Revancha
Un nuevo día iniciaba en aquel mundo subterráneo lleno de maravillas y de insectos curiosos, pero este día todo aquello sería opacado por la muerte y la violencia.
En aquel territorio que marcaba el límite entre Nido Profundo y la aldea mantis dos ejércitos se habían reunido, uno en cada lado, representando a cada pueblo que iba a combatir.
Aquel escenario era perfecto para la masacre que se llevaría a cabo, decorado con los cadáveres de las batallas libradas antaño, aunque está vez había una diferencia fundamental, los enemigos de las mantis eran tejedoras, insectos pensantes capaces de elaborar estrategias y subir el nivel de dificultad.
Ignorantes de esto, las mantis hubieran tenido confianza plena en su capacidad para ganar, sin embargo su condición no era la más óptima y lo sabían, pero su terquedad innata les negaba la posibilidad de buscar otra solución.
No sabían porqué Nido Profundo les había declarado la guerra, pero no se lo cuestionaron, si había que pelear, pelearían. Además, este conflicto había servido para unirlos, pues debido a la guerra todos se olvidaron de sus diferencias e ideas opuestas, todos se sometieron al mando de las Lords para luchar contra los enemigos.
Lirio y Lavanda estaban al frente de su ejército, no se encontraban bien, estaban agotadas, tanto física como psicológicamente, pero para los demás, lucían tan fuertes y seguras como siempre. O eso intentaban aparentar, pero su fachada casi se cayó cuando avistaron entre los enemigos al guerrero silencioso.
¿Cómo hacerle frente a aquel caballero? Las derrotó siendo pequeño y ahora como adulto su poder sería aún más devastador, además no contaban con Orquídea ¿Qué sería de ellas?
Desde el lado de Nido Profundo, Hornet también analizaba al bando enemigo y le extrañaba que solo hubieran dos Lords.
—Mira Hollow, solo hay dos Lords ¿Dónde estará la tercera? —Le preguntó a su hermano.
—Quien sabe.
Hornet nunca fue muy buena recordando los rostros de la gente, era común que olvidara a aquellos que veía una sola vez, por algo no fue capaz de reconocer a Orquídea, sobre todo si no llevaba su corona real puesta.
—Oye... Es curioso... Ahora que las miro bien, las Lords se parecen un poco a Orquídea.
—¿Recién te das cuenta ahora? —Exclamó Quirrel.— Espera ¿Me vas a decir que nunca supiste la identidad de Orquídea?
—¿Su identidad? Eh... No me digas que... ¿Por qué nunca me dijiste?
—Pensé que todos lo sabían y como nadie decía nada, pues... Asumí que era un hecho aceptado por todos y que no había problema.
—Pero... Pero... —De pronto se percató de una realidad extremadamente incómoda— ¡Oh no! ¡He sido irrespetuosa con una mantis Lord! Y... Y... ¡HOLLOW EMBARAZASTE IRRESPONSABLEMENTE A UNA LORD!
—Pe-pe pensé que ese era un tema ya superado —balbuceó el bicho.
—¡Pero nunca me dijiste quién era ella realmente! ¡Te voy a matar!
—¿Otra vez?
En ese instante el cuerno que daba inicio al combate sonó y las dos masas de bichos que esperaban su momento se precipitaron hacia el campo de batalla, el asesinato de Hollow tendría que esperar.
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En otro campo de batalla, uno mucho más pequeño y repleto de vegetación, otros dos individuos se preparaban para su propio combate a muerte.
El cazador analizó a su presa con deleite, se veía mucho más decidida que la vez anterior, donde percibió un ánimo decaído en ella que no le permitía sacar su máximo potencial, cosa que lo decepcionó en gran medida, pero todo eso había quedado atrás, ahora esta mantis parecía otra, una mucho más fuerte y divertida de cazar.
Lanzó un grito batalla colosal que hizo temblar y huir despavoridas a todas las criaturas de los alrededores, menos a la mantis que se mantuvo tan firme como una roca esperando su ofensiva. Tal muestra de valor y descaro emocionó al cazador que corrió hacia ella como una bestia salvaje, haciendo retumbar la tierra a su paso, arrojó sus garras contra ella rasgando el aire, por una antena Orquídea evitó un arañazo mortal, pero no pudo evitar el segundo ataque que alcanzó a rozar su caparazón, dejando una herida superficial de poco cuidado, pero que era una advertencia del poderío de su adversario.
