La gran fiesta
—Hollow... Por favor... Dime que esto es una broma, no puedes estar hablando en serio —dijo Ogrim con una notoria preocupación en su voz.
El caballero lo miró sin dar muestras de entender el problema, a sus ojos Ogrim estaba exagerando, por lo que ignoró su pregunta y se volvió hacia el espejo para terminar de acomodar su capa de gala, un elegante modelo negro con pechera de plata, otro de los exclusivos diseños de Demetrio.
—¡No puedes hacer eso! —Habló una vez más el escarabajo interponiéndose entre el caballero y su reflejo—. ¡Tú y Orquídea no pueden ser novios!
—..... —Hollow se dirigió a él con rabia, nadie le iba a prohibir convertir a Orquídea en su pareja si ambos lo deseaban, cosa que dejó más que clara con sus gestos.
—¿Y se puede saber cuándo pasó eso?
—........
—Se te declaró en el cementerio mientras estaba drogada... Que romántico.
—..... —Hollow se cruzó de brazos en forma orgullosa.
—Hollow... No puedes tomar en serio las palabras de alguien que está bajo el efecto de estupefacientes ¡Es de sentido común! Probablemente ni siquiera recuerde que eso pasó—Se agarró la cabeza exasperado—. Mira, dudo que esa chica esté interesada en ser tu pareja, ya sabes lo racista y xenófoba que es su especie. Y aún si fuera capaz de dejar todo eso de lado y de amarte ¿Cómo pretendes mantener una relación con ella siendo lo que eres?
—¡...............! —Hollow estaba furioso ante este comentario.
—Ya sé que tu condición nunca te ha impedido vivir una vida normal y todo eso, pero hay ciertas cosas que no puedes hacer además de no hablar a un volumen audible, supongo que has tomado en cuenta el hecho de que nunca podrás darle hijos.
—.............
—Que a ti no te gusten los niños no significa que a ella no ¿Y si quiere ser madre algún día? Ese tipo de cosas deben decidirlas ambos.
—................ —Se turbó un poco ante estos argumentos.
—Y aún si ambos decidieran que no quieren tener niños, cuando ella quiera tocar tu cuerpo descubrirá que algo no está bien ahí.
Hollow ladeó la cabeza confundido no entendiendo bien a que se refería con tocar, las sombras compactadas podían imitar bastante bien el caparazón de un insecto, por algo en todos estos años nadie ajeno a la familia había descubierto el secreto de los hijos de las sombras.
—A ver... —El escarabajo parecía algo incómodo teniendo que explicarle esas cosas—. El sexo no sirve solo para traer niños al mundo ¿Sabías?
La conversación iba a tomar un rumbo muy interesante, pero aquel no era el momento, pues estaban próximos a empezar una fiesta muy importante. Justo en ese instante la puerta del cuarto de Hollow se abrió y Big entró destilando emoción de sus ojos, casi parecía un niño balanceándose de un pie a otro mientras su preciosa capa plateada con dibujos florales ondeaba detrás de él.
—¡Hornet llegó! ¡Y trae a sus niños!
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La reina araña estaba en el recibidor siendo atendida por la servidumbre que con toda la cordialidad del mundo, le ofrecían toda clase de refrigerios y le preguntaban hasta el cansancio si necesitaba algo, cosa que en lugar de ser algo agradable, no hacía más que incomodarla. Ella nunca se acostumbraría a la opulencia con la que le gustaba vivir a Big, prefería las cosas más simples y cercanas.
Le dio un vistazo a su pareja que estaba algo más atrás conversando con una criada, su carácter sencillo y amistoso hacía que fuera sumamente fácil para él socializar, de hecho se veía bastante cómodo, a veces envidiaba esa cualidad suya.
