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Responsabilidades

—Exijo un duelo por honor —dijo la mestiza en tono autoritario.

—¿¡Que!? —Gritó Quirrel.

—¡¡!! —Hollow también parecía alterado.

Entre los dos tomaron a la reina y la apartaron un momento de la reunión, para descontento de las mantis, quienes a cada momento sentían más desprecio por esta reina que se dejaba  manejar con tanta facilidad. No estaban ni cerca de imaginar la delicada condición en la que se encontraba.

—¡Hornet no puedes hacer eso! —La cochinilla susurraba alterada—. Recuerda lo que dijo la matrona.

—Ya sé lo que dijo, yo estaba ahí.

—¡.........! —Hollow expresaba su punto de vista con aquella comunicación silenciosa que solo Hornet, sus hermanos y parcialmente Quirrel podían entender.

—Me siento bien, puedo hacerlo.

—¡Pero no podrás rendir a tu máximo potencial! Te darán una paliza.

—Me las arreglaré.

—¡..........!

—¿Y qué sugieres que  hagamos genio?

—¿Quizás haya alguna forma de arreglar esto de forma pacífica?

—Quirrel —Suspiró agotada—. Ni tú mismo crees que eso sea posible.

—Pero es que yo no quiero que te pase algo malo.

—Y yo no quiero te pase nada malo a ti, ni a ninguno de los integrantes de mi pueblo. Pero estamos en desventaja numérica y de terreno, si nos tranzamos todos en una lucha lo más probable es que perdamos y más de alguno termine muerto. En cambio los duelos por honor rara vez son a muerte, simplemente el perdedor debe reconocer que el ganador tiene la razón.

—......... —Hollow la miró molesto.

—En circunstancias normales mi derrota pondría en duda mi liderazgo, pero no hay ninguna otra araña en el reino que pueda disputarme el trono, así que no debería haber problemas.

—Pero tu gente podría perder la confianza en ti y eso dificultaría tu reinado. —Quirrel lucía sumamente preocupado.

—Pues haré que confíen en mí de nuevo, no me importa, mi prioridad es proteger a los míos. Esta fue la mejor salida que se me ocurrió, ahora si alguno de ustedes tiene una sugerencia mejor, soy toda oídos. —Ambos se miraron sin decir una palabra, ninguno sabía que más hacer—. Eso imaginé. No tenemos otra opción. En fin, Quirrel —clavó sus ojos en la cochinilla que la miraba asustada—. Si llego a perder, quiero que escapes lo más rápido que puedas. Mi derrota significa que ellas tendrían la razón y a sus ojos pasarías a tener el estatus de criatura inferior. Si deciden matarte no podré hacer, ni siquiera quejarme por ello.

—Pero....

—Quédate cerca de la salida. —Fueron las últimas instrucciones de la mestiza antes de dirigirse hacia los Lord Mantis.

Se colocó frente a las señoras y las miró de forma orgullosa, tal como  una reina debía ser. Aún cuando ellas estaban en las alturas de sus tronos y sus tamaños eran muy superiores a los de ella, Hornet no se dejó intimidar, al menos esto hizo que las mantis le dedicaran un mínimo de respeto.

—¿Te dieron permiso para combatir? —Lirio intentó provocar a la reina.

—Una reina no necesita pedir autorización para defender su honor. —La araña sacó su aguja alistándose para el combate.

—Solo discutíamos la mejor estrategia de batalla —Quirrel apareció junto a Hornet con su aguijón preparado para el combate.

—Quirrel... —Hornet trató de disimular lo mejor que pudo su desconcierto y antes de que su confusión la hiciera cometer alguna indiscreción, la cochinilla retomó la palabra.

—Siendo yo el principal afectado por su ofensa, me corresponde también participar en este duelo junto a mi reina.

—No objetamos tu participación —dijo Lavanda con tono solemne—. Pero dudamos de tu capacidad para desempeñarla. Jamás hemos escuchado de una cochinillla guerrera.

—No fue solo por mi cara bonita que Hornet me eligió como su compañero. —Contestó con confianza.

Aquella respuesta pareció satisfacer a las mantis, pues de un salto se bajaron de sus tronos listas para combatir... Al menos dos de ellas.

—¡Orquídea! —Gritó la hermana mayor— ¿Que rayos haces?

