✶ ᭡⠀:⠀tercer idilio
-¡Wow! -Fue lo único que salió de los agrietados labios de Yeosang al ver el bello escenario frente a sus ojos.
Era una adorable y pintoresca cafetería, la cual estaba ubicada justo en el primer piso de un alto edificio del distrito de Trocadero. Yeosang pensó, no sin vago humor, que, a pesar de todo, había terminado en una cafetería lo suficientemente parecida a la que originalmente había querido ir.
Fue una lástima estar en aquella situación.
-Ven -invitó el extraño con amabilidad, señalándole un asiento que quedaba justamente en la barra.
Ahora que podía ver su rostro con más claridad, sus rasgos eran conocidos y parecía algo cansado. Sus ojeras no estaban demasiado acentuadas, pero eran notables. Conmovió a Yeosang que ese hombre fuese poseedor de un corazón tan amable.
El mayor sollozó. -¿No hay problema con que esté empapado? Estoy incluso ensuciando el piso.
Antes de poder escuchar una respuesta por parte del contrario, un chico salió de una de las habitaciones que Yeosang supuso que era un depósito, dedicándole una mirada confusa al azabache.
-¿SeongHwa? ¿Qué haces aquí tan tarde?
-HongJoong- dijo de vuelta el de nombre SeongHwa.
-¿Tienes idea del diluvio que está cayendo fuera? Podrías enfermarte, muchacho irresponsable -reprendió suavemente mientras se acercaba para poder examinarlo.
-Verás, eh... -Su mirada conectó con la de SeongHwa y rápidamente HongJoong se volvió hacia él, analizándolo con una expresión seria que inmediatamente mutó a la preocupación genuina.
-¿Y éste lindo chico? Está empapado -comentó con el ceño fruncido-, te prepararé un café para que entres en calor. Siéntate... -Tras pronunciar esas palabras, salió del escenario tan rápido como sus pies se lo permitieron, dejando a Yeosang atónito.
Un corto silencio, los acompañó hasta que el azabache soltó una risa y se acercó hacia Yeosang, haciendo una caballerosa reverencia mientras mantenía una mano cuidadosamente colocada en su pecho, haciendo sonreír al castaño.
-Mis disculpas si se sintió incómodo. HongJoong es muy efusivo, y puede resultar ofensivo o extravagante para los foráneos.
-Oh, no te preocupes... es agradable -dijo sinceramente-. ¿Te llamas SeongHwa? -Un atisbo de duda se presentó en su voz.
-En efecto. -Extendió su mano-. ¿Me concederías el honor de saber tu bello nombre?
-¿Siempre eres así? Tienes una forma de hablar bastante peculiar -señaló, sintiéndose ligeramente más feliz-, mi nombre es Yeosang.
-Ma belle s'appelle Yeosang- murmuró con una sonrisa, besando su mano y luego viéndolo directamente a los ojos-... C'est un beau nom, digne d'un beau jeune homme.
-¿Qué dijiste? -preguntó sonrojándose-, lo siento, no tengo un buen nivel de francés. Las veces que he venido, me he limitado a usar un traductor.
-Dije que es un nombre digno de un hermoso joven como tú - Yeosang se rio.
-¿Pararás de coquetearme en algún momento?
-Solo si te incomoda. ¿Lo hace?
-No -dijo escuetamente. Por alguna razón, la manera sublime que poseía SeongHwa para manejar las palabras, lo hacía sentir distinto-. Y no soy tan joven -masculló mordiéndose los labios. El aura detrás del mayor de pronto se tornó lúgubre, alertando a SeongHwa quien rápidamente lo dirigió hacia el asiento.
-¿Cuál es tu edad?
-Tengo... -vaciló-. Tengo 29 años.
En realidad, tenía 31. No obstante, se hallaban en el extranjero, y no en corea, por lo que esa edad era la más acertada. Incluso sintió un peso menor al decirlo. Sentirse más joven siempre era bienvenido.