Las sirvientas miraban a las crías de Hornet, que estaban bien resguardadas en una canasta junto a ella. Los pequeños les parecían adorables y morían de ganas por acercarse a tomarlos, pero debían contenerse, pues demasiada cercanía provocaría la molestia de la madre, una de ellas ya tuvo que soportar la mirada fulminante de la reina araña por acercarse demasiado.
Los pequeños por supuesto eran ajenos a todo este drama, ellos solo miraban a su alrededor con ojos ilusionados, todo era nuevo, bonito, brillante y blanco. El piso relucía tanto que podían ver su reflejo en él, las cortinas eran hermosas y suaves, los adornos estaban llenos de detalles que imitaban flores y plantas, y la gente vestía de manera chistosa (A ojos de los pequeños). Estaban tan emocionados con todo que no sabían qué hacer.
Chester por supuesto, siendo el más inquieto, pretendía ser el primero que explorara todo aquel mundo nuevo y ya había puesto manos a la obra tratando de escapar del nido, por su puesto su madre que estaba atenta a todos sus movimientos lo detuvo.
—No Chester, adentro, no voy a dejar que te metas en problemas, quizás las sierras del castillo están apagadas, pero siguen habiendo muchas cosas peligrosas aquí.
De un suave empujón metió al niño de nuevo en el canasto, cosa que no le hizo mucha gracia. Y mientras Hornet estaba distraída ocupándose de retener al pequeño, su hermana araña aprovechó para hacer un intento de fuga, quizás ella era más tranquila y obediente que Chester, pero el lugar era demasiado bonito como para resistirse, afortunadamente papá llegó al rescate para detenerla.
—No princesa, no imites las malas costumbres de tu hermano. —La cochinilla se aseguró de acomodarla dentro del nido.
Pero la princesa a pesar de su corta edad era lista, y ya sabía la debilidad que su padre tenía por ella, extendió sus brazos hacia él dándole a entender que quería que la tomara, él por supuesto accedió encantado. La niña feliz de estar en altura y de poder apreciar mejor las cosas a su alrededor, le dedicó una mirada de superioridad a su hermano que seguía en el canasto, provocando su enojo. Chester estaba a punto de pedirle a su madre que también lo tomara en brazos cuando una presencia imponente apareció en la estancia. El rey había llegado.
Todos se inclinaron ante él, Hornet y Quirrel también le dedicaron una cortés reverencia, pero los niños... Rompieron en llanto.
Big era tan grande y desprendía tanto poder que era obvio que unas criaturas tan minúsculas como ellos se sentirían abrumadas, el rey tenía el poder de reventarlos con un dedo y ellos estaban conscientes de eso. Aterrorizados Chester y la pequeña cochinilla desplegaron la sábana que tenían en su canasta y se escondieron debajo. La princesa que estaba en los brazos de Quirrel se aferró a él y ocultó su cabeza sin dejar de temblar.
Esta situación dejó a Big devastado, había esperado con tantas ansias conocer a sus sobrinos y resultaba que ellos le tenían miedo. La mirada de tristeza del monarca causaba una pena enorme, no había nadie en el lugar que no se hubiera conmovido con su angustia, por eso no queriendo importunar más a los niños agachó la cabeza y retrocedió dándoles espacio.
—Big... No te preocupes, esto será temporal, en cuanto se acostumbren a ti seguro te adorarán —Trató de tranquilizarlo Hornet.
—Sí, supongo —suspiró pesadamente y trató de mantener la compostura para cumplir con el protocolo—. Le doy la bienvenida al palacio mi estimada reina, espero que su estancia sea de su agrado y que pueda disfrutar de las festividades.
—Se aprecia su hospitalidad de sobremanera —Hornet también tuvo que aguantar las ganas de consolar y abrazar a su hermano.
—Bueno, ahora si me disculpan hay algunos asuntos que debo arreglar primero, si necesitan algo pídanlo a alguno de los sirvientes, estarán encantados de atenderlos.
