Lealtad y Amor
—¡Pero entiendan de una vez que yo no tengo nada que ver con los niños robados! —Gritó Cris exasperado
—¡Cállate mantis! —Uno de los arácnidos que custodiaban su celda pateó las rejas— ¿En serio esperas que te creamos con todas las pruebas en tu contra? Llevabas la misma ropa que el ladrón y tenías en tus garras uno de los preciosos trajes que la mismísima reina tejió para sus retoños ¿Cómo explicas eso?
—¡Ya se los dije! Un bicho me vistió con sus ropas y me pasó ese trapo.
—¡Cómo te atreves a llamar trapo a las ropas de la reina Hornet! ¡Miserable! Jamás en tu vida podrás tener entre tus garras seda de tal calidad ¡Ahora deja de mentir y confiesa qué hiciste con los niños!
—¡Yo no miento! ¡Déjenme salir!
—Es cierto que siempre desprecié a las mantis, pero tenía la creencia de que al menos eran seres de honor que no cometerían semejantes actos cobardes.
Estas palabras ofendieron a Cris quien se arrojó contra las rejas y sacó las garras a través de los barrotes buscando darle un escarmiento a aquella araña insolente, pero su objetivo brincó hacia atrás evitando el daño.
—Ja ¿Quieres matarme? Claro, esa es la única forma en la que ustedes bestias incivilizadas saben arreglar las cosas.
—Ven aquí y pelea ¡Te revolveré el cerebro hasta que entiendas que yo no hice nada!
—Ya te quiero ver intentarlo.
—¡SE CALMAN LOS DOS! —Gritó una voz autoritaria.
La reina araña había llegado a la escena.
Hornet entró con paso firme asentando un silencio solemne en los presentes. Su mirada era fría y terrible, se podía adivinar la furia escondida atrás. Cris se estremeció en su sitio, recordaba a la reina araña de su enfrentamiento contra las Lords y en ese momento se preguntó cómo alguien podía cambiar tanto.
Cuando la vio en la reunión le pareció una hembra demasiado pequeña y no particularmente letal, alguien de quien no era necesario preocuparse, pero ahora parecía un monstruo, un ser horrible y feroz capaz de arrancarle la cabeza con sus manos desnudas ¿Esta era la furia de una madre que había perdido sus crías?
La mestiza caminó hasta la reja del prisionero y lo observó en silencio durante una eternidad.
—Dime donde están mis hijos ¡Ahora!
—Yo no lo sé, yo no robé a sus niños —replicó con voz temblorosa.
De pronto una aguja atravesó la reja y quedó a escasos centímetros de la cabeza de Cris.
—Estoy dispuesta a ser benevolente y perdonarte la vida si me entregas a mis hijos ahora.
—Pero de verdad no sé...
Un golpe en la reja obligó a la mantis a retroceder.
—Mira maldito, si no me regresas a mis hijos, toda tu tribu sufrirá las consecuencias. Entre los niños secuestrados está la heredera de Nido Profundo, la araña destinada a gobernar todo este territorio a futuro. Un ataque contra ella, es un ataque contra el pueblo de las tejedoras, y si una mantis lastima a esa niña ¡Toda la tribu pagará el precio! ¿Me entiendes lo que estoy diciendo?
—Sí entiendo pero... Yo no secuestré a esos niños... Fue otro bicho.
—Suficiente, no se puede hablar contigo.
Hornet se dio media vuelta, su capa se agitó detrás de ella dándole un aire más dramático a la escena. Los guardias del lugar le hicieron una reverencia a modo de despedida y Cris se arrojó contra la reja pidiendo clemencia.
—¿Una mantis pidiendo piedad? ¿Pero qué mala broma es esta? ¿Desde cuándo una mantis suplica? —Se mofó Hornet.
