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El Cazador


El cazador siempre tenía un dominio absoluto de su territorio, ni una aluba aleteaba sin que él se enterara, él siempre rastreaba a sus presas, jamás era al contrario, por eso aquel día cuando notó a esa mantis adentrándose en sus terrenos se interesó por ella.

Con sus años de experiencia le bastaba un vistazo para evaluar una presa, lo que tenía al frente era una mantis maravillosa, su tamaño era superior al de las mantis comunes, sus patas eran firmes, sus garras afiladas y su cuerpo fuerte, además la forma sigilosa en la que se movía denotaba sus habilidades como cazadora, si hasta podría creer que se trataba de una Lord si no fuera porque ellas estaban recluidas en Páramos Fúngicos.

No pasó mucho tiempo antes de que se diera cuenta de que esta mantis lo estaba buscando a él y cuando lo hizo, una enorme emoción lo embargó. Honestamente odiaba la carne de mantis, era asquerosa para su paladar, pero a veces las cazaba solo por el desafío que presentaban, eran la presa más complicada de toda Tierras Verdes, y una mantis de casta superior como esta sin duda le traería momentos de diversión.

Su primera idea fue acercarse sigilosamente y aparecer de improviso para asustarla, deleitándose con el terror en sus ojos, pero luego desechó la idea. Esta mantis era demasiado especial para dedicarle maniobras baratas, era fuerte y merecía un trato especial, una batalla que la llevara al límite, solo así quedaría satisfecho

Se arrojó sobre ella en un ataque que habría sido mortal para la mayoría de las criaturas, sus garras casi atravesaron su cuerpo, pero ella esquivó a tiempo salvando su vida por una fracción de segundo.

El cazador sonrió dentro de su capucha de hierba, había estado en lo cierto, esta hembra sería una digna adversaria, la mejor pelea en mucho tiempo.

Arremetió contra ella nuevamente forzándola a tomar una actitud defensiva, retrocediendo constantemente para no ser rebanada por su garras, sin darle la más mínima oportunidad de contratacar. Orquídea pronto dimensionó la magnitud del poder de su enemigo y lamentó su exceso de confianza, pensaba que su velocidad y su entrenamiento bastarían para abatir a este monstruo, pero el cazador era tan veloz como ella y su poder distaba mucho del suyo.

 Brincó por el terreno buscando tomar distancia para planear su estrategia, pero su enemigo no le daba tregua, su ataque implacable y continuo impedía cualquier respuesta de parte de ella, ante el más mínimo atisbo de una ofensiva se esfumaba de su vista como un fantasma, de forma similar a la que lo hacía ella, pero era peor, porque no emitía ni un solo sonido, sus pasos eran silenciosos como la caída de una hoja y prever su posición era todo un desafío, si lo perdía de vista estaba muerta.

En estas condiciones ni aunque tuviera su lanza tendría alguna ventaja, jamás había enfrentado a un enemigo así, pero lo peor aún estaba por llegar.

Súbitamente el cazador se esfumó, o más bien se camufló con los arbustos de los alrededores, dejando a la mantis en un estado de terror absoluto. Orquídea miró a todos lados buscando a aquel bicho raro, concentrándose en su oído al máximo para adivinar su próximo ataque, pero solo un silencio absoluto fue lo que captó.

En la medida que el tiempo pasaba, comenzaba a desarrollar una cierta ansiedad y paranoia, en cada arbusto veía seis ojos brillantes vigilándola, pero tras fijarse mejor, estos desaparecían delatando que se trataba de una planta normal. 

Los minutos seguían pasando y su agonía se alargaba, Orquídea se dio cuenta de lo que el cazador pretendía, esta no era una estrategia muy común en las mantis pero la conocían, agotar a la presa, dejarla en un estado de alerta constante cosa de debilitar su mente y volverla débil. Solía usarse esa técnica con presas demasiado resistentes, pero ella sospechaba que el cazador la aplicaba con ella por mera curiosidad, por probar de qué era capaz.