-¿Por qué suenas tan deprimido? -preguntó SeongHwa -, eres como un tierno durazno que recién está madurando.
-¿Realmente quieres saber por qué? -El azabache asintió.
-Me interesas, y me interesa saber por qué te encontré como te encontré.
-Me siento... viejo y acabado -respondió con una triste mirada-, perdí mi vida, mi tiempo se está consumiendo y estoy... e-estancado. Amargado -tartamudeó y luego se encogió de hombros buscando restarle importancia-. Desearía simplemente olvidar mi vida, desaparecer.
HongJoong apareció justo en ese momento por la puerta con un café caliente en sus manos y una sonrisa. A Yeosang se le hizo agua la boca al ver tan delicioso manjar.
-Espero que los haga entrar en calor un poco -dijo secando sus manos con una toalla-, SeongHwa, terminas de cerrar el café cuando acabes, mañana debo abrir temprano y terminar algunas cosas, así que iré a descansar. No he arreglado tu apartamento durante el tiempo que no has estado, así que tendrás que hacerlo por ti mismo.
-Vale, gracias. -Sonrió al recibir su bebida-. Y no te preocupes, HongJoong, confía en mí.
Con un asentimiento, el pelirrosa desapareció de su campo de vista y Yeosang comenzó a beber.
«Dulce y cálido», pensó. A la primera probada su cuerpo se estremeció de gusto y él cerró los ojos en señal de disfrute, percibiendo la sensación de la bebida caliente deslizándose hasta acabar en su estómago.
-¿Te gustó?
-Sabe muy bien -respondió-. ¿No vives aquí? Dijo que no habías estado en tu apartamento mucho tiempo.
-Vivo en un penthouse en Saint Germain, de donde venimos -especificó, recordando el comentario espinoso de Yeosang con diversión-. Aquí solo vengo en ocasiones especiales.
-Ya veo -dijo escuetamente.
SeongHwa, se dedicó a observarlo atentamente durante todo el rato, bebiendo su café de un modo bastante entusiasta. Yeosang se cuestionó el porqué no se sentía incómodo ante las acciones del contrario, y, aun así, terminó nuevamente pensando en su colapso anterior, y las razones del mismo.
Su mirada decayó, y si SeongHwa lo percibió, no dijo nada. Conforme la noche avanzaba, la lluvia se volvía más fuerte. Las gotas cayendo furiosamente sobre el techo, les indicaba a ambos chicos que el mal tiempo no cesaría pronto.
Cuando Yeosang terminó y se volvió hacia SeongHwa, este aún lo estaba mirando con aquella suave expresión que de alguna manera lo reconfortaba. Con su mano libre, jugaba con la pajilla en el vaso vacío.
—¿Sabías que al caramel macchiato le llaman latte macchiato, y su traducción es leche manchada? —El entrecejo de Yeosang se arrugó momentáneamente, demostrando la confusión que lo carcomía por dentro.
—¿Ahora con qué vas a salir?
—Algunos le dicen café blanco —mencionó observándolo fijamente— La mancha se muestra en la parte superior del café y la leche normalmente está abajo. Y es delicioso. Pienso que te queda perfecto.
—¿Por?
—Tu mirada. Puedo ver en ella el reflejo de una tormenta, en tu corazón la existencia de un mar de tristeza a punto de desbordarse, y lo estás ocultando —señaló, limpiando una lágrima rebelde que caía por su mejilla —Eres como el café latte. Dulce, sublime y manchado. Hay una mancha en ti ¿no es así?
Yeosang se rio en voz baja, sollozando al mismo tiempo. Alzó su rostro para mirar a SeongHwa.
-Suenas como esos chicos de amores literarios que tanto me gustan. ¿Estás seguro que no eres un personaje salido del retrato de Dorian Gray? -Inclinó su cabeza, negando con diversión-. Tu forma de hablar... es como si... Tienes una forma poética de expresarte. Es inusual.
