⟨43⟩
“Maggi es una bomba de tiempo,
un peligro para sí misma y muy posiblemente otros.”
JungKook
—Paren— repito, más tranquilo, pero con resolución.
—¿Qué diablos estás haciendo, Daimon?
Aya sisea detrás de mí.
Haciendo caso omiso de ella, me dirijo hacia el escenario, y la multitud se separa de mí. Aya intenta seguirme, pero la detengo con mi mano.
Los ojos de Maggi me siguen, pero son todo lo que se atreve a mover. La miro una vez, brevemente, el tiempo suficiente para hacerle saber que me niego a dejar que mueran.
La cara sonriente de Fabricio me sigue hasta la mesa donde Iosif Veselov se pone de pie. Por un momento, miro directamente a Iosif; una mirada a sus ojos, y me dirá lo que necesito saber. Él me ve, y ahí está – el ilegible tirano que vino aquí me conoce. Él sabe exactamente quién soy yo. Pero sigue tranquilo, y espero que se quede así.
Apartando la vista del hombre que creo que está aquí por mi, vuelvo mi atención a la segunda cuestión más importante ahora que he logrado la primera.
—¿Hay algo que necesite, señor Augustin?—Me pregunta Fabricio.
—Necesito que me dejes tenerlos a ambos— le digo, y Fabricio se ríe, y así hace la multitud cuando los mira a todos con una expresión cómica de incredulidad.
—¿Y por qué mierda haría eso por ti?—Dice Fabricio.
—Porque creo que ambos valen más vivos que muertos.
—Oh, eso es lo que crees, ¿verdad?—Sonríe torcidamente y presiona el arma contra el costado de la cabeza de Maggi—. Bueno, estoy en desacuerdo. El policía vale tanto como tú—sonríe, satisfecho de poder vengarse públicamente por haberlo engañado—, y la chica... bueno, ella no vale absolutamente nada, como la mayoría de las mujeres.
Unas cuantas cabezas en la multitud, del tipo femenino, miran a Fabricio ofendidas, pero no es suficiente para afectarlo.
—Déjame probar lo contrario—ofrezco—Entrégamelos por una semana...
—Vete a la mierda— responde Fabricio, cortándome—Le prometí a la multitud retribución, no piedad. ¡¿No es así?!
Mira a la audiencia, y ellos aplauden y asienten e instan a que haga lo que prometió.
Me estoy desesperando; Siento que sé que no hay papel que pueda representar, no hay excusa que pueda inventar para salvar sus vidas.
—Yo soy…— tomo una respiración profunda—.... Te estoy pidiendo que los perdones.
Algo hace clic en sus ojos; me mira directamente. Y entonces él se ríe.
—¿Esto es lo que quieres?—Toma a Maggi de su codo y la pone de pie al borde del escenario—Enviaste a esta puta pensando que no sabría quién era... ¡Qué broma! ¿Bien adivina qué? ¿Adivina quién pagará por tus cagadas?
Maggi se sacude del agarre de Fabricio, e intenta hablarme con la mirada, tan desesperadamente, para decirme algo, para advertirme, no lo sé, pero su boca se mantiene cerrada y no puedo distinguir nada.
Fabricio se mueve detrás de ella, aferro mis puños más duro, aprieto mis dientes más rudamente, queriendo alcanzarlo, retándolo a lastimarla.
¿Qué estoy haciendo? Esto no me llevará a ninguna parte.
Después de darme cuenta que estoy actuando absurdamente, relajo
mis brazos a mis costados y tranquilizo mi errática respiración.
La miro solo a ella; muchas emociones están bien definidas en sus ojos, pero ninguna de ellas es miedo. Ira. Venganza. Y desesperación, mayormente desesperación. Pero por ahora, nada pasará de sus labios;lo sé.
Fabricio mira a un guardia, èste toma algo de su espalda y luego se gira hacia Fabricio, y aunque encuentro su comportamiento peculiar, me concentro solamente en Maggi, y en lo que él intenta hacerle.
Segundos después, el cuerpo de Maggi se tensa y su rostro se retuerce de dolor antes de caerse de medio lado; el sonido estático de una picana suena agudamente en mis oídos por mucho tiempo después de apagarse.
Aprieto mis puños otra vez, dejando que la rabia tenga el control, mis dientes apretados tan duro que el dolor se dispara por mi quijada y de vuelta hacia mi cráneo.
