Lágrimas de Caballero
La guerra entre las mantis y las arañas ya se había desatado y demostraba ser un evento tan horrible como cruel. Cadáveres de bichos de ambos bandos se sumaban a las antiguas carcasas de las batallas de antaño que aún permanecían en el campo, como un recordatorio de la ferocidad de la guerra, pero aquellos cuerpos añejos no eran suficientes para disuadir a los bichos de alzarse en armas una vez más, la supuesta ofensa de las mantis había sido demasiado grave.
Pero a diferencia de las luchas anteriores, donde un montón de insectos sin mente sucumbían ante el poder de las mantis, el enfrentamiento actual se inclinaba en favor de Nido Profundo. Las arañas eran rápidas y hábiles, poco a poco iban ganando terreno y obligando a sus adversarios a retroceder. Ni aún con las Lords luchando la tribu era capaz de hacer frente a la amenaza, o al caballero silencioso que ahora lucía como un monstruo sediento de sangre.
En realidad no era solo él el problema, la reina araña y su consorte eran adversarios magníficos, en verdad los subestimaron cuando los conocieron, todas las mantis pensaron que sería una victoria sencilla, matar a la reina marcaba automáticamente la derrota de Nido Profundo y por eso mismo muchas se lanzaron contra ella buscando la gloria y el honor, pero solo encontraron el dolor y la muerte.
Luego de las primeras vidas perdidas, las mantis optaron por una postura más defensiva, buscando contenerla y esperando el momento apropiado para lanzar un ataque mortal, pero este no parecía llegar, el hilo encantado de la reina era un muro impenetrable que bailaba a su voluntad y quemaba al contacto, pero había un valiente dispuesto a tomar el riesgo de matarla y tenía un plan.
Tash estaba decidido a tener la gloria de la victoria, era la única forma de que Lavanda lo perdonara luego de secuestrarla, ahora ya no podía estar en su presencia porque de inmediato buscaba acabar con él, si ahora había cesado en su afán de asesinarlo era solo porque estaban en guerra y necesitaban a todas las mantis disponibles para luchar, en particular los individuos fuertes como él.
Listo para todo, el macho cogió una de las carcasas del piso y usándola de escudo se lanzó contra Hornet. El hilo dorado mágico golpeó el caparazón muerto y logró causar quemaduras menores en el mantis, pero no era nada comparado con el daño que se llevaba el cadáver, esto tomó a Hornet por sorpresa, el flujo de alma en su arma cesó, cosa visible por la disminución de su brillo, esta fue la señal que Tash necesitaba para atacar. Agarró las hebras y las destrozó con el filo de sus garras, dejando a la mestiza vulnerable por unos instantes.
Hornet reaccionó bien anteponiendo su aguja en una maniobra perfecta, aquel macho no era suficiente para someterla, pero no tenía la capacidad de ocuparse de él y al mismo tiempo poner atención a las dos hembras que se le venían encima. Bajó su defensa un momento para repeler a las dos mantis y Tash apuntó sus garras hacia el corazón de la araña.
Aquel filo mortal se aproximaba al pecho de Hornet, alcanzó a vislumbrarlo, su vida pasó frente a sus ojos, pensó con tristeza en su familia y amigos, en su reino y en las crías que perdió, no quería morir, pero....
Justo en el último instante, aquella que acechaba en las sombras buscando su momento para mostrarse se dejó caer. Desde el techo de aquella cueva Ania se desprendió y se arrojó sobre el mantis causando un daño horrible en su pecho. Tash de inmediato la apartó y tomó distancia para replantear su ofensiva.
La araña se volteó para observar a su antigua maestra y se le rompió el corazón al ver la rabia en sus ojos. Hornet no sabía como sentirse al respecto, tenía al frente a la criatura que casi mata a una de sus hijas, la sirvienta que le fue leal por tantos años, que la traicionó de la peor manera y que ahora le salvaba la vida.
El ataque furtivo de una mantis le recordó donde estaba y la situación que estaba viviendo, no tenía tiempo para sus conflictos personales, su prioridad ahora era vencer.
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La adrenalina de la batalla librada la hacía mantenerse en movimiento, pero con cada minuto que pasaba las energías adicionales se agotaban y el dolor de su cuerpo hacía aparición. Orquídea estaba exhausta, lo único que deseaba era tumbarse y dormir un rato, pero aquel no era el momento apropiado, estaba sucia con la sangre de su adversario, en un territorio agreste, el bienestar de su tribu peligraba y tenía tres larvas a su cargo que requerían atención y cuidados.
