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⟨54⟩


Cuando todo comenzó

Sentia que estaba atrapada dentro de mi propia mente y que habia olvidado que controlaba mi cuerpo. Porque no podia moverme. Ni mis ojos o mis labios o mis manos. Ni siquiera podía precisar si estaba respirando por mi cuenta. 

Pero en lo que más pensaba era en aquella voz y lo clara que se estaba volviendo.

Me encontraba esforzándome tanto como podia para así poder concentrarme en las palabras, pero nunca fuí más allá del sonido.

Al menos hasta que escuché la voz de él en la distancia.

—No me quedaré mucho tiempo —lo habia escuchado decirle a alguien.

Intenté despertar, pero en ese momento el esfuerzo tenia un efecto opuesto porque en ese instante me encontraba consumida por la oscuridad.

Más tiempo pasaba. Más sueños.

Esa voz.

Y luego de repente como si un interruptor hubiera sido encendido en mi cerebro, mis párpados se separaron y ví que estaba tendida en la cama de un hospital.

Jeon Ha-Soo se encontraba sentado junto a mí en una silla.

—Estás despierta —dijo y me sonrió.

El pánico me envolvió completamente. Intente moverme pero todo mi cuerpo gritaba de dolor. En aquel momento creí que estaba allí por un propósito. 

Terminar lo que su hijo había comenzado.

Jeon Ha-Soo se inclinó frente a mí, y levantó mi barbilla con sus dedos, me miró a los ojos como siempre lo hacía, justo antes de que nos presentáramos con Jung ante esas personas poderosas en esas ricas mansiones. Y fué entonces cuando supe que Jeon Ha-Soo no me iba a llevar a ningún lado; quería que hiciera algo por él. 

Mis dedos rozaron el costado de mi rostro y fué cuando comprendí que llevaría una marca para toda la vida.

—¿Q-que quiere?

Presionó el dedo índice contra mis labios y bajó la voz a un susurro.

—Jung no sabe que estoy aquí—dijo— He venido ayudarte.

Lentamente llevó su mano a mi cabello pero su tacto solo provocaba terror en mi interior. Sabía la clase de persona que era y lo que estaba dispuesto hacer si no lo escuchaba.

—Voy a dejarte ir de mi pueblo—dijo tranquilamente, pero continúo solo para derribar la ilusión que vió en mis ojos— Pero no te estoy dejando libre, Jana.

Sentí mi cuerpo tensarse. Queria ir a casa tanto como ya lo hacía cuando me llevaron con ellos a los quince años. Pero yo sabía tan bien como él que no lo haría sin un precio y aquel  gran peso de esa realidad es lo que finalmente hizo que lo escuchara atentamente.

—¿Qué debo hacer?

Jeon Ha-Soo sonrió, reconociendo que todavía tenía su control sobre mi.

—Hay un hombre—me informó— Su cabeza vale mucho dinero.

—Quieres que lo traiga—interrumpí, ya odiando todo sobre este ... arreglo. 

Jeon Ha-Soo negó con la cabeza. 

—No—dijo—quiero que llegues a él, métete dentro de su cabeza, ya sabes—pasó la parte de atrás de sus dedos por mi mejilla sana, sugestivamente— de la forma en que lo haces, la forma en que lo has hecho con mi hijo. Lo quiero vivo, pero también quiero saber quién más está ayudándolo. Descubre estas cosas para mí, Jana; ayúdame que venga por mi y también su equipo, y te daré lo que deseas más que cualquier cosa en este mundo. 

Tomé una profunda respiración.

—¿Qué quiero?—Sentí que las lágrimas salían a la superficie mientras pensaba sobre esa cosa, pero contuve las lágrimas, tratando de ser fuerte. 

—Tu libertad— dijo.

No pude aguantarlas más y brotaron de mis ojos…porque creí que estaba 
diciendo la verdad. Era mi oportunidad, después de todos esos años que pasé como su prisionera, para que me devolvieran mi vida, y me dejaran sola para vivir libremente en el mundo. Una vida normal. Una vida aburrida y sin complicaciones que tanto deseaba que habría matado por ella. 

No tuve que pensarlo, ni siquiera por un segundo, iba a traerle al hombre que el quería. Por mi vida y mi libertad.

—Lo haré—le dije. 

Jeon Ha-Soo me besó con ternura el dorso de mi mano. El me creyó. Él me creyó, porque yo también estaba diciendo la verdad en ese momento. 

—Siempre fuiste mi favorita—dijo buscando mis ojos, la yema de su pulgar tocó mi labio inferior.

—¿Cómo lo encuentro?—le pregunte, aceptando finalmente mi destino.

Suspiró despreocupado y presionó su espalda contra el asiento.

—Solo ve a Sans Soley, ve con tus tíos. Y pronto lo sabrás.

 Asentí con nerviosismo.

—¿Su nombre...cu... cuál es?

Él me miró a los ojos, pensé que no me lo diría, poniendo otro obstáculo solo para complicarme con lo que tanto anhelaba. Pero entonces lo dijo:

—Su nombre es ... JungKook.








Presente 

Me deslicé hacia delante, obligada a tocar, para confirmar que la palidez blanca no era falsa. 

Quería gritar a Yoongi para que bajara a JungKook pero Jeon Ha-Soo protegía su premio.

El vínculo entre nosotros farfulló, débil... ido. 

—¿Qué pasó, Jana? ¿Te enamoraste de él? ¿Lo amaste más que a mi hijo?

Miro el suelo. 

—Sí— respondo con honestidad—JungKook me salvó.  Yo no era alguien a quien tu hijo amaba, yo era una cosa que poseían. Así que sí, te traicioné porque me enamoré de él. 

