✾| sp; cincuenta y tres
Narrador Omnisciente
Somos capaces de tener más de 60.000 pensamientos al día, y capaces de experimentar 27 tipos de sentimientos, esto según los expertos. Si es cierto, la mitad son cosas negativas, creados para personas o por un suceso. ¿Seremos capaces de identificar las razones de nuestros pensamientos?, es decir, no necesariamente debo encargarme de ofrecer a los demás mis conocimientos, pero si la inspiración de ello. Inspiración, lo que hace que Abril quiera cumplir todas sus metas. La inspiración hacia su padre lo ha tenido desde que recuerda. Cuándo ve que aquel hombre se sumerge en su trabajo, cuándo no existe el exterior y solo sus papeles, se pregunta cuántos pensamientos estará teniendo en el momento.
Llevaba un par de horas, esperando a que su padre le permitiera algo de tiempo, pero no sería así. Todo parecía complicado en su trabajo; las ganancias de su empresa aquí en Corea del Sur iban mal, no funcionaban como en Londres o en la sede de New York. Los cálculos no eran exactos, cuestiones económicas y los socios empezaban a interesarse en otras empresas, una en específico y casualmente tenía el casi mismo plan de marketing de la gran empresa Anderson. Las cosas se salieron de las manos cuándo, una semana atrás, se dieron cuenta de que aquel inversionista que pedía invertir y George no lo dejó, consiguió dinero de alguna manera y montó su propio negocio -según decían, pero había algo detrás-. Tener controlada a tu competencia y tus productos es un punto importante como comercial, más si te encargas principalmente del sector del marketing, promocionando a grandes marcas, personas famosas, si algo sale mal, las demandas irían contra ti.
—Papá...
Este mantenía sus manos en su cabeza, analizando la situación. Se sintió mal al haberle dicho 3 veces a su hija que la atendería en un minuto.
—Perdóname cielo. ¿Qué necesitabas?
Abril bufó molesta, ni siquiera se despediría. Se levantó y salió de la oficina, azotando la puerta de paso. Se sentía indignada, su padre no era capaz de escucharla, tampoco ella fue capaz de entender el estado de su padre.
Llevaba una semana acercándose a aquel chico pálido, el llamado Yoongi. Necesitaba un leve consejo sobre extraños, ya qué empezó a hablar más con él, no parecía mala persona. Alex no era buena idea, aparte de que empezaba a tener amigos y la dejaba sola la mayoría de tiempo.
Ser amiga de ese chico, ni siquiera sabía su edad, que hacía o algo que no fuese solo su nombre. En verdad parecían compatibles en cierto sentido. Los 10 segundos de contacto visual se convirtieron en 5 minutos, aprovechando a decirse un par de palabras en el transcurso para desearse un buen día al despedirse. Agradable, así se sentía cuándo cruzaban palabras con tono ya no arrogante. Pensó en la posibilidad de pedirle su número de teléfono, por eso quería la opinión de su padre, algo que no obtendría 'hombre necio que solo vela por sus negocios', pensaba, sin importarle en lo mínimo o preguntar si estaba bien.
Ayer no visitó a Vernon, así que aprovecharía el día de hoy. Caminaba por las calles de Seúl, sin necesitar su móvil, ya que aprendió de memoria la dirección, los puestos, los edificios y algunas cosas que harían obvio por donde ir. Entonces se fijó en aquel callejón. Dobló por ese sitio, encontrándose con un Yoongi, sentado a un costado. Se preguntaba a sí misma que era lo que hacía ahí. Miró el reloj de su mano, se dio cuenta de que no era la hora que solían verse, ella había llegado tarde.
—¡Yoongo! —El pálido elevó su mirada, que estaban en sus manos. Al notar su presencia, se levantó y no pudo evitar acercarse a ella. Creía que le había pasado algo, que se había ido y no la volvería a ver, empezaba a acostumbrarse a los encuentros que sintió la obligación de quedarse ahí sentado, esperando un minuto más, solo uno más.— ¿Qué haces ahí?
—Esperaba un mensaje de un amigo, para encontrarnos.
Mintió. Abril miró al rededor del lugar, seguro se quedaría aquí esperando por ese amigo, ya que no había llegado aún. Podría quedarse también, para no dejarlo solo, pero había quedado con Vernon, -esta vez, no lo vería bailar todo el tiempo, hablarían un poco- así que no podría.
—¿Quieres que me quede contigo? Tengo un compromiso, pero podría esperar a tu lado. Mataríamos el tiempo, así aprovechamos a conocernos más, claro, ya que somos completamente desconocidos, así que estaría bien. Uh, perdón que hable tanto, dicen que soy parlanchina cuándo estoy nerviosa. En serio, dime lo que quieras y puedo quedarme,
Sonrió luego de callarse. Yoongi también hizo lo mismo, en cambio, quería decirle que sí, que quería quedarse con ella a pesar de que su amigo nunca llegaría y pasar más minutos a su lado. Le daba vergüenza admitirlo, ni siquiera sabe si la chica es mayor de edad, pero por eso quería averiguar todo de ella.
