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∆Capítulo 8∆

-Rapunzel, despierta- fui levemente sacudida de los hombros acompañada de una dulce voz susurrante.

-¿Mmh?- no iba a abrir mis ojos, estaba cansada y seguía soñando en alguna cosa inexistente en este mundo.

-Levántate, alguien llama por ti al teléfono- insistió aquella voz que cada ves sonaba un poco más fuerte. Negué dos veces con mi cabeza acurrucándola entre mis brazos que servían de almohada.

-Nadie me busca, déjame en paz- balbuceé molesta, comenzaba a irritarme que no parara de zarandearme y dejarme dormir. Había sido una larga noche, lo menos que pedía era dormir todo el día.

-Es un chico... ¿cómo dijiste que te llamabas? ... Ah sisisi, Jack... Se llama Jack.

Mi cabeza buscó similitud con alguna persona que conociera con ese nombre hasta dar con un chico de deslumbrantes ojos azul zafiro. Abro mis ojos con pesadez quitando las lagañas que obstruían mi vista sintiendo un cosquilleo en mis brazos por lo entumidos que estaban. Me levanto del sucio piso del baño en donde me encontraba con ayuda de Gloria y me entrega mi teléfono mientras me ayuda a salir de ahí.

-¿Bueno?- mi voz suena ronca y seca, necesitaba con urgencia un vaso con agua.

-¿Rapunzel? Hola soy Jack Frost- la voz del otro lado de la línea contestó alegremente, se oía raro como si tuviera tapada la nariz.

-Hola Jack- vuelvo a hablar sintiendo un fuerte dolor en la cabeza, Gloria y yo llegamos a la barra de bebidas que se encontraba desolada y recargué mis brazos en aquella costosa madera para que sostuvieran mi cabeza y el dolor parara.

-¿Estás ocupada? ¿Te agarro en un mal momento?- pregunta con un toque que no consigo distinguir. Niego con mi cabeza en modo de respuesta- ¿Rapunzel? ¿Sigues ahí?

-S-si, digo no. No estoy ocupada estoy algo mareada, pero si sigo aquí- expliqué velozmente. Gloria me sirvió un vaso de agua y dos pastillas que ayudarían a disminuir en dolor y mareo que tenía.

-Bueno, porque si quieres...

-¿Qué es lo que necesitas? Mérida me dijo que tenías diarrea.

-Ah... si sí que bueno que te lo hizo saber. Ejem, ya estoy mucho mejor, estoy tomado medicamento y estoy bien- habló con nerviosismo, como si hablar de sus problemas de estómago lo apenara- Y me gustaría recomponer esas dos clases a las que falté esta semana, si no tienes planes para el día de hoy me gustaría invitarte a mi casa para que esos días no nos afecten.

Abro mis ojos ante la invitación de Jack ahogándome con el agua que bebía mientras lo escuchaba.

-¿I-Ir a tú casa? ¿Hoy? ¿A-Ahora?- volví a interrogar tosiendo un poco para que el aire volviera a su ciclo habitual.

-Si bueno, no ahora, en una hora o dos. Claro si quieres y puedes, si no no hay problema y nos vemos el lunes- objetó.

-Ahh- me quedé pensando en su petición que me había despabilado por completo. Drago no había hablado conmigo sobre lo ocurrido el jueves en la noche y ayer solo esperó a que me pusiera el nuevo atuendo que tenía para mí. Y si quería salir hoy necesitaba entregarle cinco mil dólares como mínimo. Muerdo mi labio inferior del lado que no está maltratado al no saber qué hacer- ¿Te parece si te devuelvo la llamada en unos minutos? Necesito ver unas cosas y...

-Claro claro, pedir permiso y eso. Si te entiendo. Estaré esperando tu llamada.

-Si, claro, adiós- colgué inmediatamente borrando la sonrisa que no tenía idea que abundaba en mi rostro y comencé a sacar el dinero de mi ropa para contarlo.

-Así que... ese tal Jack, ¿es tú novio?- preguntó en voz baja Gloria bebiendo un poco de agua y mirándome con ojos juguetones. Dejé de contar y la miré negando con mi cabeza y devolviendo mi atención a los billetes.

-Es un amigo, creo- respondí encogiéndome de hombros.

-Ajá- no me creyó- "amigo"- sus dedos se flexionaron al mencionar la última palabra. Solté una pequeña carcajada al igual que ella.

