Prisonera
—¡Ah! ¡No! ¡Hollow ahí no! ¡Aaag! Esa parte es muy sensible ¡Aaag!
Los escandalosos gritos de Orquídea se escuchaban fuerte y claro a pesar de los esfuerzos que Ogrim hacía por ignorarlos ¿Qué rayos le estaba haciendo Hollow a esa pobre mantis? Se suponía que solo le iba a lavar la sangre que tenía encima.
Nunca debió dejarlo hacer eso, si bien la mantis estaba algo débil por la pérdida de sangre, podía bañarse sola perfectamente, pero Hollow se había tomado muy en serio su labor de cuidarla y estaba determinado a ser él quien la asistiera en esas tareas. Pero por la forma en la que la mantis gemía parecía otra la situación.
De pronto el escarabajo sintió un toque en su mano. Lumis llamaba su atención y lo miraba con expresión interrogante. Esto solo le sacó un suspiro.
Los contenedores no tenían género definido, ni tampoco la capacidad de reproducirse, por lo tanto, eran ignorantes y absolutamente inocentes en todo lo referente a ese tema. Ogrim interpretaba los gemidos de Orquídea en una manera que ellos no podían, para los jóvenes contenedores, eso era solo la pataleta de una insecto caprichosa que no le gustaba bañarse.
Mientras tanto, Orquídea no sabía muy bien si estaba en el cielo o en el infierno. Tener a Hollow tan pendiente de ella era una delicia, sentir sus manos rozando su caparazón, frotándola con la esponja y el jabón era muy agradable ¡Pero la situación era demasiado vergonzosa!
Orquídea imaginaba en su mente a su caballero silencioso disfrutando de la situación, seguro a él le parecía muy divertido todo esto... Pero la realidad era que Hollow no se enteraba de nada. Con la inocencia de un niño simplemente trataba de dejarla lo más limpia posible para que estuviera bonita y presentable. Big podía ser intimidante y ya que iba a conocer a su hermano, quería darle toda la seguridad posible, una buena presentación era una gran ayuda.
Aunque no entendía porque esta mantis le tenía tanto rechazo al baño, ya no era una larva caprichosa. Él nunca puso tantos problemas cuando era más pequeño y su hermana lo bañaba, aunque claro, él adoraba el agua, quizás a ella no se le hacía tan agradable y por eso se movía tanto.
Orquídea cada vez se sentía más aturdida por las sensaciones que la abrumaban y su mente comenzó a divagar en curiosas fantasías que fueron cortadas de golpe por un balde de agua fría, el cual no solo la enjuagó a ella, también dejó empapado a Hollow.
Ambos levantaron la vista y se encontraron con Ogrim quien llevaba el balde vacío en las manos y los miraba con severidad.
—¡Ya está limpia! ¡Vámonos de una vez!
Hollow le dedicó una mirada de molestia por la interrupción, pero rápidamente se le pasó el enojo y procedió a buscar una toalla con la cual secar a la mantis. Que bueno que el refugio que les prestaron los musgosos tenía todo tipo de comodidades, claro dentro de las posibilidades de su humilde reino. No contaban con duchas o estanques, pero el baño con cubetas y esponjas no estaba mal, Orquídea igual había quedado limpia.
La insecto ya sometida como estaba, ni siquiera se atrevió a poner la más mínima resistencia ante Hollow, quien la secó de forma delicada y casi afectuosa. La Lord no entendía del todo su comportamiento, ni tampoco comprendía por qué se sentía fascinada por este. Luego de la "tortura" a la que la sometió durante el baño, ahora la trataba con una ternura infinita, como si fuera una criatura delicada y frágil. Su corazón latía ante sus atenciones mientras refrenaba las ganas abrazarlo. Era demasiado lindo con ella.
Sin embargo eso no podía ser, una mantis no podía demostrar tal grado de debilidad, y ella ya había sido sometida en todas las formas posibles, en verdad ya no merecía ser llamada una lord, sus hermanas tenían razón, ya no podía ostentar el puesto.
Hollow se sintió preocupado cuando vio el semblante triste de la mantis, seguro estaba pensando en su familia y en lo mucho que la extrañaba. Pero él se encargaría de hacerla sentir mejor, le daría todo el afecto y la atención posible mientras se recuperaba, conseguiría arrancar una sonrisa de aquel rostro usualmente serio. Así que con toda su buena voluntad, fue a buscar la corona y el manto real, que previamente le había quitado para bañarla.