Lamentablemente su cuerpo no estaba en condiciones de seguir a ese ritmo sin un descanso, sus patas ya debilitadas se doblaron bajo su peso y la mantis cayó de rodillas. Su compañero corrió a auxiliarla asustado, tanto por el bienestar de su lord, como por el hecho de que sin ella no sabía como escapar de esa jungla.
—¡Mi Lord! ¿Se encuentra bien? ¿Sus heridas son muy graves?
—No te preocupes Cris, estoy bien... Solo... Agotada...
—Pues permítame discrepar. Quizás paró el sangrado de su pata con esas plantas pero necesita reposar, o en su defecto ayuda médica más elaborada.
—Pero no hay tiempo para eso, debo llevar a las crías con su madre —Orquídea logró ponerse de pie con algo de dificultad.
—En su estado no sé si sea capaz de llegar hasta la villa así como está, o de proteger a las crías y a usted misma. Recuerde que vamos a un campo de batalla, si las arañas la ven con las crías en una jaula podrían reaccionar mal pensando lo peor.
—Tienes razón... No puedo presentarme allá con los niños en estas condiciones...
Se tomó unos instantes para pensar en algún plan de acción apropiado, pero en su estado el solo estar en pie ya requería bastante esfuerzo, mucho más complicado se le hacía siquiera pensar en algo, aunque trató de concentrarse su mente se puso a divagar en pensamientos confusos y sin sentido donde cada imagen que veía evocaba algún recuerdo distante, pero de alguna forma eso logró ser de utilidad. La trayectoria de sus ojos se cruzó con una rama espinosa que activó una memoria relativamente reciente.
Examinó sus alrededores como si no hubiera estado los últimos 15 minutos ocupada en eso, pero con este segundo vistazo pudo reconocer el sitio, lo conocía y estaba cerca de un lugar donde podrían ayudarla sin hacer demasiadas preguntas.
—Cris, ya sé que hacer, ven ayúdame un poco.
Apoyándose en su compañero se abrieron paso por la jungla hasta alcanzar un camino rústico que los condujo a una cabaña perdida en los confines de aquel vergel, un lugar donde dos artistas le habían enseñado una importante lección.
La urgencia de atender a su lord hizo que Cris olvidara toda discreción o respeto, pateó la puerta de la cabaña y se metió a la fuerza dentro, pero en cuanto entró lamentó no haber tocado primero, pues le tocó presenciar una incómoda escena que involucraba a dos escarabajos besándose.
—¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHH!
—¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHH!
—¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!
Sin decir nada salió rápidamente de la cabaña cerrando de un portazo.
Cris bastante perturbado se sentó fuera de la cabaña donde Orquídea junto a los niños lo estaban esperando, su semblante pálido y acongojado no pasó desapercibido.
—Eh... ¿Estás bien?
—Vi... A dos escarabajos besándose....
—Sí, olvidé decirte que los ocupantes son pareja.
—¡Pero son dos machos! ¡Los machos no pueden tener crías entre ellos! —Cris no entendía que su Lord se mostrara tan tranquila.
—Claro claro, lo que pasa es que aquí los bichos no se hacen pareja necesariamente para tener crías, a veces se emparejan solo para compartir la vida sin tener hijos y algo como eso lo puedes hacer con cualquier tipo de bicho.
—Que... Raro...
—Sí, quizás un poco, pero cuando comprendes un poco mejor la situación ya no lo es tanto.
En eso, Sheo salió de la cabaña con rostro furibundo, pero todo rastro de enojo se desvaneció cuando vio a Orquídea mal herida junto al mantis macho y tres crías en una jaula.
—¡¿Orquídea?! ¡Pero qué te ha ocurrido! ¡NEIL! ¡VEN RÁPIDO Y TRAE BULBOS DE SABIAVIDA!
La oportuna atención de los dos machos con los implementos apropiados hizo que Orquídea se recuperara rápidamente, sus heridas se cerraron sin posibilidad de nuevo sangrado, sumando un par de cicatrices nuevas a su colección. Pero eso no era importante, ahora ya estaba recuperada, aún con el cansancio pesando en su cuerpo pero con su fuerza de voluntad obtendría energías para correr hasta la tribu.
—Gracias por su ayuda, ahora debo irme —dijo Orquídea en cuanto se sintió mejor.