—Aún puedes escapar si quieres, mi pupilo no estará muy feliz cuando sepa que te he matado y estoy seguro de que las crías que has tenido con él serán aún más poderosas si las entrenas tú.
—Cómo lo...
—Tu cola es ligeramente más grande que cuando te conocí, luego de ser madres las colas de las hembras jamás vuelven a ser iguales ¿Qué quieres que te diga? Soy muy observador y detallista.
Cris desde su lugar estaba atónito ¿Acaso había escuchado bien? ¿Su Lord había tenido crías? ¿¡Con quien!? Ignoraba que clase de aprendiz tenía el cazador, pero suponía que era una mantis, habían varias por ese territorio, no sería raro que Orquídea hubiera encontrado un macho fuerte que hubiera captado su interés, seguro era alguien extraordinario con semejante maestro.
En este punto a Orquídea ya no le importaba lo que pensara Cris, solo le interesaba rescatar a los retoños, así que no tuvo reparos en provocar al cazador.
—Una mantis... No... ¡Yo, Orquídea no huyo! Mucho menos cuando sé que puedo ganar.
—¿En serio? Pues ya lo veremos.
Casi sin darle tiempo a reaccionar le arrojó una ráfaga de espinas, un ataque que la vez anterior le causó muchos problemas, pero ya no sería igual. La guerrera corrió evitando la lluvia de proyectiles mientras se acercaba para conectar un golpe cercano, una estrategia que era exactamente lo que buscaba el cazador, en cuanto la tuvo al alcance de sus garras le soltó un golpe devastador que la mandó a volar, pero tras alejar aquella pequeña amenaza un dolor aquejó su mano. Y luego de observarla vio el por qué, su mano estaba sangrando.
Orquídea era tan rápida que podía dañarlo sin que se percatara de ello, pero las heridas no eran nada preocupante, a penas un pequeño rasguño, nada comparado al golpe que él le había propinado, lo suficiente como para dejarla adolorida al día siguiente. Pero como era de esperarse, la mantis no sería derrotada por algo como eso, ya se había puesto de pie otra vez y lo analizaba con expresión asesina.
Ambos predadores corrieron hacia un encuentro directo, la una con elegancia y destreza, el otro con brutalidad y fuerza, como una mole a punto de arrollar a la insecto.
Orquídea reaccionó a tiempo para esquivar el cuerpo voluminoso que se precipitaba contra ella, su tamaño y fuerza no era suficientes para detenerlo por lo que optó por la decisión más sabia y la estrategia más astuta. Cuando el cazador detuvo su avance se giró para encarar a su adversario y justo en ese instante resintió un pequeño dolor en una de sus patas, un vistazo fugaz le aclaró la situación, tenía un trozo de madera afilado clavado en su extremidad.
La mantis había puesto aquella pequeña trampa antes de apartarse de su trayectoria, otra herida que no requería demasiada atención, pero que era una molestia, el cazador comenzaba a deducir un patrón.
El tiempo que la bestia tardó en arrancarse la astilla fue suficiente para que Orquídea se acercara y le arañara un brazo, un nuevo rasguño que confirmaba la teoría del cazador.
La mantis sabía que con su físico no podía hacerle frente en un ataque directo, por lo que recurría a pequeñas heridas que se acumularían hasta debilitarlo y darle una apertura para realizar el ataque final. Cuando era joven alguna vez recurrió a esa estrategia para enfrentar presas mayores que él, claro que al alcanzar su tamaño final ya nunca más necesitó de ellas, pero en aquellas vueltas misteriosas que tenía la vida ahora le tocaba estar del otro lado. Pero él no era una presa tonta que se dejaría vencer fácilmente.
Se agachó hasta hundirse en la vegetación tupida que cubría la zona, dejando a Orquídea a ciegas sin saber donde dirigirse.