El guerrero con la mejor de las sonrisas le ofreció sus accesorios, pero para su sorpresa, la insecto los rechazó con un manotazo.
—Aleja esas cosas de mí, ya no soy digna de usarlas.
Semejante declaración de la insecto lo dejó algo confundido ¿Por qué no podía usar su corona y su manto? No entendía. Pero quién sí entendía todo a la perfección era Ogrim, su experiencia previa con la amante de Ze'mer lo había hecho conocer bastante bien la psicología de las mantis.
—No insistas Hollow —dijo al ver que el contenedor recogía las pertenencias de la mantis—. No las va a usar más.
Ogrim no dio más explicaciones y Hollow quedó con la duda rondando de porqué no quería usar su corona y su manto ¿Acaso sería porque él los había tomado? Quizás sería alguna tradición de esta especie que dictaba que nadie debía tocar su corona, si era así esto lo hacía sentir muy culpable, ahora ella no podía llevar sus accesorios favoritos.
Buscando compensarla de alguna forma se quitó su propia capa gris y se la colocó a la dama, quien lo quedó mirando confundida.
—Ah.... Hollow ¿Estás seguro de dejarle tu capa de entrenamiento a ella?
—.... —Agitó las manos restándole importancia.
—Ya sé que tienes más capas pero...
—..... —Se dirigió hacia su equipaje de donde extrajo otra capa de color claro con hombreras de plata.
—La capa de caballero... Si bueno... Sé que tienes esa para usar ahora pero no lo decía por eso... Es que, le diste tu propia capa a ella y pues... Eso es... Como una promesa de compromiso... Como jurarle estar a su lado y...
—.....— Hollow lo miró con determinación y asintió como confirmando que estaba dispuesto a hacer eso.
Orquídea comenzó a sentirse mareada y su rostro estaba tan rojo que la pobre parecía un tomate, necesitaba aire, esto era demasiado para ella, le había regalado su capa. Según una vieja costumbre de los caballeros de Hallownest, eso era el equivalente a una propuesta de matrimonio ¡Y ella no quería casarse! Las mantis no se casaban, establecer un vínculo con alguien y depender de este era debilidad, las mantis eran libres, jamás se ataban a nadie, pero no podía evitar sentirse ilusionada y eso la hacia odiarse.
Notando que necesitaba respirar aire fresco, se puso de pie y tambaleando se dirigió a la salida del refugio donde estaban. Allí en el recibidor se encontró con los cuatro contenedores, quienes se mostraron muy curiosos al verla actuar de forma tan extraña y usar la capa de Hollow. Ellos tampoco conocían la costumbre pero les parecía raro que su hermano le hubiera regalado su ropa.
Una vez que Orquídea estuvo afuera, Hollow salió del refugio corriendo, preocupado temiendo haberla ofendido en alguna forma. Entonces queriendo disculparse la tomó del hombro para llamar su atención, pero ella en cuanto sintió su toque, le dio un manotazo alejándolo.
—¡No me toques! —Le gritó— ¡No creas que te voy a aceptar! ¡Nunca lo haré!
La mantis lo miró de la forma más dura y distante que pudo, pero se le ablandó el corazón en cuanto vio el rostro de tristeza de Hollow. Jamás vio a un insecto tan triste y no pudo evitar sentirse mal por esto. Entonces desviando la mirada para tratar de serenarse luego agregó.
—Yo... Me quedaré con la capa. ¡Pero no te formes ideas raras! Esto... Es solo porque la necesito ¡Nada más! —Finalizó con la cara roja.
Tan ambigua, Orquídea odiaba haber sido así. No quería la capa, pero se la quedaba. Lo rechazaba, pero no lo alejaba ¿Que pensamientos guardaría su caballero en su eterno silencio ante su conducta contradictoria? Fuera lo que fuera, permanecería en el misterio, pues pocos segundos después, llegó Ogrim junto a los contenedores a interrumpir el momento y a conducirlos al palacio del rey Big.
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La Antigua leyenda del Rey Pálido decía que un día, durante el apogeo de la infección, el monarca junto a sus súbditos más leales y su palacio, desaparecieron en medio de la nada, dejando solo un pedazo de tierra yermo y vacío donde únicamente habían ruinas y una carcasa real protegiendo el recuerdo de su creador.
Aquella era una historia que parecía más una leyenda que un hecho real, y muchos llegaron a creerlo, pero algunos privilegiados conocían la verdad, sabían que el Palacio Blanco seguía ahí, oculto en otra dimensión a través de un hechizo muy poderoso. Uno de los que sabían esto era el antiguo Hollow Knight.