-Hablo en serio- la miré parando de reír- le ayudo a pasar una materia en la escuela, y me llamó para ver si podía reponerle dos sesiones que faltó.

-Mmm, casi me convences- la mujer de voluptuoso cuerpo dejó un espacio diminuto entre su dedo gordo y el índice indicando lo poco que casi se tragaba tal historia. Negué un par de veces con mi cabeza y volví a sacar más dinero anhelando juntar los cinco mil dólares- ¿Y es por eso que tienes tanta urgencia de salir?

-Yo siempre tengo urgencia de salir, Gloria- volví a mirarla- y esta es una gran oportunidad- comenté con una pequeña chispa de esperanza.

-¿Y cuánto dinero llevas?- soltó un gran suspiro luego de un rato de silencio terminando su bebida.

-Cuatro mil exactos- el aire se alejaba de mis pulmones, solo me hacían falta mil dólares más para poder salir de este lugar- debieron de caerse algunos camino hacia aquí- di media vuelta para ir en busca de algún billete tirado si no fuera por la dulce y tranquila voz de mi compañera que me detuvo.

-Toma- volví a la costosa barra viendo el brazo extendido de la chica en frente mío, con un par de billetes en su mano izquierda. La miré anonadada sin saber qué decir o hacer, me sentía apenada que nuevamente me ayudara- y ni si quiera se te ocurra decir que no.

Tomo el dinero de sus manos dejando lo mío a un lado para contarlo. Eran dos mil dólares los que me estaba entregando.

-Son do...

-Shh, ¿quieres que alguien se entere?- me chitó- Anda ve, tienes muchas cosas que hacer antes de ir a ver a ese chico, bañarte por ejemplo.

-Gracias, prometo regresártelos cuanto antes- le abracé lo más fuerte que pude y fui corriendo hacia el segundo piso abriendo cautelosamente la puerta negra con las iniciales del señor Mano Dura. Al entrar percibo un fuerte olor a alcohol y marihuana que me hace hacer una mueca de desagrado, en la enorme cama está aquel hombre de cabellos negros dormido sobre una chica la cual no le doy mucha importancia. Me dirijo hacia el buró derecho y abro el primer cajón sacando un sobre color blanco, meto el dinero en este y lo cierro; busco una pluma en el saco tirado de Drago y con rapidez escribo mi nombre atrás del sobre.

Salí corriendo de aquel club del horror con una enorme gabardina encima y aquellos molestos tacones. Camino hacia mi lugar menos preferido mientras recuerdo llamarle a Jack.

-¿Si?

-Hola Jack, soy Rapunzel, te llamo para decirte que si podré ir hoy a retomar las clases perdidas.

-¡Fantástico! ¿Te veo entonces a las 3?

-¿Qué hora es ahora?

-Las 2:30

-Ahh, mejor a las 3:30 ¿vale? Tengo algunas cosas que hacer antes.

-Claro, no hay problema. ¿Quieres que te pase mi dirección?

-Si por favor... pero me la podrías mandar por mensaje no tengo una pluma y papel para escribir.

-Okey, ahorita te la mando. Cualquier cosa me llamas y voy por ti.

-Si, gracias Jack.

-A ti, nos vemos más tarde.

-Adiós.

Suelto un suspiro al estar frente a la gran puerta de roble, busco entre las bolsas de la gabardina las llaves y cuando abro caigo en cuenta que no fui saludada por Chimuelo.