Esto no era nuevo para ella, ya enfrentó esta situación antes, pero ahora con la experiencia previa y sobre todo la cabeza más fría ya sabía qué hacer. Rápidamente buscó un palo y procedió a enterrarlo en los arbustos cercanos buscando a su oponente. No demoró mucho en encontrarlo, el crujido de la madera delató que había dado con el arbusto correcto.
Los seis ojos bajo el manto de hierba resplandecieron y el ser se irguió en toda su extensión, sabía que ese truco no funcionaría dos veces, por eso no le gustaba dejar a sus presas vivas, después se volvían más inteligentes y un peligro potencial. En este punto ya se había decidido, mataría a esta mantis, ya no le importaba lo que su pupilo dijera. Sólo dejaría a la otra mantis viva para que salvara a la tribu o lo que fuera.
Aún con el madero en la boca lanzó un zarpazo contra la lord que ella esquivó de un salto, pero sin darle tregua, en cuanto ella aterrizó la roció con una lluvia de espinas, mas la mantis no retrocedió ante esto y aguantando el dolor agarró el palo que sobresalía de la boca de su adversario y lo empujó.
El madero se incrustó en su garganta y forzó al predador a expulsarlo rápidamente, pero el daño era demasiado, había atacado un punto débil y ahora era víctima de un incontrolable ataque de tos que lo tenía con sus cuatro extremidades apoyadas en la tierra en una posición absolutamente vulnerable.
Semejante oportunidad no iba a ser desaprovechada por la mantis, quien se montó encima del cazador y clavó sus garras en su lomo, extrayendo un grito espantoso que maltrató aún más su ya lastimada garganta. La espalda de la bestia comenzó a sangrar profusamente.
El monstruo se agitó desesperado buscando librarse de la molestia que tenía encima, pero la insecto se mantenía firme en su posición con las garras bien clavadas en su carne, finalmente no tuvo más opción que tumbarse en el suelo y rodar para librarse de su atacante.
Orquídea se retiró a tiempo para evitar ser arrollada, pero no salió ilesa, una de las garras del cazador logró arañar su pierna, fue un solo ataque, una única laceración la que la hizo gritar como si su vida acabara en aquel instante.
Ambas fieras se tomaron un momento para respirar e intentar amedrentar al otro, en semejante batalla la fortaleza mental era algo vital, pero ninguno de los dos parecía inseguro o asustado, aún cuando la sangre destilaba de sus cuerpos y sus heridas escocían, estaban determinados a seguir luchando hasta que alguno de los dos cayera.
Cris presenciaba el combate extasiado, no se explicaba cómo, pero de alguna manera su lord estaba logrando igualar el enfrentamiento, casi no respiraba de la emoción y su corazón se hinchaba de orgullo al pensar que su líder era tan fuerte y valiente. Los niños no comprendían la situación en la que se encontraban, pero aquella muestra de poder también los había impresionado y su silencio mortal era la prueba de hecho, había cesado el llanto y los quejidos, solo esperaban por ver el desarrollo de los acontecimientos.
El cazador lanzó un gruñido de batalla infundiéndose ánimos para ignorar sus heridas y lanzarse al ataque. Juntó fuerzas y dio un brinco colosal, Orquídea solo vio como una mole de furia y hierba se le venía encima, logró saltar con su pata buena evitando morir aplastada, operación que se vio forzada a realizar varias veces, porque la bestia de pronto había decidido convertirse en un mawlek incubador saltando una y otra vez, buscando abrumarla con su tamaño, era impresionante que un ser de semejante envergadura fuera tan veloz.
La mantis se defendió como pudo esquivando solo con una pata, pero la presión fue demasiada para ella, finalmente en uno de sus intentos por eludir el ataque sus músculos cedieron y no pudo brincar.
Tendida en el suelo vio casi en cámara lenta como aquel colosal ser se le venía encima, su instinto de supervivencia y su determinación la llevaron a realizar un último esfuerzo desesperado, clavó sus garras en la tierra y con la fuerza de su cuerpo se movió a un lado ocupando con precisión el trozo de tierra que no se vio cubierto por el cuerpo del cazador.