Big, (como lo habían apodado sus hermanos debido a su tamaño), tenía algunas capacidades mágicas entrenadas y una gran disposición para aprender, además de un profundo anhelo por su pasado. A pesar de todos los horrores que había vivido y de todo el sufrimiento que tuvo que aguantar al intentar silenciar su corazón y mente, tenía recuerdos que atesoraba, por ello quería traer de regreso el Palacio Blanco.
Fue casi un año de estudio de magia y mucha práctica, donde más de una vez se desmayó por el esfuerzo. Pero aún así, tras todo su arduo trabajo, logró romper el sello del castillo y devolverlo a la dimensión terrenal, donde finalmente pudo cumplir su deseo de llevar a sus hermanos a vivir ahí, al menos a los que quisieron. Eran 10.528 hermanos, pero de todos ellos solo un puñado quisieron permanecer en la superficie, el resto optó por quedarse en el abismo.
Luego del resurgimiento del palacio, ocurrieron una serie de hechos, raros, complicados y ridículos, que culminaron en la coronación de Big como rey de Hallownest, posición que hasta el momento había mantenido. Aunque tampoco fue fácil.
Al inicio, algunos bichos estaban en contra de su gobierno, pues querían el trono para sí mismos, además de que habían muchas cosas que reconstruir y el reino estaba muy dividido. Pero con mucho esfuerzo y la ayuda de su abundante familia, hizo posible el resurgimiento de Hallownest y lo convirtió en un reino próspero.
Orquídea había abandonado Paramos Fúngicos apenas una o dos veces en toda su vida, y jamás había ido a alguna de las ciudades modernas diseñadas por el Rey Pálido, por lo que para ella, cualquier construcción era una novedad, y una tan impresionante como el Palacio Blanco era una maravilla. Casi se quedó sin aliento cuando avistó aquellos muros albos que casi resplandecían por su claridad, o esas torres altísimas y sus adornos de piedra.
A la pobre mantis que ya le costaba tenerse en pie, tuvo que apoyarse en Ogrim para no caer de la impresión. Era solo por su evidente debilidad y por la insistencia de Hollow que no le habían atado las manos.
Sin embargo, en medio de toda aquella blancura, había un punto negro, literalmente hablando. En un rincón junto al gran portón de entrada había una estatua negra algo inquietante. Esta representaba a un bicho con cuatro brazos, ocho ojos y numerosos cuernos en su cabeza. Llamaba la atención el contraste que hacía la escultura con la pulcritud del resto del lugar, pero al parecer aquello era más que un adorno, pues el grupo antes de entrar al castillo procedió a dedicarle algunas oraciones a la imagen.
Orquídea observó con curiosidad como los bichos cerraban los ojos y juntaban las palmas mientras murmuraban algo ininteligible. Vaya cosa curiosa, hasta donde recordaba el Rey Pálido no apoyaba que veneraran a otras deidades, solo buscaba atención para sí mismo, el rey actual parecía ser muy distinto.
Cuando todos terminaron sus rezos, la mantis no pudo evitar soltar un comentario al respecto.
—No imaginé que fueran del tipo religioso.
—Bueno, nuestro rey es un ferviente creyente del Señor de las Sombras y él mismo asegura haber sido favorecido por él —explicó Ogrim.
—Ah, un soberano sin carácter que espera que las soluciones a sus problemas les sean concedidas por un dios. —No le importó sonar maleducada, ella siempre sintió desprecio por los bichos que confiaban su destino en los dioses.
—El Señor de las Sombras no es un dios que te arregle la vida, te da las herramientas para que la arregles tú mismo. Aunque dicen que es algo caprichoso y ocasionalmente hace algún milagro.
Ogrim se las arregló para esconder la molestia que le provocó el comentario de la hembra, la edad lo había hecho sabio y conocía la inutilidad de pelear con una mantis debilitada, además, ella misma se tragaría sus palabras cuando conociera al rey en persona.
El grupo ingresó al palacio donde un grupo de sirvientes corrió a recibirlos y verificar si necesitaban algo. A Orquídea le llamó la atención que algunos de estos insectos eran de las razas que ya conocía, como escarabajos o grillos, mientras que otros pertenecían a la misma curiosa especie de Hollow, al parecer era toda una raza la que había llegado a colonizar aquellas tierras.
Analizó al grupo de contenedores con la mirada y no le parecieron muy fuertes, hasta donde veía, Hollow era el único guerrero decente de toda esa tropa de alimañas.
