✾| cuarenta y seis
Kim Taehyung
Existen muchos tipos de dolores, aquellos que sentimos por qué recibimos un golpe en alguna parte del cuerpo, eso que nos indica que algo no anda bien, una sensación desagradable, casi idéntica a ese mismo dolor que no podemos percibir de donde viene ni de quién.
Indagué por internet en todo el tiempo que podía, tratando de descifrar esas interminables razones que nos hacen sentir vulnerables, no hay, no existe alguna causa relevante que nos pueda hacer entender que hasta la mínima ignorancia de atención nos hiere y lastima nuestro sensible corazón.
Mis días de vacaciones en Daegu, con el sol apareciendo en el cielo y haciendo que el frío se aleje, me hace sentir cómodo, aunque con una leve intranquilidad, eso tenía que ver con Abril. Desde que la encontré en mi antigua habitación, no deja de actuar extraño, de hacer preguntas que me hacen recordar cosas que no quisiera. Necesito que regrese de esa extraña salida que hizo 'Iré al centro comercial, quiero comprar algo.' Entiendo que puede buscar el lugar en Google, pero podía llevarla yo, me preocupa que pueda ocurrirle algo.
—¡Taehyung! —Despejé mi mirada del televisor para encontrarme con Dahyun enfrente de mí, sus manos en su cintura, algo seria— Veo que te interesa mucho como es que se construye una cabaña.
Se refería a lo que transmitían en la televisión. Sonreí leve y me fijé en que tomaba su bolso, ¿saldría también? Creí que se encontraría con Abril.
—Dahyun ¿a dónde vas?
—Llevo algo de prisa, luego te cuento —Me levanté del sofá y la perseguí hasta la entrada. Esta se detuvo para poder colocarse sus zapatos— Taehyung...
Me quedé ahí, mirando su rostro. Me estaba dando mala espina algo, sentía mi corazón palpitar con fuerza.
—¿Qué sucede? Por favor, no estés con misterios.
—Sé lo más sincero que puedas conmigo, en serio. ¿Quién fue tu exnovia en el pasado?
Tragué saliva. Mis pies empezaban a sudar y mis manos temblaban repentinamente. Haber venido a Daegu fue un problema, nunca tuve que aceptar. Resoplé soltando una carcajada de sarcasmo.
—Sabes, no entiendo cuál es la insistencia de ese tema. Un amor del pasado, se quedó ahí. Yo ahora estoy con Abril y con la que quiero estar siempre.
—Yo no necesitas más pruebas para darme cuenta de la mentira que tengo delante. Abril se volvió tan insegura de sí misma desde que está contigo, tan ingenua que necesita tantas pruebas posibles para darse cuenta de que la estuviste engañando y de que ustedes fueron novios antes de que ella perdiera la memoria.
Las pulsaciones de mi corazón seguía como si hubiese corrido un maratón. Tenía náuseas, muchas, mi cabeza daba vueltas repitiendo cada una de las palabras dichas por Dahyun. Lo sabía, lo sabía todo.
—Ella no...
—Deberías dejar de ser tan cobarde y aceptarlo todo. Te estás lastimando a ti mismo, si sigues así y a ella más. Lo sé todo, todo era tan obvio. Aunque, hay algo que aún no llego de entender, ¿qué tienes que ver tú en ese accidente?
Todo se había arruinado. Iba a ser imposible que llegara lejos con Abril sin que la verdad saliera a la luz, de igual se iba a dar el día en que ocurriera. No sé que debo hacer ahora, ella se lo dirá, es obvio y tampoco puedo continuar con esta mentira.
—¿Ella lo sabe? —Dahyun negó.
—Pero ahora seguro que se está dando cuenta —Estaba a punto de perderlo todo, mi todo— Se encontró con Yein, me imagino que la conoces a la perfección. Así es, le dijo que le diría toda la verdad.
—No puede verla...
—Estás empezando a molestarme, la dañaste mucho y cuándo yo me entere también de toda la verdad, espero que ella al menos pueda encontrar piedad en su corazón.
Como si me hubiesen tirado un balde de agua fría sobre mi cabeza, me sentía confundido, no podía dejar de mirar esas escenas de hace años, sí, cuándo conocí a Abril por primera vez, cuándo éramos unos adolescentes, nunca creí que acabaría.
Toqué mi pecho con tanto dolor, ese dolor que no se sabía de donde venía, pero justo ahora, si lo conocía, este mismo sentimiento ya lo había sentido anteriormente.
—Tú sabes donde está, llévame.
—No, no vas a impedir que ella sepa la verdad-
—¡Si tan conocedora eres de la verdad, llévame a donde está ella! Deberías saber bien que si recibe una noticia de tal magnitud, le afectará. Te juro que si algo le llegara a pasar...
—Está bien, vamos.
Asentí. Regresé para tomar las llaves del coche y salí corriendo. Necesitábamos llegar lo antes posible. No podía permitir que algo le pasara. Quería ser un tanto egoísta y preocuparme en nuestra relación, en como va a acabar por mi culpa, pero es inevitable pensar en lo que le pasará si escucha todo eso, lo de su padre.