-Debe estar vagando por ahí.

~~~~~~~~~

Una hora más tarde me encontraba tocando el timbre de una puerta blanca protegida por una reja de color azul. Había seguido las indicaciones del chico, la avenida Violetas y dado vuelta en una carnicería, me seguí derecho hasta que encontré un Oxxo y di vuelta a la izquierda, me dijo que era una casa color azul con puerta blanca. Si no me había equivocado después de perderme varias veces, su casa quedaba un poco lejos de donde yo vivo.

-Hola Rapunzel, que bueno que llegas, pasa- el chico de cabellos blancos abrió la puerta con una enorme sonrisa y la nariz roja. Sonreí y coloqué un mechón rebelde detrás de mi oreja.

-Gracias- murmuré.

Su casa era grande, era tal vez la casa más grande que haya pisado en mi vida. Era linda, el piso era de mármol y estaba reluciente, sus muebles eran finos y contenían retratos de paisajes o alguna figura de cerámica. Jack me guió hacia su comedor el cual era bastante largo, habían muchas sillas sin ocupar.

-¿Gustas algo de beber?- pregunta amablemente sorbiendo su nariz.

-Agua estaría bien, gracias.

Seguí admirando su casa, la mesa estaba cubierta por un mantel de color azul marino con algunos rombos blancos y encima de este había un grueso cristal para protegerlo. Las sillas eran altas de color café chocolate acolchonadas del respaldo. La luz entraba directo por las dos largas ventanas que estaban frente al comedor que daban una vista hacia su patio.

-Aquí tienes, traje algo de hielo por si gustas ponerle. Le iba a poner yo pero no sé si te gusta el agua con hielo y olvidé preguntarte así que...- mi atención volvió al chico quien me entregó un vaso de cristal color rosa con agua y puso los hielos en la mesa. Solté una pequeña risa y agradecí bebiendo el líquido con un poco de rapidez.

-Tu casa es muy linda- halagué cuando el silencio reinó en el lugar.

-Gracias, a todos les gusta mi casa pero a mí no mucho- se encogió de hombros arrugando un poco su nariz.

-¿Cómo conseguiste mi teléfono?- pregunté levantando una ceja intrigada por conocer cómo mi número había llegado a sus manos.

-Le pedí a Mérida que me lo diera- abro mis ojos ante su respuesta, no había imaginado que ella se lo entregara- y ahora le haré sus tareas por un mes- su risa era contagiosa y yo reí con él.

-Ya veo. Me extrañó tu llamada, mucho a decir verdad.

-Si, eso supuse. Por favor siéntate, iré por mis cosas no tardo.

Me siento un poco extraña en este lugar, recordaba que su casa no estaba lejos del departamento donde solía vivir antes, recuerdo que el kínder estaba a diez minutos de casa y la casa del travieso Jack estaba a unos siete minutos de la escuela. Al parecer se había mudado. Me siento en la cómoda silla y saco el libro de física de mi hermano para recordar cuales eran los
ejercicios que le dejaría a Jack para resolver. Cuando Jack bajó tardó todavía un poco más en acomodarse. Intenté reprimir una risa por todo el alboroto que el albino estaba haciendo.

-Lo siento- me miró apenado y luego tomó un trozo de papel para sonarse la nariz- esta gripe es desesperante, mi nariz me pide que la deje en paz pero ella no me deja en paz a mi- soltó con un poco de molestia y desesperación en su voz. Me parecía tierno y chistoso toda esa escena, su voz estaba algo ronca y mormada lo que lo hacía sonar muy gracioso.

-¿Seguro que podrás con todos esos mocos para resolver los ejercicios?

-Pf, claro que si. Esto no es nada comparado con los días anteriores- le restó importancia tirando los papeles sucios en el bote.

-Si tú lo dices- abrí el libro en la página que había doblado con los ejercicios.

Pasar la tarde estudiando con Jack había resultado divertido, seguía distrayéndose un poco y de vez en cuando me hacía preguntas fuera de la materia. Estaba impresionada pues el chico era bueno con los temas, incluso llegué a dudar si realmente necesitaba mi ayuda.

-¡Uf! Creo que debemos parar, mi cabeza va a explotar si seguimos viendo más cosas y más problemas- Jack se llevó las manos a la cabeza soltando un suspiro y despeinando su cabello. Río levemente y asiento estando de acuerdo con que debíamos parar.

-Hemos avanzando mucho, aprendes rápido- decidí alentarlo para que siguiera así y tuviera buenos resultados.

-Gracias- sonrío con autosuficiencia cruzándose de brazos- Te invito a cenar.