—Si tienes un compromiso, entonces será mejor que vayas —Abril maldijo en su cabeza, sabiendo el error al decir eso— Esperaré tranquilamente aquí, la próxima vez podríamos hablar más, o dame tu número.
Lo que pensó hace unas horas, lo del número. Un desconocido que parecía a simple vista un buen chico, cruzaron miradas y palabras por un mes, ¿no habría nada de malo, verdad?
Abril sonrió. Tomó el móvil del pálido y agregó el número que tenía por el momento en el país, también le dijo como encontrarla por otras redes sociales por si regresaba a a New York.
Somos incapaces de captar ciertas indirectas, no de terceras personas, sino que evades los verdaderos sentimientos que acurrucan tu corazón, susurrándote con felicidad como se siente ante un momento que recordaras toda tu vida, no importa si algún día la pierdes, siempre estarán ahí los recuerdos de un pasado doloroso, de un pasado emocionante, ya que no importa el tipo de sentimiento, cada cosa que somos capaces de sentir, nos convierte en quién somos.
El camino hasta donde trabaja su mejor amigo se volvió tan corto que no se dio cuenta cuándo sus pies se detuvieron en la entrada. Suspiró. No iba a hacerlo, pero deseaba no tomar la perilla e irse de ahí, quería hablar más con Yoongi. Sus sentimientos le daban señales, pero prefería seguir un destino sin conocimiento de algún futuro prometedor.
Avanzó, adentrándose más y más, siguiendo por los pasillos para llegar a esa sala. Con la ayuda de sus manos, empujó suavemente la puerta, dejando a la vista a un par de chicos bailando sin cansancio. Vernon yacía sentado, observando a sus amigos.
—Hola.
Todos se detuvieron al tiempo. Era la hora de un descanso, y la hora especial en el cual dos críos tenían la oportunidad de hablar, necesitaban hablar un poco. Se juntaron en cuánto la sala se vació, un abrazo y frases como 'te ves bien' decoraban el ambiente.
—¿En serio? —Dijo alarmado. Abril le comentó que en unos días volverían a New York y que probablemente sería una despedida hasta cierto momento. —Me lamento tanto no poder estar contigo.
—Hay cosas más importantes.
Tomó sus manos, jugando con sus dedos. Vernon notó su cambio de ánimo, así que se sentó a su lado, tomando sus manos en el acto indeciso. Tantos años que no se veían, él decía que estaba cumpliendo sus sueños, repetía lo mismo y un día, los mensajes desaparecieron, hasta ese día de la discusión.
—Quisiera que pudieras entender mi situación si es que el sentimiento existe. Somos jóvenes, tenemos ganas de vivir, de soñar, de amar. Mi amor nunca se apagará, así que solo...
—¿Tiempo? —Dijo Abril interviniendo. Bufó mirando hacia los grandes ventanales. —Esta son las razones de esa discusión. Tengo 15 años, ¿acaso crees que los sentimientos no cambian?, eso me da miedo.
—A mí también. Pero escúchame, te lo prometí ese día que hablamos; te pediré ser novios cuándo seamos capaces de cumplir nuestros sueños.
Para Abril, esas palabras se volvieron repetitivas, desorientadas, sin sentido. Exhaló toda aquella respiración, haría como que nada de eso ocurrió, simplemente olvidarse de lo que podía martirizarla. Demasiado joven para preocuparse de cosas, de esos sentimientos que parecían que en cualquier momento desaparecerían.
*
New York le hacía honor al mes, al día y a ese nacimiento. Los árboles color verde con rastro rojo, amarillento y naranja, tan precioso.
Las grandes puertas de un dulce hogar se abrieron en par. Globos por doquier, una mesa gigante en medio del salón con un pastel precioso, refrescos, muchas cajas de regalos, peluches y ese gran cartel que se adornaba con un lindo 'Ally Anderson Miller Ackerman' en mayúsculas. Las personas, al mirar la entrada de una pequeña persona, se mantuvieron en silencio, ansiosos por querer verla más cerca. Grace no dejaba de sonreír, cargando a su bebé entre sus brazos, mientras que su esposo Harry cuidaba de cada uno de los pasos que hiciera.
Apenas 3 días de nacida, y Ally era la bebé favorita de demasiadas personas. Primera hija, primera nieta, primera sobrina.
Pero, la que antes era la menor de la familia, se encontraba en una esquina, con grandes bolsas debajo de sus ojos -que ni Grace las tenía-, evitaba ver la escena.