El asaz de mentiras son dolorosas, pero esas verdades que pueden destruir lo más hermoso y único que tienes, puede causarte el peor derrumbe de todos. Estaba vacío, perdido y mi cabeza rodaba y rodaba con impotencia. El aire tan fuerte que soplaba por qué llevaba las ventanas abiertas y también porque iba demasiado rápido, apenas eso podía calmarme un poco de lo que sentia.
—¡Taehyung! Nos vamos a estrellar —Puso su mano sobre mi brazo, para llamar mi atención— Gira a la derecha, ahí está ese lugar que propuso Yein.
Sin pensarlo, pisé el acelerador y llegamos en menos de 2 minutos. Bajé del coche, aún sin apagar el motor, esperando que Dahyun lo hiciera. Troté hasta la entrada y no fui capaz de escuchar ruido alguno. Mis manos temblaban nuevamente. Me adentré aún más, entonces escuché una voz y un leve llano.
Ahí estaba Abril, en el suelo, tomando su camisa, como si le hiciera falta el aire. Cuándo su llanto era más fuerte y desolador, mi corazón se rompió como cuándo un plato de vidrio se cae. No podría explicar con palabras el sentimiento de aflicción que me invadía, aquello asqueroso que desearía no sentir, esa amargura pesada que desearía que nunca hubiese aparecido.
Lo sabe todo, lo sabe. Mis pies no podían moverse, me sentía lleno de impotencia, era un sentimiento de culpa. Sus gritos me hicieron perder la cabeza.
—¡Vamos! —Dahyun dio una palmada en mi espalda, tomando luego mi brazo para llevarme hasta donde estaban.
Ellas aún no nos notaban. Yein se acercaba a Abril con un aspecto amenazador, hacía mi sangre hervir.
—Fue mi error, el tuyo o simplemente el de todos.
El cuerpo de Abril temblaba, estaba tan débil, no se podía mantener por sí misma; no sé si Yein lo sabía, pero con solo darle un pequeño empujón en el hombro, cayó en el suelo golpeándose la cabeza. Corrí hasta ella con prisa y a penas me fijé que Dahyun fue hasta Yein.
Caí al suelo de rodillas, cerca de Abril. Tomé su cuerpo por encima de mis manos, tratando de hacerla reaccionar.
—La inimaginable idea de conocer a alguien desquiciado como tú, llegó lejos. Escapa, por qué te juro que te voy a encontrar y te demandaré.
Apenas escuché a Dahyun hablar. Sostuve su cabeza, apenas sentía su respiración. Di pequeños golpes en su mejilla para que abriera los ojos.
—Cariño, mírame, abre los ojos por favor —Su cuerpo temblaba, sus labios estaban de la misma tonalidad que su piel blanquecina. A penas tenía los ojos abiertos, mirándome con cansancio.
—Taehyungnie...
Un millar de recuerdos pasaron por mi mente al escuchar su voz, esa manera de decirme. La manera en la que corría hacia mí con su vestido blanco de flores y mariposas, su cabello recogido en un hermoso moño, la mirada impregnada en mí mientras me regalaba la sonrisa más preciosa que ninguna persona ha presenciado. El escalofrío y el retumbar de mi cabeza agotaban mi paciencia, no quería esto, no quería que esto pasara.
Alejándome de todo, su mano fría tocó la mía y quedó inconsciente.
—No... ¡Despierta! Yo... ¡Abril!
Tomé su rostro y mis lágrimas inconscientes cayeron sobre ella. Todo esto es mi culpa.
—Debemos llevarla al hospital, ¡Ahora!
*
Han pasado tres horas desde que llegamos. No me han dicho nada, ni siquiera de su estado. En camino aquí, Dahyun no pronunció ninguno palabra conmigo, se limitó a tratar de despertar a Abril en la parte de atrás. Cuándo llegamos, la cargué hasta adentrarnos y las enfermeras se la llevaron de inmediato en camilla.
Tengo miedo, tanto que apenas puedo contener la respiración y los ejercicios para calmar mi pánico dejan de funcionar. Quisiera entrar a verla, que me dijeran algo, pero me aterra ver su rostro, verla ahí, reclamándome por todo.
Subí la cabeza al escuchar un par de voces, era una de las enfermeras que se había llevado a Abril. Me levanté y me acerqué a ella para preguntarle si sabía algo, si ya había despertado.
—Enfermera —Dejó su portafolio en la encimera de recepción y se fijó en mí— Hace tres horas que no sé nada de la chica que traje. ¿Despertó?
—¿La señorita Anderson? —asentí— Creí que lo sabía. Despertó hace una hora. La chica que estaba con ella la ayudó a irse, eso fue hace un par de minutos, le dimos de alta.
No podía ser. Salí con prisa del hospital. No servían de nada, debían revisarla, hacerle análisis de que le había pasado, no dejarla salir así. Uh. Llegué a mi coche lo más rápido posible.
¡Maldita sea!
Di pequeños golpes en el volante molesto por la situación. Mi teléfono sonaba insistente y miré dos llamadas perdidas de mi madre y un mensaje.