La hermana menor repentinamente despertó de sus ensoñaciones y bajó la mirada avergonzada con el rostro colorado. Nuevamente había dejado que su mente le prestara más atención a Hollow que a la reunión ¿Por qué era tan complicado resistirse a los encantos de ese bicho? Solo mirarlo ya era un deleite, pero no tenía tiempo para eso, requerían su presencia.

La verdad no estaba muy al tanto de la situación, pero viendo a sus hermanas en tierra firme con sus armas desenfundadas fue suficiente para saber lo que tenía que hacer. Se unió a ellas y esperó para ver que ocurría.

—Elije tu juez "araña" —Lavanda como siempre tomaba el liderazgo en lo que respectaba a cosas oficiales.

Hornet dirigió su mirada hacia las arañas sirvientes que había traído consigo, pero fue interrumpida por las señas que hacía Hollow tratando de llamar su atención.

—¡........!

—No Hollow, tú no sirves para ser un juez.

Las mantis parpadearon sorprendidas, la reina podía comprender al caballero silencioso. Siempre pensaron que él no podía hablar, nunca se les ocurrió que simplemente tenía otra forma de comunicación, aunque era difícil deducirlo, en todos sus encuentros previos nunca había hecho algo más que mirarlas penetrantemente ¿Acaso eso significaba algo en particular? De todos modos debían admitir que con su hermana cerca, Hollow parecía mucho más comunicativo ¿Sería del tipo tímido?

Orquídea miró a la mestiza con envidia, ojalá ella pudiera comprender al caballero también. Con un diálogo mas fluido quizás podría convencerlo de ir con ella a algún rincón agradable de Páramos Fungicos y hacer.... Muchas cosas que se suponía no debían hacer...

La mantis se golpeó la cara tratando de quitarse esos pensamientos vergonzosos de encima, conducta que por supuesto llamó la atención de sus hermanas.

—Hoy estás muy extraña Orquídea —Lirio la miró con preocupación.

—Estoy bien, no se preocupen.

—Concéntrate en la batalla, no nos hagas quedar en vergüenza. —Si no la conociera de toda la vida, Orquídea se hubiera enojado, pero ya sabía que su hermana tenía ese carácter ácido e impertinente, no tenía sentido decirle algo.

—Designo a Ania como mi juez —Anunció Hornet.

La araña mencionada dio un paso al frente e hizo una respetuosa reverencia.

—Será un honor —dijo con voz chillona.

Lavanda entonces observó a su alrededor a los miembros de su tribu presentes, tratando de decidir quien era el más apto, hasta que finalmente se decidió por uno que destacaba mucho por ser sumamente observador.

—Cris, yo te designo como nuestro juez.

—Me honra su elección —contestó el insecto también con una reverencia.

Ambos equipos se pusieron en lados distintos de la arena de batalla y los jueces a un lado para observar el combate, según la ley que regía estos duelos, debían tener un juez de cada equipo para que todo fuera más transparente. Una vez que todo estuvo dispuesto, ambos bichos dieron autorización para iniciar el encuentro.

Las mantis fueron las primeras en lanzarse al combate, el tomar al enemigo desprevenido era parte de su estrategia, junto a una ofensiva veloz y despiadada.

En un parpadeo el trío letal se esfumó en frente de ellos y pocos segundos después, una de ellas se apareció a sus espaldas para atacarlos con su cuchilla boomerang. Quirrel esquivó con una velocidad tal que rivalizaba con la de las mantis, por su lado, Hornet optó por saltar. Sin embargo en lugar de realizar un salto elegante y acrobático, este se sintió torpe y pesado, como si la fuerza de sus patas no fuera suficiente para sostenerla.

Ania, la jueza de Nido Profundo no pudo evitar soltar un pequeño grito de angustia, cosa que no pasó desapercibida para alguien tan observador como Cris. Esto por supuesto llamó su atención, hubiera esperado un gruñido de rabia, o un improperio, pero no aquella mirada de miedo y preocupación ¿Acaso la reina estaba enferma?

Sus sospechas parecieron ser cada vez más ciertas, con cada minuto que pasaba, era más notorio que la reina no estaba bien. No podía saber qué clase de problema presentaba, pero algo tenía que ver con su vientre, podía decirlo por la forma en la que se recogía sobre el cada vez que recibía un impacto o hacía un movimiento brusco.

