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La primera semana en aquella casa fue desastrosamente difícil.
La comida se racionaba a raja tabla para que durara todo lo que ellas estimaban, tal vez más. Los baños tenían que ser después de las 2p.m. para que el agua no saliera helada y no tenían que durar más de treinta minutos para que ambas aprovecharan el mínimo calor que tenía el agua.
Yoohyeon lloraba todas las noches al acostarse y lo mismo hacía al despertar, extrañando la presencia de su novia difunta mientras sufría por no sacar de las casillas a su mayor. Así que cuando ésta se ponía iracunda, reclamandole que no apreciaba lo que había hecho por ella al matar a "la desgraciada esa", tenía que correr a esconderse en la habitación de su mamá hasta que sus disculpas rendían frutos y Siyeon se calmaba.
Para estar relajada lo más posible Yoohyeon había empezado a usar la ropa de Minji, oliendola cada vez que la extranaba y tratando de recordarla para seguir adelante. El primer viernes desayuno arrodillada en el suelo y con la cabeza apoyada en la silla, el sábado se sentó arriba otra vez. Eso hacía en la casa, puesto que Minjo solía enojarse con ella los jueves en la noche, la castigaba y el viernes en la mañana le tocaba estar en el suelo. Ese día por la noche llenaba de besos y abrazos a su novia y el sábado estaban bien otra vez, entonces en la noche los besos y los abrazos le tocaban a la menor.
Siyeon se encontraba de mal humor desde que se despertaba hasta que se acostaba y se dormía. No portaba ver todo el daño que ese horrible ser le había hecho a su pequeña, mucho menos soportaba ver como Yoohyeon lloraba por ella cada dos por tres, como si hubieran sido la pareja perfecta.
Solo tres veces los dolorosos gemidos habían logrado aviolentarla, pero por suerte todo estaba bien y no terminaba de recordar bien que había pasado en esos momentos exactos.
El lunes, cuando fueron a hacer la compra, Siyeon se tomó un rato para invertir un poco de tiempo y dinero en hacer e imprir currículums, los cuales empezó a repartir en todos los negocios que se vieron interesados en tener nuevo personal.
Sabía que pronto el dinero no daría abasto, así que conseguir trabajo era la única opción que veía posible para sobrevivir. No podía contar con Yoohyeon ya que técnicamente aún no acababa la escuela y era propensa a llorar cada dos por tres, en especial si un individuo masculino estaba cerca de ella.
Pero la peliazul podía resistir con eso, la iba a ayudar tanto como fuera posible. Y al fin sería suya, estaba segura.
El jueves de la segunda semana una viejita de una panadería, no muy lejos de su casa, llamó a primera hora —batería tenían gracias a la vecina, que estaba algo preocupada por los gritos diarios de las dos adolescentes y buscaba ayudarlas con lo que podía—. Así que ese mismo día empezó a trabajar.
El horario podía ser algo agotador pero valía la pena contal de tener un buen de dinero cada dos semanas, puesto que el acuerdo decía que le pagaría por quincena.
Siyeon se puso el delantal a las 8:30 a.m. y con paciencia aprendió a usar la caja registradora mientra empezaba a practicar como calcular 1Kg de pan, no quería estar dándose vuelta cada dos por tres, ella quería acertar lo más posible.
Y ya el primer día recibió tres reprimiendad de la señora Kang, era más que importante dar los buenos días y verse lo más feliz posible, sin llegar a ser exagerada ni falsa.
—Siyeon, ve a tomarte un descanso. Tienes un sándwich y un jugo en la mesa de al lado, vuelve en veinte minutos —explicó la mujer de pelo blanco y baja estatura, apuntando a su nueva empleada con el bastón. No era como si realmente fuera a pegarle ¿verdad?... Para evitar poner a prueba su teoría hizo todo lo que su jefa le indicó. Y por si las dudas se acabó el juguito aunque tuviera ganas de ir al baño. Solo después de tirar los embaces pudo descargar el tanque en el retrete. Se lavo las manos, la cara y volvió a peinarse antes de salir y seguir atendiendo a los clientes.
—Bien, iré a almorzar yo. En cuarenta minutos vuelvo, no rompas nada y sonríe, o lo descuento de tu sueldo.
—Descuide, me portaré bien, Jefa —forso una sonrisa y esperó a que se fuera para fruncir el ceño, molesta de haber tenido la mitad de tiempo para descansar que ella, pero si no quería ser despedida el primer día tenía que cerrar la boca y seguir atendiendo.
Notó que el tráfico de personas disminuyó hasta las 4p.m. y de ahí subió otra vez hasta las 6 p.m. hora en la que ella se iba después de ayudar a cerrar el local.
No parecía ser un trabajo muy duro, y entendía por qué esa vieja había podido encargarse sola del lugar hasta tener un bastón de apoyo. Estaba tan feliz de tener empleo que todo el camino a casa estuvo sonriendo como tonta, ansiosa se ver a su amada esperandola en casa.
Pero al buscarla la encontró dentro
de su habitación, acostada en el suelo junto a usa conocida bota negra y con moretones en las piernas. Tenía el pelo hecho un desastre y había rastros de lágrimas en su carita.
A Siyeon se le apretó el pecho verla así, en especial porque ahora entendía como la enferma esa lastimaba a Yoohyeon. Al menos usa de las formas en las que lo hacía.
Entonces abrió las sabanas y la recostó en la cama, la arropó y beso su frente para ir a darse una buena ducha. En la que tenía que pensar cómo hacer que Yoohyeon no se hiciera daño aún estando sola.
Entonces cuando salió fresca, con un short y una remera, lista para hacer la ensalada que sería su cena tuvo, lo que presentía, era la mejor idea del mundo.
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¡Hola! Gracias por pasarse a ver la segunda perte, como pueden ver no va a ser muy larga, solo van a ser 3 caps yel Epílogo. Espero que les sea de ayuda para cerrar algunas cuestiones que tal vez quedaron abiertas en el libro anterior.
Y... Muchas gracias por seguir apoyando la historia ♡
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