—Llama a los guardias para que escolten a esta mantis a los calabozos —le dijo Ogrim a uno de los sirvientes.
—¡......! —Inmediatamente Hollow se opuso a esto, obviamente no podía decir nada, pero era obvio lo que quería comunicar.
—Recuerda que es una criminal Hollow. Estaba cazando en territorios de la reina Clara sin autorización. No puede quedar sin castigo.
—...... —Se acercó a Orquídea y la tomó de la mano, inmediatamente el rostro de la chica se tiñó de rojo, cosa que no pasó desapercibida para nadie.
Los sirvientes que observaban la situación entonces notaron el hecho de que la mantis llevaba la capa de Hollow. Los contenedores obviamente no sabían el significado de esto, pero los demás no tardaron explicarles discretamente.
Pronto incluso los cuatro contenedores en entrenamiento se enteraron del contexto de la situación y los murmullos no tardaron en expandirse, el único que no sabía nada era Hollow. Y esto tenía a Ogrim muy nervioso, ahora definitivamente no quería que Hollow se apegase a esa criatura.
—¡No puedes cuidar a esa mantis, es una delincuente!
—..... —Hollow hizo un gesto que significaba debilidad.
—Que esté débil no la excusa. Además ¿Donde piensas alojarla?
—..... —Se señaló a sí mismo comunicando una respuesta que dejó a Ogrim alarmado.
—¡Hollow! ¡No puedes tenerla durmiendo contigo!
El rostro de Orquídea que ya estaba rojo pasó a encenderse al punto de parecer una bengala, incluso comenzó a sentirse mareada ante la perspectiva de compartir habitación con el caballero ¿Dormir en el mismo cuarto que él no supondría un problema? Quizás no tenía suficientes camas, si fuera ese el caso entonces tendrían que compartir lecho y....
La mantis se tambaleó abrumada por las montones de ideas que se le pasaban por la cabeza, incluso Hollow tuvo que sujetarla para que no se cayera, lamentablemente el contacto físico con él solo la ponía peor. Mientras tanto, Ogrim se tapaba la cara con sus garras lamentando la falta de sentido común del muchacho.
—Hollow tú no entiendes nada....
Los cuchicheos de los que observaban está situación comenzaban a elevarse hasta el punto de rayar en el descaro, y Ogrim estando a cargo de este montón de "niños" obviamente no podía permitirlo.
—¡Ya basta! ¡Todos de vuelta a su trabajo! Ustedes cuatro —Se dirigió a sus cuatro alumnos— más tarde quiero hablar con ustedes. En cuanto a ti... —Esta vez se dirigió hacia Hollow que sujetaba a la mantis buscando resguardarla.
Ogrim conocían bien a este caballero, tenía una naturaleza protectora y era sumamente terco, sin importar lo que hiciera no iba a abandonar a esa criatura a menos que esta misma lo traicionara. Suspiró derrotado y consideró sus opciones, las cuales no eran tantas.
—De acuerdo, lo haremos a tu manera. Llevaremos a la Lord a la habitación de invitados que está cerca de la mía (así la puedo mantener vigilada). Pero ante la primera conducta agresiva que presente, se va al calabozo ¿Entendido? —Hollow estuvo de acuerdo con el trato y con un asentimiento de cabeza le indicó a Orquídea que los siguiera.
La pobre insecto tenía algunos problemas para seguirles el paso, estaba muy débil y le dolía todo el cuerpo, sus piernas no tenían fuerza y sentía que se dormiría en cualquier momento. Odiaba estar tan vulnerable y odiaba aún mas no tener la capacidad de acabar con esa humillación, ahora era la invitada de los invasores, quienes la habían salvado y además le estaban proveyendo de cama y cobijo. Ojalá tuviera alguna arma a su alcance, con toda la sangre que ya había perdido seguro bastaría una herida más para matarla.
Mientras caminaban por los diáfanos pasillos del palacio, Orquídea notó como cada insecto con el que se encontraban saludaba respetuosamente a su caballero silencioso y muchos le dedicaban una mirada de admiración. Al parecer era muy querido entre todos, incluso pudo notar a varias hembras que le dedicaban miradas seductoras.
Una profunda rabia se instaló en su pecho ante la perspectiva de que alguna de esas bastardas se acercara a su caballero... Y cuando se dio cuenta de esto quiso golpearse a sí misma ¿Desde cuándo él era suyo? ¿Y qué le importaba a ella con quién se relacionará él?
