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⟨5⟩

Golpeo la puerta pero Miller no está dentro. No esperaba que él, en realidad, estuviera desde que apenas son las once. Pero solo en caso de que estoy equivocada, intento en la siguiente puerta que es la de Dahlia. 

—¡Dah! ¿Estás ahí? —Toco a la puerta rápidamente, intentando no molestar a ninguna de las habitaciones cercanas. 

Sin respuesta. 

Lista para darme por vencida, suelto los zapatos en el suelo y pego ambas manos contra la pared, mi cabeza cayendo hacia delante entre mis hombros. Pero entonces escucho un ruido débil y la puerta de Dahlia se abre lentamente. Miro hacia arriba y la veo estando allí de pie. 

No me detengo el tiempo suficiente para cuestionar la extraña mirada en su cara, me abro camino dentro de la habitación solo para salir de la intemperie. Miller está sentado en la silla de la ventana. 

Noto como su pelo está ligeramente despeinado. Igual que el de Dahlia. 

Mis sentidos me están golpeando en la parte posterior de la cabeza, pero no me preocupo sobre lo que ellos están intentando decirme. Acabo de apuñalar a un hombre en la garganta e intenté no matar a otro. Casi fui violada. Solo corrí por mi vida a través de las oscuras calles de hombres que me perseguían con armas. Nada de lo que ellos pudieran hacer alguna vez, podría superar eso. 

—Oh Dios mío, Jana —dice Dahlia parándose delante de mí—. ¿Eso es sangre? 

La extraña, tranquila conducta que ella estaba mostrando cuando entré, desaparece en un instante cuando hace un balance de mí en la plena luz de la habitación. Sus ojos están amplios y llenos de preocupación. 

Miller se levanta rápidamente de la silla. 

—Estás sangrando—. Él me mira por encima también—. ¿Qué demonios pasó? 

Los ojos de Dahlia escanean mis ropas y mi pelo extrañamente apuntalado y la malla de la peluca. 

—¿Por qué...umm, por qué estás vestida así? 

Miro abajo a mí misma. No sé qué decirles, así que no digo nada. Me siento desorientada, pero mi expresión sigue siendo sólida y sin emociones, quizá un poco confusa.

Siento sus dedos enroscarse alrededor de la parte superior de mi brazo. Me alejo de ella y saco mi pelo de la malla de la peluca, haciendo mi camino hacia el baño. Mientras estoy tomando las horquillas de mi pelo, noto un condón flotando en el inodoro. 

Miller entra en el baño detrás de mí. Él sabe que vi el condón. 

—Jana, yo... yo... lo siento —le escucho decir. 

—No te preocupes—contesto y saco la última horquilla fuera, poniéndola 
en la encimera de color crema. 

Me abro paso pasando a Miller y camino de regreso a la habitación. Dahlia está mirando directo a mí, vergüenza y pesar consumiendo sus rasgos. 

—Yo... 

Levanto mi mano y miro hacia atrás y adelante entre ambos. 

—No, lo digo en serio —digo—. No estoy enfadada. 

—¿Qué quieres decir? —pregunta Dahlia. 

Miller se ve nervioso. Levanta la mano hacia la parte posterior de su cabeza y corre sus dedos a través de su pelo. 

—No tengo tiempo para esto. —Voy hacia la puerta—. Pueden tenerse el uno al otro.Sin objeciones aquí. No estoy enojada. En realidad, no me importa. Tengo que irme. 

—Espera... Jana. 

Me vuelvo para mirar a Dahlia. Ella está tan conmocionada y apenas puede ajustar sus pensamientos. Después de unos cuantos segundos de silencio, me impaciento y le doy una mirada de bien, sácalo ya. 

—¿Estás realmente de acuerdo con... esto? 

Wow, realmente yo no soy apta para su estilo de vida. El estilo de vida normal. Ni siquiera lo entiendo, todo estas salidas y cosas de mejores amigas, el engaño, la competición y los juegos de cabeza. Las miradas en sus caras, tan blancas, tan llenas de incredulidad y preguntas, todo trata sobre una situación que, para mí, en realidad no es tan importante. Tengo cosas más serias de las que preocuparme que esto. 