—¡Espera! ¿Te vas a ir así nada más sin darnos una explicación siquiera? Te ayudamos a recuperarte, es lo menos que merecemos, además ¿A dónde pretendes ir con esos niños enjaulados? ¿En qué estás metida Orquídea? —Exclamó Sheo preocupado.
—Las crías... Tienes razón...
Observó a los bebés un momento y luego a los dos escarabajos, le daba vergüenza pedir más favores pero no tenía demasiadas opciones. Abrió la jaula de la que sacó a los tres bebés y se los pasó al pintor.
—¿Qué significa esto?
—Pues... Estos bebés fueron secuestrados y esto trajo un malentendido y problemas bastante graves... Pero ahora voy a arreglar todo este asunto ¿Podrían cuidarlos ustedes un rato? Les prometo que su madre vendrá a buscarlos dentro de unas horas.
—¿Estos bebés fueron secuestrados? ¿Y ahora nos los das a nosotros?
—Les juro que no tendrán ningún problema, yo arreglaré todo para que no hayan más malos entendidos, si no los llevo conmigo es porque voy a un sitio peligroso y no puedo permitir que les pase nada malo ¡Por favor créanme!
Sheo escrutó a la mantis durante algunos instantes, buscando es sus facciones o expresión el rastro de alguna mentira, pero no había nada sospechoso, solo angustia y anhelo. Por otra persona jamás hubiera accedido a semejante favor, pero Orquídea no era cualquier persona.
—Está bien, confiaré en ti, no me hagas lamentarlo.
—¡Sí! ¡No te preocupes! Todo estará bien.
—Eso espero, que conste Orquídea, si accedo a esto es sólo porque eres la pareja de Hollow y si él te eligió, debe ser porque eres alguien de confianza.
—Lo tendré presente.
Cris que no conocía a estos insectos de nada, se había limitado a esperar junto a ellos en silencio sin emitir ninguna opinión o comentario respecto a lo que decían, hasta que escuchó aquello de que Orquídea era la pareja de Hollow. Tuvo que ahogar un grito y disimular su malestar hasta que estuvieran a una distancia prudente para interrogar a su Lord.
El único Hollow que conocía era aquel bicho silencioso que había derrotado a sus líderes hace tiempo atrás ¿No estarían hablando de él? No, eso era imposible, seguro era un mantis que compartía nombre con él, Orquídea jamás haría algo tan horrible y asqueroso como emparejarse con un extranjero y mucho menos tener crías con él. Pero a pesar de la confianza necesitaba sacarse la espina de encima.
La mantis se despidió de los machos y se llevó con ella la capa de Silky como prueba de que había encontrado a los bebés. Luego se alejaron presurosos a cumplir su misión, pero la cabeza de Cris era un caos y necesitaba aclarar sus dudas, así que en cuanto estuvieron a una distancia prudente de la cabaña confrontó a la hembra.
—Mi Lord... No quiero sonar irrespetuoso y sé que este no es el momento más idóneo pero necesito saber la verdad ¿Tiene una pareja aquí? ¿Tuvo crías?
Orquídea se tomó unos segundos antes de responder, incapaz de mirarlo a los ojos, pero con una resolución absoluta aclaró su duda.
—Sí... En el tiempo que estuve fuera tuve crías con un macho de la zona.
—¿Y quién es? ¿Por qué no está con usted ahora? ¿Qué clase de mantis es? ¿Pretende llevarlo a la tribu?
—No es una mantis Cris, es un insecto extranjero, es Hollow, el caballero silencioso que nos derrotó a mis hermanas y a mí.
Cris retrocedió impresionado, no podía creer lo que había escuchado ¡Aquello debía ser una mentira!
—Por qué... —Preguntó con voz temblorosa.
—Porque me enamoré.
—¡No! No... no no ¡NO! ¡De entre todas las mantis usted no puede haber sucumbido ante esa enfermedad!
—No es una enfermedad.
—¡Claro que lo es! —Cris cada vez estaba más alterado. —Es una asquerosa enfermedad que vuelve a la gente tonta y débil, obligándolos a tomar decisiones estúpidas y a descuidar su fuerza para llevar una vida de ocio y desperdicio.
—Eso no es verdad, son solo mitos...
—¡La gente enamorada nunca admite que tiene un problema!
"Pensar que yo era igual a él" pensó Orquídea. A pesar de eso se armó de paciencia para tratar de explicar su postura.