Orquídea no iba a ser el juguete de nadie, no se quedaría esperando a que la devoraran sin mover una garra, así que dejando su ira fluir corrió hacia el primer arbusto que encontró y le enterró las garras encima, comprobó que solo era hierba y de inmediato corrió hacia la siguiente planta. Encontraría a ese maldito insecto aunque fuera lo último que hiciera.

Enterró su garra en un arbusto, luego en otro y en otro, hasta que de pronto, al introducir su garra en una mata de hojas, sintió un dolor espantoso que le arrancó un grito gutural que casi le destroza la garganta. Trató de sacar la extremidad lo más rápido que pudo, pero estaba atorada, cautiva entre algo filoso que la apresaba.

Perdió el aliento cuando vio seis ojos brillar entremedio de las hojas, el cuerpo de ramas característico del cazador emergió de la tierra en toda su altura sin soltar a la mantis.

Ahora Orquídea colgaba de su garra la que obviamente estaba sujeta por las mandíbulas del cazador, tan peligrosas como misteriosas, ya que era imposible ver su rostro bajo la capucha.

Sobreponiéndose al dolor la mantis comenzó a agitarse intentando liberarse, pero al sentir su extremidad crujir se detuvo, si continuaba podía perder el brazo y eso no le hacía mucha gracia, no quería ser una lisiada, pero su vida estaba en riesgo.

Aún estaba considerando sus posibilidades cuando el cazador la dejó caer. El dolor de la caída no se comparaba con el dolor que sentía en el brazo, se agarró su miembro y se recogió sobre su cuerpo tratando de estabilizarse y juntar fuerzas para ponerse de pie y escapar. Con esfuerzo se incorporó con la única idea en su mente de salvar su vida, miró de reojo a su monstruoso adversario quien yacía de pie, quieto, como si fuera una estatua observándola.

Manteniéndose con sus sentidos en alerta dio tres pasos hacia atrás esperando que en cualquier momento el cazador la atacara. La mirada de la bestia mostró un dejo de desdén, hasta ese momento se había mantenido en silencio, pero finalmente dejó relucir su voz grave y profunda.

—Esperaba más de ti, me has decepcionado mantis cobarde.

Era un mensaje sencillo, pero muy significativo para Orquídea. Se sintió avergonzada de ella misma ¿Cómo se le había ocurrido siquiera considerar la idea de escapar? ¡Era una deshonra! Y también una locura, no estaba tan desquiciada como para no saber que era una batalla perdida, pero en su forma de pensar, si no era capaz de dar la talla en combate, ya no valía la pena seguir viviendo.

Dispuesta a morir luchando, se puso de pie y alzó su garra buena contra el cazador, este de inmediato respondió al desafío corriendo hacia ella sobre sus cuatro extremidades. El volumen y la velocidad del adversario la forzaron a esquivar el embiste de su cuerpo, pero la falta de un brazo le restaba equilibrio, un mal movimiento la hizo trastabillar, el monstruo de seis ojos letal y despiadado no dejó pasar la oportunidad y le arañó el vientre dejando al descubierto su carne ensangrentada, pero esta vez la determinación de Orquídea hizo que respondiera al ataque enterrando sus garras  en el brazo del predador.

No fue un corte tan profundo como para inhabilitarlo, pero si hizo que goteara buena cantidad de sangre. Pero lejos de enfurecerse o asustarse, los ojos ocultos bajo la capucha delataron una sonrisa.

—Esto era lo que yo esperaba.

El ser cubierto de hierba brincó hacia atrás y expulsó un chorro de espinas que la mantis esquivó como pudo rodando, no fue arañada, pero aumentó su ansiedad en gran medida, él tenía la ventaja de los ataques a distancia, cosa que ella no, necesitaba su lanza, aunque difícilmente eso sería útil, sus ráfagas de aire cortante eran demasiado lentas.