Para fortuna de Hornet, su esposo estaba luchando como nunca y haciendo todo lo posible por protegerla, cosa que si Cris no la viera con sus propios ojos la creería imposible. Una cochinilla estaba bloqueando los ataques de las mantis y peleaba como todo un guerrero. No parecía que tuviera la capacidad de derrotar a los señores, pero tampoco iba a ser fácil hacerlo caer. Mientras tanto, la pobre reina se limitaba a aguantar como podía y a intentar realizar algunos ataques a distancia con su aguja, pero el aparente sufrimiento que soportaba le dificultaba acertar un golpe.

Los espectadores de Nido Profundo cada vez estaban más preocupados, sobre todo Hollow quien bajo su estoica actitud, ocultaba un miedo creciente por la salud de su hermana, con cada golpe que la mestiza recibía no podía evitar querer gritar. Por supuesto eso estaba más allá de sus posibilidades, con los años de práctica había sido capaz de aprender a emitir sonidos, pero no pasaban de simples susurros que era doloroso emitir, mejor ni pensar en gritar.

Hornet se encontraba en el centro del campo de batalla, Quirrel estaba un poco alejado de ella peleando mano a mano contra Lirio, las otras dos mantis no estaban a la vista, situación sumamente compleja, pues como los sentidos y la percepción de Hornet estaban nublados por el dolor que sentía, le estaba costando mucho repeler o esquivar a las dos mantis que parecían haberse centrado en ella al verla como la más débil.

Miraba a todos lados intentando predecir o percibir un ataque antes de que este la alcanzara, aún con su aturdimiento hacía lo posible por batallar de forma decente, pero esto parecía estar fuera de sus posibilidades. De pronto vislumbró algo por el rabillo del ojo y moviéndose lo más rápido que pudo, se giró justo a tiempo para bloquear un ataque de Orquídea, pero esta en lugar de retirarse velozmente como había hecho hasta ahora, se mantuvo en el lugar presionándola. Ya había notado que la reina estaba en su límite y optó por acabarla de un vez por todas.

Orquídea se mantuvo a la ofensiva mientras Hornet  resistía como podía, recurriendo a toda su fuerza de voluntad para tenerse en pie, aún cuando sus patas temblaban, pero si a duras penas aguantaba a un oponente, no podría con dos. Lavanda se presentó a espaldas de las combatientes, y se alistó para arrojar una cuchilla boomerang. Hollow desde su lugar ya no lo pudo aguantar más y perdió la compostura exteriorizando toda su angustia.

—¡Hornet! Cof... Cof... —La tos ahogó su grito.

Aquella voz suave y susurrante captó la atención de Orquídea, quien no pudo evitar mirar a su guerrero silencioso ¿Lo había escuchado hablar? ¿Aquella melodiosa voz era suya? Notó como Hollow tosía molesto mientras se llevaba la mano al cuello como si de esa forma pudiera aliviar el ardor que sentía. Pobrecillo, al parecer si podía hablar, pero le provocaba un sufrimiento tremendo hacerlo. Cuánto no le gustaría aliviarlo, seguro un poco de néctar de la flor cantarina podría ayudarlo y con gusto le daría de beber un poco... Usando su boca...

Orquídea tuvo que golpearse mentalmente, lo estaba haciendo de nuevo, se había perdido en sus ensoñaciones, si no se concentraba su oponente podría tomar la ventaja.

Y eso ocurrió.

Hornet aprovechando la distracción de la mantis, se subió encima de ella y la amarró con su hilo, luego con un sutil movimiento la hizo caer. Lavanda se vio obligada a cancelar su cuchilla boomerang al ver esto y entrecerró sus ojos con rabia ¡Pero qué descuido tan estúpido!

Hornet optó por no esperar nada más y comenzó a golpear a su enemiga con todas sus fuerzas, pero cada golpe parecía dolerle a ella tanto como  a la mantis. Ya comenzaba a faltarle el aire por el esfuerzo y sus ataques perdían la potencia, sin embargo notó que ya había imposibilitado a su oponente, Orquídea no se levantaría de nuevo, estaba derrotada, una de las mantis había caído ¿Ahora tendrían más ventaja? Se equivocaba, pues un pequeño alboroto la hizo voltear la vista y notar que Quirrel y Lirio habían caído, ambos ya no tenían fuerzas para continuar. Ella y Lavanda eran las únicas en quedar en pie, pero dado su estado deplorable, era obvio que Hornet no podría ganar.

—Por favor... Por favor... —Gimoteaba Ania desde su lugar mirando a Cris de forma suplicante.

