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una noche especial

Como casi siempre, el paseo había sido tranquilo, aunque en una hora tampoco daba demasiado tiempo a que algo malo aconteciese en Gullyshore. El coche patrulla estaba aparcado a las puertas de la hamburguesería en la que ya no había luces encendidas y él estaba apoyado contra el muro, fumándose un cigarrillo. Pasaban quince minutos de la media noche y comenzaba a perder la paciencia, pero finalmente escuchó la puerta abrirse y la voz de Jack repasando en voz alta que todo estuviese en orden. Con sólo oír su voz, a Mark se le dibujó una sonrisa en la cara. Tiró el cigarrillo y lo apagó con el pie. La puerta se abrió por fin y Jack salió distraído, buscando algo en la mochila negra. Estaba de espaldas y no había visto al policía, pero Mark sí lo había visto a él. Se acercó y lo abrazó por la espalda, besándole el cuello y la cara. En ese preciso momento, Rose apareció por la puerta, mirando la escena paralizada. Jack se deshizo del abrazo del policía y se rascó la nuca. Aquella era la mayor pillada de la historia. 

— Veo que tú y tu primo os queréis mucho —dijo cerrando la puerta con llave—.

— Sí —rio Jack, fulminando a Mark con la mirada—. Así son en Aragón, cariñosos como ellos solos. 

Rose se giró y miró a Mark de arriba abajo. Se colocó el bolso en el hombro y se alejó caminando lentamente, riéndose. 

— Te ha hecho mentir todo este tiempo, eh —murmuró—. Sería la primera vez que un extranjero es miembro del cuerpo de policía de la ciudad, pero reconozco que os habéis coordinado bien. 

Jack y Mark se miraron mutuamente. El policía tenía las manos en los bolsillos y ponía cara de inocente, mientras que Jack lo miraba a modo de reprimenda por haber sido tan descuidado. 

— La próxima vez que llegues tarde —le dijo la mujer, subiéndose a su coche—, recuerda que si pudiera despedirte, ya lo habría hecho. No hace falta que te inventes películas. 

El coche de Rose no tardó en desaparecer por la entrada del aparcamiento. Mark estaba a punto de pedir disculpas, pero Jack ya no lo miraba molesto. Dejó caer la mochila al suelo y se acercó a él, abrazándolo por la cintura y besándolo en la mejilla una y otra vez. Las manos del policía lo sujetaron por el trasero, apretándolo contra su cuerpo. Los besos de Jack eran sosegados e inocentes, los de Mark eran desesperados y salvajes. Sus ritmos no coincidían, pero sabían complementarse bien. El chico recogió la mochila y se subió en el coche mientras Mark los sacaba de allí. Condujeron a través de la ciudad con la música de la radio a un nivel adecuado y las ventanillas completamente bajadas. Pasaron por una inmensidad de calles, incluso algunas muy pequeñas por las que Jack no recordaba haber pasado antes. No hablaban demasiado porque Mark estaba concentrado en conducir y observar. Tenía la cara seria, los labios apretados y un pequeño mechón cayendo sobre su frente. Los ojos oscuros de Jack lo observaban casi analíticamente como si estuviese observando una de aquellas esculturas griegas que había dibujado en tantas ocasiones. Su rostro era apolíneo, era indudablemente el hombre más guapo que hubiese visto en su vida. Mark detuvo el coche patrulla en una zona que Jack no había visitado con anterioridad, casi a las afueras de la ciudad. Era un parque pequeño, pero repleto de árboles y bancos. Se miraron a los ojos y tuvieron la misma idea. Bajaron del coche y se sentaron en un banco cercano, únicamente acompañados por el coro de grillos que rompía el silencio de la noche con su cantar. Mark observó a Jack abrir su mochila y sacar refrescos y patatas, dos muffins y una ensalada. Lo miró divertido.

— Espero que hayas pagado por eso. 

— Cállate y come. 

— ¿Esto puede considerarse soborno?

— Podría, pero normalmente la persona a la que se soborna tiene un mínimo de importancia. Así que no, no es un soborno. 

Mark se encogió de hombros y abrió uno de los refrescos. Estaba sentado con las piernas separadas y los brazos estirados por el respaldar del banco, con la lata de refresco en una mano. Jack estaba sentado hacia delante, apoyando su cabeza en sus manos y con las piernas cruzadas. De tanto en tanto se comía alguna patata, pero era evidente que no era por hambre. Mark se acercaba a él. Lo hacía poco a poco, intentando pasar desapercibido sin conseguirlo. Cuando estuvo suficientemente cerca, pasó su brazo por la espalda de Jack y lo atrajo hacia él, cogiendo sus piernas y sentándolo encima suyo. Los besos volvieron a fluir. El policía dio un paso más, metiendo sus manos en el interior del pantalón para palpar por primera vez aquellas nalgas que llevaba tiempo observando. Jack cogía su cara con delicadeza, acariciándolo y besándolo. Pronto sintió que algo en sus pantalones crecía, pero el hombre no quería parar, y a juzgar por los ruiditos que emanaban de su boca, Jack no parecía disgustado. Siguieron así un buen rato, el uno concentrado en el otro, en aquel parque solitario de una ciudad durmiente. Mark lo tuvo claro. Si seguían así, acabarían haciéndolo allí mismo, y no podía ser. Sacó sus manos de donde las tenía y separó sus labios de los de Jack, sorprendiendo al chico por completo. Él lo entendió a la perfección cuando notó que había algo duro justo debajo de él, donde al principio no había notado nada. Se separó y volvió a sentarse a su lado. Rio nerviosamente. Mark no podía creerse lo tierno que era aquel descarado. 

