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⟨47⟩

Maggi

La luz ha sido robada de mis ojos. Ni siquiera veo la oscuridad, solamente 
la nada, y las dos no son los mismos. No hay palabras, habladas o escritas, que jamás me hayan herido tanto, o cortado tan profundamente; ninguna confesión o arrepentimiento o verdad jamás podría hacerme el daño que me ha hecho esto

—¿Ahora ves? —Escucho a Lee decir detrás de mí—. ¿Ahora entiendes?

Conteniendo las lágrimas, trato de tener un poco de coraje en mis últimos momentos, en lugar de cobardía, o sentir lástima por mí misma. Todo esto es mi culpa de todos modos; podría haberme ido hace mucho tiempo; podría haber elegido un camino diferente, una vida diferente, pero no lo hice, a pesar de todas las cosas que vi y supe; elegí esto.

No tengo a nadie a quien culpar sino a mí misma.

Sin girarme a mirarla asiento con mi cabeza.

—Quiero escucharte decirlo— exige mientras me quita la mordaza.

JungKook me mira. 

—Solo mátala, Daimon —reviro contra lo que quiere escuchar Hye Lee de mi boca.

Ella suelta una carcajada y camina hacia adelante. 

—Qué tonta y enferma de amor estás, niña.

Mira hacia Fabricio y extiende su mano—.Dame la llave.

Fabricio se mueve sólidamente, discusión en sus rasgos.

—No, no creo…

—Por favor, solo dame la llave —insiste—. Daimon no me lastimará. No porque le importe una mierda, sino porque sabe —lo mira directamente a los ojos, amenazándolo con su mirada—, que, si lo hace, matarás a su pequeña y preciosa hermana.

Contra todas sus preocupaciones, Fabricio suspira, metiendo la mano en sus pantalones y colocando la llave de la jaula de JungKook en la mano de Lee. 

Luego señala hacia su izquierda y derecha, y siete personas más dejan sus posiciones y se acercan; tres paradas detrás de So-jung, apuntando sus armas hacia la parte posterior de su cabeza, ella tiembla creo que desde que estamos aquí no ha parado de hacerlo. 

Quiero abrazarla. 

Los otros cuatro hombres, se ubican en la puerta de la jaula, sus armas apuntándo a JungKook.  

Fabricio saca su arma y me apunta.

—No lo pensaré dos veces, está vez no— le advierte.

Cuando Lee siente que el mensaje le ha llegado completamente a JungKook,camina alrededor hasta el frente de la jaula e inserta la llave en la cerradura. La gira completamente y hace clic; noto las manos de aquellos de pie en la entrada, apretándose nerviosamente contra sus armas.

—Tráiganla ahora —ordena, Fabricio desata la soga de mis tobillos y soy violentamente extraída de la silla y 
enderezada sobre mis pies: a lo largo de todo el camino hacia la celda.

Lee se mueve fuera del camino de la 
puerta y entonces estoy besando el piso de piedra cuando un guardia me empuja hacia la entrada.

Las manos de JungKook están detrás de mí antes de que pueda siquiera levantar mi cabeza, y me está levantando en sus brazos.

—Lo siento tanto —dice, y presiona sus labios en la coronilla de mi cabeza; sus brazos envolviéndome.

Lee cierra la celda, gira la llave en la cerradura después de eso, y entonces la guarda en su bolsillo.

Camina de un lado a otro frente a nosotros, entonces tiende la mano a Fabricio. Ya sabiendo lo que quiere, él coloca el cuchillo que había estado 
sostenido contra mis muslos antes, sus largos y esbeltos dedos, cerrándose alrededor de este. Acercándose más, se inclina hacia adelante y desliza el cuchillo a través de los barrotes, colocándolo en el piso dentro de la celda.

—Dile por qué está aquí, Daimon—dice Lee, se detiene, y gira para vernos una vez más—. Tiene que saber, antes de que la mates.

Mi corazón se detiene.

—No voy a matarla —dice JungKook calmadamente… ¿incierto?

La sangre en mis venas se vuelve hielo, sus brazos se aprietan a mi alrededor.

Mirando hacia atrás, Lee sonríe y dice con misteriosa confidencia:

—Sí, lo harás. Nunca he estado más segura de algo en mi vida.

Intentando ignorar la sensación en mis tripas, me giro hacia JungKook
rápidamente, mis muñecas todavía atadas detrás de mi espalda.

—JungKook…

—Sigamos adelante con esto, Daimon —dice Hye Lee a medida que se acerca; el sonido de sus botas moviéndose sobre las piedras hace eco en todo el vasto espacio—. Sabes por qué estás aquí. Sabes por qué ella está aquí… —Se detiene en los barrotes, Fabricio de pie detrás de ella—. Quiero escucharte decirlo. 