-No soy un personaje salido de ese libro, lastimosamente. Pero noto que te gusta leer - Yeosang asintió.
-Me encanta. Paso todo el tiempo libre que tengo leyendo. Ahora mismo es mi actividad favorita -suspiró-. También escribo cosas... de vez en cuando. Para desahogarme.
-¿Cosas tristes?
-Creo que eso ya no es relevante.
-Lo es para mí. Evadiste mi pregunta. -Carraspeó, girando en el asiento para observar la calle a través de las grandes ventanas del local-. Por tu falta de respuesta, asumiré que tengo razón. Luces como el tipo de persona que tiene dificultades para aceptar cómo se siente.
Yeosang, no respondió durante un largo momento en el que se lo quedó mirando fijamente, intentando encontrar signos de malicia o algo más en el recién conocido, pero no lo encontró.
-¿Me trajiste aquí para psicoanalizarme? -preguntó, repentinamente, a la defensiva. SeongHwa negó.
-Te traje aquí porque parecías estar desorientado. Había una lucha en tu interior, y no querías estar solo.
-Y supiste todo eso en menos de dos horas.
-Aprendí a leer el alma -dijo, viéndolo ahora-. Y hay algo en ti, que me trae recuerdos.
-Eres un extraño, no debería decirte éstas cosas -renegó, huyendo de la mirada contraria.
Pero, utilizando esa misma excusa, tampoco había de haberlo seguido, ni haber consumido café, o haber mencionado algo en primer lugar.
-Si no te sientes cómodo no te voy a presionar -dijo-, pero, ¿no es más fácil desahogarte cuando no te pueden juzgar?
-Tengo 29 años -se escudó.
-¿Y? ¿Las personas de 29 años no pueden desahogarse?
-Las personas de 29 años sabemos sobrellevar nuestros problemas. Sentirse así... es ridículo.
-Nene. - SeongHwa acarició su mejilla suavemente, su calidez contrastaba con la piel fría de su mejilla-, las personas pueden sentirse perdidas sin importar la edad que tengan, y eso está bien.
SeongHwa retiró su mano cuando Yeosang lo apartó bruscamente y se levantó de la silla, mirándolo con ojos duros. Temió por su estabilidad mental cuando vio la lucha que se reflejaba en esos vidriosos fanales, y finalmente su sensibilidad comenzó a mojar sus mejillas en grandes cascadas de tristeza.
-¿Por qué me dices éstas cosas? -inquirió con voz ahogada, perdiendo la actitud indiferente que se había forzado a aparentar. Sus ojos fríos se transformaron hasta derretirse en tristeza, y caminó hacia SeongHwa apretando sus puños-. ¿Por qué fuiste tan amable conmigo? -sollozó nuevamente-. Ni siquiera me conoces. ¿Por qué parece que te preocupas por mí?
SeongHwa pudo ver en su actitud lo mal que se encontraba. Yeosang estaba inestable, sumamente afectado por la situación que estaba pasando. Su corazón se encogió con los sonidos de llanto rotos que éste soltaba.
-Porque me recuerdas a alguien. Tus ojos piden ayuda. ¿Deseas consuelo? - Yeosang asintió.
Estaba tan necesitado de amor, que ya no le importaba quién se lo proporcionara o de qué forma, siempre y cuando pudiera sentirse bien.
SeongHwa entrelazó sus manos y lo abrazó, permitiéndole llorar en su pecho y desahogar todo lo que al parecer llevaba escondiendo por tanto tiempo. Yeosang se aferró a su pecho.
-No te preocupes -arrulló acariciando su mojado pelo, que estaba casi tan enmarañado como su triste corazón.
-Soy... soy tan patético -comenzó, enterrándole sus uñas en el pecho-, soy tan débil... odio llorar por tonterías y aun así estoy así... - SeongHwa negó y dio suaves caricias en su espalda.