Y en ese instante llegaron Hollow y Ogrim quienes aún sin que les explicaran nada, captaron cierta tensión en el ambiente, miraron al rey quien parecía sumamente triste y a Hornet que estaba algo angustiada. Fue entonces que Hollow notó el pequeño bulto acurrucado en los brazos de Quirrel y movido por la curiosidad se acercó a inspeccionarlo.
—¿............?
—Hollow, no creo que sea buen momento para esto, ahora los niños están algo asustados la verdad.
Pero para sorpresa de Quirrel, la pequeña araña que tenía encima asomó su carita y clavó sus ojos en su tío, se quedó varios segundos observándolo con atención, mientras todos alrededor contenían el aliento expectantes ante lo que iba a suceder, y cuando menos lo esperaron, la niña extendió sus brazos hacia el caballero exigiendo que la tomara.
Hollow a decir verdad se puso muy nervioso, no era muy aficionado a los niños y esta criatura era tan pequeña que tenía miedo de dañarla con un mal movimiento, miró de reojo a su hermana que asintió indicándole que siguiera adelante y él tras suspirar y armarse de valor, tomó a la pequeña araña.
La niña pareció tranquilizarse en los brazos de su tío. Hollow tenía una naturaleza protectora, él siempre sería un guardián y al parecer el instinto de los niños les había revelado esto, con él estarían seguros de todo peligro, por eso la princesa en sus brazos se calmó lo suficiente como para mirar al rey con algo más de confianza. Incluso los pequeños que estaban ocultos bajo una sábana en su canasta se atrevieron a asomar sus ojos para saber qué estaba pasando.
Big miró con genuina envida a su hermano, la pequeña parecía feliz en sus brazos, mientras que con él solo lloraba, tenía tantas ganas de acariciarla y jugar con ella, pero no podía y esto le dolía demasiado. Sin embargo para su sorpresa, Hollow empezó a caminar hacia él. La niña se puso nerviosa y se aferró al caballero sin dejar de mirar al rey, Big quiso retroceder para no asustar más a la araña, pero antes de hacerlo Hollow detuvo su andar y extendió una mano hacia él sin decir nada.
Al inicio se sintió confundido y miró alternativamente a la extremidad que le ofrecían y luego a Hollow, entonces con algo de duda tomó la mano de su hermano y notó cómo la princesa se sobresaltó en los brazos de su tío, ahora era ella quien miraba alternativamente al rey y al caballero, hasta que luego de varios segundos se tranquilizó otra vez, de alguna forma el gesto de Hollow fue suficiente para determinar que aquel poderoso gigante no era alguien peligroso.
Big recuperó su buen humor cuando se hizo evidente que la niña ya no lloraría con él, esta vez pudo acercarse tranquilamente a mirarla mejor, incluso la acarició suavemente con uno de sus dedos. Estaba impresionado con la pequeñez y fragilidad de la cría, era tan diminuta que le cabía en una mano, lucía tan delicada que el más mínimo golpe la mataría, era impresionante ver como cada parte de su cuerpo imitaba a la perfección el cuerpo de un adulto pero en miniatura, de hecho ahora que la observaba mejor, era bastante interesante.
Su cabeza se asemejaba mucho a la de Hornet, aunque con un cuerno y un par de ojos extra, aunque ahí acababa su parecido, pues el resto de ella era mucho más similar al de una araña, en realidad le recordaba bastante a Herrah, no se le ocurría pensar en una criatura más perfecta para gobernar sobre Nido Profundo, de hecho, aún dentro de la inseguridad y ternura que presentaba esta cría, se podía adivinar una cierta actitud orgullosa y demandante. Ojalá al crecer no se volviera demasiado odiosa con sus hermanos que de por sí tenían menos rango que ella, aunque confiaba en que la crianza de Hornet sería suficiente para formar una princesa educada y agradable.
—Bueno, creo que ya fue suficiente —Intervino Hornet, no le gustaba que manosearan demasiado a sus crías, aunque fueran miembros de su propia familia—. ¿No tienes que hacer algunos arreglos antes de la fiesta?