No podía dejar que repitiera su salto, así que con desesperación y teniéndolo a escasos centímetros de distancia se arrojó contra él y clavó sus garras en su pecho, la sangre brotó de la herida y como consecuencia la mantis recibió un brutal manotazo que la dejó algo aturdida, pero aún con ganas de pelear, se aferró a la garra que la golpeó, la mordió y arañó causando tal daño que su dueño ya casi era incapaz de moverla.
La bestia agitó su brazo arrojando a la guerrera contra el suelo, pero en cuanto aterrizó volvió a saltar contra él.
El cazador reconoció este comportamiento, eran los últimos movimientos de un ser desesperado que ya no tenía más recursos, atacaba y atacaba como una salvaje, era una muestra clara de que no le quedaba mucha energía, pero a la vez eso la hacía más peligrosa.
El monstruoso ser tampoco estaba seguro de que pudiera aguantar mucho más, la mantis le había provocado demasiadas heridas sangrantes de profundidad considerable, tenía dificultad para mover sus garras y comenzaba a sentirse agotado por la pérdida de sangre, incluso estaba seguro de que el último golpe que le dio a la mantis no había tenido la fuerza que hubiera querido. Si a eso le sumaba que le había dejado una mano completamente inhabilitada podía considerar que quizás tuviera algún problema.
Tiró a Orquídea una vez más contra el suelo, pero esta vez la roció con una lluvia de espinas para evitar que le saltara encima, esto logró retenerla en el suelo y sin desaprovechar la oportunidad la pisó.
La mantis chilló de dolor ante el peso que debía soportar su caparazón, pero eso solo era el comienzo, con su mano buena, el cazador agarró la pierna herida y tiró de ella buscando arrancarla.
La mantis gritó aún más fuerte desesperada por el dolor y por el miedo de perder una extremidad, se retorció con todas sus fuerzas, pero aquello solo empeoraba la situación, iba a morir en ese instante, sin haber salvado a las larvas, sin poder asegurarse de que su tribu estaría bien y sin despedirse de su amado caballero.
De pronto cesó sus movimientos y llevó una de sus garras hacia su espalda, donde cogió un puñado de las espinas que tenía clavadas encima y en una última maniobra desesperada las arrojó al rostro del cazador. La mayoría de los proyectiles chocaron con el borde de la capucha o no lo golpearon en un ángulo apropiado, pero uno de ellos casi por milagro se enterró en uno de los seis ojos.
El encapuchado gruñó de dolor y aflojó su agarre sobre la prisionera, sólo eso bastó para que la mantis se liberara y una vez más alzara sus garras contra él.
Orquídea ahora hecha una bestia salvaje realizó un corte profundo en el vientre del cazador que estaba a su alcance, la sangre una vez más se abrió paso al exterior, esta vez manchando a la atacante, su piel azul se tiñó de carmesí convirtiéndola en un monstruo grotesco, una representante de la muerte y para culminar aquella imagen aterradora gritó con más fuerza de la que jamás tuvo, fue como un rugido que estremeció a todo ser viviente.
Por primera vez en muchos años, el cazador estuvo asustado, el ser que tenía en frente, con su piel de brillante carmesí y con las garras de la muerte era la viva representación de una pesadilla, un horrible recuerdo perdido en una montaña de años y pensamientos olvidados. Pero esta visión era real, no una pesadilla que prefería olvidar, era un ser de carne y hueso que estaba destrozando su cuerpo con cada arañazo.
Hasta el mismo Cris se asustó ante la visión que tenía al frente, temblando en su sitio abrazó a la larva que tenía en sus brazos, era terrible, ese era el verdadero poder de un lord desatado, un espectáculo que tenía la esperanza de no volver a ver jamás.
Ataque tras ataque, las fuerzas del cazador fueron mermando, ahora ya no era capaz de responder y fue cuestión de tiempo hasta que sucumbió ante la mantis, su cuerpo se desplomó en el suelo con un estruendo y ya no fue capaz de levantarse más, el rey de la jungla había sido derrotado.
Siempre supo que eso ocurriría algún día, la vejez ataca a todos por igual y siempre hay alguien más poderoso a quien enfrentar, lo aceptaba con resignación, no tenía problemas con ello, era la ley de la vida, la misma que llevaba tantos años honrando.
