó unos pasos con intenciones de poder tocar una de las teclas del piano. La nota Mi salió del instrumento, inundando la habitación en su totalidad. Cedí un espacio del asiento para que él se pudiese sentar. Puso ambas manos en el instrumento y comenzó a moverla, interpretando una parte de mis melodías favoritas; Für Elise
Sus manos cesaron luego de, al parecer, no recordar más. Soltó una risita nerviosa, volviendo a tocar una nota, pero esta vez, al azar.
-Es mi favorita. -Sonreí.
-Es la única que sé -Rio. -Tú.... ¿Me puedes enseñar? -Me preguntó un tanto nervioso. -La que estabas tocando recién.
Asentí. Alcé mis manos sobre las teclas, posicionando mis dedos en las notas adecuadas. La melodía comenzó a sonar nuevamente, dejando a un Bucky extasiado por tal inefable obra de arte. Él acercó sus manos en la misma posición que las mías, tocando las teclas, tratando de seguir mis pasos. Ante eso, solo logramos escuchar notas mezcladas, obligándonos a soltar una risotada.
-Otra vez -Alenté. Ésta vez, me atreví a tomar sus manos, pero me detuve al sentir que la electricidad de mi piel comenzaba a surgir, listo para dañarlo.
Desvié la mirada de la suya, quien pedía explicaciones. Sin embargo, al no obtenerla, tomó mis manos por su cuenta. Las quise retirar, forcejé contra ello, pero, la calidez de una de ellas, logró tranquilizarme. Impresionada no podía creer que no lo haya lastimado. Presioné su mano humana por un momento, y el calor de ésta, penetró en mi piel, tal como si fuese el agua de una tina temperada. Invadiendo mi cuerpo y sentidos lentamente. Mi corazón comenzó a galopar con pausa, mi mente que se encontraba batallando consigo misma, cesó sus disputas para darle paso a la paz mental que me llevó buscarla durante tantos días.
-Sigamos, _______ -Dijo él. - Toma mi mano y enséñame. -Pidió.
Tomé sus manos entre las mías que no dejaban de temblar. Aun temía que la electricidad saliera sin previo aviso, dañando al único que se atrevió a indagar sobre la melodía en la habitación abandonada. Posicioné nuevamente sus manos sobre el instrumento y le indiqué las notas que debía tocar. Éstas, fueron interpretadas de inmediato, tal como si se la supiese de memoria.
Fruncí el ceño, confusa. Solté sus manos y estas bailaban sobre las teclas sin causar error alguno. Entonces noté la sonrisa en su rostro, la cual me hizo sentir la chica más tonta del mundo.
-Eres un idiota, Barnes -Espeté. -¡Te la sabías! ¡Me engañaste!
-Pero fue por un buen propósito. -Se defendió.
- ¡Te pude haber matado! -Exclamé, alterada tras imaginarme el daño que le pude haber hecho.
-Pero no lo hiciste. -Sonrió, dulce. -No eres un peligro, ______. Tampoco eres rara. Eres única. Y eso... -Suspiró, dando una pausa. -Me gusta.
Lo miré perpleja, sin saber que responder y más aún cuando éste se atrevió a tomar mi rostro entre sus manos y depositar un beso del cual no vi venir con claridad. Solo sentí la calidez y sabor que estos tenía. Tan suaves, tan únicos.
Me dejé llevar pues, estaba en una especie de nirvana de la cual solo Bucky logró realizar en mí. Y esto, con tan solo su tacto, su compañía y un beso suyo.
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