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red velvet

El reloj marcaba las 20:30 horas. El momento se acercaba y los nervios en el estómago del chico comenzaban a descontrolarse. Le temblaban las manos y respiraba demasiado fuerte como para poder fingir que no estaba nervioso. Decidió ponerse los auriculares y salir de casa para calmarse. Se aseguró de haber cerrado la puerta con llave mientras las primeras notas de la canción resonaban contra sus tímpanos. Bajó las escaleras intentando guardar las apariencias, concentrándose en la canción. Red Velvet era su grupo favorito, al menos uno de ellos, y lo cierto era que después de Ariana Grande, las cuatro chicas de Red Velvet eran las voces más reproducidas en su teléfono móvil. 

···처음 본 순간 느낌이 왔어, 같은 걸 원해 우리 떠나요···

La calle ya estaba oscura desde hacía un rato, así que Jack decidió sentarse en el único banco que localizó cerca de una farola. Estaba nervioso porque apenas recordaba el coche de Mark y era esa clase de persona tan torpe que podía confundirse de coche, subiéndose al que no era. Ya le había pasado alguna vez. Joane le había escrito, intentaba tranquilizarlo. Conocía demasiado a su amigo, sabía que estaba aterrorizado por los nervios. Mientras escribía a su amiga, un coche de color de color blanco se detuvo en la carretera. Jack no prestó atención, estaba hablando con Joane, pero entonces apareció en la pantalla un nuevo mensaje. ¿Me vas a hacer esperar mucho?. El chico levantó la mirada y se encontró con el vehículo. Los nervios se descontrolaron por completo y el móvil se le cayó de las manos, pero lo atrapó al vuelo. Caminó despacio, intentando calmarse con pensamientos positivos, hasta que abrió la puerta y se sentó. Y allí estaba Mark, al volante, mirándolo con una sonrisa enorme. Jack sonrió, nervioso. 

— ¿Has pensado ya dónde vamos a cenar?

El chico miró al conductor serio. 

— ¿Lo tengo que decidir yo? ¿En serio?

— Pues sí, a mi me apetece comida asiática. ¿Te gusta?

— Sí.

Mark asintió y arrancó. A su lado, el chico todavía tenía los auriculares puestos con la canción de Red Velvet. No decía nada, pero era evidente que le resultaba gracioso ver lo nervioso que estaba Jack, y si no le resultaba gracioso, al menos sí curioso. Se notaba mucho que se esforzaba por ocultarlo y aparentar tranquilidad o desinterés, pero no lo estaba consiguiendo. Decidió no darle demasiada conversación, quizás así lo ayudaría a relajarse. Jack mantenía su mirada en la calle, agarrando su teléfono móvil con fuerza y concentrándose en la música. La canción de Carpool era una de sus favoritas del nuevo disco del grupo, sonaba demasiado dulce y le transmitía muy buena energía. Si algo podía calmarle, era eso sin duda. De tanto en tanto miraba a Mark de reojo. No quería parecer apático ni ausente ni demostrar que estaba muerto de nervios, aunque el otro ya se había percatado de eso, así que se quitó los auriculares y dejó el móvil por un momento. Mala decisión. Los nervios volvieron a tomar el control y a Jack le dio una pequeña risa nerviosa. 

— ¿Qué pasa, Jack? —preguntó Mark sin apartar su mirada de la carretera—.

— Nada —mintió él, mirando por la ventana—. ¿A qué restaurante vamos a ir?

— Pues quería ir a ese que hay ahí, Xiamen, pero no creo que encuentre aparcamiento. Ahora veremos. 

Jack asintió, mirando por un segundo a Mark antes de volver su mirada a la calle. Se mordió el labio inferior. Aquel hombre era el más especial que había conocido, despertaba en su interior un sentimiento de seguridad que no había sentido antes. Volvió a colocarse los auriculares, sabiendo que pronto el coche se detendría y ya no podría escuchar música. Al hacerlo descubrió que justamente estaba sonando su parte favorita de la canción. 