Soltó de repente deteniéndome a guardar mis cosas, lo miré extrañada y luego solté a reír creyendo que había escuchado mal.

-¿Qué?

-Te invito a cenar, para compensarte las clases a las que no fui- se encogió de hombros sin quitar su radiante sonrisa. Negué varias veces mientras guardaba el libro de física en mi mochila junto con mi pluma, pasé por enésima vez mi mechón de cabello detrás de mi oreja para que no me impidiera la vista, cuando volví a prestarle atención al peliblanco tenía extendida su mano derecha con el dinero de la asesoría, iba  a tomarlo cuando alejó su mano de mi, le miré extrañada por tal acción- accede a ir conmigo a cenar.

-No puedo hacerlo Jack, no traigo dinero para pagar u...

-Yo invito, vamos, y luego te pagaré- se
levantó de su asiento para salir del comedor sin darme oportunidad de contestar. Mordí mi labio inferior pensando en una manera para negarme pero cualquier idea se esfumó al escuchar a mi estómago rugir. Tomé mi mochila y fui detrás de Jack para no quedarme atrás. Cuando salimos de su casa, Jack solo llevaba puesto un chaleco color verde militar para cubrirse del aire.

-¿No te enfermarás más si sales con eso a la calle?- pregunté con un poco de asombro.

-No- negó sin importarle- el frío no me afecta.

-Si te afecta- contradije soltando una risita- ¿no deberías ponerte una bufanda para cubrir tu garganta si quiera?

Jack se abrochó su chaleco que llegaba hasta la zona donde le había sugerido cubrir.

-¿Mejor?- preguntó y asentí rodando mis ojos sin borrar mi sonrisa.

Caminamos un rato por las calles iluminadas llenas de personas hasta llegar a un pequeño restaurante en una esquina.

-Aquí hacen unas deliciosas crepas, ¿te gustan las crepas?- preguntó el simpático chico en frente mío.

-Nunca las he probado- comenté sinceramente encogiéndome de hombros mientras que el chico de obres zafiro me miraba con espanto.

-¡¿Nunca has probado una crepa!? ¿Qué clase de persona eres?- gritó impactado- Son de los mejores postres del mundo- comenzaba a exagerar con sus gestos pero no me desagrado, si no más bien me provocó risa, era muy chistoso y divertido.

-¿A sí?- pregunté elevando una ceja.

-Si, jamás te arrepentirás de probarlas. Hay saladas y dulces. ¡Uf! Martí, préstamos tu carta por favor, esta chica no ha probado una crepa en su vida.

-¡Hola Jack! ¿Qué dices? ¡Las crepas son lo mejor del mundo! Y no es por presumir pero las mías son tan buenas que pedirás otra. Mi nombre es Martí, a tus servicios.

El hombre llamado Martí era un joven de dos o tres años mayor que nosotros, tenía el pelo pintado con algunos mechones blancos haciendo que su pelo pareciera el de una cebra. Me tendió la mano alegremente y con la otra sostenía la carta de aquellas "crepas"

-Rapunzel.

Acepté el saludo extendiendo mi mano derecha. Nos entregó una carta a cada quien para poder decidir en el amplió menú. Ambos tomamos asiento en una mesa no muy lejos de donde está el chico que nos recibió y suelto un pequeño y casi silencioso suspiro cuando veo una imagen de lo que era la famosa crepa, jamás en mi vida había escuchado de ella y me dio pena preguntar qué era. Una pareja pidió dos crepas hawaianas y aproveché la oportunidad para ver cómo el chico las preparaba. Volví a ver el menú cuando el sonriente joven nos miró para pedir nuestra orden.

-Las damas primero.

Levanté la vista de la carta para mirar a Jack quien esperaba a que dijera lo que iba a ordenar. Le sonreí juntando mis cejas recordando algunas cosas que Eugine le había dicho a Hiccup para conquistar chicas.

-Tu primero- abrió un poco sus ojos y desvió rápido su mirada a la carta para regresar a mis ojos, abrió su boca para hablar pero esta vez fui yo quien lo detuvo- Si yo pido primero pedirás algo similar y comenzarás a alardear de ello, alguna conexión por nuestros gustos tan similares.

-JAJAJAJA- Jack quedó perplejo y la fuerte risa de Martí era lo que se escuchaba dentro del establecimiento- ¡Te volteó las cartas amigo! ¡Esta chica conoce tus trucos! JAJAJAJA

No pude evitar reírme por la risa del amigo de Jack, era bastante graciosa.

-Ya cállate Martí- vociferó Jack sonándose la nariz una vez más- Quiero una de pollo con verduras y otra de piña con Philadelphia.

Martí anotó con rapidez la orden de Jack y luego se dirigió a mi.