Aquello era verdad, en circunstancias comunes a Cris no le hubiera preocupado una guerra contra las arañas, hubiera confiado plenamente en la capacidad de la tribu para repeler un ataque, al fin al cabo durante años mantuvieron a raya a las alimañans de ese territorio, pero ahora con una guerra civil en apogeo y con buena parte de la población muerta o malherida, estaban en clara desventaja, no sobrevivirían.
—No es justo que mi tribu pague por un error que he cometido solo yo —en una maniobra desesperada Cris trató de cargar con toda la culpa para que la tribu no se viera afectada, pero aquello resultaría contraproducente.
—Entonces... Admites que has tenido que ver con el secuestro de mis hijos.
—¿Queé? ¡No! Quiero decir... Yo no secuestré a nadie, solo estaba tratando de escapar de la gue...
Guardó silencio repentinamente, era imprudente revelar la delicada situación de la tribu a las arañas, pero a la vez no tenía otra forma de justificar su presencia en Nido Profundo, trató de pensar en una respuesta decente, pero Hornet no tenía tiempo para esperarlo.
—Ya han decidido su destino, esto es guerra. Sin embargo nosotros tendremos un poco más de decencia que ustedes y en lugar de atacar vilmente por la espalda, realizaremos una declaración formal.
—¡No puedes hacer esto! ¡Mi pueblo no tiene nada que ver!
—Lo siento mantis, pero tengo más pruebas de su culpa que de su inocencia.
Cris no tuvo como replicar a esto, abatido se dirigió hacia el fondo de su celda donde se acurrucó en un rincón a lamentar su existencia.
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—Princesa, princesa ¿Me extrañó princesa? ¿Extrañó a su querida cuidadora que tanto la quiere? ¿Cómo está la princesita más bella de todo el reino?
Silky reía feliz en las manos de Ania, ella al menos no tenía recuerdos malos de la criada, a diferencia de sus hermanos que estaban en un rincón lo más lejos posible de ella. Ren estaba acurrucada llorando en silencio, mientras que Chester estaba frente a ella en actitud protectora gruñendo de disgusto.
En la habitación habían otros dos individuos, una langosta con su rostro plagado de cicatrices y un arácnido vestido con las ropas más elegantes que se podían encontrar en Nido Profundo.
Ambos lucían muy molestos, pero quién se veía particularmente amargado era la araña, le irritaban las morisquetas y gracias que hacía la hembra para entretener a la bebé con la que estaba jugando.
—¡Ania por favor! ¿Quieres callarte? Estamos en una reunión importante concretando negocios.
—Pero Clay, la princesa se aburre.
—Me importa un pimiento que se aburra, nosotros no somos sus payasos personales para entretenerla.
—¡Pero como puedes decir eso! ¡Es la heredera de Nido Profundo! Debemos protegerla y cuidarla...
—Corrección, era la heredera de Nido Profundo.
—¿Qué quieres decir? —Ania acercó a la niña a su cuerpo en actitud protectora.
—Quiero decir que esa niña debe ser eliminada.
—¡QUEEEEEEEEE! ¡NO PUEDES HACER ESO! Entiendo que quieras matar a los otros dos ¡Pero es la princesa!
—¡Claro que puedo! ¿Por qué crees que mandé a raptar a estos mocosos? Para matarlos y presionar a la reina para que tenga crías nuevas con otro macho. —Ania le dedicó una mirada reprobatoria.
—¿Y por qué piensas que Hornet tendría hijos con otro arácnido? Ya se comprobó que esa cochinilla puede engendrar arañas.
—Es verdad, pero si logro convencer a la comunidad de que es peligroso que un heredero sea hijo de una cochinilla por los enemigos que despertaría, entonces Hornet se vería obligada a tener crías con una araña sangre pura ¡Y adivina a quien elegirán! No hay mejor candidato que yo, una araña de alta alcurnia, de una de las familias más importantes de Nido Profundo.
—No sé, si yo fuera la reina buscaría a alguien con más cerebro.
—¿Qué quieres decir?