La mantis mantuvo una actitud seria mientras meditaba la situación. Hornet se las había arreglado para aguantar hasta el final aún dadas sus circunstancias precarias, la cochinilla había demostrado que era más de lo que aparentaba en esa lucha, y no había honor ni gozo en la derrota de un enemigo debilitado. Considerando la situación tomó una decisión.

—¡Alto al combate! —Gritó la mantis, la araña que estaba junto a él suspiró aliviada.

Ambas guerreras miraron a los jueces esperando una explicación.

—El motivo de este combate era defender el honor de la cochinilla aquí presente, acusada de ser débil e insignificante.

—Pero la misma cochinilla a través de su desempeño en combate fue capaz de probar por sí misma su valía —continuó Ania comprendiendo la lógica de su argumento.

—Tomando en cuenta estos hechos, no vemos necesidad de prolongar esta lucha y todos estamos de acuerdo en reconocer que Quirrel es digno de ser considerado como un igual ante nosotros.

Lavanda miró a sus alrededores, notó a Lirio inconsciente en el piso junto al insecto que se encontraba en las mismas condiciones, en realidad no muchos de su propia tribu serían capaces de derrotar a su hermana, debía darle crédito por eso.

—Acepto el veredicto —dijo con solemnidad.

—A-a-apruebo la deci-sión —Corroboró Hornet con voz temblorosa.

Una vez decidido el resultado, los miembros de ambas tribus fueron a recoger a sus guerreros caídos. Hornet se mantuvo de pie con su actitud orgullosa, aún cuando le temblaban las patas, solo se permitió ser ayudada a caminar por una araña macho en la cual se apoyó de forma disimulada.

No hubieron más intercambios de palabras ni discursos, las mantis no eran de hablar mucho. Las arañas eran algo más comunicativas, pero tampoco se desgastaban en palabrería inútil sin propósito alguno. Lo último que se dijo fue un mensaje de la reina Hornet antes de salir por la puerta que conducía hacia Nido Profundo.

—No hubo acuerdo en esta reunión, pero no será lo último que sepan de mí.

No era una amenaza, solo un sencillo mensaje que dejaba en claro que aún no se había rendido respecto a un acuerdo comercial.

Cuando la puerta que conectaba con el territorio de las mantis finalmente se cerró a sus espaldas, Hornet se permitió demostrar la debilidad que había estado escondiendo durante todo el combate, entonces se dejó caer al suelo sobrepasada por el dolor donde luego perdió la consciencia.

Para cuándo la mestiza volvió a abrir los ojos, se vio envuelta por el agradable calor de un líquido que la rodeaba, el dolor había remitido y un par de brazos la tenían sujeta por la cintura. Esto último la hizo entrar en pánico, no sabía quién era el que la tenía presa pero no se podía dejar capturar,. Por fortuna su paranoia fue disipada rápidamente por la suave voz de su esposo.

—Tranquila Hornet, soy yo.

—Quirrel —Un alivio inmediato la recorrió y dejó de forcejear.

Soltó un suspiro y se dejó abrazar por el insecto azul. Ahora todo estaba bien, podía relajarse y descansar.

Ya más tranquila observó sus alrededores, se encontraban en unas aguas termales, probablemente las que habían camino a Nido Profundo. Vio a algunos de sus sirvientes disfrutando del líquido mágico, mientras que otros se encontraban en las cercanías vigilando. Hollow estaba en la orilla jugando con Ania.

Movió la cabeza con resignación, habían pasado tantos años, había crecido tanto que ahora era más alto que ella y se seguía comportando como un niño al que le gustaba jugar con agua. Claro que sus conductas infantiles eran algo que solo mostraba frente a aquellos con los que se sentía en confianza, para el resto era un insecto silencioso, orgulloso, serio y un gran guerrero ¿Quien imaginaria que el capitán de la guardia real del rey Big sería tan infantil?

En Nido Profundo él ya era como de la familia y estaban acostumbrados a lidiar con las locuras que se le ocurrían cada vez que los visitaba, pero a veces la agotaba. Hornet tenía que soportar mucha presión últimamente por las responsabilidades de su reino, a veces envidiaba la vida libre de preocupaciones que tenía su hermano.

—¿Hornet? —La voz de Quirrel la sacó de sus pensamientos— ¿Como te sientes?

—Estoy bien, gracias, ya no me duele. Creo que podré caminar hasta casa.