-Yo quiero una de zarzamora y queso Philadelphia, por favor- pedí amablemente regresándole la carta.

-Okey, ¿no quieres probar una salada? Para que veas cuál es la que más te gusta.

-Gracias pero todas llevan carne y no como carne.

A Jack le dio un ataque de tos al escuchar aquello y tanto Martí como yo lo miramos un poco preocupados por su estado.

-¿Estás bien? ¿Cuántos dedos ves?- preguntó el joven de mechones blancos.

-Estoy bien- se aclaró la garganta para poder hablar más fuerte- solo fue tos. Oye, ahora que lo pienso bien solo quiero la de piña no tengo mucha hambre para comer muchas- se excusó algo nervioso viendo el menú.

-Okay, porque si gustas puedo ponerle verduras a la crepa con queso gratinado. No sé si eso exista pero podemos probar- sugirió Martí con una pequeña sonrisa mirándonos a ambos- es más, la casa invita esta nueva crepa vegetariana estoy seguro que les gustará.

Hubo un silencio incómodo una vez que el amigo de Jack se fuera a preparar lo que ordenamos.

-No sabía que eras vegetariana- Jack fue quien rompió el pesado silencio.

-Más bien soy pesco-vegetariana- aclaré cruzándome de brazos para darme un poco de calor.

-¿Pesco-vegetariana? ¿Solo comes peces?- asentí y me miró maravillado- Valla eso es muy cool. He leído que una dieta con base de pescado es muy buena para la salud, incluso ayuda más comer pescado que cualquier otro animal. Es mucho mejor que las personas que no comen nada de carne, así no pierden algunas proteínas o vitaminas importantes que el cuerpo necesita y que los vegetarianos o veganos no tienen.

-Sabes mucho de esto- murmuré con un poco de asombro, siempre era yo quien tenía que dar explicaciones sobre mi estilo de alimentación.

-Si bueno- rascó su nuca desviando la mirada hacia la pequeña televisión donde pasaban terminator- eso es lo que he oído y tuve un compañero que también comía solo peces y verduras y frutas. No es que me interese en realidad- habló con indiferencia sacándome un poco de onda por su repentino cambio de actitud.

-Pero dijiste que lo habías leído- insistí con una sonrisa traviesa.

-Bueno, si, lo leí también por parte de mi antigua escuela- sonrío sin mostrar sus blancos y derechos dientes- ¿Desde cuándo eres pesco-vegetariana?

-Desde siempre- sonreí y miré mis mano unos segundo- mi... madre era vegetariana así que nosotros también fuimos vegetarianos, pero cuando Hiccup enfermó y los doctores le dijeron a mi mamá que requería algunas vitaminas importantes que la dieta vegetariana no daba le aconsejaron  a mi madre consumir pescado, ya que ayudaría al bienestar de todos y reduciría el riesgo de volverse a enfermar- me resultaba extraño hablar de aquella mujer, tan solo mencionarla me molestaba y entristecía un poco.

-Woah, ¿y nunca tuvieron curiosidad por probar la carne tú y Hiccup?- preguntó curioso.

-Te mentiría si te dijera que no. Si tuvimos muchas ganas de probar la carne pero descubrimos como eran maltratados aquellos animales y juramos jamás comer carne de algún animal- hice una pequeña mueca al recordar los gritos molestos e histéricos de mi madre hacia nosotros por pedirle dejarnos probar la carne. Cualquier recuerdo de aquel día lo esfumaba moviendo lentamente mi cabeza hacia los lados- excepto el pescado y rara vez camarones.

-Me gustan los camarones, son muy ricos- comentó Jack ensanchando su sonrisa- es impresionante, eres impresionante yo una vez intenté ser vegetariano pero no pude resistirme a comer una hamburguesa con carne arrachera- ambos soltamos unas carcajadas- ¿Y cómo está Hiccup?

La pregunta me cayó como balde de agua fría, me forcé a no quitar mi sonrisa mientras intentaba apaciguar el dolor en mi pecho.

-Está bien- mi voz sonó algo fría y agradecí a Martí por llegar justo a tiempo con las famosas crepas.

-Se me olvidó preguntarle si querían algo de beber. Tengo malteada, Ju...

-Malteada- contestamos al unísono, nos miramos y reímos levemente para quitar aquel fugaz momento incómodo.

-Yo una malteada de fresa, por favor- pedí en voz baja.

-Y yo una de chocolate por favor, Martí.

-Bien bien, ahora mismo se las traigo- nos sonrió para dejarnos solos de nuevo. Jack comenzó a cortar su crepa y yo seguí sus pasos. Llevé un trozo del postre a mi boca junto con una rebanada de fresa y lo saboreé.