—Este plan de secuestrar a estos niños no me parece muy brillante. Hornet quedará destrozada, no creo que tenga ganas de tener hijos en un tiempo, además ¿Qué piensas hacer con los bebés?
—¿Pues que más? Matarlos.
—¿¡QUEEEEEEEEE!? —El grito que lanzó fue tal que hasta la pequeña Silky se quejó—. Ya ya mi niña, lo siento, no quise asustarte.
—¿Por qué reaccionas así? Es lo más lógico, si quiero hacerme con la paternidad de un heredero debo eliminar a la competencia.
—No lo permitiré, si quieres mata a los otros ¡Pero a la princesa no la tocas! —Siseó Ania apretando a la cría contra ella.
—Es hija de una cochinilla, no deberías protegerla.
—Pero es la heredera, una cría hermosa con una seda exquisita, que se ve crecerá mucho y será una reina grandiosa. Ya juré lealtad a ella, debo velar por su bienestar.
—Ya le podrás jurar lealtad a mis hijos después.
—¡No! No te dejaré, le diré a la reina.
—Terminarás con una aguja atravesando tu garganta antes de que puedas decir cualquier cosa, tú deberías estar muerta, han estado buscando tu cuerpo como locos. Además piénsalo, soy tu pase al perdón y el retorno a tu vida de antes, cuando me posicione bien dentro de la realeza abogaré por ti.
—No... ¡No! —Ania retrocedió con la cría en sus brazos.— ¡No estoy de acuerdo con esto! ¡Ya tenemos una heredera perfecta! No la puedes matar. Y tampoco es seguro que Hornet te elija como padre. Recuerda que durante años trate de hacer de Celestina para que ustedes terminaran juntos y al final se quedó con la cochinilla.
—Ania, dame a la niña. —Clay se acercó a su prima, pero ella retrocedió.
—¡No!
—¡Dámela!
—¡Quítamela si puedes! Eres un blando, una araña vaga que se la pasa descansando todo el día, tú no sabes pelear, tu único talento es gastar dinero.
—¿Que solo sé gastar dinero? Bueno... Quizás tengas razón... Rex, quítale a la niña.
Ania era una araña bastante atlética y fuerte, sobresalía de lo normal, pero aún así no estaba capacitada para enfrentar a alguien del nivel de Rex, fue incapaz de asestar un solo golpe o de usar su veneno corrosivo, la langosta jugó con ella como quiso y la dejó tan apaleada que terminó en el suelo chillando de dolor y frustración mientras veía al caza recompensas alejarse con la niña en brazos.
—¡Cómo le puedes hacer esto a tu prima? Teníamos un pacto, juntos llevaríamos a Nido Profundo a la gloria... Y hora me traicionas así.
—Deja de quejarte —Clay se acercó a ella y la miró con severidad— No es como que hayas hecho un buen trabajo, no lograste conseguir a Hornet para mí, ni pudiste eliminar los huevos. Deberías agradecer que te tenga bajo mi protección, arriesgo mi cuello al cuidarte.
—¿Arriesgas tu cuello? ¡Yo soy la única que ha arriesgado algo aquí! ¿Qué has hecho tu? ¿Esparcir chismes que nadie cree? Que gran sacrificio.
—Ah, suficiente de esto, de todos modos no sé que pretendes salvando a esta cosa, no te beneficiará en nada, la reina te seguirá odiando, no obtendrás su perdón tan fácil.
—¡Yo no hago esto por beneficios! ¡Yo soy leal a Nido Profundo!
—Claro lo que digas.
Clay le dio la espalda a la hembra mientras esta chillaba y lanzaba insultos a diestra y siniestra. Se dirigió hacia la langosta que había contemplado la escena con total calma, aunque por dentro se sentía muy incómodo.
—Ignórala, sus protestas no tienen relevancia en nuestro trato.
—Lo sé. Ahora, ya conseguí a los niños que me pediste, por lo que es hora de mi paga.
—¿Disculpa? Tu trabajo aun no termina, tienes que eliminarlos, de hecho no sé por qué no lo hiciste en cuanto los tuviste contigo.