—Harry —Susurró Grace. Este estaba hablando con unos primos de como Ally casi no llora y solo se dedica a dormir y a comer— Quédate con la bebé, tengo que ir a ver a otra.
Cuándo se dio cuenta, cargó con cuidado a su hija. Entendiendo que literalmente tenía dos bebés que necesitaba cuidar siempre. Para llegar hasta donde la bebé grande, se sostuvo un par de veces en los muebles y al estar enfrente, Abril se dedicó a verle sorprendida.
—Deberías estar con Harry. Procura no caminar mucho Grace, por favor, vamos, ve a sentarte —Tomó sus manos, atrayéndola a otro sitio, pero la detuvo, tocando su mejilla— ¿Qué pasa?
—Lo mismo me pregunto yo. Te siento asustada, ¿por qué no eres ya la bebé? —Abril negó burlona— Me dijeron que desde que supiste que nació, no dejabas de llorar, 3 días así. No quisiste que nadie te viera, normal, casi nadie te ha visto llorar, te desagrada que te vean, bueno, no lloras si no se trata de una película.
—Ese cacho de persona me está destruyendo sentimentalmente y absorbiendo mi energía —Grace sonrió sin parar. Su primera sobrina, esa niña que llenaría de alegría su vida en los momentos más pesados, cuándo descubra que el verdadero amor proviene de ella— Te ríes, pero es la verdad. Jamás dejaré que le ocurra algo y no es una promesa, ya que no suelen cumplirse, es un hecho.
El corazón de Grace, desde que tomó entre lágrimas a su bebé, se volvió completamente sensible, completamente un maniobro de sentimientos que flotaban con amor. Sus lágrimas brotaron a la vez, dejándose ver a Abril asustada y solo pudo abrazarla. Estaba agradecida de saber los sentimientos de ese niña pequeña que vio crecer, que la ha cuidado y le ha enseñado literalmente a como cuidar a un bebé.
Anocheció pronto. Todos los invitados de aquella tarde se fueron contentos, menos Abril que decidió quedarse a dormir en casa de Harry y de Grace, para velar por los sueños de su pequeña Ally. Sus manos se sostenían de la orilla lateral de la cuna, viendo desde ahí arriba dormir con serenidad a la pequeña bebé envuelta como un burrito. Tocó con su dedo una de sus regordetas mejillas, lento, dos toques y solo sonrió de lo adorable que era.
—Mañana debes ir a casa —Se espantó al ver a su hermano acercarse a ella, pero lo ignoró rápidamente— Vas a empezar la escuela en unos días, tuviste lindas vacaciones, pero tienes obligaciones. Nosotros podemos cuidarla bien.
—Harry, cállate. No quiero que mi pequeña se despierte.
—Respétame un poco, no quiero la que niña siga tus pasos —Bromeó. Se colocó a su lado, mientras miraban a la regordeta bebé, como si fuese la mayor reliquia de todas, una pieza que debían cuidar— No te preocupes. No quiero que te la pases aquí todo el tiempo. Fui parte de tu crianza por 10 años, puedo hacerlo bien. Ve con mamá mañana.
Abril solo apoyó su cabeza en el brazo de su hermano, este la abrazó y se quedaron ahí, hasta que sus pies dolieron. Una nueva vida, una hermosa que les daría ánimo en todo momento.
Pasaron los días, así como el otoño entraba más en vigor, llegaban más los problemas para el cabeza de la familia Anderson.
Park Seung, así era el nombre de ese hombre <<El inversionista>>, que trajo dificultades en diferentes negocios. Llegaron 2 tipos de documentos a más de 10 socios de la empresa de George, con información mayoritariamente falsa, entre que la empresa podría irse a la ruina por el mal mantenimiento que tenía y el mandato deteriorado. Se podía comprender que, como empleado, temían de quedar en la ruina.
28 de septiembre. 'Posible estafa al gran empresario George Anderson, proveniente de Corea del Sur'. Eso estaba por todo New York como la portada del periódico. Park Seung literal se volvió un sombra, una de la cual estaba lleno de una venganza ignorante solo por no aceptar un trato. Más de 5 millones de dólares estaban en juego, todo porque por primera vez, George firmó sin leer la letra pequeña, las promociones fueron rechazadas en el último segundo, la falta de inversiones hacían que los precios de servicios y productos subieron, dejando ver el decrecimiento de las ventas.
—Mierda —masculló. Su cuerpo cayó nuevamente sobre su silla y la giró, quedando su vista hasta la pared de atrás. Debía pensar en algo, era urgente. Sus consejeros ya estaban haciendo algo al respecto, pero debían apresurarse, antes de que su familia se dieran cuente de la perdida, bueno...