Miré a Taehyung, deseando que se quedara ahí y no fuera estúpido. La cara de Taehyung se ensombreció al comprender lo que estaba apunto de hacer.
Lo necesitaba para la siguiente etapa. Y si la próxima etapa fallaba, lo necesitaba para que se hiciera cargo de la Organización.
En mi visión periférica veo a Maggi, yaciendo de lado, intentando recuperar el aliento, pero mis ojos permanecen en Fabricio.
—Bien, así que vas a fingir que ella te importa una mierda, entonces tendré que ir directo al grano.
El demonio dentro de Fabricio sonríe para él, coloca la picada en el suelo y toma su arma de nuevo, su dedo se mueve hacia el pesado gatillo; el dedo del guardia que está detrás de Taehyung también se mueve para presionar el suyo.
Juego la única carta que me queda.
—SI MUEREN… ¡ME ASEGURARÉ DE QUE MI PADRE TE MATE POR ELLO!
El mundo deja de moverse sobre su eje; el silencio aturdido se extiende eternamente; el único movimiento en el teatro ahora es el mío, ese que sella mi destino y talla mi derrota.
No miro a Maggi en el suelo delante de mí, pero siento que está ahí, incapaz moverse, sin comprender. Mantengo mis ojos en Fabricio, observando cómo su dedo se aleja del gatillo; como el dedo del guardia se aleja del gatillo también. Los pulmones de Taehyung se llenan de aire, aliviados de que, al menos por un momento más, ellos van a vivir.
Todos los demás me están mirando; Incluso me estoy mirando desde afuera, aturdido, preguntándome por qué he hecho esto.
—¿Qué dijiste?— Fabricio pregunta, exige, rompiendo el silencio.
Me muevo hacia los escalones que conducen al escenario y los subo lentamente.
—Escuchaste lo que dije—le digo en el segundo escalón—Déjalos ir ahora —y déjame ir — o haré del resto de vida que te queda un infierno viviente.
—¿Y cómo planearías hacer eso?—Fabricio está restando valor a lo obvio, porque él y yo, por lo que sé, somos las únicas personas en esta sala que saben la verdad.
—Si los matas—comienzo, en el cuarto escalón—no hay nada que vaya a detenerme de matarte. Y si me matas—le digo, en el quinto escalón— o me haces daño de alguna manera, Jeon Ha-Soo tendrá tu cabeza.
Él está empezando a perder el foco; traga, y lame nerviosamente la sequedad de sus labios; eleva su barbilla; sus fosas nasales se ensanchan.
—¿Jeon? Tú… tú...
—Tienes frente a ti al único sucesor del Clan Wolverine—le digo, no solo a Fabricio, sino a todos en el teatro.
Varios jadean detrás de mí en el piso del teatro; una ráfaga de voces se eleva sobre el salón.
—¿Quién eres tú?—Pregunta Fabricio, probablemente ya sabiendo dentro de sí, quién soy yo.
Doy el último paso y me paro ante él en el escenario; entonces tomo un profundo respiro, aclaro mi garganta y en mi corazón le susurro disculpas a mi madre.
—Soy la única persona en esta sala tan famosa como lo era JungHyung. Mi nombre es Jeon JungKook. Una vez me llamaron "El chacal" . Y te exijo que los dejes ir, y comunícale a mi padre que estoy aquí—trago duro—...dile que me estoy entregando.
—¿De qué diablos está hablando, Fabricio?
El hombre junto a él pregunta bruscamente; sus ojos saltan entre Fabricio y yo.
—¿Él es…
"Está mintiendo"
Grita alguien de la multitud.
"¡Él es un mentiroso!"
Dice alguien más.
“¡El chacal está muerto!"
Grita un hombre.
Tengo la atención de todos, pero la que más me interesa es Iosif Veselov; incluso él se ve ligeramente sorprendido. Y para mi propia sorpresa, Iosif se aleja de su mesa; su forma francesa alta y amenazante se aproxima al escenario.
No... no hagas esto ahora; no hagas esto imposible para mí.
—Voy a pagar diez millones de dólares por la chica y el policía.
Jadeo.
—Mis disculpas, señor Veselov—comienza Fabricio, se obliga a decir: —pero ... la verdad es..
Se detiene, lamiendo la sequedad de sus labios de nuevo; minúsculas gotas de sudor se le han formado en la frente.
—Señor Moretti, ese policía estuvo aquí por dos días,pudo recolectar la suficiente información. Si no es obvio ya, usted no está en condiciones de manejar la situación. No lo dejaré en sus manos.Voy a llevármelo con o sin su aprobación.