—Oh claro, es verdad. Hollow, ponla en su canasta por favor.
En tanto Hollow devolvía a la araña junto a sus hermanos, Big que ya había ganado algo de confianza frente a los pequeños, se dio el tiempo de examinarlos bien.
Ambos hermanos en realidad comenzaron a inspeccionar a las crías restantes. Hollow no pudo reprimir una sonrisa al ver lo parecida que era la cochinilla a Quirrel, aún con sus cuatro ojos y cuatro brazos, era evidente quien era su padre, era como tener una mini Quirrel al frente, además de que parecía tan tranquila y paciente que causaba simpatía al instante.
Pero quien verdaderamente los impresionó fue Chester, ambos le dirigieron miradas interrogantes a Hornet mientras señalaban al pequeño.
—Bueno, según la matrona son los genes del Rey Pálido que se manifestaron muy fuerte en él, por algo es idéntico a sus tíos, de hecho yo creo que se parece mucho a Hollow cuando era pequeño.
—(Pero yo nunca fui así de pequeño).
—Sí lo fuiste, seguro que sí, todos nacemos pequeños al inicio, pero algunos terminan creciendo demasiado —Le dedicó una mirada acusadora a Big, aunque él fingió no notar esto.
—Él... ¿Puede hablar?
—No todavía, pero tiene voz para emitir sonido y en todo sentido es un niño sano y normal.
El que destacara la palabra niño era su forma de decir ocultamente que tenía género definido, la falta de sexo en los hijos de las sombras era un tema oculto para el común de la gente y habiendo criados en las cercanías, no era algo de lo que pudieran hablar abiertamente en ese momento. De todos modos Big pareció entender el mensaje, pues se puso de pie mostrando una expresión de absoluta alegría.
—Seguro estarán cansados por el viaje, quizás lo mejor sea que se instalen en sus aposentos, así los niños podrán relajarse ante de la fiesta y la ceremonia de presentación. Margarita los guiará.
—Agradecemos mucho sus atenciones —Hornet inclinó su cabeza de forma respetuosa y cubrió a los pequeños con la sábana de la canasta para calmarlos.
—Por aquí su alteza —la mentada Margarita que era una escarabajo, se aprestó a guiar a la reina araña y a su consorte por los intrincados pasillos del palacio.
—Mi rey, mi rey —dijo de pronto un mosco que llegó corriendo por el pasillo—. La reina Clara y la reina Sade ya llegaron.
—Oh, diles que en seguida voy —Le dirigió una última mirada a su hermana—. Nos veremos luego en la fiesta.
—Esperaré ese momento.
Y acto seguido el rey le dio la espalda para dirigirse donde sus invitadas, sin embargo cuando Hornet tuvo al frente aquella preciosa capa plateada ondeando, notó que algo entorpecía su movimiento, había algo enganchado en la mitad y era nada menos que su hijo.
—¡Chester! ¡Baja de ahí!
Inmediatamente la reina araña corrió hasta Big y luego de pedir permiso y disculpas, se encaramó sobre él para desprender al pequeño que no tenía ninguna gana de soltarse. Todos los presentes tuvieron que reprimir una risotada ante la escena cómica que presenciaban, al final Hornet logró capturar al niño y con la cara roja de la vergüenza se dispuso a seguir a su esposo que llevaba la canasta en ese momento.
Chester en los brazos de su madre se asomó por sobre su hombro para mirar como su tío se hacía más pequeño en la medida que se alejaba, entonces en un gesto espontáneo agitó su mano a modo de despedida, cosa que el monarca correspondió de buen agrado.
