⟨6⟩
Llegamos a una casa escondida al final de un camino aislado, en las periferias del pueblo montada sobre una colina con vistas casi perfectas del paisaje campestre.
Una piscina de forma irregular se sitúa al lado oeste de la casa y serpentea por detrás de ella, con el agua azul clara iluminada por luces sumergidas haciendo que parezca luminiscente. Es tranquilo aquí. Todo lo que puedo oír es el viento rozando a través de la gruesa capa de árboles que rodean la zona este y la parte de atrás de la casa.
A medida que nos acercamos a la puerta principal, una corpulenta
mujer con un uniforme azul de ama de casa nos da la bienvenida. Tiene el cabello oscuro y rizado. Sus mejillas son regordetas, encerrando sus
pequeños y brillantes ojos marrón oscuro los cuales nos miran a JungKook y a mí con escrutinio.
—Pasen, por favor —dice.
Ella cierra la puerta detrás de nosotros. La casa huele ligeramente aromas dulces, parece que todas las ventanas se han dejado abiertas, permitiendo que la brisa nocturna de verano se filtre a través de la casa
impecable y acogedora, y siento que al menos podría haberme limpiado antes de venir aquí. Mi piel y mi ropa todavía están manchadas de sangre.
JungKook está vestido con pantalones negros y una ajustada camisa de vestir manga larga que se adhiere a cada músculo en sus brazos y pecho, con las mangas desabrochadas y enrolladas hasta los codos. La camisa cuelga libremente fuera de sus pantalones y los dos botones superiores han sido dejados sin abotonar. Un par de sofisticados zapatos negros casuales visten sus pies. Un brillante reloj de plata adorna su muñeca derecha y no puedo dejar de notar esa única vena dura y fibrosa que se mueve a lo largo de la parte superior de su mano y baja hasta el hueso de su muñeca.
Últimamente fantaseaba con sus ojos y su mirada seductora se había convertido en un hábito; recreaba en mi cabeza sus manos acariciando mi piel. Se había vuelto mi mayor obsesión y, a la misma vez, fue la más angustiosa de las agonías.
Cuando él sigue al ama de llaves a través del extenso recibidor y brevemente me da la espalda, veo la empuñadura de su pistola asomándose por la parte superior de sus pantalones, al final de su camisa blanca metida detrás de la misma.
Él mira hacia atrás y se detiene.
—¿Qué miras?
No me deja responder, extiende el brazo, guiándome para caminar delante de él. Mi piel se estremece ligeramente cuando su mano toca la parte baja de mi espalda. Antes de que tenga tiempo para sentirme demasiado fuera de lugar junto a JungKook, Namjoon,entra en la sala a través de las grandes puertas de cristal que dan al patio trasero.
—Llegan temprano —dice Nam con una mortífera, pero sexy sonrisa
inimaginable. Está vestido de manera muy similar a JungKook, excepto que en lugar de la camisa a botones, luce una simple y ajustada camiseta blanca que se aferra a su figura masculina.
La primera vez que vi a Namjoon, en aquella subasta, lo encontré magnífico, con el cabello castaño; su estructura facial parece esculpida por un conocido artista. Pero siempre he sentido que algo oscuro vive dentro de él. Algo que personalmente nunca quiero conocer.
JungKook mira su costoso reloj.
—Temprano por solo diez minutos —aclara.
—Sí, pero sabes cómo soy.
JungKook asiente pero no entra en detalles. Solo queda preguntarme qué significa eso.
—Es bueno verte —dice Namjoon mirándome desde su elevada estatura, su presencia abarcándome. Alcanza mi mano y besa el dorso de ella, justo por encima de los nudillos—. He oído que mataste a un hombre esta noche.
—Se levanta retrocediendo, fuera de su reverencia y me suelta la mano.
Una inquietante, orgullosa sonrisa permanece en su rostro, las esquinas de sus cálidos ojos con algo que recuerda o... placentero, como si de algún modo el pensamiento de mí matando a alguien lo deleitara.
Echo un vistazo a JungKook a mi derecha. Asiente, respondiendo a la pregunta que está en toda mi expresión: ¿el guardia del restaurante que apuñalé en el cuello, murió?
Miro a Nam y respondo con naturalidad: —Supongo que lo hice.