-¿Y qué tal?- preguntó Martí una vez más al traernos nuestras bebidas.

-Esta delicioso- halagué con los ojos abiertos- es de las cosas más ricas que he probado- me llevé otro bocado a la boca callando a mi desesperado estómago.

-Te dije que eran las mejores. Los dejo chicos, sigan disfrutando y gocen la segunda crepa echa especialmente  para la señorita.

Sonreí agradeciéndole sin parar de comer. No recordaba la última vez que había comido algo tan delicioso pero quería recordar a detalle el sabor de esto.

-¿De qué te ríes?- pregunté al darme cuenta como los hombros de mi compañero temblaban ligeramente. Probé aquella malteada que como era de esperarse sabía muy dulce y deliciosa.

-De nada. Me recuerdas a mi hermana, cuando come algo por primera vez y le gusta abre sus ojos y le brillan, mira la comida como si no hubiera comido en días y hace muecas para saborear cada ingrediente que tiene.

-Ahh... gracias, supongo- siento un poco de vergüenza con sus palabras.

-No no, se me hizo lindo, tierno.

Jack me mandaba miradas... extrañas. No pude descifrar lo que sus ojos me decían, era... extraño.

-¿Puedo hacerte una pregunta que espero no te moleste?- asentí esperando que no sea relacionado con mi hermano- ¿cómo supiste lo que iba a hacer hace rato?

-¿Te refieres  a tu táctica de coqueteo?- sonreí volviendo a levantar mis cejas, Jack asintió llevándose un trozo de su crepa a la boca- Bueno, tiempo atrás Flynn le dio "consejos" para conquistar chicas a mi hermano y a Tadashi. Ambos chicos estaban enamorados y no sabían cómo conquistar a su chica ya que según Flynn eran unos nerds. Así que les enseñó todo lo que sabía y yo escuchaba todo, Flynn se excusaba diciendo que me ayudaría a darme cuenta cuando alguien esté coqueteándome y Hiccup estuvo de acuerdo con eso. Fue muy chistoso verlos como practicaban y hacían el ridículo.

Río al recordar a mi hermano y al mayor de los Hamada intentar sus técnicas de coqueteo y como ambos la arruinaban, y la exasperación de Eugine de no saber cómo hacerles entender que sólo necesitaban verse menos rígidos y actuar con normalidad.

-¿Y cuál fue el resultado final?- Jack reía junto conmigo divertido por la anécdota que escuchaba.

-Después de tantos días practicando y entrenando duro, y muchos meses después, ambos lo consiguieron. A su manera.

Y volvimos a reír.

-Se llevaban muy bien, entonces.

-Si- asentí intentando controlar mi respiración- casi siempre éramos Eugine, Tadashi, Hiccup y yo. A todos lados íbamos los cuatro.

Terminamos de reír y seguí comiendo la segunda crepa recordando los buenos tiempos, tan divertidos y tan tontos con cada cosa que se nos ocurría intentar hacer.

-Rapunzel, una de las razones por las
que te invité también a cenar es porque me enteré sobre lo sucedido con Tadashi y lamento mucho lo que pasó. No pude asistir a su funeral porque me encontraba muy mal pero quiero darte el pésame, al parecer eran muy buenos amigos.

Lo miré anonadada, cualquier cosa que tuviera en la mente había sido borrada y reemplazada por miles de recuerdos sobre el chico que nos ayudó tanto a Hiccup y a mí. Siento dolor en mi pecho por el recuerdo. Y es que el resto de la semana había pasado como si nada, si, se sentía la ausencia de Tadashi en la escuela pero todos actuaban con normalidad. Parecía un tema que querían olvidar lo más pronto posible, y yo no había tenido tiempo para darle el tiempo de luto que mi amigo se merece.

-Gracias Jack- susurré desviando la vista hacia cualquier otro lado del local parpadeado un par de veces para ahuyentar las lágrimas y el dolor. Carraspeé mi garganta para que mi voz no saliera temblorosa- fue nuestro primer amigo, y la persona más amable y bondadosa que conozco.

-Lo tenía todo. Era muy agradable. Una vez me ayudó a resolver unos problemas de matemáticas en el pizarrón sin que el maestro Mike se diera cuenta.

-Si, así era él- sonreí levemente bebiendo un poco de mi malteada.

-¿Cuál es tú anécdota más chistosa de él?- preguntó con real interés.

-¿Porqué te interesa?- pregunté en voz baja sintiendo un nudo en mi garganta. Tomó mis manos con delicadeza y me brindó una hermosa sonrisa, haciéndome sentir segura.

-Porque parece que necesitas platicarlo con alguien.

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