La puerta de la oficina se abrió, dejando ver a esa mujer de ojos azules y pómulos resaltantes. Se adentró, sabiendo que su esposo estaba detrás de esa silla.
—¿Sabes que me molesta? —Cerró sus ojos, su mujer se había enterado— Que no consultaras conmigo. Mis agentes y un abogado siempre pueden ayudar en un momento crítico antes de tomar una decisión.
George volvió a girar mirándola. Esta tenía sus manos en el escritorio, observando ahora a su esposo, molesta por la situación en la que estaba y ajena.
—Desde que inauguré esta empresa, siempre he querido superar por si solo los problemas.
—Llevamos 22 años casados, ¿acaso no te he ayudado? En 1993, cuándo Alex había nacido, la empresa estaba yendo mal por algo parecido, por un fraude, pero lo arreglaste por qué pude intervenir con mi padre.
—¿Tu padre? —Bufó. Se levantó de la silla y fue hasta la salida. —Vanessa, quiero lograr esto por mí solo. No quiero tampoco meterte en un problema que puede perjudicarte. Entiéndelo —Al momento de salir, se detuvo en esa línea que separa el interior y exterior de la oficina. Recordó lo que un consejero le dijo, que era buena opción para controlar todo por sí mismo.— Hay algo que necesito que sepas...
Se mudaría a Corea del Sur. Tan repentino, pero ayudaría en el caso. Mantener controlado a Park Seung, quién por lo visto era un estafador que cambiaba su identidad cuándo se lo proponía, y nadie sabía su verdadero nombre. ¿Qué buscaba? Lo que quieren todos, más y más dinero. La situación empeoraba, el hombre no se daba por vencido cuándo quería y por desgracia la mala suerte había llegado a George Anderson, cuándo todo iba bien, su economía bajaba. Si no arreglaba el asunto de manera formal, llegaría, más allá, juzgados.
Las discusiones en casa empeoraban, sus hijos no llegaban a comprender mucho -Alex lo sospechaba-. Su padre se mudaría, por ello las discusiones; George quería que sus hijos pudieran ir con él, para no sentirse extrañamente solo. Vanessa alegaba que no tendrían futuro si se trataba de un par de meses, que estarían mejor en New York, ella protegiéndolos de cerca o bueno, Jasmine haciéndolo. Alex, al ser mayor de edad, podía decidir por sí mismo, así que no veía de malo pasar su primer año de universidad en Corea del Sur. Mientras que Abril era menor, a pesar de que le rogó a su madre, era complicado. Nadie le aseguraba que cuidarían de su hija, que vería por ella. Después de miles de promesas, hizo un listado de cosas que se debían seguir, reglas, atención a las clases que se debían tomar. Buscaron una de las mejores escuelas para que estuviera y una casa.
Se podía ver las luces de la casa prendida, ya había alguien dentro esperándolos. Abril no podía creer que ahora tenían una casa en Corea Del sur, parecía del mismo tamaño que en New York. Pasaría un buen tiempo por aquí, no se arrepentía de aceptar la oferta de su padre, aunque extraña pasar casi un año aquí, pero no era tan descabellado.
Entraron jalando sus maletas. El patio era enorme y podía verse el garaje donde cabían 2 coches. No podía aguantar las ganas de entrar, así que se apresuró. Tocó la otra puerta que la dejaría dentro de casa. Una señora mayor abrió, dándoles la bienvenida -era quién cuidaba la casa, hasta que los dueños llegaran-. Como quisquillosa, revisó cada rincón, imaginando como aprovechar cada lugar. Subió las escaleras que la llevarían al segundo piso. Se encontró con dos pasillos, izquierda con salones que no tenía idea y derecha habían tres puertas. Un baño y dos habitaciones. Miró la primera y cuándo tomó la perilla para abrir, se dio cuenta de que ya estaba decorado, era la suya. Caminó admirando cada parte, le faltaba algo de su estilo, pero su padre había hecho buen trabajo.
Su teléfono empezó a sonar. Tenía notificaciones de Kakaotalk, eso significaba dos cosas y deseaba que fuera solo una de esas. Abrió las notificaciones para ver un mensaje de Yoongi, si, lo que quería.
Yoongi el pálido
¿Ya estás en Corea?
8:50 p.m..
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Me gusta dejar ejemplo de algunas cositas que narro. Pues, así me imagino la casa que decidió comprar George en Corea del Sur.
Quería compartirles que he borrado muchas cosas que ya no son relevantes. Re escribir todo me hace ver que habían puntos más importantes.
Tenía el final de la historia escrito, pero estoy trabajando en ello, pienso cambiarlo radical y hacer que sea lo mejor posible.
Tomen agüita, no dejen de comer y traten de portarse bien. Bendiciones. muak. <3
~herbst
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