—¡No voy a hacerlo!

—¡DILO! —Lee arranca las palabras, lo que demuestra aún más su preocupación y su impaciencia—. ¡DINOS A TODOS POR QUÉ ESTAMOS AQUÍ, DAIMON!

JungKook en toda su oscura gloria, su porte refinado, su impasible expresión, mira hacia el techo, inhala con calma, la respiración constante y responde:

—Quieres que sea yo quien la mate. —Entonces mira hacia Lee—. Quieres que le quite la vida. Quieres la vida de ella por la de So-jung.

Hye Lee se agacha, mete la mano en la celda para recuperar el cuchillo del piso. 

Se levanta de nuevo, sosteniendo el cuchillo hacia él.

—Sé que no le temes a la muerte, Daimon—dice, ahora con compostura, y sin rastros de amenaza o sarcasmo—. Te conozco, la clase de hombre que eres, por lo que ni por un segundo pienses que esto es un escenario de mátala o muere. —Coloca el cuchillo en su mano abierta; lágrimas de angustia e ira, ruedan por mis mejillas—. Tú, Jeon JungKook, vas a matarla aquí esta noche, y yo te daré a tu pequeña hermana, te daré a Jeon Ha-Soo en bandeja para que termines con tu venganza.

Lentamente, retira su mano de la de él.

—Te estoy haciendo un favor —dice—. Sabes que tienes que hacer esto, al igual que lo supiste cuando me fuiste a buscar para convertirte en lo que hoy eres; sabes que tienes que hacerlo; lo has sabido desde el día que la conociste.

JungKook mira hacia abajo al cuchillo en su mano.

No me muevo. No hablo. No tiemblo por miedo o dolor nunca más. 

Solo soy yo. Soy la chica que se enamoró de un asesino, y la chica que aún lo ama a pesar de saber lo que está a punto de hacer.

Acepto mi destino.

Soy valiente. Intrépida. 

Y estoy lista.

Yo soy… Jezabel

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JungKook

Matar a alguien que amas es algo para lo que uno no puede prepararse nunca. Y en mi caso, tampoco es algo que uno puede cambiar. Ya sea por mis manos, o las manos de mis enemigos, Maggi estaba destinada a morir muy pronto, y, de cualquier manera, soy yo quien finalmente la asesina.

Lentamente la miro, y no me sorprende que me devuelva la mirada, inquebrantable y sin miedo. 

Siempre ha sido la mujer más fuerte que haya conocido. Incluso antes de que se encontrara a sí misma en su alter ego, mucho antes de que escapara de Garden Barón, mucho antes de que comenzara a aprender las costumbres de la vida de un asesino, Maggi ha sido más poderosa de lo que nunca seré, poseyendo virtudes que yo nunca podría obtener: Compasión y amor, fuerza y balance. 

Ella, es en quien debería haberme siempre esforzado por estudiar. Maggi es quien yo nunca podría ser. Y por eso es el porqué la amé. Por qué la amo.

Mis manos aprietan el cuchillo con una incontrolable fuerza; lo siento quemar, el calor de su solo propósito taladrando mis huesos, viajando por el largo de mi brazo, y clavándose en mi corazón.

—Solo hazlo, JungKook—dice Maggi. Se acerca a mí, presiona sus labios en la base de mi garganta, y luego apoya un lado de su rostro contra mi rápidamente palpitante corazón—. Estoy lista —susurra—. Y yo… yo aún te amo, incluso si quisiste alejarme de tu lado, incluso en la muerte.

Envuelvo mis brazos a su alrededor, no quiero dejarla ir. La aprieto fuertemente, entierro mi rostro en su cabello; siento como si me fuera a quebrar, que mis huesos son repentinamente de cristal y me voy a quebrar en miles de piezas a su alrededor. 

Siento mis dientes apretados en mi boca. 

Aprieto a Maggi todavía más; la ira, los recuerdos, dejándome indefenso, y me hallo dándola vuelta violentamente en mis brazos así su espalda está contra la mía en lugar de su corazón; ¡no puedo soportar el sentir su corazón latiendo junto al mío!

—Hazlo, JungKook —dice Maggi nuevamente, pero no puedo mirarla; no en este preciso momento de todos.

Pongo la hoja en la garganta de Maggi.

Lágrimas comienzan a mojar mi rostro.

—Estaba equivocado sobre ti —susurro cerca de su oído; el dolor envolviendo mis entrañas—. Yo soy la bomba de tiempo. Yo soy más inestable de lo que nunca podría haber imaginado. Tú eres disciplinada, y yo soy incontrolable. Y la única manera que sé controlar el caos interior, es erradicar las cosas que me controlan.