Big sentía su corazón hinchado de alegría, sus sobrinos eran preciosos y en particular el pequeño Chester lo había puesto de muy buen humor. Estaba en verdad complacido de que el hijo de Hornet fuera un hijo de las sombras, y que además fuera un niño normal, a menudo lo ponía algo triste que su especie estuviera destinada a desaparecer, pues ninguno de ellos tenía la capacidad de reproducirse. El vivir en la superficie y comer sus alimentos los convertía en seres mortales, por lo tanto, todos los que abandonaran el abismo para vivir otra vida, algún día morirían, pero Chester era la esperanza, si llegaba a adulto y lograba tener hijos, algunos de ellos podrían ser ser hijos de las sombras, por lo tanto la especie lograría prosperar, de hecho todo este asunto había hecho que una idea muy particular se plantara en su cabeza, ojalá que Hornet no se enojara por ello.
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Finalmente Big llegó a donde estaba la reina Clara junto a su séquito de musgosos y su inseparable guardiana personal Dimityr. En cuanto lo vio llegar, la guerrera le dedicó la típica mirada de advertencia que usaba con todos los que se acercaban a su reina, antes de hacer la reverencia cortés que la situación meritaba.
Clara la verdad no era mucho de seguir protocolos, cosa que se le perdonaba por ser una niña, de hecho era impresionante que alguien de su edad pudiera gobernar, afortunadamente su inteligencia superior y el hecho que en su reino rara vez pasaba algo le facilitaba mucho las cosas. La joven raíz corrió hacia Big y le dio un cálido abrazo que el contenedor correspondió con afecto, y de forma disimulada le dedicó una mirada a Dymitir quien lucía muy molesta. Rio internamente ante su actitud malhumorada, siempre era divertido verla enojarse.
—Big ¿Por qué eres tan alto? —Se quejó la pequeña raíz liberando a su hermano de su abrazo.
—Cuando seas adulta serás aún más alta que yo, al fin y al cabo tu madre era enorme.
—¿Y cuanto falta para eso?
—Unos 100 o 150 años quizás...
—¡Eso es mucho tiempo! —La niña hizo un mohín de disgusto, aunque luego se calmó y comenzó a retorcer su ropa hecha de fibras vegetales mientras se balanceaba—. Gracias por invitarme a la fiesta, hacía mucho no había una, la última vez la comida estuvo muy buena.
—Me alegra que la cena fuera de su agrado —Clara se sobresaltó ante la formalidad con la que Big hablaba, por lo que se puso firme tratando de tomar una actitud digna, aunque lucía más tierna que imponente—. Sin embargo espero recuerde que esta fiesta no es solo para el disfrute y la diversión de los asistentes, la Reina de Nido Profundo presentará formalmente a su heredera.
—Sí lo sé —La niña parecía muy empeñada en demostrar que estaba a la altura de la situación—. De hecho el reino de Tierras Verdes ha traído un presente fabuloso para la heredera.
—Claro claro —A Big le costaba tomarse en serio a la pequeña raíz—. Un gusto recibirlos en esta celebración, espero que disfrute su estancia y bienvenida.
—Gracias. —La niña miró a su guardiana con una sonrisa— Vamos Dymitir ¡A la fiesta! Ya quiero probar... —De pronto una expresión de angustia asomó en el rostro de la niña y tras soltar un quejido miró a Big con ojos anhelantes.
—¡Ah! ¿Lo necesita ahora?
—Si... —Dijo apenada.
—Ya sabes donde están los jardines.
—S-Sí. Dymitir...
La contenedor sabiendo el problema que aquejaba a su reina, con toda presteza fue hasta ella y la tomó de la mano para llevarla a un lugar apropiado para que encontrara alivio. Los musgosos que las acompañaban, sabiendo de la naturaleza privada de aquel evento se adelantaron al salón de fiestas donde cada vez habían más invitados.
Big observó a los habitantes de Tierras Verdes alejarse y se dedicó un momento de tranquilidad a sí mismo, lo necesitaba antes de recibir a su siguiente visita ilustre, a decir verdad la reina Sade no era su persona favorita, pero su estatus lo obligaba a tratarla con cordialidad.