—El amor no te hace débil, pero saca a relucir la fuerza o la debilidad que uno tiene en su interior. Quien en verdad sea fuerte, será capaz de cargar con sus sentimientos sin que eso afecte sus decisiones, mantendrá su postura firme y hará lo correcto, aunque su corazón duela.
—¿Y es que acaso eso es posible?
—Tú... ¿Crees que yo soy débil?
Cris no estaba seguro de cómo responder a eso, luego de la batalla que había presenciado podía llamarla cualquier cosa menos débil y parecía tener la cabeza tan clara que nadie diría que estaba enamorada, pero aún así no podía aceptarlo tan fácil, ella había cometido un pecado.
—Sus retoños...
—Sí... Ese es otro asunto aparte, no te mentiré, yo no quería tenerlos... Nunca estuvo en mis planes pero.... No lo lamento, ya no puedo lamentarlo.
—Saldrán mestizos...
—Solo la mitad de ellos... Mira... No puedo explicarte en 5 minutos lo que a mi me tomó meses entender, tampoco puedo cambiar tu forma de pensar con un discurso emotivo, por eso... Te dejo la decisión a ti, si deseas seguirme estaré encantada de tenerte entre mis aliados, pero si no... Asumiré las consecuencias, estoy preparada para hacer frente a todo lo que venga, ya sea el rechazo, el odio o... La muerte... Pero que conste que no me iré sin luchar.
Cris solo guardó silencio masticando la rabia y la decepción que llevaba dentro, una parte de él se negaba a creer lo que estaba oyendo y otra aceptaba la realidad y buscaba el momento oportuno para saltar encima de esa mantis y asesinarla, pero él más que nadie era una persona racional, capaz de analizar las cosas con cuidado para llegar a la mejor conclusión.
—Como si pudiera asesinarla... Como si pudiera hacer algo... Usted dice que me deja decidir, pero en realidad no tengo opciones, yo no tengo la capacidad para vencerla en combate, y aún si fuera posible, usted es la única esperanza que me queda para salvar la tribu, usted tiene los contactos y la fuerza para imponer respeto y hacerse escuchar, en cambio yo solo soy un pobre mantis que fue demasiado cobarde para morir en batalla. —Cayó de rodillas frustrado—. Como me odio en este momento, como odio tener que depender de una traidora.
Orquídea no podía negar que esas palabras le dolían en su interior, pero se mantuvo firme y autoritaria, como correspondía a una Lord.
—Entonces ponte de pie y sígueme, te demostraré mi visión de las cosas, te prometo que no lamentarás el mantenerte fiel a mi y que algún día me comprenderás ¡Ahora vamos!
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La batalla cada vez estaba más clara, las mantis estaban cayendo, su victoria era imposible, el gran ejército estaba reducido a apenas un pequeño puñado de individuos y habían retrocedido tanto que ahora el combate se libraba en la mismísima sala de los Lords, además de los guerreros solo quedaban las mantis que estaban en los pisos superiores de la villa cuidando de los recién nacidos.
El desgaste de los guerreros también era evidente, ya casi no contaban con energías para seguir y a duras penas podían tenerse en pie, cosa que no pasó desapercibida para el enemigo quien en un acto de piedad (Aunque para las mantis fue de burla), cesaron su ataque.
Ahora ambos grupos se mantenían alerta esperando cualquier ataque del otro, pero era obvio quien estaba en mejores condiciones de responder. Fue entonces que el ejercito de arañas se partió en dos abriendo paso a la reina quien recorrió el camino que habían abierto para ella acercándose hasta las mismísimas Lords. Su gesto era arrogante, pero al mismo tiempo se adivinaba un gran dolor, algo inusual para una líder que tenía la victoria en sus manos
—Es el fin —declaró la mestiza.
Las Lords no dijeron palabra.
—Ahora teniéndolas ya derrotadas, demando la respuesta a la pregunta que su compañero se negó a responder ¿Dónde están mis hijos?
Las mantis se miraron entre sí confundidas frente a la interrogante ¿La reina tenía hijos? ¿Desde cuando? ¿Todo este lío era porque no los podía encontrar? ¿Quién era el compañero del que hablaba y que tenían que ver ellas en el asunto?