Los labios de Jeon Ha-Soo se retorcieron. 

—Deberías estar agradecida de que no te maté cuando supe que abrías tus hermosos muslos para él , Jana. He pensado en ello. Casi lo hice. Me traicionaste.

Se crujió el cuello, la pistola seguía en sus manos.

—Solo sabía que no importaba lo que hiciera por ti, nunca me hubieses dado mi libertad. Eres un animal cruel, sin corazón. Entonces, renuncié a la esperanza; dejé de soñar con algo que nunca tendría. Hasta que JungKook me lo dió.

Jeon Ha-Soo sonrió. Acarició la mejilla de JungKook, sangrando su piel,
haciéndole influir en los enlaces.

Mi estómago se retorció. No quería que lo toque.

—Eres como yo,Jana—dice al fin, y me estremezco— Eres un lobo en el gallinero, matas porque tienes hambre, porque está en tu naturaleza, y tu arrepentimiento solo llega hasta donde estás dispuesta a dejar que te afecte.

—¡Cállate!

Jeon Ha-Soo sonríe con satisfacción.

—Tu madre te vendió a mí, Jana— dice, y lo admito, no me afecta mucho—Por drogas. No creerías cuántas madres venden a sus hijas por un pase.

—Dame a JungKook y terminemos con esto. Nada de lo que dices me importa, solo quiero llevarmelo.

Ninguna otra cosa existía en mi interior. Ningún problema residual de secuestro, muerte o dolor. Nada más que paz.

Controlaba mi destino. Aquí. Ahora mismo. Y mi destino era matar y estar muerta.

Dió un paso.

Su comportamiento cambió de enojado a suave. 

—No eres digna de la muerte, Jana. 

Otro paso. Sólo un metro a la izquierda. Tomando distancia. Distancia de disparo.

— Siempre supe lo que realmente eres… y sé que tú también lo sabes. 

—¡Dame a JungKook y has lo que quieras conmigo! Aquí me tienes.

La toma de conciencia entre mí y él se hizo más fuerte, bloqueando a todo el 
mundo. No miré a JungKook o presté atención al resto. Tenía una sola mente. Encerrada en mi presa. La boca se me hacía agua, con el conocimiento de que yo había ganado.

Jeon Ha-Soo sonrió, sus ojos brillando con interés.

Un último paso. El espacio no significaba nada. Tal breve espacio. Un espacio para matar.

Su pistola se bajó, hipnotizado por su propia ilusión. 

—Ya no te necesito,Jana. Pero puedo vengar la muerte de mi hijo, sé que fuiste tú. Y pagarás por eso.

Un paso más. El calor del cuerpo de Jeon Ha-Soo me abofeteaba, su colonia cara me daba ganas de vomitar. Pero lo miré a los ojos, invocando el veneno más dulce de mi alma. Le hice creer.

—Hazlo, hazme pagar—murmuré, mirando hacia arriba a través de las pestañas— Solo deja que se lo lleven y tómame.

Él me mira directamente. 

—Nunca dije que te iba a dejar ir,Jana... te  dije que te daría la libertad—sonríe con suficiencia— Y que mueras es enviarte con él. Sus almas repudiables, libres.

Nunca me había sentido más clara. Más poderosa. Él ya está muerto.

—Si lo sé— me acerco— y también dijiste una gran verdad.

Jeon Ha-Soo se echó hacia atrás, la niebla se retiró de sus ojos, finalmente sintiendo mi siguiente movimiento. Sus ojos se dirigieron a mi mano que sostenía mi arma.

Pero fue demasiado tarde.

Elevé mi mano hacia su polla.

—Soy el lobo en el gallinero— y presioné el gatillo.

Un segundo.

Eso es todo lo que hice.

La bala atravesó la carne íntima y suave, haciéndole gritar. Y gritar. Y gritar. Su pistola se balanceó, pero yo estaba lista. 

Le disparé la mano. La sangre llenó la herida, derramándose con un constante chorro. El arma se alejó, deslizándose a un rincón de la habitación.

Jeon Ha-Soo cayó al suelo, con los pantalones ensangrentados, incomprensible con el dolor.

Me agacho frente a él, la oscuridad de la que él mencionó salió de mi. Coloco mi arma en su corazón y le susurro :

—Tú no serás libre. Y espero que te quemes para siempre.

Disparo sucesivamente.

Uno.

Dos.

Tres.

Cuatro.

Y... Cinco.

El cargador quedó desocupado, pero yo continué oprimiendo el gatillo como si las balas fueran a reaparecer como por arte de magia. La ira me carcomía por dentro como el veneno. Mi pulso aullaba en mis oídos y no podía cesar de estremecerme.

Dolía tanto.

Lo hice. Puse fin a su venganza.

Tal vez esta sea la forma en que siempre debió ser; este es el lugar al que el destino me estaba guiando.

No en sus brazos, sino dentro del inicio de una nueva vida -mi vida- la que nací para vivir, que solo JungKook podía mostrarme. 

JungKook… 

Siempre lo amaré y, a pesar de que él quería que lo hiciera, nunca dejaré de 
amarlo; nunca lo olvidaré; y nunca lo echaré de mi mente. 

Porque sé que un día, sea donde sea, nos volveremos a encontrar.










                           F I N.

 








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Agradecimientos

A ustedes.

Por leer.

El epílogo será subido pero no hay una fecha estipulada. Pero no los haré esperar mucho tiempo.

Gracias por llegar hasta el final de esta historia.
Por la paciencia en las actualizaciones y cada voto.

¡Nos leemos pronto!

CIAO

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