—Eso nunca estuvo pactado ni en el trato ni en el precio.
—Ah, maldita alimaña ¿Quieres más dinero? —Sacó su monedero que rebosaba de dinero y lo abrió para sacar algo de geo—. Debí imaginarlo, las escorias como tú solo se mueven por la codicia, son inca...
—No.
—¿Eh? —Clay se detuvo y lo miró con incredulidad— ¿Qué dijiste?
—No voy a matar a esos niños, no hago esa clase de trabajos, por regla general no mato ni niños ni madres... Bueno, si la hembra es una desgraciada podría considerarlo.
—¡Por favor! No me vengas con que ahora tienes moralidad ¡Eres un maldito mercenario! ¿A cuántos has matado antes? ¿Qué importan tres larvas?
—Mira bastardo, es verdad que he matado a decenas de bichos antes, pero siempre fueron adultos con el corazón podrido, jamás he tocado a una larva inocente, todavía tengo mis límites.
—Pero qué hipócrita más grande.
—No es hipocresía, yo no me las doy de buena persona, sé lo que he hecho y lo que soy y lo acepto. He cometido muchas atrocidades, algún día pagaré por mis crímenes y moriré de forma horrible, mis decisiones me llevaron por este camino y las asumo, soy una basura de la peor calaña y jamás fingiré ser algo que no soy, a diferencia de otros que por fuera se muestran como nobles intachables y por debajo son escoria.
Clay corrió hasta el saltamontes indignado dispuesto a darle una bofetón por su insolencia, pero en cuanto estuvo cerca se lo pensó mejor retrocedió.
—No me compares con basura como tú. —Siseó furioso.
—No lo hago, tengo respeto por mí mismo.
—¡Suficiente! ¡No aguantaré está insolencia! ¡Olvídate de tu paga!
—¿De verdad? Jo, que mal, quizás debería pasarme a saludar a la reina y tener una agradable conversación con ella, seguro le encantará tener noticias de sus niños y conocer este adorable escondite secreto...
—¡Está bien!
Clay destilando furia en cada movimiento sacó su monedero, cogió las piezas de geo pactadas y las arrojó contra una mesa.
—¡Ahí está tu paga! ¡Ahora largo de mi vista!
—Un placer hacer negocios con usted. —Había sarcasmo en cada palabra.
La langosta dejó a Silky en el suelo, recogió su paga y se fue sin decir nada más.
La niña miró a Clay y a Ania que estaba tirada en el piso llena de dolor y corrió hasta ella, tenía miedo, tanto miedo que ni siquiera lloró cuando Rex le dio una paliza a la ex criada, pero ahora que se había ido lloraba expresando su terror.
—Tranquila princesa, todo estará bien.
—Deja de darle falsas esperanzas Ania —Clay cogió a la niña y esta se retorció llorando—. Ya no se consiguen buenos lacayos en estos tiempos, pensar que tendré que matar a estas cosas. Ania ¿Puedes hacerte cargo tú?
—Mato a los otros dos solo si perdonas a la princesa.
—No me sirve. —Le dio la espalda y se dirigió hacia una mesa donde tenía una enorme aguja—. Esto es increíble, tener que hacer estas cosas yo mismo ¡Soy un noble! Yo no debería ensuciarme las patas con esto, maldita mocosa...
Aplastó a la niña contra la mesa y levantó la aguja lista para ensartarla en el pequeño cuerpo, entonces miró a la cría, sus ojos llorosos, sus patas recogidas y su cuerpecito tembloroso. Apretó su agarre contra la aguja, tragó saliva y su mano tembló, solo tenía que bajar la aguja y enterrarla en aquella carne blanda, pero no era tan fácil, mucho menos para alguien que ni siquiera había cazado su comida por si mismo alguna vez.