El cuarto comienza a ponerse borroso y se desvanece dentro y fuera de mi visión; esta vez no por una droga inyectada en una vena en mi cuello; sudor se desliza por mi frente, lágrimas por mi mentón, amor desde mi corazón, luz desde mi oscuridad; 

¿Cómo llegue al suelo? 

No recuerdo el momento cuando mis piernas fallaron en sostener mi peso; estoy sobre mis rodillas en las piedras, Maggi apretada contra mi pecho desnudo, el cuchillo ceremonial aún presionado contra su yugular.

—Mátala—dice cerca Lee, pero desde dónde, no lo sé, porque no me importa—. Es la única manera de salir de esto, JungKook; es la única manera de salvar a tu jodida hermana, ¿La quieres devuelta? Entonces mátala.

—Por favor, solo hazlo —dice Maggi en una suave voz, y me despedaza— Hazlo, JungKook. Está bien...estoy bien.

La aprieto más fuerte, lo suficiente para oírla jadear por aire y sentir sus músculos ponerse rígidos bajo el poder de mis brazos. 

Una niebla negra rojiza cubre mi visión, arremolinándose detrás de mis párpados cerrados, y repentinamente todo se vuelve silencioso: Las burlas de Fabricio, la estrepitosa sonrisa de satisfacción de Hye Lee, las manos de los guardias sosteniendo fuertemente sus armas; mis enfurecidos y vacilantes pensamientos; la dulce voz de Maggi.

Hazlo.

Hazlo, JungKook.

Está bien.

Aprieto el cuchillo más fuertemente, 
presionándolo más duro, y un chorro de sangre se desliza por mis dedos. 

Encegueciendo mi propia ira y locura, grito hacia el éter, tratando de drenarlo todo.

—¡NOOO! —Mi propia voz me aterroriza. 

¿O es la desesperación derramándose de ella?

Escucho el cuchillo resonar contra las piedras, estrepitosamente en mis 
oídos, y abro mis ojos; el corte que atraviesa la palma de mi mano es profundo. 

No es su garganta. 

La sangre proviene de mi.

Maggi está sentada en el suelo a mis pies, su espalda presionada contra los barrotes de la celda, sus manos aún atadas detrás de ella, una mirada de asombro consumiendo sus hermosas facciones.

Otra vez bajo la mirada a mi sangrante mano, otra vez de regreso a Maggi.

Permanecemos clavados en este momento de eternidad.

—¡Maldito seas! ¡Mátala!—grita Lee.

—¡MÁTALA!— exige Fabricio.

—¡MÁTALA AHORA!

No me muevo de mi lugar arrodillado sobre el suelo; no miro a nadie salvo la mujer por la que preferiría morir, que matar.

—¿Por qué no la matas? —chilla Hye Lee; desesperación y dolor en sus ojos—. Daimon… ¿Por qué no la matas…? —Está llorando.

Finalmente, alejo mi mirada de Maggi y veo solo a Lee.

—¡Porque la amo demaciado! —digo, y siento un pesado peso dejar mi cuerpo.

Lee se yergue, sus facciones se endurecen.

Luego repentinamente vislumbro un movimiento detrás de Maggi—rápido, pero dolorosamente lento al mismo tiempo— y el destello de otra hoja. 

Me congelo; no puedo mover nada, ni siquiera mis ojos; grito, pero no puedo escuchar mi propia voz.

—Te amo, JungKook—modula Maggi y luego un sonido resuena en mis oídos dejándome en la oscuridad.

—¡No… NOOOO!

Desde los barrotes, la mano izquierda de Lee está envuelta en la cima del cabello de Maggi, la derecha, lentamente, horriblemente, es colocado en su garganta.

Varios sonidos comienzan a mezclarse y me encuentro confundido cuando veo el cuchillo caer al piso.


Limpio.


Los ojos de Hye Lee ruedan hacía atrás, y el blanco viene a la vista; su cuerpo se desploma hacia el costado, sangre salpicando el rostro de Maggi.

Aún no puedo moverme. 


Parece como si alguna fuerza invisible más fuerte que la mía me lo prohibiera cuando mis ojos se dirigen a la única persona que acaba de salvar a Maggi. 



La única persona que entró aqui a salvarnos.


La única persona que jamás creí que volvería a ver. 







Kim Namjoon.










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¿Se puede decir algo en estos momentos?

Todas sus dudas serán aclaradas en los próximos capitulos.

Gracias a los lectores que releen DAIMON y me lo hacen saber. Leo todos los comentarios.

Cómo siempre agradecida con aquellas personas que se toman el tiempo en leer, votar y comentar.

¡Nos leemos pronto!

Ciao|•

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