⟨50⟩
Maggi
Robé un auto de la mansión y conduje tan lejos como pude antes de que me
quedara sin gasolina.
Habíamos estado caminando solas en el desierto durante horas antes de que Yoongi y Jimin nos recogieran, una semiautomática apretada en mi mano, sin zapatos en mis pies, con el vestido manchado de sangre estaba de pie en medio del camino de tierra, apuntando con el arma hacia el coche que venía hacia nosotras.
Casi les disparo a ambos, y mi único aventón.
—Te hemos estado buscando por todas partes— dice Jimin en el momento en
que estamos con So-jung dentro del coche.
—¡Regresemos a la mansión!—exijo a gritos— ¡Tenemos que volver!
—¡Para! —dice Yoongi, de espaldas a nosotras, sus manos sujetando fuerte el volante—. Lo que sea que te esté pasando por la cabeza, páralo. No es tan malo como piensas.
Su voz profunda me dio una bofetada
alejándome de mi bruma de incredulidad, arrastrándome de vuelta a la tierra.
—¿No es tan malo como creo? ¡No es tan malo!— Grito, las lágrimas rodando por mis mejillas.
—Escúchame —dice Jimin y se voltea para enfrentarme, la luz de la pantalla de su teléfono celular brillando en su mano—, no está muerto, así que aclara tus ideas. Este es el tipo de emoción que hará que te maten—. Escupe las palabras.
Bajo la mirada al suelo. Me limpio debajo de la nariz con el lado de mi mano de la pistola.
—¿Cómo sabes que no está muerto? —Siento como si estuviera a punto de
vomitar.
—Escucha—Jimin suspira pensativamente—Se lo llevaron. Está bien. Lo sabemos—dice—, es lo que debía pasar. Está todo bajo control. Hay un plan en marcha.
Mi corazón se aceleró. Aprieto los dientes tras los labios cerrados, confundida con una pregunta obvia en mi rostro.
—¿Qué plan?
Jimin y Yoongi intercambian una mirada. Miro de ida y vuelta entre ellos.
—Tuvimos una discusión después de que Nam lo traicionara— comienza Jimin pero lo detengo.
—Jimin, Nam…
— Está vivo—prosigue— También sabemos eso. Taehyung nos llamó hace unas horas y nos contó todo, es por eso que estamos aquí—dice, y parpadeo, aturdida—En cuánto la traición de Nam fue descubierta sabíamos que las probabilidades de que su padre viniera por él eran altas. Organizamos un sistema de seguimiento por si eso ocurria.
Trago nerviosamente. Mi cuerpo se puso caliente y luego frío, abrasador y luego glacial.
Niego con la cabeza.
—No lo entiendo. ¿Que él se entregue es el plan?
Mi mente se cerraba a medida que intentaba entender lo que Jimin quería decirme.
—El sistema de seguimiento permanece activo todo el tiempo mientras haya latido del corazón. Está programado para emitir una nueva señal si eso cambia.
Me seco las lágrimas de nuevo, pero la rabia y la venganza son cada vez mayores dentro de mí y estas no son lágrimas de tristeza. Ni de cerca.
—¿Qué quieres decir?
—Bueno, lo sabremos si lo cortan. La frecuencia se vería interrumpida. También sabremos si él...
—Si él que...
Ya sé lo que va a decir, pero lo escucho de todos modos, y mi preocupación por JungKook crece mucho más.
—Si él muere…
Suspiro y bajo la cabeza, tratando de contener las lágrimas.
—Entonces, ¿cómo planean encontrarlo?
—Mientras su corazón esté latiendo, el rastreador nos guiará a él— me informa Yoongi.
—¿Para qué esperar?—intervengo—
Vamos a trabajar con lo que tenemos.
—Este no es el momento —dice, Yoongi ya sabiendo el tipo de cosas que me gustaría decir en represalia.
Levanto la barbilla, pero no digo nada.
—Rubia—dice Jimin desde su asiento, su mirada fija en mí por el retrovisor—, tienes que estar preparada para lo que pueda pasar.
—¿Qué quieres decir?
—Esto no solo se trata de su venganza. Daimon quiere destruir el Clan Wolverine y eso solo podíamos lograrlo…
—...si JungKook se convertía en el cebo para conducirnos hasta ellos—. Agrego entendiendo el punto del por qué JungKook debía entregarse.
Asiento de mala gana y trago con fuerza.
Miro a So-jung, ella se ve tan frágil sentada allí quiero decirle algo, consolarla, aunque no sé qué decir. Sus ojos se abrían y cerraban por el dolor y el agotamiento. Las cicatrices en su espalda eran brutales, casi bíblicos. Traté de no mirar mientras la atraía hacia mi, recostando su cabeza en mi regazo.
___________________________________
En algún momento durante el viaje, finalmente me dormí, no supe en qué momento lo hice pero por más que mí mente no quería hacerlo ,mi cuerpo me lo pedía a gritos.
Restregué mis ojos, ya no podía deducir cuánto tiempo había pasado. Mi mano se posó en el cabello de So-jung y me tranquilicé al darme cuenta que aún estaba conmigo. Luego extendí la mano para tocarle la frente empapada de sudor con el dorso de los dedos. El leve roce produjo que su figura se erizara de una manera tormentosa , y mi caricia se vio interrumpida cuando comenzó a hablar estando en sueños.