—Que pasa Clay ¿Acaso no puedes hacerlo? —Se burló su prima—. Si no te apetece matarla con una aguja hay otras formas, podrías meterla en un paño y azotarla, o darle de comer veneno o una fácil, arrojarla a un pozo de ácido, esa es muy conveniente porque ni siquiera quedarán rastros de sus caparazones.
—¡Cállate!
—Ja, no es tan fácil ¿Cierto? Eres un blando, muchas palabras pero incapaz de hacer algo por ti mismo ¿Y así pretendes subir tu estatus?
—¡Suficiente!
Clay dejo la aguja a un lado, agarró a Silky, luego fue por sus hermanos y los metió en una jaula, la cubrió con una tela y la tomó listo para llevársela.
—¿A dónde vas? —Ania hizo un esfuerzo por ponerse de pie a pesar del dolor de la paliza que le habían dado.
—A Tierras Verdes.
—¿Para? ¿A dónde llevas a la princesa? No me digas que si los vas a tirar a un pozo de ácido.
—No.... Los dejaré allá.
—¿Con la reina Clara?
—Claro que no, me cuestionaría por qué tengo a los niños. Los abandonaré en la selva, para que alguna bestia se los coma... De hecho, tengo en mente a un ser en particular para que clave sus garras en ellos.
—¿Quién? —Ania caminó hasta él tambaleando.
—Un ser muy antiguo y voraz, una criatura enorme de 6 ojos a quien ninguna presa se le escapa nunca.
—¿No estarás hablando de... Él? ¿En serio pretendes cruzar la jungla para dejar a los niños allí? Ya sabía que eras un idiota pero esto es demasiado.
—Cállate criada de cuarta.
—¡Cómo te atreves! ¡Soy tu prima!
—Y una estúpida que renunció a su estatus de noble y negó a su familia solo para servir a esa patética reina ¡Y mira quien te recibe al final!
—No hables así de su majestad.
—Pues su majestad te odia y no quiere verte, busca tu muerte y jamás te escuchará, lo único que te queda es aferrarte a tu estúpido primo y obedecerlo en todo, para que cuando sea el consorte de la reina, vele por tu seguridad ¡Así que no me cuestiones y espera aquí callada!
—Pero...
—Adiós Ania, te veré más tarde.
La araña solo pudo ver con impotencia como su primo se llevaba a los niños hacía su perdición ¿Pero que podía hacer ella si nadie estaba dispuesto a escucharla?
.......................................
Los tres días de descanso de Orquídea pasaron más rápido de lo esperado y la mantis ahora se sentía a rebosar de energía, su cola había vuelto a su tamaño normal, ya no dolía y finalmente esas ansias por comer habían desaparecido, estaba lista para volver al trabajo y entrenar caballeros.
Aquel día transcurrió con normalidad, desayunó con su pareja, charlaron un rato y luego cada uno se fue a realizar sus tareas respectivas, él a liderar un escuadrón de caballería y ella a unirse a Ogrim en los adiestramientos para los nuevos integrantes que defenderían el reino a futuro.
La mantis fue muy bien recibida por los reclutas y luego de los saludos de rigor, el entrenamiento empezó.
—Oye... —Le dijo una libélula al escarabajo que practicaba con ella.— Se ve que Orquídea está de muy buen humor.
—¿Por qué lo dices?
—Está más sádica que de costumbre.
—Sí... Creo que tienes razón, ya hasta me duelen los cuernos.
—¡Hey! ¿Qué pasa allí? —Gritó la mentada mantis.
Los reclutas dieron un salto de la impresión y la miraron con temor.
—Si tienen tiempo para charlar seguro tendrán tiempo para correr. Quiero que le den 10 vueltas al gimnasio ¡Ahora!
—¡Sí señora! —Gritaron al unísono.