Una segunda ráfaga de espinas siguió a la primera, y esta vez Orquídea, movida por la adrenalina del combate, aún con todo el daño que tenía consiguió ponerse de pie para brincar. Buscaba un acercamiento para concretar daño, como el cazador tardaba algunos segundos en recuperarse luego de expulsar sus espinas, no fue capaz de responder a la ofensiva de la lord, a duras penas se movió un poco para evitar que dañara su rostro, pero a cambio recibió un corte profundo en el hombro.

El cazador tenía el brazo izquierdo sangrando y el hombro derecho con dificultades para moverse, pero eso no afectaba en lo más mínimo su letalidad, tenía a Orquídea frente a él y sin darle la oportunidad de escapar roció una lluvia de espinas sobre ella.

La mantis chilló del dolor y de un manotazo se quitó un montón de espinas que cubrían su pecho y abdomen, en realidad no hacían daño, pero dolían tanto que era insoportable, ni siquiera su brazo incapacitado le molestaba tanto.

La breve distracción de retirar las espinas le dio tiempo suficiente al cazador para lanzarle un zarpazo que la tiró al suelo abriendo más la herida que tenía en el vientre. Levantó la mirada aterrada y vio a aquel monstruo acercarse hacia ella.

Aquel era el poder del cazador, jamás esperó verse superada de esa manera, no solo era fuerte, era veloz, resistente y el daño no parecía afectarlo, ya que aún con ambas extremidades heridas seguía atacando, y ahora sin preámbulos, sin alardeos ni charlas innecesarias se disponía a matarla.

Orquídea cerró los ojos resignándose a su destino, pensó con cariño en sus hermanas y su hermano, en su tribu, en la gente amable que conoció fuera de Páramos Fúngicos y finalmente dedicó sus últimos pensamientos a su amado caballero silencioso, era una lástima no poder verlo una vez más, pero quizás era mejor. Su amor falso tendría un final trágico, pero el menos problemático de todos los posibles.

Esperaba en cualquier instante sentir las garras del cazador destrozando su cuerpo, pero en cambio fue un sonido lo que llegó a ella, se atrevió a abrir los ojos casi con miedo y se encontró con la espalda de un individuo que conocía muy bien, con su postura decidida, su cornamenta elegante y su bella capa oscura ondeando detrás de él.

Hollow estaba de pie frente a ella con su aguijón en alto bloqueando las garras del cazador. Ella no podía verlo, pero su mirada era tan fiera que le habría remecido el corazón. El ser de seis ojos sonrió con la mirada antes de hablar.

—¿Será que acaso mi discípulo finalmente ha decidido cazarme? No sabes cuánto lo anhelo.

Orquídea sintió aquella noticia como un balde de agua fría ¿Hollow era el discípulo de este monstruo? ¡Cómo era posible! Hollow era tierno, amable y cazaba por necesidad, este tipo lo hacía por gusto, al menos debía agradecer que no fuera un sádico que disfrutaba torturar a sus víctimas, solía matar rápidamente de forma que las presas no sufrían mucho.

Hollow con un movimiento apartó las garras del cazador y retrocedió colocándose delante de Orquídea de forma protectora, cosa que hacía fácil sacar conclusiones sin necesidad de palabras.

—Oh... La estás protegiendo... ¿Es tu pareja? —Escrutó a la mantis con la mirada—. Has elegido bien, quizás sea incapaz de dar una pelea en todo su potencial, pero te dará buenas crías, al menos es algo.

Sí Orquídea no hubiera perdido tanta sangre en ese momento seguro hubiera enrojecido. La situación cada vez era más incómoda y extraña, su presa era el maestro de su amado y él prácticamente les estaba dando su consentimiento para concretar su relación luego de casi matarla ¡Toda esta situación era demasiado bizarra!

Mientras tanto Hollow ignorante de la ensalada mental que tenía la mantis se mantenía alerta, conocía bien a su maestro y se esperaba cualquier cosa de parte de él.

—Te dejaré ir, está sangrando mucho, si no te la llevas ahora no sobrevivirá.