Suspiro pesadamente, molesta con sus confusas medio-preguntas. 

—Sí, estoy bien con eso —digo y entonces, me vuelvo hacia Miller—. Necesito la llave de nuestra habitación. 

Le extiendo mi mano. 

A regañadientes, mete la mano en el bolsillo de atrás y la saca. La tomo de su mano y camino derecha a la puerta y voy a la puerta de la habitación de al lado. Miller sigue detrás de mí e intenta hablar conmigo mientras estoy empujando mis pertenencias en la maleta. 

—Jana, nunca quise decir... 

Me vuelvo rápidamente y miro profundo en sus ojos. 

—Todo está bien, voy a decir esto una vez, y después de eso, o bien cambias de tema o regresas allí con Dahlia. No me podría preocupar menos lo que los dos hagan, pero por favor no pongas esa línea cliché de televisión como nunca quisiste que pasara, porque... es solo estúpido —rio ligeramente. Porque realmente, es estúpido para mí—. La próxima cosa que estarás diciendo es que no era yo, eras tú. Y maldición ¿tienes alguna idea de cómo suena eso? En realidad, ¿es tan increíble que diga que no me importa y quiera decir realmente eso? No juegos de cabeza. Hablo muy en serio. —Niego con la cabeza, pongo mis manos en frente de mí y digo—: No.Me.Importa.

Vuelvo a mi maleta, la cierro, entonces llego a la profundidad dentro de la cremallera lateral por la llave de mi habitación secreta, contenta de que tuviera una extra. 

—Me tengo que ir -le digo haciendo mi camino de regreso a través de la habitación y lo paso otra vez. 

—¿A dónde estás yendo? 

—No puedo decirte, pero por favor, escúchame, Miller. Si alguien viene aquí buscándome, actúa como si no sabes quién soy. Dile a Dahlia lo mismo. Pretende que nunca me has visto antes. De hecho, quiero que ambos salgan por la noche. Vayan a donde sea, solo... no vengan por aquí. 

—¿Vas a decirme que ocurrió? ¿Por qué tienes sangre sobre todo ti? Jana, me estas asustando jodidamente. 

—Estaré bien -digo y suavizo mis rasgos—. Sólo prométeme que tú y Dahlia harán exactamente lo que dije. 

—¿Vas alguna vez a decirme? 

—No puedo. 

El silencio se espesa entre nosotros. 

Finalmente, abro la puerta y salgo al pasillo. 

—Supongo que debería ser la que se disculpe —digo. 

—¿Por qué? 

Miller está en la puerta, sus brazos colgando libremente a los lados. 

—Por estar con alguien más en mi cabeza todo el tiempo que estaba contigo. —Miro hacia el suelo momentáneamente. 

Nos miramos el uno al otro durante un corto momento y nada más es dicho entre nosotros. Sabemos que ambos somos culpables. Y creo que ambos estamos aliviados que todo esté allí afuera. 

No hay nada más para decir. 

Camino lejos por el largo tramo de pasillo en la dirección opuesta de mi habitación privada y Miller me sigue.

—Espera Jana...— Me toma del brazo y vuelvo a soltarme.

—Mira, no te ofendas —le digo—, pero he estado fingiendo contigo desde que 
estamos juntos. 

Sus ojos se abren aunque está intentando no dejar que el shock y el aguijón de mi admisión se muestren tan obviamente. Una enorme parte de mí se siente bien acerca de la verdad, no por el motivo de venganza, sino porque necesitaba sacarlo de mi pecho. Pero admito, después de descubrir que ellos dos han estado jodiéndose el uno al otro a mis espaldas, una pequeña parte de mí está feliz de ofenderlo de la misma manera. Supongo que la venganza siempre encuentra un camino, incluso si solo es en pequeños gestos. 

—¿Fingiendo?

—Esto fue suficiente.

Cuando me cierro dentro de la habitación, la única cosa que puedo llegar a hacer es caer sobre la cama. El agotamiento, el dolor y el shock de todo lo que ha pasado esta noche se ponen al día conmigo tan pronto como la puerta se cierra, corriendo a través de mí como una ola. Caigo duro contra el colchón en mi espalda. Mis pantorrillas duelen tan mal que dudo que pueda caminar en la mañana sin cojear. 