—Big cariño, que gusto verte, cuanto tiempo ¿No?
Y allí estaba la monarca de la colmena, con su caminar coqueto, su personalidad descarada y su séquito de súbditos detrás de ella. No estaba tan feliz de verla, pero sabía disimular bien, de hecho era un experto en ocultar sus sentimientos.
—Reina Sade, sea bienvenida al Palacio Blanco. —Sus modales impecables como siempre dejaron impresionados a las abejas, pero no a su líder.
—Big cariño, con todo el tiempo que nos conocemos ya podrías tratarme con más confianza ¿Sabes? —Culminó con un guiño que Big ignoró por completo.
—Las normas y protocolos son importantes, además esta no es una situación privada.
—Claro, supongo tiene razón, quizás más tarde luego de la fiesta podríamos hablar de forma más cercana —dijo dando un paso hacia al frente acortando la distancia entre ellos.
—Me temo que estaré algo ocupado, la visita de mis sobrinos hará que mi atención esté centrada en ellos.
—Ah, hombre de familia, eso es encantador, me fascinan los machos amorosos y dedicados, pero también sería bueno que pudieras dedicar algo de tiempo a ti mismo.
—Oh créame, tengo tiempo más que suficiente para mí.
Sade ya había empezado con su juego de seducción, la conocía bien y ahora le tocaba estar atento para rechazarla de forma honrosa y educada. Era un desafío de estrategia y labia, no le era del todo desagradable pues le gustaban los juegos de ingenio, aunque ahora no estaba de humor, pero con o sin ganas, nunca había fallado en alejar a la abeja.
—La verdad estaría muy honrada en poder compartir algo de ese tiempo con usted.
—Pero no quisiera molestarla, además, sé que por estos tiempos estará muy ocupada. Si mal no recuerdo le toca elegir un padre para la siguiente generación de la colmena ¿Verdad?
—Sí, hay que asegurar el futuro, algo que quizás usted también debería considerar, no vivirá para siempre y necesita un heredero.
—Y un heredero es algo que una abeja no me puede otorgar.
Y en efecto eso era así, pues las abejas reinas solo daban a luz a abejas puras, todas infértiles a menos que se criara una reina. Big ya se había aburrido de los rodeos y soltó una respuesta más directa, sabía que Sade estaba muy empeñada en obtener su paternidad, pues siendo un bicho tan grande y fuerte, teóricamente podría darle hijos/súbditos con buenas cualidades, pero por supuesto algo como eso estaba más allá de sus posibilidades, así que debía alejarla a toda costa.
—Mphf, bueno, gracias por invitarme, espero la fiesta y la comida estén a la altura de las circunstancias —era notoria la molestia en Sade—. Y considere mis palabras respecto a un heredero, esa es una verdad de la que no puede escapar.
—No se preocupe lo tengo todo bajo control.
Sin decir más la reina abeja junto a su séquito se alejó del monarca adentrándose en los pasillos hacia el salón principal.
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Orquídea se miró al espejo una vez más con algo de pesadumbre, aunque todos le decían que se veía muy bella, le costaba aceptar esto, sentía que aquel traje de fiesta era un desperdicio en ella, le quedaría mejor a cualquier otro bicho, a pesar de que lo habían confeccionado a medida para ella.
Suspiró resignada preparándose mentalmente para ir a la celebración, la verdad ahora que sabía en qué consistía el evento, ya no estaba tan entusiasmada como antes, le avergonzaba aquel baile tan íntimo que prácticamente la obligaba a abrazar a su pareja. Los colores se le subieron a la cara al imaginarse abrazando a Big, y casi se desmayó al pensar lo mismo pero con Hollow. Se repetía una y otra vez que aquello no significaba nada serio, de hecho le dijeron que probablemente terminaría bailando con varios desconocidos durante la fiesta si le apetecía, pero no lo podía evitar, todo lo que involucraba al caballero ponía su mundo de cabeza.