···Excuse me baby, 어디로 가죠? 이 차에 훌쩍 탈래요?···

Mark cambió de dirección. Jack estaba demasiado concentrado en su canción como para darse cuenta. Condujo el coche hacia otra zona de la ciudad. A pesar de ser una ciudad pequeña, Gullyshore tenía varios restaurantes de comida asiática, principalmente china y japonesa. Mark se los conocía, le gustaba salir a cenar y descubrir sitios nuevos hasta encontrar los que más le gustaban. Aparcó el coche con sencillez y miró a Jack con una sonrisa. Fue en aquel momento cuando los oídos del chico captaron una canción muy familiar, de otro de sus grupos favoritos, Girls' Generation, y miró a Mark sorprendido. Tenía buen gusto para la música, eso seguro. Mark cogió su cartera y pidió al chico que fuese delicado al cerrar la puerta, porque Mark adoraba su coche, se esforzaba en tenerlo perfecto. El chico abrió la puerta y bajó. Los nervios hicieron que la puerta se cerrase un poco más fuerte de lo que ninguno de los dos habría deseado y Mark lanzó un reproche. Fue la primera vez que vio a Jack reírse. En cuanto el chico fue consciente de eso, se esforzó por permanecer serio. 

El interior del restaurante era bonito, pero sencillo. Se sentaron en una mesa, frente a frente. El momento había llegado. Jack no sabía si Mark también estaba nervioso, aunque de estarlo no estaba ni de lejos a su nivel. Actuaba con mucha soltura, hablaba tranquilo e incluso sonreía. Jack decidió actuar igual, aunque como era de esperarse, no le salió demasiado bien. Pidieron la comida y la bebida y Mark comenzó a preguntarle cosas. Jack respondía y era obvio por su tono de voz que no se sentía del todo cómodo. Mark le cogió las manos y los ojos oscuros del chico se clavaron en los del policía. El corazón de Jack latía muy fuerte a medida que Mark le retiraba las mangas para ver su piel y acariciarla. La reacción del chico fue instantánea. Apartó las manos y se bajó las mangas. Mark, por su parte, volvió a cogerle las manos y a subirle las mangas, y siguió acariciando su piel.

— ¿Eso te pone nervioso? Es natural el contacto entre las personas, no tienes que ser tan vergonzoso.

— No me da vergüenza —volvió a mentir Jack—, es sólo que me gusta llevar las mangas hasta los dedos. 

— Yo prefiero que se vean las manos, ver la piel. Tienes vello en el brazo, es bonito. 

A Jack se le subieron los colores. Afortunadamente para él, la camarera empezó a traer los platos. Jack se había pedido una ensalada, así que Mark todavía no tenía plato. Las ensaladas chinas suelen llevar una salsa agridulce de color blanco y por ello era probablemente el plato favorito de Jack. Mark, por su parte, odiaba aquella salsa. 

— Parece semen —bromeó chistoso, haciendo que Jack soltase el tenedor—.

— Eres un enfermo, no sé dónde ves el parecido —respondió el chico—. Guárdate esas guarradas si no quieres quitarme las ganas de cenar. 

Mark no pudo evitar reír ante aquella reacción. Su plato no tardó mucho más en llegar y se pusieron a cenar. Los nervios de Jack habían desaparecido casi por completo, aunque en el momento en que sus miradas se encontraban, sentía que su corazón se aceleraba. Estaba seguro de que aquellas sensaciones estaban fuera de lugar, por lo que intentaba no mostrarlas y guardar las apariencias. Hablaron sobre sus familias, sobre lo que hacían en el tiempo libre y sobre sus relaciones pasadas, pero no se centraron demasiado en ninguno de esos temas. Fueron conversando con tranquilidad, sin presiones ni agobios. Hablaron incluso de sus películas favoritas o de series que habían visto y, aunque se lo estaban pasando bien, Jack se resistía a dejarse llevar. Quería ir al baño para responder a Joane, que le escribía para saber cómo iba todo, pero le daba mucha vergüenza preguntar dónde estaba. Mark no dudó en levantarse. Iría él primero y así luego le daría indicaciones al chico, que aprovechó aquel momento a solas para responder a su amiga. Sí, definitivamente sentía que estaba teniendo cita bonita, aunque no pensara demostrarlo. El postre llegó. Era un trozo de tarta red velvet, con aquel color característico que a Jack le fascinaba. Antes de que Mark saliese del baño, ya se lo había comido por completo. 

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