Una decisión sensata hubiera sido tratar de aclarar ese mal entendido y ofrecer ayuda en la búsqueda de los niños perdidos, podrían haber asegurado su supervivencia con una acción así, pero el orgullo mantis lo impedía, no estaban dispuestas a aceptar la derrota y en un acto infantil y estúpido sellaron su destino.
—Pero que madre patética, incapaz de cuidar a sus hijos culpa a otros. —espetó Lirio buscando dañar el corazón de la madre.
Ninguna de las mantis reprendió a Lirio, estaban dispuestas a morir antes que vivir en deshonor. La mestiza furiosa levantó su aguja para castigar a esa insolente mantis, pero antes de que pudiera asestar el golpe letal dos individuos cayeron del techo. La fuerza de la caída levantó una tenue nube de polvo y obligó a Hornet a retroceder. La araña de inmediato tomó una actitud ofensiva pero en cuanto vio de quien se trataba no supo cómo reaccionar.
Frente a ella estaba Orquídea junto a otro mantis que no recordaba. Ahora sabiendo la verdadera identidad de la mantis ya no podía mirarla de la misma forma, era una líder, parte de la tribu con la que estaba enemistada y a la vez la novia de su hermano. Hollow jamás la perdonaría si la dañaba, casi podía sentir su mirada clavada en su espalda vigilando cada movimiento suyo, era capaz de oponerse a ella con tal de protegerla.
Por su parte la tribu también estaba atónita, después de cuatro meses la Lord desaparecida regresaba, pero algo en ella era distinto, ahora ya no llevaba su corona, y su manto real había sido reemplazado por otro nuevo de confección muy fina. A pesar de ya no portar sus símbolos de realeza lucía más regia que nunca, orgullosa, poderosa y letal ¿Acaso había regresado para voltear la lucha en su favor? Porque se veía tan fuerte como para vencer a la mismísima reina araña.
—Orquídea... —Siseó Hornet—. No creas que me contendré contigo por ser...
—No esperaría que lo hicieras, sería una falta de respeto, pero no es a pelear a lo que he venido —La interrumpió antes de que pudiera completar la frase y revelar su secreto.
—¿Entonces?
Todos, arañas y mantis estaban expectantes a su respuesta.
—He traído la respuesta que necesitas —Sacó la capa de Silky que había obtenido previamente y la arrojó a los pies de Hornet.
—¡Silky! —Gritó la madre arrojándose al suelo para recoger la preciosa tela.
—Encontré a tus hijos, los tres están vivos, los he dejado en Tierras Verdes en la cabaña de los artistas.
—Cómo...
—No sé, Ignoro que causó que terminaran en Tierras Verdes pero las mantis no fuimos responsables de esto y averiguar la verdad es una tarea que te compete a ti ahora. Aclarado este asunto, exijo que se vayan de nuestras tierras.
—¿Cómo puedo confiar en ti? —Hornet temía toparse con una cruel decepción.
—Si lo que he dicho resulta ser mentira te entregaré mi cabeza —Hollow ahogó un grito, la misma Hornet no podía creer lo que estaba escuchando—. Pero si mis palabras resultan ciertas, exijo una disculpa pública con nosotros y una compensación por los daños provocados.
—Así será, te doy mi palabra.
La conversación estaba lejos de ser amistosa, así que nadie se molestó en dar una despedida decente, las arañas dieron media vuelta dispuestas a retirarse de la escena, pero hubo un individuo que se negó a partir. Hollow se quedó de pie en medio de la sala interrogando con la mirada a la mantis, esperando que corriera a sus brazos como siempre para que pudieran regresar a casa juntos, pero esta vez no sería así, él lo intuía y ella lo sabía.
No podían hablar abiertamente de lo suyo, aquel secreto no podía salir a la luz, por eso Orquídea recurrió al único recurso que tenía, las pocas palabras que había aprendido del lenguaje de señas de los contenedores.
"Cuídalos, te amo, adiós" Fue todo lo que pudo decir.
Con el corazón llorando el caballero dio media vuelta y se dispuso a seguir al resto del ejército arácnido que ya había abandonado la habitación.
Ahora solo quedaban las mantis confundidas de la sala que habían presenciado la escena sin comprender bien lo que ocurría, todas tenían sus ojos clavados en Orquídea esperando una respuesta, aunque ninguna había formulado una pregunta todavía.
—He regresado —Fue lo primero que dijo Orquídea.— He vuelto para recuperar mi lugar como Lord.
Nadie estaba en condiciones de hablar de la guerra civil todavía, pero antes de que siquiera alguien pudiera sugerir la idea de pelear, Orquídea decidió dejar las cosas claras.