El cazador nunca había sido un mentiroso, Hollow lo sabía bien, podía tomar a Orquídea sin temor a que los atacara por la espalda, rápidamente guardó su aguijón y recogió a la mantis que empezaba a perder el color y la consciencia. Rasgó su propia capa para improvisar una venda con la cual enlentecer el sangrado de su vientre, hacía poco que se había recuperado de su anemia, no quería verla en peligro otra vez.

Sin perder más tiempo corrió alejándose de aquel recoveco del bosque con el corazón en la garganta temiendo por la vida de su amada. Y mientras corría por la hierba una voz profunda resonó a sus espaldas.

—Cuando tengan crías tráelas ante mí, quiero medir fuerzas contra los jóvenes cazadores...

El cazador los dejó ir con la esperanza de un enfrentamiento legendario a futuro, en verdad sabía pensar las cosas con calma y tenía paciencia, más que cualquier otro en el mundo.

El caballero corría entre arbustos, espinas y árboles con toda la velocidad que le permitían sus patas, la vida de Orquídea pendía de un hilo, la sangre ya comenzaba a empapar la tela con la que había cubierto su abdomen, hace mucho tiempo que no sentía tal miedo, ya se había acostumbrado a su vida tranquila y pacífica donde todos estaban bien y a salvo, pero ahora era mucho más consciente que antes de las cosas y eso solo empeoraba su angustia.

La hora que tardó en regresar a la población de musgosos se le hizo eterna, sentía sus patas adoloridas luego del esfuerzo que hizo, pero un enorme alivio llegó cuando finalmente avistó las modestas casitas herbales de esta gente. Encaminó sus pasos hacia la guarida de Clara, allí siempre había algún sanador disponible para ayudar y era donde guardaban las botellas de aguas termales.

Entró al sitio causando un gran alboroto, como no tenía una voz lo suficientemente fuerte como hacerse oír utilizó un hechizo que hablara por él.  Aquel tétrico grito de alma fue sumamente efectivo, todos los musgosos de los alrededores acudieron al hall de entrada y se horrorizaron con la escena del caballero y la mantis manchados de sangre.

No hicieron falta palabras, la misma mirada de Hollow dejaba en claro que Orquídea se estaba muriendo.

Ni siquiera se molestaron en trasportar a la mantis a otro sitio, la recostaron allí mismo mientras los musgosos corrían buscando hierbas, ungüentos y los frascos de agua milagrosa. Clara también fue alertada por todo este alboroto, pero varios sirvientes se apresuraron a retenerla y mandarla a su cuarto (a pesar de ser la reina), ya habían retirado los vendajes de la paciente y sus heridas eran demasiado feas para que una niña las viera.

Pero no fue solo los vendajes los que tuvieron que retirar, la tela con extracto de vervela que neutralizaba sus feromonas también fue removida, afortunadamente los musgosos no eran compatibles con las mantis, así que ellos no se veían afectados, pero habían unas pocas mantis que deambulaban por el pueblo que sí se sintieron atraídas por ese olor tan particular.

—¡Hollow! ¡Ve a la puerta y protégela de cualquier mantis macho que se acerque! Necesitamos tiempo para ir a buscar ramas de vervela.

Los machos que se acercaron a la guarida guiados por el llamado de la naturaleza, se encontraron con un muro infranqueable, el implacable caballero que aún a costa de su vida defendería a su dama.

Pero ni el evidente poder de Hollow ni su actitud agresiva los detendrían, los instintos eran demasiado fuertes para oponerse a ellos. Se arrojaron contra él como animales desesperados, buscando destrozar su obstáculo, pero una explosión de alma los repelió noqueando a un par en el proceso, el caballero se aseguraría de no matar a nadie, sin importar con cuanta furia lo atacaran. Pero no podía depender de su magia, ya que era un recurso limitado, así que tras controlar a la primera horda, su aguijón tomó el protagonismo, chocando contra las agarras y parando cada zarpazo con la precisión de un bisturí, en un frenesí de violencia controlada que parecía no tener fin, y que no lo tendría hasta que trajeran las ramas de vervela de las cuartos interiores de la guarida.