Observó a la mantis que lo acechaba a una distancia prudente esperando algún movimiento de su parte para atacar de nuevo, era muy precavida, algo muy sabio teniendo un oponente como él, pero ya era suficiente, no le iba a mentir, ni se mentiría a sí mismo.
—Ya estoy acabado, no puedo pelear más, ven y termina el trabajo.
Si había una certeza que tenía Orquídea, era que el cazador nunca diría algo que no era verdad, así que bajó la guardia y se acercó hasta él. Ahora que todo había acabado no podía creer lo que había hecho, había derrotado a un ser enorme y monstruoso, ni ella misma creía sus fanfarronerías de hacerlo caer, pero las mentiras que se inventó para sí misma resultaron ser ciertas, ahora era la mantis más poderosa de todo Hallownest.
—¿Qué esperas? Ya sabes lo que tienes que hacer, no dilates más esto, quiero morir rápido, creo que al menos me merezco esto.
La mantis meditó su petición, sus opciones y sus implicaciones, pero había algo que la hacía sentir mal de todo esto, había sido un largo viaje el que había hecho para culminar en este punto, había cumplido su objetivo, pero por el camino habían pasado tantas cosas que ya nada era igual, ella no era la misma de antes y por supuesto sus decisiones ya no eran las mismas que hubiera tomado la Orquídea de unos meses atrás.
Sin decir palabra y ante el rostro atónito de Cris y el cazador, fue a recolectar plantas, hierbas que según sabía eran capaces de coagular las heridas sangrantes, aunque el ardor que provocaban eran de cuidado. Sin mucha delicadeza tapó todas las heridas del predador con las hojas de estas plantas, él gritó ante el escozor provocado, pero no se quejó, sabía para qué era todo eso, aunque no se explicaba aquel acto bondadoso de la mantis.
Aún seguía demasiado débil por la sangre perdida, pero ya estaba fuera de peligro, entonces en ese momento se atrevió a preguntar.
—¿Por qué?
—Mi amante no estará muy feliz de saber que te he matado, además, alguien debe contar mi leyenda, la historia de la mantis que fue capaz de derrotarte.
—La mantis que Jamás debió existir... —A decir verdad tenía el orgullo herido, pero no era mal agradecido y reconocía que esta oportunidad de vivir era la oportunidad de una revancha a futuro, quizás, no estaba seguro de poder enfrentarla de nuevo algún día.— ¿Entonces me dejarás ir así nada más?
—No exactamente....
Sin previo aviso, Orquídea clavó sus garras en una de las manos del cazador, en el punto donde estaba la articulación del dedo y tiró de él arrancándolo. El grito de la bestia no se hizo esperar, y un segundo chillido llegó cuando la mantis cubrió el muñón con otra hoja medicinal.
—Me llevaré esto como trofeo, necesito una prueba de mi victoria y este dedo será suficiente, el filo y el tamaño de esta garra son todo lo que necesito para demostrar mi poderío ante mi gente. Ahora, me llevo mi premio.
La insecto corrió hasta la jaula donde estaban Chester y Ren, ambos quietos, demasiado asustados para llorar o quejarse. Decidió coger la jaula completa con ellos dentro, más que nada porque al no tener una canasta o algo donde transportarlos eso era lo más cómodo. Luego se dirigió hasta donde estaba Cris y ambos se retiraron.
El cazador permaneció algunos minutos más recostado meditando qué hacer, tenía su guarida cerca donde había guardado algo de comida, así que no moriría de hambre mientras se recuperaba. Esa mantis había sido demasiado benevolente con él, pero no lo lamentaba, con gusto contaría la historia de la mantis que lo derrotó, se lo debía.
—Ah mi pupilo, en serio elegiste a una chica increíble.
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Pues.... Luego de escribir esta batalla, creo que en realidad fui muy dura conmigo en la otra batalla contra el cazador, en ese momento Orquídea no estaba mentalmente bien como para enfrentar una batalla de ese calibre, así que era normal que no lo hiciera bien y resultara un combate tan soso. Pero este de ahora me ha dejado muy conforme.
Así que.... Quedan dos capítulos, no creo que me tarde demasiado. Nos leemos pronto.
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