—¿Por qué te fuiste? —Se atrevió a preguntar un mantis joven que hacía muy poco había perdido sus alas.
—Fui a buscar la fuerza y la he encontrado —declaró con orgullo.
Entonces sacó su gran trofeo, la garra del cazador. Arrojó el enorme dedo frente a sus hermanas que lo miraron atónitas.
Las mantis se apiñaron para observar el dedo, algunos silbidos de admiración acompañaron a los susurros que escaparon de sus bocas, nadie en su vida vio alguna vez un dedo de semejante envergadura, el ser que lo poseía debía ser enorme y poderoso, era increíble.
—Orquídea ¿Tú derrotaste a este ser? —Preguntó Lavanda.
—Lo derroté, Cris es mi testigo.
—Es verdad, yo presencié cada golpe, cada maniobra, fue... Una batalla magnífica...
Murmullos recorrieron la sala, comentarios de impresión y alabanzas hacia la Lord perdida, una renovada admiración había despertado en el pueblo quienes ahora estaban dispuestos a aceptar a su líder y obedecerla, había regresado, los había salvado y había traído consigo la prueba de su poder, se merecía todos los respetos y mucho más. Ya nadie pondría en duda su liderazgo, estaban felices y conformes con ella, por eso, todos, incluyendo Lirio y Lavanda, se pusieron de pie y le hicieron una reverencia, honrándola como la mantis más poderosa de la tribu.
Orquídea permaneció de pie con orgullo y arrogancia, esto era lo que años atrás siempre soñó, la máxima aspiración de su vida. Pero ahora le sabía a una victoria amarga, solo quería regresar con su pareja y sus huevos, pero por el bien de mantener el equilibro de poder en la tribu eso ya no sería posible, ahora solo le quedaba ser fuerte, para superar el dolor y aguantar las lágrimas que quería derramar.
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En cuanto Hornet puso sus pies en el territorio propio buscó a Quirrel y a Hollow quienes acudieron a su encuentro, una vez estuvo segura de que ellos estaban bien localizó a Ania, quien tal como los otros corrió donde su reina esperando un cálido recibimiento luego de haberle salvado la vida, pero en cambio sólo halló el dolor.
Hornet saltó sobre ella con su aguja en la mano y con una brutalidad tremenda metió la punta en la articulación de la pata, luego tiró de ella arrancándola desde la base. Ania lloraba pidiendo piedad, pero su castigo aún no acababa, una segunda pata le fue arrebatada con la misma fuerza que la anterior.
La araña ahora estaba tendida en el suelo ante la vista de todos, algunos la miraban con lástima, otros con asco, recogió sus patas restantes temiendo por ellas y tembló en su sitio cuando vislumbró la capa roja de Hornet.
—Por favor mi reina... No... Se lo suplico...
Un grito desgarrador rasgó el aire, gotas de sangre resbalaron por el rostro de la araña manando desde el lugar donde antes estuvieron sus dos ojos superiores. Superada por su dolor se llevó dos de las patas que le quedaban al rostro mientras gimoteaba pidiendo piedad.
—Por qué mi reina... ¿Por qué me hace esto? —La imagen que proyectaba era lastimera—. Le salvé la vida....
—Lo he tomado en cuenta Ania, es por eso que te arrebaté dos patas y dos ojos en lugar de tu vida. Salvarme no es suficiente para redimirte del daño causado a Ren, no es que solo intentaras matarla, la torturaste, la hiciste sufrir a propósito, no tuviste piedad con ella... Y no creo que lamentes realmente lo que le hiciste... No te veo arrepentida por ello. —Se agachó hasta ponerse a la altura de la araña—. ¿Serías capaz de aceptar a Ren? ¿Serías capaz de reconocer que lo que hiciste estuvo mal?
Solo obtuvo silencio como respuesta.
—Quiero que te vayas, que te largues ¡No quiero verte nunca más en mi vida! ¡Vete lejos de este reino y nunca regreses! Porque te juro que si te veo nuevamente te mataré.
—No... ¡Por favor no! ¡No me exilie! ¡Piense en todos los años que la he servido! ¡Yo le soy fiel a Nido Profundo! ¡Le salvé la vida! ¡Ayudé a esa mantis a encontrar a sus hijos! ¡La apoyé en la batalla! La...
—¡Suficiente! ¡Fuera de mi vista!