Mientras tanto, adentro Orquídea comenzaba a ser estabilizada, el sangrado había parado y luego de vaciar casi la reserva completa de aguas termales encima de ella se podía decir que ya no corría peligro vital, pero era indudable que se encontraba débil y adolorida, el agua embotellada nunca es tan efectiva como el agua de la misma fuente, su recuperación completa no se lograría hasta que fuera a unas termas reales.

Los musgosos finalmente pudieron respirar aliviados al saber que habían salvado a la hembra, por lo que procedieron a colocar los ungüentos y hierbas necesarios para una adecuada cicatrización y para aliviar los dolores, era todo lo que podían hacer por ella en sus condiciones actuales. 

Una musgosa se había encargado de atender a Orquídea luchando para que se mantuviera consciente, había perdido bastante sangre, aunque no tanta como la vez que trató de matarse, de tal modo que no se había dormido y poco a poco comenzaba a recuperar sus sentidos y su estado de alerta.

Aunque lo que en verdad terminó despertando a Orquídea fue un escandaloso ruido de algo que chocó contra la pared de la construcción y que la asustó al punto de casi brincar de su asiento. La chica que estaba junto a ella se apresuró a tranquilizarla.

—No se preocupe, no es nada, Hollow se está encargando afuera de mantener a todos los machos mantis a raya.

—¿Machos mantis? —Inmediatamente se puso nerviosa.

—Descuide, él puede con todos, además, no tardarán en traer ramas de vervela.

Era verdad que Hollow podía manejar a todas esas mantis fácilmente, siempre y cuando se mantuvieran atacando de forma desorganizada y dividida. Los machos tendían a pelear no solo contra Hollow, también entre ellos para tener la supremacía y el derecho de fertilizar a la hembra, de modo que el caballero podía usar este punto a su favor, sobre todo considerando que ninguno de ellos estaba pensando de forma inteligente y se limitaban a usar la fuerza, sin embargo entre ellos había un individuo que gozaba de una inteligencia y control superior, al punto de ser capaz de trazar un plan para entrar.

En una maniobra que algunos podrían considerar cobarde, se aprovechó de la distracción que provocaban los otros bichos y se coló dentro de la guarida, donde fue recibido con un ramazo en la cara.

—Toma, toma, toma.

Una musgosa que agitaba una rama de vervela golpeaba incansablemente al insecto.

—Ya, ya, ya. Ya estoy bien, deja de golpear.... ¡Achis! —Al escuchar el estornudo la chica finalmente se detuvo—. Ug... Como odio cuando pasa esto.

—¿Ya estás mejor?

—Sí —La chica lo golpeó de nuevo—¡Ah! ¿Por qué?

—Por si acaso.

—Lo estás haciendo a propósito ¿Cierto?

Una risa traviesa fue la respuesta. Ya más tranquilo el macho comenzó a inspeccionar el sitio con curiosidad ¿Qué hacia una hembra mantis ahí? Normalmente no tenían razones para entrar en la guarida de Clara, fue entonces que notó las manchas de sangre que salpicaban todo el lugar.

Se sintió horrorizado ante tal espectáculo a la par que preocupado ¿Quién era la que estaba herida? Quizás era una amiga, o la pareja de un amigo, levantó la vista hacia el tumulto de musgosos que estaban atando ramas de vervela encima de una mantis enorme, y cuando la vio quedó sin palabras.

¡Era una lord! Él aún podía recordar a las lord, las fieras guerreras que gobernaban con puño de hierro sobre sus tierras y que los exiliaron por entregar su mente a la diosa. No las odiaba por la decisión de exiliarlos en sí, al fin al cabo había resultado ser lo mejor que le había pasado en la vida, pero aún recordaban con mucho resentimiento todo el dolor que le habían hecho pasar a Higo. 