-Está bien si no estás bien.
Y Yeosang se dio el privilegio de confiar en esas palabras, aun cuando no tenía ninguna certeza de eso. Mientras se lamentaba y maldecía, pensaba en lo triste que era su situación: Consolado por un extrañó, mientras que la persona que debería amarlo, era uno de los motivos de sus lágrimas.
La mirada que HongJoong le dirigió al chico, estaba llena de preocupación. Analizaba el rostro que aún dormido reflejaba el estar enfrentando muchas dificultades. Había bolsas bajo sus ojos, grietas en sus labios y una expresión triste en su bello rostro. Se cruzó de brazos mientras se sentaba al filo de la cama.
-¿Deberíamos cambiarlo? Está empapado aún, mojará la cama.
-Lo que me preocupa, es su estado de salud. Realmente me gustaría poder vestirlo con ropas más cómodas, pero -reflexionó durante un segundo observando su rostro, ahora más calmado-..., no quiero que cuando despierte se sienta expuesto. Después de todo somos hombres, y aún hay donceles que son reservados. No consultar antes podría hacer que se sintiera violentado.
-Pareces seriamente preocupado por él, Seonggie -señaló-, ¿lo conoces?
-No -negó suavemente-, sin embargo, eso no impide que yo...
-Es la primera vez que traes a alguien aquí, aun cuando siempre gustas de ayudar a las personas.
-Me recordó a mamá -admitió.
-¿Por su extravagante forma de vestir?
-No -dijo escuetamente. Su voz adquirió un tono sombrío-. Si bien me di cuenta de eso, en sus ojos... en sus ojos se veía la misma miseria de sus últimos días. No pude dejarlo solo.
-¿Es por eso que lo trajiste a ésta habitación?
-Mamá decía que los colores eran tranquilizadores, la vista era preciosa y la cama era de en sueño. Siempre la hacían sentir mejor, así que quiero eso para él.
-Aún se me hace curioso que tú... ya sabes, normalmente no actúas así. Parecías un novio preocupado.
-Lo sé -suspiró, escrutándolo de pies a cabeza.
-Hay algo más, ¿no es así?
-Sí -confirmó-. Cuando lo vi, algo se movió dentro de mí e intenté ignorarlo. Escuché su voz y simplemente no pude. Cuando lo analicé más a fondo, sentí algo.
-¿Qué específicamente? -rio HongJoong juguetón-, no me digas que te enamoraste a primera vista.
-Me hizo revivir lo que sentía por mi primer y único amor verdadero. Él me gusta -confesó-. Quisiera poder retratarlo. Tiene un rostro hermoso.
-Puedes hablar de eso con él en la mañana, ¿por qué no lo dejas descansar? Tú también deberías hacerlo.
-Claro -dijo levantándose-. ¿Podrías encender la calefacción? Hará frío y...
-Seguro -tranquilizó HongJoong, acompañándolo hasta la salida-. Ve con cuidado. Supongo que te quedarás, así que mañana tendré tu desayuno listo.
SeongHwa asintió agradeciendo con una sonrisa y luego caminó apacible hasta su propio departamento, justo en el último piso del enorme rascacielos que hace tanto no visitaba.
Cuando abrió la puerta, observó el panorama que lo recibía. Esperó y esperó pacientemente, mas el peso en sus hombros no regresó como normalmente ocurría cuando veía lo que tenía en frente, y de repente volvió a experimentar la felicidad y excitación correr por sus venas.
Ignorando el desastre de papeles que había dejado en el piso en su última visita, SeongHwa se acercó a su lugar favorito y tomó su expresión en mano, deshaciéndose en creatividad con líneas y trazos encima del lienzo durante el resto de la noche.
Para ese momento, la lluvia dentro de él era más suave de lo que nunca había sido.
"El arte debe ser una expresión de amor, o no es nada".
-Mare Chagall.
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