Salió de su cuarto con intenciones de dirigirse al gran salón cuando notó algo extraño, las plantas que decoraban el pasillo estaban creciendo, es decir, como cualquier planta siempre crecían, pero ahora era tan rápido que podía notar los cambios a simple vista.
Como cualquier criatura normal frente a un fenómeno inexplicable, se asustó un poco, pero estaba en la naturaleza de las mantis el enfrentar sus miedos, aunque el no saber qué hacer realmente la ponía nerviosa, de hecho no estaba muy segura de si eso era algo bueno o malo.
Tras pensarlo un momento, decidió ir al jardín central del palacio, el lugar con más aglomeración de plantas, quizás allí podría encontrar alguna respuesta a lo que estaba pasando, y vaya que la encontró.
Cuando llegó al enorme vergel urbano que decoraba el sitio, se adentró entre los árboles y plantas teniendo cuidado de no tocar ninguna, todas estaban creciendo a un ritmo de locura, incluso de la misma tierra brotaba nueva vida con una velocidad impensable. Entonces escuchó un quejido, y cuando dirigió su mirada hacia el centro del jardín, se encontró con algo muy extraño.
Era como un árbol en miniatura, de tronco y ramas blancas, vestido con ropas vegetales, tenía ojos violeta y un par de ramas que se asemejaban a manos con las cuales sujetaba a una hija de las sombras que vestía de forma similar a ella, aunque su traje lucía algo menos ostentoso. La criatura tenía algunas fibras vegetales decorando su cabeza las cuáles también estaban creciendo, su alcance se extendía a través de sus cuernos al tiempo que pequeñas flores brotaban creando una especie de corona para ella. El ser semejante a un árbol tenía que ser el responsable de todo el despliegue de vida vegetal que inundaba el palacio, pues había enterrado sus raíces en la tierra y a su alrededor estaba repleto de flores.
Aquello era un espectáculo tan raro como hermoso, que de alguna forma a Orquídea le resultaba familiar, aunque tras una búsqueda en sus antiguos recuerdos pudo relacionarlo con la antigua dama Blanca. Si sus suposiciones eran correctas, seguramente este ser también era una raíz y un alto ser, siendo más específicos, debía tratarse de la reina Clara, la joven regente de Tierras Verdes.
Orquídea se quedó un rato observando a la niña liberar todo su poder sobre la tierra otorgándole fertilidad, según había escuchado decir, las raíces tenían la constante necesidad de dar vida, este debía ser uno de sus arranques reproductivos y una de las principales razones por las que eran tan apreciadas.
Finalmente la joven Clara terminó de aliviar sus necesidades y con un suspiro retiró sus raíces de la tierra, lucía algo agotada pero feliz, entonces miró a su alrededor orgullosa por lo que había hecho. Orquídea también se sintió contenta de haber presenciado algo tan bonito y único, pero ahora que había terminado, le pareció apropiado retirarse para que mantuviera su intimidad, no estaba segura de si había visto al que no debía ver, por lo que prefirió mantener oculta su presencia.
Lamentablemente no fue lo suficientemente cuidadosa y pisó una rama que crujió suavemente, a pesar de ser un sonido muy tenue, Dimityr lo percibió e inmediatamente sin preguntar nada sacó su lanza y atacó a la mantis. Orquídea pudo evitar su ataque sin sufrir daño alguno, cosa que no se podía decir de su ropa, miró con tristeza como una fea rotura arruinaba su traje de diseñador y con rabia dirigió sus garras hacia la caballero. Ella con habilidad bloqueó sus ofensivas usando su lanza y aprovechando su fuerza la empujó lejos, estaba a punto de atacar de nuevo cuando una raíz se enredó en una de sus patas y cayó.
—¡Ya basta Dimityr! —Gritó Clara indignada—. ¿Por qué siempre atacas a todos los que se acercan sin siquiera preguntar nada?