Suspiró apesadumbrada. Quizás sus hermanas tenían razón y estaba enferma, esos sentimientos no eran normales y solo la hacían sentir mal. Hollow era un macho apuesto y fuerte, seguro que ya había tenido numerosas amantes, incluso quizás algunos bastardos por ahí... O quizás no. A diferencia de las mantis que tienen sus hijos y estos son criados en conjunto por toda la tribu, los demás bichos tendían a agruparse en familias que cuidaban solo de sus propias crías. Si Hollow tuviera alguna, esta andaría revoloteando cerca de él, vaya alivio... ¿Pero por qué se sentía aliviada?
Iba tan perdida en sus pensamientos que no se dio cuenta de que ya habían llegado a su habitación. Orquídea entró en el cuarto de forma automática y se dejó caer sobre la mullida cama, su cuerpo ya no aguantaba más. Sin embargo, en cuanto entró en contacto con el lecho, quedó impresionada por la suavidad de este, nunca había tocado algo tan exquisito, comenzó a presionar la cama y a refregarse contra las sábanas encantada con su textura.
Mientras la dama se relacionaba con el lugar donde dormiría, Ogrim y Hollow mantenían una última conversación.
—Hollow, quiero que sepas que no estoy de acuerdo con esto. Tradicionalmente las mantis siempre han sido opositoras al gobierno del rey. Son desconfiadas, salvajes y violentas, tienes en tu castillo a una asesina profesional ¡Podría atacar a Big!
—..... —Hollow hizo nuevamente el gesto que significaba debilidad.
—Está débil ahora, pero en algún momento se recuperará. No me agrada la idea de tener a ese monstruo suelto, además es sospechosa, las mantis nunca salen de su territorio, eso no lo puedes negar, aquí hay algo turbio.
—...... —Hollow sacudió la cabeza negándose a aceptar las palabras de su amigo.
—Hollow... Estás de su lado solo por esa historia suya del rechazo de sus hermanas. Pero tú no sabes que secretos oculta en su corazón, podría ser una harpía traicionera ¡Mírala!
Ambos dirigieron su mirada hacia la mantis que estaba en la cama restregándose contra las sábanas con una expresión de completa felicidad. La verdad en ese momento lucía más adorable que letal. Pero en cuanto la mantis se percató de las miradas que estaban sobre ella, retomó rápidamente una postura más digna y le arrojó una almohada en la cara a Ogrim.
Percibiendo la molestia de la mantis dejaron de prestarle atención. Entonces Ogrim y Hollow intercambiaron miradas.
—..... —El caballero se cruzó de brazos y lo miró de tal forma que se podía adivinar el comentario sarcástico que se ocultaba en aquel gesto.
—¡Está bien! ¡Haz lo que quieras! Pero si llega a ocurrir algún problema tú eres el responsable. De todos modos ya eres un adulto.
—..... —Asintió demostrando su total determinación en aquel asunto.
El escarabajo suspiró derrotado y le pidió que saliera del cuarto para dejarla a su invitada tranquila.
Orquídea los miró salir sin decir nada, solo se mantuvo quieta en su cama con una postura severa y vigilante. Ogrim entrecerró los ojos al verla así. Antes de salir y cerrar la puerta decidió dedicarle unas últimas palabras.
—Mas tarde se te traerá algo para comer, mientras tanto, no tienes autorización para salir. Mañana tendrás una audiencia con el rey, él decidirá tu destino. Te estoy vigilando, no intentes nada.
Luego de entregar su mensaje el escarabajo desapareció detrás de la puerta, la cual emitió un ligero "click", el cual daba a entender que había sido cerrada con llave.
Orquídea soltó un suspiro y se arrojó contra la cama, su cuerpo reclamaba el descanso, y el sueño la tenía al borde del colapso ¿Cuánto tardaría su cuerpo en reponer la sangre perdida? Vaya situación más patética. En su tribu la hubieran dejado morir, ojalá estos tipos lo hicieran.
Todo parecía ir de mal en peor, cada vez se veía más humillada y su ego más destrozado ¿Cuando acabaría su tormento? En aquel momento en el cual la angustia ya la sobrepasaba simplemente colapsó. Cerró los ojos y dejó que una lágrima solitaria rodara por su rostro, entonces se entregó al consuelo de sueño.
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Probablemente alguien se pregunte a que me referí con la corona de la mantis, pues resulta que un día me topé con esta imagen.
La verdad me hizo mucho sentido, eso es lo que llamo corona.
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