Me quedo mirando el oscuro techo hasta que parpadeo y voy a la deriva rápidamente para dormir.





   __________________________________





Un fuerte sonido me despierta con un sobresalto en algún momento tarde en la noche. Me alzo de la cama como una catapulta.

Veo a dos hombres en la puerta: uno que nunca he visto antes, cae muerto en el suelo, y Jeon JungKook de pie sobre su cuerpo. 

—Levántate. 

—¿JungKook? 

No puedo creer que esté aquí. Debo estar soñando todavía. 

—Levántate, Maggi, ¡AHORA! —Jungkook me agarra por el codo y me saca de la cama a tirones para ponerme de mi pie.

—¿Maggi?...—Miller aparece en la puerta de mi habitación— ¿Qué carajos pasa aquí? — Preguntó desconcertado.Sus ojos parecían quererse salir de las órbitas cuando vió el cuerpo del hombre que JungKook mató. Pero no dejé que mi punto de vista se fijase en otro lugar más que en la figura del hombre que todavía no he olvidado.

JungKook ni siquiera se detiene el tiempo suficiente para que yo pueda decirle algo ni tampoco para que agarre mis cosas. 

—¡Dime qué está pasando Jana!—exigió Miller con urgencia. 

No respondí, JungKook abrió la puerta y me jaló hacia el pasillo junto a él,con mi mano apretada dentro de la suya. Sentí mi cuerpo tambalearse por su contacto.

—¡Oye! ¿¡A dónde te llevas a mi mujer!?—La voz profunda de Miller resonó en el pasillo. 

JungKook detuvo sus pasos girando en su lugar,pude atisbar de reojo la mirada que JungKook le lanzó a Miller. 

En ese momento un hombre rodea la esquina justo detrás de Miller con una pistola en la mano. JungKook levanta su 9 milímetros con silenciador y lo derriba en mitad del pasillo antes de que el hombre pudiese disparar, me estremecí cuando la bala pasó volando al lado de Miller a centímetros de su cabeza.

JungKook se acerca a él.

—Cuando le provoques orgasmos sin tocarla y la penetres sin bajarle las bragas, siéntete digno de llamarla... tú mujer.

Me jala lejos de Miller quién no dice nada,sus fuertes dedos clavándose en mi mano mientras corremos hacia la escalera. Él abre bruscamente la puerta, me empuja frente a él y nos apuramos por las escaleras de concreto. 

Un piso. 

Tres. 

Cinco. 

Mis piernas me están matando. No creo que pueda caminar mucho más. Finalmente en el quinto piso, JungKook me lleva a través de otro pasillo hacia un ascensor trasero. Cuando las puertas del ascensor se cierran y somos los únicos dentro, por fin tengo la oportunidad de hablar. 

—¿Cómo sabías que estaba aquí? ¿Qué... hacia Jimin? Él...

Apenas puedo recuperar el aliento, jadeando por el apuro constante y
la adrenalina, pero creo que mayormente es porque JungKook está junto a mí y está sosteniendo mi mano. Mis ojos empiezan a arder con lágrimas. 

Las obligo a no salir. 

—¿En qué estabas pensando, muñeca? 

—Yo... 

JungKook sostiene mi rostro en sus dos manos y empuja mi cuerpo contra la pared del ascensor, cerrando sus labios ferozmente sobre los míos y sentí el mundo abrirse bajo mis pies. Besó mi boca con furia, haciéndose notar la exigencia por devorarme. La textura húmeda y suave de su lengua buscaba con impaciencia la mía. 

La lamía.

La mordisqueaba.

Jadeando. 

Perdido.

Entonces se aparta, sus fuertes manos envueltas alrededor de mis bíceps mientras me mantiene contra la pared del ascensor.
Nos miramos fijamente el uno al otro por lo que parece una eternidad, nuestros ojos trabados en una especie de profunda contemplación, nuestros labios separados por escasos centímetros.

Todo lo que quiero es probarlos de nuevo. 

Pero él no me deja. 

—Respóndeme —exige, con las comisuras de sus ojos peligrosamente estrechados en desaprobación. 