Los anchos hombros de Iosif suben y bajan; a medio camino espero que Fabricio discuta, incluso amenace a Iosif: Pero muy dentro mío algo me dice que no lo hará,después de todo, técnicamente sigue siendo el hombre más poderoso de esta sala, incluso más que Fabricio Moretti.
Por un momento, Moretti no puede hablar; solo se queda allí, esperando, tratando de que la rueda dentro de su cabeza vuelva a moverse.
—Ella se queda. A él... ¡Sácalo de mi vista! Y luego de obtener lo que quiera de ese pedazo de mierda, mátalo.
Mi corazón tartamudeó. Confiaba en que Taehyung haría todo para salvarse. No podía llamar la atención mucho más. No quería que dedujeran que él no estaba encubierto para la policía en absoluto. Era mejor que creyeran aún en eso.
Sabía, sin duda, que si me entragaba a mi padre, no saldría. Pero no había otra opción.
Confía en ellos. Yoongi sabe qué hacer. Jimin tenía una lista de cosas por hacer y lo hará.
Esto habría ocurrido, en cualquier caso, había cabreado a mucha gente para pensar que no iba a sufrir. Pero lo usaría para mi ventaja. Tenía la intención de hacer un ejemplo de ellos.
Nadie imploró por Taehyung mientras los hombres enmascarados que custodiaban a Iosif, subían al escenario. Sus penetrantes ojos marrones estaban apretados por el dolor; su frente se arrugaba mientras lo arrastraban fuera del escenario.
—Entonces, ¿hemos de continuar? —sugerí—. Supongo que no hay
necesidad de alargar esto.
La audiencia quiere respuestas, y continúan gritándole a Fabricio:
“¡¿Es el verdadero heredero ?!”
"¿Qué pasa con El Chacal?"
"¡Pagaré un millón y medio por la chica!"
“¡DOS MILLONES PARA EL CHACAL!”
“¡Tres millones de dólares por El Chacal y Jana Hyun!”
Otro hombre grita.
En medio de todos los gritos, echo una mirada y veo a Iosif saliendo del teatro; su forma corpulenta empuja a través de la multitud, sus guardaespaldas a todos los lados de él.
Taehyung es llevado por tres de ellos. No puedo perderlo, pero no tengo otra opción. Al menos tengo una pista. Un nombre. Una cara.
Iré por ti.
La voz de Fabricio perforando el micrófono, ahoga a todos los demás:
—¡Ninguno de ellos será vendido!—Anuncia—Ahora, debido a.… circunstancias inesperadas, ¡la subasta termina temprano esta noche! Les agradezco a todos por venir, ¡Y espero volver a verlos en seis meses! ¡Buenas noches!
Algunos compradores manifiestan su protesta, pero la mayoría abandona sus mesas con susurros y miradas, todos arrastrando los pies hacia las salidas con una plétora de noticias emocionantes que seguramente se difundirán por toda Italia en menos de veinticuatro horas.
Una vez que el teatro está casi vacío, Fabricio ordena a los guardias que se apoderen de Maggi primero.
Por un fugaz momento, los ojos de Fabricio se deslizan a mi hermana, dándome la espalda, doy un paso adelante queriendo tomar esa oportunidad.
Se detiene a solo un paso de eso,aún con la pistola en su mano, apunta a mi cabeza.
—Si intentas cualquier cosa—advierte Fabricio—, mis hombres matarán a tu mujer. ¡Lo entiendes? ¡¿Entiendes ?!
La saliva cae de la boca de Fabricio, su cara enfurecida.
—Sí. Lo entiendo— respondo, con calma, con frialdad, con la muerte misma en mis ojos.
Maggi y So-jung son arrastradas; Maggi en el frente, y las pistolas siempre apuntando. Sobre todo, hacia ella, en caso de que yo intente algo. Maggi me mira una vez antes de ser empujada a través de la salida.
En la fracción de segundo que estuve distraído por ellas,siento una
repentina punzada caliente en el costado de mi cuello.
Yo no lucho.
Instantáneamente siento la droga moviéndose a través de mi torrente sanguíneo y dentro de mi cerebro. El teatro comienza a girar; mis piernas se sienten sin huesos; no puedo sentir mis manos, mi pecho ni mi rostro.
Me muevo voluntariamente con el flujo de las aguas furiosas que me llevan río abajo al lugar que siempre he temido, pero que sabía que tendría que enfrentar un día.
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