—¡..........!
—Es una mantis, pero no estamos en Tierras Verdes ni en Páramos Fúngicos, este es el palacio y si la dejaron entrar no creo que sea peligrosa.
—¡..................!
—Bueno... —Clara enrojeció un poco—. Espiar no es correcto, pero no es un crimen tan grave como para merecer la muerte.
—Entonces no debí ver —dijo Orquídea algo apenada—. Lo siento, no sabía, solo quería saber porqué las plantas estaban creciendo tan rápido, no pensé que fuera algo incorrecto.
—Eh... No es que sea algo malo ni nada, pero no me gusta que me vean porque pierdo un poco la compostura —Clara desvió la mirada tratando de calmarse—. Me disculpo por el comportamiento de mi guardiana, a veces es algo exagerada cuando cuida de mí.
—Está bien, no es nada grave, en otras circunstancias me hubiera encantado pelear con ella, pero... Con estas ropas... —Miró tristemente la tela rasgada en su pecho.
—¡Ay no! ¡Mira lo que hiciste Dimityr! —La contenedor desvió la mirada molesta por ser regañada—. Y es un traje muy caro, ay, en serio lo lamento, seguro te costó una fortuna y justo pasa esto antes de la fiesta.
—No es tan...
—Deja ayudarte.
Sin que Orquídea pudiera replicar y a pesar de las protestas de la guardiana, Clara tomó la garra de la mantis y cerró sus ojos. Una pequeña enredadera comenzó a trepar por el brazo de la insecto para terror de ella, por un momento pensó que la aprisionaría en una jaula vegetal o algo así, pero la enredadera siempre mantuvo su forma fina y delicada, extendiendo sus ramas hasta el pecho donde estaba el agujero en el traje, entonces un ramo de flores brotó de la planta ocultando la imperfección por completo. Luego de eso la reina soltó a la mantis dejando su obra perfectamente acomodada en la insecto, casi parecía que era parte del traje.
—Listo, no puedo reparar el traje, pero eso al menos disimulará el problema hasta el final de la fiesta.
—Eh... Gracias...
—Por supuesto, sé que esto no será suficiente para pagar el daño hecho, por eso ahora te debo un favor —Dimityr comenzó a "chillar" indignada al escuchar esto—. Si algún día necesitas algo que esté dentro de mi poder, por favor házmelo saber, te lo concederé inmediatamente.
—Eh... Claro.
—¡Bien! Entonces ahora sí vamos a la fiesta —Clara con un movimiento de cabeza hizo que la raíz que tenía presa a Dimityr la liberara.
La contenedor se puso de pie con algo de molestia y le dedicó una mirada fulminante a Orquídea.
—No la mires así, esto es tu culpa Dimityr, de hecho cuando volvamos a casa estarás castigada.
—¿¡............!?
—No quiero réplicas.
Orquídea suspiró mientras seguía a aquellas dos hacia el salón de baile, lo que acababa de pasar la dejó pensando. Quizás finalmente su oportunidad había llegado, si Clara le debía un favor, quizás podría obtener el permiso para cazar en Tierras Verdes, aún no olvidaba la razón por la cual había abandonado su hogar, cazar la presa más poderosa de la historia, ahora parecía que luego de tanto tiempo perdido, su meta estaba a la vuelta de la esquina.
De pronto avistó a su amado caballero de pie al final del pasillo esperándola, entonces su corazón se aceleró mientras se sentía desfallecer de amor. El permiso para cazar podía esperar, ahora tenía cosas más importantes en qué pensar.
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Superé mi límite de palabras U_U, supongo que tenía mucho que decir y no quería dejar el último trozo para el capítulo que sigue.
Y pues volví, y estaré aquí al menos durante los siguientes dos capítulos, luego de eso retomo el otro fic y así iré alternando entre una historia y otra.
Gracias por leer :)
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