—Personalmente pienso que sería mejor que evitaras eso, deja que alguno de los machos de mayor tamaño te cargue.

—¿Que? ¡Claro que no! No me voy a rebajar a algo como eso, debo demostrar fortaleza.

De pronto Hornet sintió como los brazos que la sujetaban apretaban su agarre sobre ella, entonces escuchó la voz de la cochinilla molesta.

—Hornet... ¿No crees que ya fue suficiente de jugar a la chica fuerte? Necesitas descansar, fueron las instrucciones de la matrona luego de que pusieras tus huevos.

—Pero no puedo, soy la reina, tengo deberes que cumplir.

—¡Una semana Hornet! ¡Era solo una semana! —Finalmente Quirrel estalló— ¡Todo lo que tenías que hacer era permanecer una semana descansando! ¡Ni siquiera hacía falta que te quedaras en cama! ¡Solo tenías que evitar peleas, cacerías complicadas y viajes largos! ¡Y no aguantaste ni tres días!

—¡Tengo muchas responsabilidades que cumplir! —La conversación paso a estar formada por gritos.

—¡Tu principal responsabilidad ahora es cuidar tu salud!

—¡Era una situación delicada y lo sabes! ¡No había otra forma de salir de ese predicamento!

—¡Nos hubiéramos evitado todo esto si hubieras pospuesto la reunión una semana como te dije!

—¡Dentro de una semana será más complicado y ya sabes por qué!

—¡Pues entonces no se hacía la reunión! ¡No era tan urgente!

—¡Para mí sí lo era!

Los dos estaban tan concentrados en su pelea que se olvidaron de que habían otras arañas presentes. Estas sintiéndose algo incómodas comenzaron a retirarse silenciosamente para esperarlos afuera de las aguas termales, sin embargo la mayoría antes de salir le dirigió una mirada a Ania que decía claramente "haz algo".

La araña suspiró molesta, como asistente personal de Hornet, a ella siempre le tocaba solucionar esa clase de problemas, era bueno que ellos casi nunca pelearan, pero cuando lo hacían podían ser terribles. Se disponía a caminar hacia ellos cuando notó que Hollow se adelantaba, entonces sin previo aviso tomó a Hornet y la montó encima de él, con su tamaño superior ahora no tenía problemas para hacer eso.

—¡Suéltame Hollow! ¡Ya dije que no quiero que me carguen!

—.............

—Te voy a... —En ese momento un leve mareo obligó a Hornet a aferrarse a la espalda de su hermano.

—¿Lo ves? Te dije que no estabas bien —La reprendió su esposo que se apresuró a caminar junto a los hermanos.

—Pero si hace un momento me sentía bien

—Porque estabas en las aguas termales, pero ahora que sales tu energía empieza a flaquear. Por favor Hornet, por una vez en la vida haznos caso.

La reina gruñó molesta y no emitió palabra durante todo el camino a casa, en parte por su enojo y en parte porque luego de un rato se quedó dormida, para alivio de los demás. No sé dio cuenta cuando llegaron a Poblado Distante, tampoco se despertó cuando la subieron suavemente hasta la casa más alta de la aldea, ni cuando la recostaron en su cama, recién comenzó a reaccionar cuando la matrona comenzó a examinarla. Aunque se llevó un pequeño susto al despertar y encontrar a la milpies encima de ella, se tranquilizó rápido al reconocerla.

—Vaya vaya, parece que alguien no ha seguido mis instrucciones —dijo la criatura con su anciana voz— Definitivamente esto no está bien.

—¿Qué significa eso? —Preguntó Hornet con cautela.

—Exactamente lo que dije, esto no está bien. Te dije que luego de poner huevos quedarías algo delicada y necesitarías descansar, tú hiciste todo lo contrario. No solo evitaste el reposo, si no que también te esforzaste al extremo. Un poco más y tu matriz se hubiera estropeado.

—Y eso...

—Hubieras perdido la posibilidad de poner más huevos —Un escalofrío recorrió la espalda de la reina ante aquel pensamiento—. Eres joven, tienes una larga vida por delante, no sería bueno que perdieras algo tan valioso todavía. No todos los niños llegan a adultos y lo sabes, por eso siempre es mejor tener una abundante descendencia para asegurarse.

—Entiendo... —Hornet bajó a mirada y apretó las sábanas de su cama—. Seré más cuidadosa de ahora en adelante.

—Oh, claro que lo serás, he dado instrucciones de que no salgas de la cama, esta vez necesitas reposo absoluto.