Ya he olvidado la pregunta. 

Él me sacude. 

—¿Por qué viniste aquí? ¿Tienes alguna idea de lo que has hecho? 

Niego con la cabeza en un corto y rápido movimiento, parte de mí más preocupada por la precaria mirada en sus ojos que por lo que está diciendo. 

La puerta del ascensor se abre en la planta del sótano y no tengo tiempo para responder cuando JungKook una vez más está agarrando mi mano y halándome para seguirlo. Nos abrimos camino a través de una gran sala de almacenamiento con altas pilas de cajas puestas contra las paredes y luego por un largo y oscuro pasillo que conduce a un garaje subterráneo. 

JungKook finalmente libera mi mano y lo sigo hacia un auto estacionado entre dos furgonetas negras con el logo del hotel en los costados. 

Dos pitidos hacen eco en el vacío y las luces delanteras del auto parpadean a medida que nos acercamos, iluminando la pared de concreto frente al mismo. Sin perder tiempo, salto dentro del asiento del pasajero y cierro la puerta. 

Segundos más tarde, JungKook está manejando casualmente a lo largo del garaje y sale a la calle. 

—Quería verlo muerto —por fin contesto. 

JungKook no me dirige la mirada. 

—Bueno, hiciste un excelente trabajo —dice con sarcasmo. 

Gira a la derecha en el semáforo y el auto acelera cuando entramos en la autopista. 

Herida por sus palabras, sé que tiene razón y por eso no discuto con él. Metí la pata. Metí la pata a lo grande. 

Pero no me doy cuenta de qué tanto hasta que JungKook dice: 

—Podrías haber conseguido que mataran a tus amigos. Podrías haber conseguido que te mataran. 

Siento que mis ojos se abren más de lo que pueden y giran hacia él. 

—Oh no. JungKook ... ¿Dahlia está bien? 

Siento que estoy a punto de vomitar, de nuevo. 

JungKook me echa un vistazo brevemente. 

—Está bien —dice—. La primera habitación en la que los hombres de Choi entraron estaba vacía —añade y devuelve la mirada a la carretera—. Seguí a tu amigo a la habitación en la que estabas escondiéndote. Uno de los hombres de Choi estaba abriéndola, dejé que lo hiciera y luego le quebré el cuello.

Las llaves de las habitaciones. Mis dos llaves extras estaban en el bolso que perdí donde Choi. Y los números de las habitaciones estaban escritos en los pequeños sobres de papel en los que habían metido las llaves cuando el recepcionista me las entregó. Estaba tan preocupada por mantener ocultos mi arma y el cuchillo que no pensé en esconder las llaves.

—¡Mierda! —También miré hacia la carretera—. Yo... yo perdí mi bolso en el restaurante. Mis llaves estaban en él ¡Les dejé migas de pan! 

Por suerte no tenía la llave extra de la habitación de Dahlia, o de lo contrario ella estaría muerta al igual que Miller. Si él no se hubiese empecinado en hablar conmigo y dar vueltas en el hotel a esas horas podrían haberlo matado en nuestra habitación, podrían estar muertos los dos ahora mismo. 

¡¿En qué demonios estaba pensando?! 

—No, literalmente les dejaste las llaves de tus habitaciones con el nombre del hotel estampado en ellas. Maggi, debería haberte matado y habernos ahorrado a ti y a mí todo este problema, desde hace mucho tiempo. 

Giré la cabeza para enfrentarlo, con la ira y el dolor pesando fuertemente en mi pecho. 

—No lo dices en serio —digo. 

Hace una pausa y me mira. Suspira. 

—No, no lo hago. 

—Nunca vuelvas a decirme eso. 

Miro de nuevo a esos peligrosos ojos grises oscuros que he echado tanto de menos. 

—Nunca vuelvas a ponerte en peligro de esa forma. 

Escondo la sonrisa de mi rostro.

—No, si te quedas a mi lado —digo distante, mirando hacia la carretera.

JungKook no responde, pero sería extraño si lo hiciera, lo admito. A pesar de su falta de emociones, sé que lo hará. Ese beso en el ascensor dijo cosas que sus palabras no podrían.

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