Una pequeña sonrisa tira de la comisura de los labios de Namjoon y mira brevemente a JungKook solo con el movimiento de sus ojos.
—¿Y estás bien con eso? —me pregunta Nam.
—Sí, en realidad lo estoy —respondo de inmediato—, el hijo de puta se lo merecía.
Namjoon y JungKook parecen estar compartiendo alguna clase de conversación secreta.
Odio cuando hacen eso.
Finalmente, Namjoon le dice a JungKook en voz alta:
—Tienes las manos llenas, Daimon —da la vuelta y regresa a las puertas de cristal. Lo seguimos afuera, pasamos por debajo del patio cubierto, descendemos por un camino de piedras, que conduce a un enorme patio empedrado que se extiende en todas las direcciones. Está decorado con mesas y sillas de hierro forjado y una cama con dosel exterior.
Me siento junto a JungKook en un cómodo sofá.
—¿De todos modos, cómo lo sabes? —pregunto a Nam, pero luego me dirijo a JungKook y digo—: Y nunca me dijiste cómo sabías que yo estaba aquí.
—En realidad, no me importa mucho, pero solo desee verlo a los ojos de nuevo. Quiero estar a solas con él, pero por ahora me conformo con el espacio de tres pulgadas entre nuestros cuerpos.
—Me dijo Melinda Rochester —dice Nam con una sonrisa de complicidad.
Comienzo a preguntar quién demonios es Melissa Rochester, cuando dice—: bueno, en realidad, se lo dijo a todo el mundo. Las noticias del canal 7. Un hombre apuñalado
detrás de un restaurante en Wefron.
Empiezo a retorcerme dentro de mi piel. Espero que las cámaras no obtuvieran una buena foto mía.
Me vuelvo hacia JungKook, con una fuerte preocupación en mi cara.
—Llevaba una peluca negra —digo, tratando de encontrar algo, cualquier cosa de lo que hice bien. —Mantuve mi cara escondida... en su mayoría—. Me doy por vencida, lo que hice solo continuará cavando mi tumba.
Suspiro y me quedo mirando las manos manchadas de sangre en mi regazo.
—Y encontrarte fue fácil —dice JungKook después de mí—. La señora
GyeongHui me llamó después de que te fuiste de Houston. Estaba preocupada por ti yendo a Wefron y pensó yo que debía saberlo.
Mi cabeza se balancea hacia él.
—¿Qué? ¿Mi tía sabía dónde estabas? —Siento la piel escocer.
—No —dice suavemente—, nunca supo dónde estaba, pero sabía cómo llegar a comunicarse conmigo.
—Mis tíos siempre supieron lo que hacías ¿Cierto?
—Así es.
Sus palabras lastiman. Trago el sentimiento de traición, de ambas partes.
—Le dije que me contactara si solo se trataba de una emergencia. Si algo te pasara.
—Le dejaste a GyeongHui una forma de contactarte —me quejo—, pero me dejaste sin nada.
No puedo creer que lo hayas hecho.
—Quería que siguieras con tu vida, pero si decidías hacer alguna maniobra como la que hiciste esta noche, quería saberlo.
No puedo mirarlo. Alejo unos pocos centímetros más de espacio entre nosotros, y aunque estoy amargada y enojada con él por lo que hizo, me siento con ganas de volver a donde estaba. Pero me mantengo firme en mi sitio, negándole a hacerle saber que tiene el poder sobre mí de hacer que mi ira se sienta como una rabieta.
—No puedo creer que mi tía me ocultara esto de mí —digo en voz alta, aunque más para mí.
—Ella lo ocultó porque le dije lo imprescindible que era.
—Bueno, cualquiera que fuese el caso —dice Nam ocupando la silla de diseño junto al sofá—, parece que te has metido en una situación de la que no podrás escapar fácilmente.
—¿Por qué estamos aquí? —pregunto amargamente.
Namjoon ríe ligeramente por lo bajo.
—¿Dónde más vas a ir?
—Tuve que alejarte del hotel —dice JungKook.
—Espera un minuto —digo, retrocediendo—. Yo no maté a ese hombre detrás del restaurante.Sucedió en el interior de una habitación privada, en el piso superior. Jimin, él estaba ahí y me dejó ir—. Mi corazón se hunde.
—El hermano de Gerald no habría dejado que la policía crea que sucedió en el interior porque hubiesen recuperado las filmaciones de las cámaras y hubiesen visto lo que realmente sucedió.