Y así transcurrió la sesión de entrenamiento, fue muy productiva para todos los reclutas y para la entrenadora también, pues para su alegría algunos de sus estudiantes la retaron a duelo. Fue maravilloso para la mantis volver a empuñar un arma y batirse a duelo con alguien, aunque fuera un aprendiz que no le llegaba ni a los talones. De todos modos no fue demasiado dura con ellos y luego de la pelea, les dio un discurso bastante motivador que los dejó con los ánimos encendidos, listos para desafiarla en el futuro.
Una vez concluido el trabajo, Orquídea fue a darse un baño relajante, a comer algo y a prepararse para sus clases de lenguaje de señas, estaba determinada a tener una conversación decente con un contenedor algún día. De momento seguía estudiando y practicando con Soul y componiendo frases sencillas.
Pero esta vez por alguna razón no lograba encontrar al ser de ocho ojos por ningún lado. Fue al sitio de sus reuniones habituales y nada, fue a algunas habitaciones cercanas y a los aposentos del bicho y no había rastro de él. Algo preocupada se disponía preguntar a la servidumbre por él, pero hubo algo más sospechoso que captó su atención. Ogrim y Green corrían por los pasillos juntos hacia algún lugar, eso sin duda era extraño, así que llamó su atención.
—¡Hey! ¿Qué sucede?
—¡...................! —Green se apresuró a contestar con una exagerada pantomima que Orquídea apenas pudo interpretar.
—¿Hornet y Quirrel están de visita?
—Veo que vas mejorando en esto —La felicitó Ogrim— pero el mensaje es algo más complejo, Hornet y Quirrel están aquí, pero parecen tener problemas graves.
—Oh...
—Ven, están en la oficina de Big, ya eres parte de la familia así que deberías enterarte de todo esto.
Esas palabras alegraron a Orquídea, sentirse parte de algo era muy importante para ella, por eso los siguió muy ilusionada, pero toda alegría murió ante la escena que le tocó presenciar.
El despacho de Big estaba muy concurrido ese día, la mayoría de los ocupantes eran contenedores, allí estaban Shadow, Izuri y Soul, a quien había estado buscando, además en el centro de todos se encontraba el rey sentado de rodillas abrazando a Hornet que se deshacía en lágrimas. Jamás vio a alguien llorar de forma tan desgarradora, cerca de ellos Quirrel también estaba presente y lucía tan desolado como su esposa, de hecho Hollow lo tenía abrazado en un torpe intento por consolarlo.
—¿Qué pasó aquí? —Preguntó la mantis.
—¡Tu pueblo me robó a mis niños! ¡Maldita mantis! —Gritó Hornet enrabiada, aunque luego de ver el rostro de estupefacción de Orquídea se calmó— Lo siento... Esto no es tu culpa, tú no tienes nada que ver...
—Si es algo relacionado con mi pueblo a mí me importa.
—Es que... Ellos.... —Hornet no pudo continuar, porque las lágrimas anegaron sus ojos impidiéndole hablar, de modo que Quirrel tomó la palabra.
—Secuestraron a nuestros hijos, se los llevaron y... Una mantis fue encontrada llevando la misma ropa del secuestrador, además tenía entre sus garras la capa de Chester...
—¿Y esta mantis confesó?
—Niega todo.
—¡Entonces debe ser inocente!
—¡Todas las pruebas la acusan! —Gritó Hornet.
—¡Pero una mantis jamás haría algo así!
—Una mantis jamás abandonaría su territorio a menos que fuera para abandonar su tribu para siempre como lo hiciste tú ¿Qué haría un mantis en Nido Profundo?
—Pues... No lo sé... Pero seguro debe haber una explicación para todo esto...
—No la hay, no la hay ¡No la hay! —Hornet estalló de nuevo en llanto y Big la abrazó.
—¿Y que piensan hacer ahora?
—Guerra... —Gruñó Hornet.
—¿¡Qué!? ¡No pueden estar hablando en serio! Primero deberían recolectar evidencia y...