— Eres virgen, ¿verdad?

— ¿Virgen? Bueno, soy virgo, pero virgen no lo creo. La virginidad es un constructo social, no existe realmente. Aunque no fuese virgen, seguiría siéndolo para ti porque no he tenido ninguna interacción afectivo-sexual contigo. 

Mark lo miró en silencio, parpadeando. 

— Yo soy piscis. ¿Somos compatibles?

— No has entendido nada de lo que te he dicho, ¿verdad?

Mark no escondió su sonrisa. No, no había entendido ni una palabra de lo que Jack le había respondido. El chico se mordió el labio, negando con la cabeza. Sacó su teléfono móvil y comenzó a teclear en el buscador. Piscis y virgo. Signos opuestos el uno al otro, pero compatibles y al parecer bastante. Jack no entendía demasiado bien aquellos temas del zodiaco, ni siquiera creía en eso, era su amiga Joane la que manejaba mejor aquellas conversaciones. 

— Según esto, somos compatibles. Piscis es agua, virgo es tierra. Somos opuestos, pero muy compatibles. Quizás debería preguntar a Jo, pero la verdad es que no creo en estas cosas.

— Yo tampoco, es mi madre la que está loca. 

Jack le dio una palmada en el brazo, regañándolo.

— No debes decir eso de tu madre sin antes haber conocido a la mía. Esa sí que está loca, hace rituales raros y se cree bruja... 

— ¿Me estás invitando a conocer a tu madre?

Jack se puso tan nervioso que el móvil se le resbaló de las manos y cayó al suelo. Mark no disimuló su risa, pero el chico no lo miró. Cogió su teléfono móvil y se sentó de nuevo en el banco. Las patatas se habían quedado frías y los postres duros. Se levantó y fue a la papelera a tirarlos, seguido de Mark, que lo volvió a abrazar por la cintura dándole besos en la espalda. 

— ¿Te gusta abrazar así a la gente? 

— Me gusta abrazarte a ti. 

— Oye —le dijo retirándose—, no empieces otra vez... Mejor vamos al coche, hace frío para estar aquí haciendo el tonto. 

A Mark le sorprendió aquella actitud, pero no rechistó. Siguió a Jack hasta el coche patrulla y entraron. El hombre se iba a poner el cinturón para arrancar cuando Jack lo cogió del cuello de su camisa y se le echó encima, uniendo una vez más sus labios. Ya no lo besaba con inocencia o ternura. Le mordía el labio y sus caricias eran distintas, incluso botaba un poco, cediendo el peso de su cuerpo sobre las piernas del Agente Whisky. Mark no sabía sí hacer caso a su cabeza o a otra zona de su cuerpo, que no era precisamente el corazón. Cogió al chico en brazos y pasaron a los asientos traseros. El cuerpo de Mark oprimía el de Jack contra los asientos, pero tenerlo encima se sentía muy bien, sobre todo cuando se quitó la camisa. Sus músculos se marcaban en su piel pálida y las manos de Jack los acariciaban con cuidado, casi con miedo. Mark había tomado la iniciativa, agarrándolo de donde solía hacerlo, bajándole poco a poco los pantalones. Al chico le costaba respirar por la excitación, pero se estaba dejando llevar y él mismo empezó a desabrochar el pantalón del policía. El bulto que había allí escondido quedó liberado e instintivamente Jack rodeó con las piernas su cintura. Sentía aquella parte tan rígida de Mark muy cerca de su trasero y la sensación era inigualable, nunca antes había experimentado algo como aquello. Todo era como una especie de sueño. Notaba al hombre frotando aquella maravilla contra sus nalgas, que todavía se escondían bajo la ropa interior. Mark se acercó de pronto a su oído, pero no para morderlo. 

— ¿Seguro que quieres seguir?

— No —respondió Jack al instante, casi sin darse cuenta—.

Mark soltó una risita nerviosa, besando el cuello de Jack, y se levantó, sentándose para poder vestirse de nuevo. Jack se quedó unos instantes tumbado, intentando encontrar el motivo por el que había respondido aquello y se había cargado un momento como ese. Cuando se subió los pantalones, Mark ya se había acabado de arreglar y había pasado al asiento delantero para dejarle más espacio. No había dicho nada y cuando Jack se sentó de nuevo en el asiento del copiloto y reanudaron su paseo, tampoco hubo palabras. El chico apoyó la cabeza contra el cristal de la ventana, abrazándose a sí mismo y frotándose los brazos para aliviar la sensación de frío. Mark estaba concentrado en su trabajo, conduciendo y fijándose en todo por si tenía que intervenir, pero las calles de la ciudad estaban desiertas. Así pasaron largos minutos que se convirtieron en casi una hora, una hora en la que el coche patrulla había estado en silencio. De pronto el policía aparcó el coche en un lado de la carretera. Bajó y sacó una manta pequeña del maletero y cuando volvió a subirse, arropó a Jack, que se había quedado dormido. Él no sabía que el chico se había estado sintiendo mal por estropear aquella ocasión, pues para Mark aquella noche no se había estropeado. Era la noche más especial que vivía en muchos años. Jack se había dormido sin saber lo feliz que estaba siendo Mark. 

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