No lo entiendo. En absoluto.
—¿No querrían que la policía sepa lo que realmente sucedió?
Nam casualmente se inclina en la silla y apoya un pie descalzo sobre su rodilla, descansando sus brazos en toda la longitud del respaldo.
JungKook lo niega.
—¿Realmente tengo que explicarte esto Maggi?
Su actitud ligeramente irritada me atrapa con la guardia baja. Lo miro y me toma unos segundos comprender algo por mi cuenta, sin que tenga que señalarlo.
—Oh, ya lo entiendo. —Miento mirando hacia atrás y entre ellos.
JungKook suspira y comienza.
— Los hermanos Choi han estado involucrados en numerosos casos de violación y asesinato, muertes accidentales causadas por asfixia erótica, pero no obstante asesinatos, todos cubiertos por sus grandes cuentas bancarias. Han estado
involucrados en este estilo de vida la mayor parte de su vida. Hace un año,
Mary Choi… de acuerdo a ella… decidió que no quería ser parte de esa vida más tiempo. Sus demonios la alcanzaron. Cuando intentó hablar con Gerald sobre salirse de eso, buscar ayuda y enderezar sus vidas, se volvió contra ella. Resumiendo, él la volvió adicta a la heroína y la mantuvo encerrada en ese cuarto para que ella no pudiera destruir todo lo que tenían. Pero él la amaba. Al igual que su hermano. En su propia manera retorcida, la amaban.
Niego con la cabeza lentamente, intentando asimilar la verdad detrás de todo.
—Choi no quiere a la policía involucrada, porque arriesga a exponerse.—Agrega Nam.
—¿Entonces qué, él simplemente movió el cuerpo afuera? ¿Arregló la zona para que parezca un robo al azar?—Supongo.
Los labios de Jungkook sonríen ligeramente. Es su manera de hacerme saber lo satisfecho que está con lo que pensé. Aun fingiendo resentimiento, no le doy el reconocimiento que probablemente estaba esperando.
El ama de llaves llega llevando un lujoso cubo de madera con hielo y tres botellas de cervezas que sobresalen en la parte superior. Namjoon toma una y luego ella se vuelve a nosotros. JungKook alcanza una, pero yo declino, apenas haciendo contacto visual, demasiado absorta en los eventos de la noche que aún siguen corriendo en mi mente.
El ama de llaves nos deja al poco tiempo sin murmurar una palabra.
—No estés tan aliviada—dice Nam—Lo que has hecho esta noche fue estúpido y arriesgado. Seguramente “El mercenario” está ahora mismo buscándote.
—¿El mercenario?
—Willem Stephens —dice JungKook—. Hace todo el trabajo sucio de los hermanos Choi. Robert Choi por sí mismo es cobarde, solamente tan peligroso como el amigable pedófilo del barrio. Apenas puede disparar a un blanco inmóvil y cedería en dos minutos vendiendo a alguien para salvarse a sí mismo. —Ladea una ceja—. Stephens, por otro lado, tiene una amplia experiencia militar, es un ex mercenario y fue empleado por mi padre en el mercado negro.
—¿Tú padre?
—Tiene una organización como la nuestra con Hye Lee—explica JungKook—, solo que ellos, a diferencia de nosotros, toman contratos privados. Hacen cosas que otros agentes no pueden hacer, venden sus servicios a casi todo el mundo.
—Oh... así que básicamente mata a personas inocentes por dinero—Digo.
—La naturaleza de los contratos privados, es llevar a cabo golpes a personas por cosas insignificantes como esposos infieles y venganza. O alguien con peluca y un cuchillo,sin ningún tipo de entrenamiento.
Trago saliva.
—Bueno, definitivamente me vio. —Empujo mi cabello de mi cara con ambas manos, pasándolas sobre mi cabeza—. Fue el que me acompañó hasta las escaleras del cuarto
de Choi—Miro a JungKook—. Lo siento tanto. Yo... no sabía nada de esto.
Namjoon ríe suavemente.
—Algo me dice que incluso si lo supieras hubieras ido ahí.