A una señal de Hornet dos devotos la tomaron a la fuerza para conducirla fuera del reino a cumplir su sentencia. La vida para una araña lisiada era compleja, su futuro no era muy prometedor.
Y aún a pesar de todo, a Hornet le dolía tener que hacer eso, era increíble como Ania se las arreglaba para romper su corazón una y otra vez. Cerró los ojos para no verla mientras la arrastraban fuera y no se movió hasta que sus gritos dejaron de oírse. Fue entonces que el abrazo de su esposo la sorprendió.
—¿Estás bien? —Preguntó preocupado.
—Lo estaré... Espero... Ahora, debo ir por mis hijos.
—Ve Hornet, yo me haré cargo de todo.
—Sí.
Se atrevió a darle un beso fugaz antes de partir y en cuanto su capa se perdió de vista, Hollow calló de rodillas y se puso a llorar, se había estado aguantando para no importunar a su hermana, pero ya había sido demasiado para él.
—Hollow... —Quirrel corrió a auxiliarlo, el contenedor se aferró a él llorando desesperado.
—Orquídea me dejó... Orquídea se fue... Orquídea....
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Hornet corría a través de la jungla con el corazón latiendo con toda su fuerza, tenía todas sus esperanzas puestas en la pista que le había dado Orquídea, aquello debía ser real, no podía haberle mentido, debía recuperar a sus hijos, no quería quitarle la vida, todo debía salir bien.
La angustia se asentó en su estómago cuando divisó la cabaña y con desesperación abrió la puerta de una patada.
—¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAHHH!
—¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHH!
—¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHH!
—¿¡POR QUÉ GRITAMOS!?
—Lo siento, es costumbre.
Casi con timidez y temblando de pies a cabeza Hornet murmuró.
—Mis hijos... Donde están mis hijos...
—Oh ¿Son tuyos? —Preguntó Neil.
Tras decir eso dos cabecitas se asomaron a través de su barba y Hornet finalmente pudo respirar tranquila.
—¡Silky! ¡Chester!
Finalmente ocurrió el reencuentro, la madre abrazó a sus niños mientras soltaba lágrimas de alegría, la emoción fue tanta que hasta los niños estallaron en llanto mientras se aferraban a ella desesperados temiendo perderla otra vez. Pero era obvio que pronto notaría que faltaba una niña.
—¿Y Ren? ¿Dónde está?
—¿Ren? Ah si, la pequeña, la tengo aquí.
Sheo señaló el bolsillo de su delantal donde se divisaba un pequeño bulto, la madre se acercó a mirar dentro y allí encontró a la niña hecha bolita.
—¡Ren!
La cochinilla respondió al llamado de su madre y se desenroscó de inmediato para romper en llanto al igual que sus hermanos. De inmediato Hornet la recogió para darle su merecido abrazo
—Mis niños... Mis bebés... Por fin están conmigo.
Ambos machos estaban conmovidos ante la escena, Sheo casi se aguantaba las lágrimas.
—Que bonito... De todas las posibilidades jamás nos imaginamos que esos niños serían tuyos, son adorables.
—Ah, gracias por cuidarlos, perdón si les causaron algunas molestias.
—¿Molestias? ¡De ningún modo! Son adorables y se portan bien, la pasamos muy bien pintando juntos.
—¿Pintaron?
—Oh si, ahí están sus obras de arte —Neil señaló una pila de papeles manchados de pintura y marcas de patitas.
—Por supuesto terminaron todos llenos de pintura pero fue divertido —agregó Sheo—, pero no te preocupes, ya los bañamos y les dimos de comer, estábamos haciéndolos dormir cuando llegaste, aunque con la pequeña no fue necesario, bastó que la pusiera en mi bolsillo para que cerrara las ojos, es encantadora.
—Vaya...
Hornet observó la escena, los niños limpios y bien cuidados, los dibujos como muestra de que se la pasaron bien, dos adultos felices de cuidarlos, un lugar tranquilo y retirado y ningún interés político de por medio. Una idea muy interesante se le vino a la mente.
—Eh... Chicos... No sé si sea demasiado atrevimiento de mi parte, pero viendo lo bien que cuidaron de ellos... No sé... ¿Podría pedirles que los cuiden de nuevo algún día? Por supuesto les pagaré por sus servicios... Solo si no es demasiada molestia claro...
—¡ENCANTADOS! —Gritaron al unísono
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