—No… no… —murmuró con tristeza—. Déjame, por favor, ¿por qué… por qué me haces esto? —Calló, y su garganta emitió un sonido al igual que un sollozo—.Mamá..., mamá.
Silencio de nuevo. Pensé que había terminado y que tan solo se trataba de una pesadilla pero,de repente, un grito desgarrador me envaró de tal forma que me vi obligada a sujetar sus manos con fuerza.
—Déjame devolverte la llamada enseguida —dice Jimin y cuelga inmediatamente; Yoongi frenó de golpe a medida que esquivaba los manotazos de So-jung por el aire.
—¡Suéltameeeeee! ¡No me toques! —chillaba, rota y presa del pánico.
La moví entre mis manos cuando los gritos resonaron con más fuerza de su boca, y contemplé que varias lágrimas
llegaban a sus mejillas, empapándolas.
—No, no, no, no… —negaba sin parar.
—¡So-jung!
Apresé sus manos con más fuerza hasta dejarla completamente inmovilizada, a la misma vez que apretaba mis piernas juntandola para evitar que se moviese.
—¡So-jung, despierta!!
Abrió los ojos desmesuradamente, pero no me vio y siguió revolviéndose entre mis manos como pudo. Movió su cabeza en un intento desesperado por golpearme, hasta que hablé:
—¡Para, para! ¡Estás a salvo! Estás a salvo...—Suavicé mi tono.
Focalizó mis ojos, pareció ida por completo. Como si no consiguiese saber dónde estaba. Miró a ambos lados presa del miedo, bajó sus ojos observando sus manos, como si necesitara saber que nadie la había atado.
—Mírame— dije en voz baja— Nadie va a volver a hacerte daño.
Su mirada seguía perdida en otro sitio muy lejano al que estábamos, por lo que al ver su gesto agaché lo suficiente mi rostro para que me viera, y poco a poco tiré de su nuca atrayéndola a mí. La abracé sin que soltara el agarre efusivo que le propinaba a la tela que la cubría, y siguió sin reaccionar.
—Ya está. Tranquila. Solo ha sido una pesadilla.
Asintió quedándose conforme, o eso me pareció. Trató de controlar la respiración agitada que no cesaba en su cuerpo.
Yoongi puso el coche en marcha nuevamente.
El teléfono de Jimin volvió a sonar y contestó de inmediato.
El silencio se hizo presente a la espera de más información.
Los segundos pasaban y mi paciencia estaba al límite.
—Nos vemos luego,Hoseok —dice Jimin, pero justo antes de finalizar la llamada, añade—: Diles a todos que estamos en camino.
Abrí mis ojos cuando escuché sus palabras.
—¿Sabes dónde? ¿Dónde está?
—Si, lo tenemos—Dijo Jimin convencido—Tenemos tiempo hasta que pod...
Unos disparos interrumpieron la conversación. Las luces traseras acababan de reventar. So-jung llevó sus manos a su cabeza a la vez que los vidrios estallaban.
—¡Abajo!—le ordené.
Enganche mi arma que estaba en el suelo y me gire lista para disparar mientras que Yoongi movía el volante haciendo eses para esquivarlos.
Jimin se adelantó enviando una bala certera en el pecho al hombre que estaba disparando desde la ventanilla del acompañante. Rápidamente mudó su cuerpo al asiento trasero para una mejor puntería. Me aparte para darle más espacio.
—¡Rubia, toma el volante!—gritó Yoongi.
—¡¿Qué?! —chillé más que él.
—¡Que tomes el puto volante!
Se apartó dejándome hueco sin soltar el acelerador. No sabía cómo demonios quería que me metiese en el asiento del conductor sin que el coche se frenara al soltar el acelerador, pero le hice caso, él sabía de sobra lo que hacía. Me desplaze adelante y metí una pierna entre las suyas, pero no contábamos con que era mucho más grande que yo, y casi teníamos que fusionarnos para cambiarnos de sitio.
Se levantó dejándome paso, cuando conseguí pisar el acelerador y mantener el volante fijo.
—¡Date prisa, Maggi!
—¡Me estas restregando la polla, Yoongi!
—¡Déjate de recatos ahora, que no es el momento!
Me coloqué en mi posición a la vez que él lo hacía en la suya, soltando un fuerte suspiro. Por el espejo retrovisor divisé que un hombre salía por el techo panorámico del vehículo.
—¡Yoongi! — Gritó Jimin. Estaba inmerso cargando una escopeta—. ¡¡Yoongi!!
—¡¿Qué?!
—¡Tienen una puta ametralladora, nos van a coser a tiros!—anunció Jimin.
Oí cómo sonaba el cañón de la escopeta al cerrarse y lo miré de reojo.
—Hoy no vamos a morir —dijo Yoongi seguro de sí mismo—. Cuando te diga que gires, hazlo a la derecha.
Asentí mirando a la carretera.
—Espera...
Esperar. El tiempo es una perra cruel.
¿Podrá esperar JungKook?
—¡Gira!
El grito de Yoongi perforó mis oídos,gire el volante a la vez que Yoongi sacaba la mitad de su cuerpo por la ventanilla del coche y voceó:
—¡¡Frena!!
Lo hice de tal manera que el vehículo se puso casi de medio lado, a punto de empezar a dar vueltas a la misma vez que se escucharon dos disparos de la escopeta de Yoongi.
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