Y sin embargo, ahora como un acto de justicia de parte de la vida la tenía al frente, en tal estado que parecía un despojo de la orgullosa mantis que alguna vez fue, no llevaba su corona encima, estaba débil, llena de vendajes, con hierbas pegadas en todos lados de su cuerpo y siendo atendida por aquellos insectos que alguna vez despreció, era todo lo que una mantis jamás debería ser, al menos según la ideología de la tribu de Páramos Fúngicos. 

—Miren a quien tenemos aquí, miren quien ha resultado ser una débil y patética mantis que no merece consideración ¿Qué se siente estar de este lado Orquídea?

En ese momento la lord solo quería que se la tragara la tierra, de todas las humillaciones que había pasado, esta era la peor de todas, ser despreciada por un traidor, por una mantis que se consideraba una basura era algo que superaba todo límite. Estaba haciendo todo lo posible por mantenerse firme, con aquella máscara de hierro que usaba frente a todos, pero estaba demasiado agotada para eso, además de que ya se había acostumbrado a ser más expresiva y su estado hormonal la tenía hecha un desastre, no aguantó y se puso a llorar.

De todo lo que podría haber pasado que Orquídea llorara era lo último que esperaba, pensaba que guardaría silencio humillada y avergonzada, que intentaría defenderse con argumentos sin sentido, o en el peor de los casos que lo insultaría ¿Pero ponerse a llorar? Ya casi estaba lamentando lo que había dicho, jamás había visto a una mantis llorar tan desconsoladamente y la situación era demasiado embarazosa, como toda mantis no era bueno lidiando con esa clase de reacciones y estaba aterrado sin saber qué hacer.

No tuvo que pensarlo demasiado, otra vez la musgosa lo golpeó con la rama de vervela.

—Mira lo que hiciste estúpido —Lo golpeó una y otra vez—. La hiciste llorar, maldito desconsiderado, está enferma.

Recibir unos cuantos ramazos era molesto, pero nada que no pudiera soportar, nada tan desagradable como la sensación que ahora recorría su espalda. Cuando dejaron de golpearlo notó un escalofrío y de forma mecánica se volteó a ver, entonces se encontró con los fríos ojos del caballero que lo miraban con furia.

—¡Lo siento! —Gritó de inmediato.

Por fortuna para él, Hollow simplemente lo ignoró y caminó directo hacia la mantis para luego abrazarla e intentar calmarla.

El mantis ya no teniendo nada más qué hacer allí, con sigilo y discreción se retiró de la guarida, no sin antes dedicarle una última mirada a los dos bichos que ahora se abrazaban, la una buscando consuelo y el otro buscando consolar. Había algo en toda esa escena que le parecía sospechoso, se notaba un trato cercano entre ellos, demasiado diría él, algo mucho más profundo que una amistad.

Sus ojos se abrieron con sorpresa al darse cuenta de la realidad, era una situación demasiado similar a la que desató la tragedia tantos años atrás, si esto no era justicia divina, simplemente no sabía qué era.

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Bueno... La pelea contra el cazador quería que fuera más espectacular, pero simplemente estaba bloqueada, a diferencia de otras personas que los bloqueos los manejan viendo películas, paseando o esperando a que se pasen solos, yo simplemente me fuerzo a escribir, el resultado puede ser bueno o malo, pero consigo avanzar hasta retomar el rumbo, era eso o dejarlos esperando un mes o quizás hasta cuando.

Escribir el capítulo resultó algo tortuoso, tanto por mi falta de tiempo como porque me dio una tendinitis que hace que escribir duela un poco, pero al menos el resultado fue aceptable creo, y si no les gusta se aguantan, no lo puedo hacer mejor en este momento.

El siguiente capítulo tardará un rato en salir, me toca hacer traducciones y voy a tratar de descansar mi mano algunos días a ver si esta tonta tendinitis mejora de una vez por todas. Nos leemos, hasta pronto.

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