—¿¡Que!? ¡No me puedo quedar en cama todo el día! ¡Tengo muchas cosas que hacer!

—Varias de ellas puedes hacerlas desde allí Hornet —Quirrel se acercó al lecho para tratar de tranquilizarla.

—Pero hay algunos proyectos que necesito supervisar.

—Delega. Pide que te hagan un informe y luego lo revisas desde aquí.

—Pero... Pero... ¿Pero qué pasa si surge un problema?

—Todo está bien Hornet —Quirrel tomó una de sus manos tratando con todas sus fuerzas de calmarla—. Las cosas han ido muy bien en el reino últimamente, estamos en una época de paz y prosperidad y eso no tiene por qué cambiar pronto, mucho menos en una semana. Todo estará bien, no surgirá ningún problema, tú solo descansa, lo mereces luego de lo duro que has trabajado.

—Esta bien, supongo que tienes razón...

Pero de forma imprevista, justo en ese momento una araña entró corriendo al cuarto, lucía muy agotada y hecha un manojo de nervios.

—¡Mi reina una emergencia! Un garpiés gigante está causando estragos en...

Pero la araña no pudo continuar su discurso pues fue interrumpido por la matrona que se presentó ante él mirándolo fijamente.

—Que dulce, seguro has venido muy rápido para informar a la reina de los problemas que los aquejan —Un escalofrío le recorrió la espalda a la araña presintiendo que lo que seguía no era algo muy positivo— ¿Te importaría dejarme el mensaje a mí?

En ese momento la matrona abrió su máscara revelando su rostro oculto, la araña mensajera palideció del miedo y salió corriendo perseguido por la milpiés. 

—Espera —gritó Hornet— No te vayas, quiero saber qué es lo que...

Hornet hizo el ademán de levantarse de la cama pero inmediatamente fue retenida por Quirrel que se arrojó sobre ella, sin embargo el pequeño cuerpo de la cochinilla no era suficiente para retenerla, sobre todo considerando que Hornet siempre había sido físicamente más fuerte que él. Entonces Ania y Hollow que también estaban presentes en la habitación, se arrojaron sobre la pareja queriendo apoyar a la cochinilla.

—¡Pero qué hacen! ¡Suéltenme! —Gritó la reina furiosa—. ¡Y no me esperaba esto de ti Ania! ¡Traición!

—Lo siento mi reina —la pobre araña estaba sollozando— pero esto es por su bien.

—...........

—Ellos tienen razón Hornet , escúchalos —Quirrel trataba de hacer entrar en razón a su esposa.

—Quirrel ¿Acaso entendiste algo de lo que Hollow dijo?

—La verdad no, pero si nos está ayudando asumo que está de acuerdo con nosotros.

Hornet bufó molesta y continuó forcejeando un poco más, pero se dio por vencida cuando comenzó a sentir nuevamente un ligero dolor en su vientre, definitivamente no estaba en condiciones de pelear. Se tranquilizó un poco y solo entonces la liberaron. Ania la acomodó cariñosamente  en su cama y luego salió de la habitación anunciando que le traería los papeles de su oficina que necesitaban ser atendidos. Por su lado, Hollow también salió con intenciones de ir a buscar un té y quizás algo de comer, de forma que Quirrel y Hornet se quedaron solos.

—Oye... No necesitas quedarte cuidándome —Hornet lucía bastante desanimada—. Ahora soy un estorbo pero eso no tiene que afectar tu trabajo. Tienes que preparar las clases para tus alumnos y según recuerdo estabas en medio de una investigación importante. Puedes retirarte si quieres.

Como respuesta Quirrel colocó sus manos a ambos lados de su rostro y le dio un beso. Aquél fue un beso dulce, profundo y apasionado, lleno de afecto, era su forma de mostrar su apoyo incondicional. La mente de Hornet se nubló y de pronto ya no pudo pensar en nada más, embriagada por sensaciones placenteras solo atinó a corresponder el beso y abrazar a su esposo.

Romper la magia de aquel contacto íntimo fue difícil, ambos anhelaban aquello luego de todo el estrés vivido, pero no era el momento para eso. Quirrel terminó el beso de forma abrupta, entonces, sin retirar las manos del rostro de su pareja la miró a los ojos y habló suavemente.

—No vuelvas a decir que eres un estorbo, que necesites reposar una semana no te convierte en una inútil. Relájate Hornet, y olvídate de la idea de salir de aquí cuando yo no esté.