''Abril está aquí''
Se iba a ir, iba a volver a Seúl. Prendí el coche y me dirigí a casa lo más rápido posible. Mis padres debían detenerla, aunque sea un momento, antes de que llegara, debía verla, no podía irse así como así, yo no podría.
Quería que las cosas llegaran a ser más fáciles, que a pesar de no decir la verdad, pudiera ser feliz por un momento. ¿Era un egoísta? Si, aunque lo negara. Hice tantas cosas mal que ahora estoy pagando por ello, un pecador que se enamoró de alguien como un loco, que la perdió, pero volvió con ella a pesar de las advertencias, acabé dañándola, lastimando su ser de una manera que no podría ser perdonado y era entendible. ¿Acaso nadie comete errores? Siempre me lo pregunté, pero si amas en verdad a una persona, lo más correcto es que digas la verdad de tus sentimientos, que expreses lo que ocurre y que no mientas. Lo que hice yo, todo tiene una explicación, todo lo hice para protegerla, ¿cliché? Sí, tampoco es que tuviera otra opción.
Llegué a la casa y aparqué de la peor manera posible. Bajé y me adentré en casa. Ahí estaba ella, saliendo de la habitación con una maleta y mi madre tratando de detenerla. Sus gestos eran bruscos y apenas cruzaba miradas. Me quedé al final del pasillo, esperando a que ella llegara, debía verme si quería salir.
—Mira, ¡Ya está aquí! ¡Espera un momento!
Estaba agitado, mi cuerpo temblaba y apenas podía contenerme. Estaba enfrente suyo, pero no le importó y pasó a penas a mi lado.
—¿A dónde vas? —Siguió caminando—Te llevaré yo.
Giré mi cuerpo y tomé su maleta. Todo estaba siendo muy rápido. Su mirada afilada atraparon la mía y de pronto su mano cayó con pesadez sobre mi mejilla.
—¡Alto!, ¿Qué haces?
Escuché a mi madre chillar. Sobé mi mejilla y ardía por la lágrima que empezó a caer. No podía contenerme más. Lo tenía claro, estaba en pánico por qué se enteró la verdad, pero ¿acaso no recuperó la memoria?, si tan solo recordara algo, sabría el amor que nos teníamos, recordaría algo de lo que pasamos y me daría la oportunidad de hablar, solo quería que me escuchara, no quería mentir, a pesar de que luego pagara las consecuencias, quería decir la verdad, no quería volver a perder una vez más, solo... solo quería que no me viera con esos ojos, esos que me perforan el alma haciéndome saber que ya no me ama.
—No, no lo vuelvas a hacer, no...no toques —Su voz salió en un susurro. Me sentía en un hilo de desesperación
—Abril, escúchame —Su respiración se volvió más agitada, al igual que la mía. Empecé dañándonos y ahora lo hacemos entre nosotros.
—No me importa lo que tengas que decir —Sus lágrimas comenzaron a salir de nuevo y mi cabeza se llenaba de ese llanto espantoso que escuché hace unas horas, eso que no me dejaría dormir, eso que quedaría como la peor culpa. Tomé su mano para que prestara atención, pero la quitó justo en ese momento— ¿¡Acaso no lo entiendes!? ¡No quiero que me vuelvas a tocar!... yo, no sé quién eres.
—Abril...
Me miró por unos segundos. Limpió su rostro sin cuidado, tomó la maleta y se dirigió hasta la puerta y justo ahí habló.
—Quédate con la chica tonta de 17 años, esa con la que te tomaste fotos en esa cabina, solo quédate con el recuerdo, pero a mí, ya no me recuerdes.
Salió de la casa, cerrando la puerta a su vez.
Mis piernas temblaron y sentí la necesidad de tirarme al suelo. Atrapé mi cabeza con mis manos y dejé que todo lo que sintiera saliera. Me sentía como un pequeño niño, como si alguien me hubiese roto mi juéguete favorito, como si me hubiese caído de mi primera bicicleta y eso provocara una herida en mi rodilla. Todos esos dolores inexistente y existentes los sufría mi corazón. Los brazos de mi madre atraparon mi cuerpo, acurrucándolo y acariciando mi cabeza.
—Soy un tonto, yo...
Las palabras no me salían, lloré lo más fuerte, tanto que mi garganta empezó a arder. Tenía escalofríos, mi mente distorsionada.
—No lo eres mi amor, solo hiciste lo correcto.
—La amo, mamá, la amo mucho.
Mis manos llegaron a abrazar a mi madre, consiguiendo que mis lágrimas cayeran sobre su hombro. Apreté su camisa con dolor, uno tan profundo como si nunca fuera a sanar. ¿Qué pasaría ahora? ¿Qué es lo que tengo que hacer? Debía hablar con ella, debía hacer que recuperara la memoria, debía hacer que a pesar de todo aquello malo supiera que jamás he dejado de amarla, que jamás he olvidado la primera vez que hablamos, esa primera vez que sus labios besaron los míos, la primera vez que le dije te amo con miedo de ser rechazado.
—Todo estará bien, hijo.
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