—No hay más evidencia —intervino Quirrel con una seriedad muy rara en él—, además de que tampoco tenemos tiempo de buscarla, esta fue una ofensa grave que requiere de un castigo inmediato, si no hacemos valer nuestros derechos y no demostramos nuestro poder el pueblo perderá la confianza en la reina y crecerá la inseguridad, aún si no recuperamos a los niños debemos hacer pagar a los culpables.
—Pero las mantis no fueron... No tienen razón para esto, ellas...
—Orquídea, entiendo que quieras tener fe en los tuyos, pero tú abandonaste tu tribu, ya no eres parte de ellos y ya no vives en su territorio, no sabes cómo están las cosas allá.
—Pero no pueden haber cambiado tanto en cuatro meses... A menos que hubieran asumido nuevos Lords... —Entonces recordó aquella pesadilla que había tenido días atrás donde sus hermanas eran asesinadas por la tribu— ¡Quiero hablar con la mantis capturada!
—Lo siento, no podemos permitirlo.
—¿Por qué? ¡Exijo ver a ese mantis!
—¡Tú no tienes derecho a exigir nada! —Espetó Hornet— Quizás seas la pareja de mi hermano y la madre del heredero de Hallownest, pero no tienes autoridad ni peso político alguno.
Orquídea sintió una tentación tremenda de revelar su verdadera identidad, pero por su honor y amor propio, mantuvo silencio.
—Además, estos son asuntos internos del Nido Profundo y si... He venido aquí es para... —Hornet empezó a llorar de nuevo— Despedirme... Snif.
—¿Qué?
—Iremos a pelear a la guerra —explicó Quirrel—. Pero no es seguro que regresemos vivos de esto.
—Big... Quiero pedirte algo —Sollozó Hornet— Si algo llega a pasarme, por favor cuida de las arañas, protege Nido Profundo.
—Lo haré, te lo prometo Hornet.
—¡Yo pelearé a tu lado!
Una voz se alzó entre todos y a Orquídea casi se le detiene el corazón.
—¿Hollow? —Exclamó Hornet con sorpresa— ¿Pero qué me estás diciendo? ¿De verdad pretendes ir a pelear a la guerra? Ya no eres una sombra ¡Podrías morir! Además vas a ser padre dentro de poco, piensa en tu familia.
—¡Eso hago! Tu eres mi familia y no puedo abandonarte.
—¿Y que hay de la mía? ¿Qué pasará con las mantis?
—Lo siento Orquídea —le dio la espalda incapaz de mirarla a los ojos.
La mantis no pudiendo soportar la situación salió corriendo de allí, no podía creer que le hubieran dado la espalda, que prefirieran creer en las pruebas antes que en las palabras de una mantis, que buscaran el conflicto antes que una pacífica solución hablando, atacarían antes de recabar información sin siquiera escuchar razones, estaban actuando igual que... Una mantis.
Apretó las garras de frustración, ellos ni siquiera intentarían dialogar porque las mantis nunca dialogan, era simplemente una perdida de tiempo. En realidad tenían lo que se merecían, durante años sembraron violencia, eso era lo que cosechaban, pero ya era tarde para recapacitar, serían atacados por sus enemigos de toda la vida y lo que era peor, se alzaría contra ellos un guerrero implacable con la fuerza suficiente para enfrentarse a un Dios, y ella no estaría ahí para defender su territorio, esto era lo peor que le podía pasar a la tribu, la perdición y el horror.
Pero ella no se daría por vencida, no podía quedarse de brazos cruzados mientras sus dos familias se enfrentaban en una batalla mortal, así que tomó una decisión, iría a Nido Profundo a interrogar a esa mantis y averiguaría toda la verdad detrás de la desaparición de esos niños.
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Yujuuuuuuu, otro capítulo, no creo que el que sigue salga muy rápido, me toca uno de esos capítulos con batalla detallada y son algo engorrosos de hacer.
Por cierto que estaba sacando cuentas.... Y a este fic le deben quedar unos 3 o 4 capitulos, 5 si es que me alargo mucho con algo. Jo... Pensar que después de casi dos años finalmente esto va a acabar.
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