—¿Que? Como lo...

—Te conozco amor. Así que sé una buena chica y quédate en cama descansando como dijo la matrona, si lo haces te prepararé tu estofado favorito.

—Peero... Pero... —Hornet parecía estar luchando consigo misma, pero luego de unos momentos se tumbó en la cama con expresión molesta— ¿Por qué siempre me sobornas con comida?

—Porque funciona.

—Touché.

—Volveré en un rato —dijo la cochinilla mientras salía de la habitación—. ¿Quieres algún postre luego del estofado?

—Quirrel... No deberías consentirme tanto —la mestiza lo miró enfadada— ¡Me voy a poner gorda!

—Y seguro que gorda seguirás siendo encantadora.

—¡Quirrel!

—Es broma. No te preocupes por eso Hornet, con lo inquieta que eres, aún si subes un poco de peso, lo bajarás en seguida en cuanto puedas levantarte de nuevo de la cama.

Hornet no replicó nada más, por lo que su esposo salió finalmente del cuarto dejándola sola. Absolutamente sola junto a sus pensamientos y eso era lo que más temía.

Era verdad que ella solía excederse un poco en su trabajo y a menudo descansaba poco, pero nunca había exagerado tanto como en el último tiempo. Y eso era porque el mantenerse ocupada evitaba que pensara en sus preocupaciones.

La mestiza se levantó de la cama y se dirigió a una habitación oculta que había detrás de una cortina, supuso que no la regañarían por ir a ver a sus pequeños, no era algo que requiriera demasiado esfuerzo.

El cuarto estaba cubierto por completo por una maraña de hilos tan intrincada que solo una araña podría entrar, esta era la razón por la que Quirrel no había podido ver los huevos que había puesto, pero así era la costumbre de las arañas, simplemente no podría dormir tranquila si no tenía sus huevos bien sujetos en un nido de hilo.

Usando sus cuatro extremidades se movió a través de los hilos hasta alcanzar el fondo del cuarto, donde había una cuna de seda suspendida en el aire. En su interior, envueltos en una suave manta blanca se encontraban tres huevos grises, la descendencia de Hornet.

La futura madre se acercó al nido donde procedió a tomar uno de los huevos para acicalarlo, esto era sumamente importante para evitar que se pudrieran y murieran y debía ser hecho todos los días.

Mientras Hornet limpiaba las pequeñas bolitas nuevamente fue asaltada por aquellas dudas que la llevaban atormentando desde el día en que finalmente pudo poner las semillas de las nuevas vidas ¿Qué saldría de estas?

Como reina tenía muchas obligaciones con su pueblo y una de ellas era otorgarles un heredero apropiado, y por apropiado se entendía que fuera algo mínimamente semejante a una araña. El pueblo no aceptaría a una cochinilla como su reina, lamentablemente como su esposo y el padre de las criaturas era una cochinilla, las posibilidades de que sus retoños también lo fueran eran altas. Y considerando que ella misma era una mestiza mitad araña y mitad gusano, bajaba aún más la oportunidad de dar a luz a una araña. Básicamente lo que saldría de los huevos era un misterio, incluso estaba la posibilidad de que saliera una criatura incompatible con la vida.

Pero ya le habían advertido que si de esa nidada no salía una araña, tendría que copular con algún macho pura sangre para concebir una, y ella definitivamente no quería eso, ella quería que todos sus hijos fueran de Quirrel, además le incomodaba mucho la idea de tener que intimar con otro. Esta era la preocupación que la había molestado los últimos tres días y lo peor es que pasarían semanas antes de que recuperara la tranquilidad o lamentara su destino, odiaba no tener el control de lo que iba a pasar.

Observó el huevo que tenía entre sus brazos, a ella no le importaba lo que saliera de ahí, lo iba a amar igual, pero no podía evitar desear con desesperación una araña. Por esos tiempos a menudo le daba por pensar en su propia madre, seguro para ella también fue difícil traerla al mundo. Hasta donde sabía, a Herrah no le agradaba mucho el Rey Pálido, tener que copular con un macho que despreciaba seguro fue horrible. Ella al menos podría elegir a alguien que le agradara.

Suspiró con pesar y abrazó al huevo que llevaba en sus manos.

—Por favor... Por favor... Solo uno, que al menos uno de ellos sea una araña, es todo lo que pido.



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