Aparto la mirada de los ojos de Jungkook y miro a mis rodillas otra vez, mis dedos manchados de sangre se mueven nerviosamente. Nam tiene razón. Odio admitirlo, pero tiene razón. Aun así, hubiera ido al restaurante. He intentado matar a alguien. Pero si hubiera sabido todo esto, creo que hubiese tenido un mejor plan.
De repente, siento que algo acaba de llegar a mi interior y me roba el aliento.
—Jungkook... mi teléfono... —Salto del sofá, mi largo cabello dorado cayendo en mis hombros, mis brazos pican donde la sangre se ha secado, formando una textura parecida a una gruesa costra. —El número de mis tíos está en mi teléfono. Mierda. ¡Mierda! JungKook ¡Stephens irá tras ellos! ¡Tengo que regresar!
Comienzo a dirigirme a la puerta de atrás, pero JungKook me alcanza antes de que llegue al camino empedrado.
—Espera —anima.
Bajo la mirada para ver sus dedos entrelazados alrededor de mi muñeca. Sus hechizantes ojos me observan con intención y devoción.
Devoción.
Nunca antes lo había visto en los ojos de Jungkook.
Nam habla por detrás, liberándome del trance que JungKook me puso.
—Yo me encargo de eso —dice. Aparto la mirada de JungKook para ver a Nam, qué es más importante en este momento considerando que la vida de mis tíos está al borde.
—¿Cómo? —pregunto.
JungKook me lleva de nuevo al sofá.
Namjoon toma el teléfono celular de la mesa, busca un número y toca la pantalla para llamar. Pone el teléfono en su oreja.
JungKook me impulsa a sentarme a su lado. Estoy demasiado absorta en estos momentos con Nam para darme cuenta de inmediato que JungKook se aseguró de sentarse tan cerca que su muslo se presione contra el mío.
Quiero disfrutar de nuestro momento de cercanía, pero no puedo. Estoy preocupada por ellos.
Nam se inclina en la silla de nuevo, moviendo el pie descalzo suavemente en su rodilla. El tono de su cara cambia cuando alguien le contesta finalmente.
—¿Qué tan rápido puedes llegar a Houston? —pregunta Nam por
teléfono. Escucha por unos segundos y luego asiente—. Cuando terminemos esta llamada te enviaré un mensaje con la dirección. Hay que llegar lo más pronto posible. Unos ancianos viven allí. Dae-hyun y Gyeong-Hui—Me observa como si quisiera asegurarse de que tiene los nombres correctos, cuando no lo corrijo, vuelve a la persona en el teléfono—. Sácalos de la casa y llévalos a Phoenix con Amelia. Sí. Sí. No, no están para ser interrogados. Solo asegúrate de que nadie los lastime. Sí. Llámame a este número en cuanto los tengas,—Asiente un par de veces más. Mi corazón está a punto de salirse de mi pecho. Espero que con quien sea que esté hablando pueda llegar a tiempo.
Namjoon finalmente cuelga y luego parece estar abriendo una ventana de texto. Me mira, pero JungKook es el que le da la dirección de ellos. Nam escribe y luego coloca el teléfono sobre la mesa.
—¿Estarán seguros con esa tal Amelia?— pregunto, mirando a Jungkook.
—Si. Que sea una niña de dieciocho años no debería preocuparte,es realmente buena.
Me sobresalto en mi lugar.
—Es una maldita broma ¿Cierto? ¿Cómo puede una niña cuidar de mis tíos?
—No la subestimes, que sea una niña no quiere decir que no sepa hacer cosas malas—reprime una sonrisa y entiendo el motivo—. Fue Nam quién quiso entrenarla y que formara parte del equipo.
Nam me mira y asiente, luego dice:
—La salvamos la noche de la subasta,estaba siendo violada por un pedófilo con pollas de juguetes. Ya ves... No éramos tan malos—.Responde con sus oscuros ojos desplazándose hacia mí y el indicio de una sonrisa aparece en su rostro. Se pone de pie, toma su teléfono celular de la mesa, ocultándolo dentro de su puño bastante grande.
Me quedo pensativa por un instante.
—Jungkook,—lo miro— ¿Alguna vez... has entrenado a alguien? Ya sabes, ¿para ser como tú?
JungKook mira a Namjoon y otra vez conversan con sus ojos. Veo que sus hombros suben y bajan. Luego se vuelve hacia mí.
—No —dice—, y nunca lo haré.
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Nos leemos pronto
CIAO|•
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