⟨37⟩
Es una lástima que no supieras cuando empezaste tu juego de la muerte,
que yo también estaba jugando.
Hace 10 años.
Entré a la casa, empapado por la lluvia, sintiéndome feliz de tener el estómago lleno. Después de dos días había tenido mi primera comida y todavía me quedaban unas cuantas monedas, de modo que mañana volvería a comer.
—¡Niño! —gritó Cassio, una clase de tutor temporal que me había acogido. Pero nada tenía que ver con la hospitalidad.
Al oírlo, mis pies se pararon en seco. Su voz, fría y cruel.
—Ven aquí —ordenó con los brazos cruzados en su pecho. Me acerqué con lentitud, sin poder controlar los bruscos temblores de mi cuerpo—. Dame lo que tienes para mí.
Sabía a lo que se refería. Debía entregarle todas las monedas que se hallaban escondidas en mi bolsillo y, así, de esa manera, evitaría sufrir una dolorosa paliza por su parte o peor aún por el hombre que le proporcionaba las drogas.
Pero me hervía la sangre tener que hacerlo,ya que era yo quien salía a robar cada mañana, tarde y noche para poder sobrevivir.
—No tengo nada,señor—mentí.
Sus ojos, de un gris gélido, se oscurecieron. Se dirigió a mí con porte amenazante.
—¿Cómo que no tienes nada, maldito niño?
El primer puñetazo resonó en la habitación. La mejilla derecha me ardió con brío. A estas alturas debería estar acostumbrado al dolor, pero, sin embargo, los ojos se me inundaron de lágrimas.
—¡Ni se te ocurra llorar! ¡Los hombres no lloran! —Me cruzó la cara una segunda vez cuando varias gotas gruesas descendieron veloces por mi rostro.
—¡No soy un hombre! ¡Tengo trece años!—grité apesadumbrado.
—¡Quién carajos te crees para hablarme así! —bramó zarandeándome con fuerza. Mi cuerpo, débil y escuálido, perdió el equilibrio y cayó sobre la dura superficie de la madera. Las monedas, hasta entonces ocultas,repiquetearon en el suelo—. ¿Qué es esto? —preguntó, aunque ya estaba recogiendo el dinero.
Esta vez no hice nada para detenerlo. No serviría de nada. Solo aumentaría su furia.
—¿Sabes qué es lo que les sucede a los niños que mienten y lloran como una jodida niñita? —inquirió con tono mordaz, pero no me dio tiempo a contestar—. No, no lo sabes. Pero lo sabrás si no vuelves a
darme todo lo que consigues en las calles.
—Esas monedas eran para la comida —sollocé mirándolo con tristeza.
—Eres joven. Puedes estar días sin comer. —Guardó las monedas en el bolsillo de su sucio pantalón—. En cambio, yo tengo necesidades—masculló antes de agarrarme del pelo y alzarme. Grité de dolor—. ¡Cierra la puta boca! Dormirás afuera. Ese será tu castigo. Cuando te conviertas en un hombre de verdad, puede que vuelva a dejarte entrar en mi casa. —Abrió la puerta y, de un brusco empujón, me tiró al exterior.
—Señor, por favor —le rogué—. Está lloviendo y hace mucho frío.
—¿Crees que me importa? —me preguntó con ironía.
—¡Voy a enfermar si me dejas aquí!—exclame con impotencia.
—Eres una mierda, niño. Una basura. Si te mueres de hambre o congelado, me harías un gran favor. No puedo creer el error que cometí en traerte conmigo—Cerró la puerta de un portazo, abandonándome bajo la lluvia.
Tiritando, miré a mi alrededor. Solo había una persona que podía darme cobijo. Corrí tambaleante hacia la casa de enfrente y presioné el botón del timbre. A los pocos segundos, una mujer de cincuenta y dos años apareció en el marco de la puerta. La señora Gyeong.
—¡Por todos los Santos! —exclamó, horrorizada, al verme—. Pasa, cariño, pasa.
—Gracias, señora Gyeong —murmuré arrastrando los pies en el felpudo. A continuación, me detuve en el cálido vestíbulo.
—¿Otra vez ese cretino? —No respondí.
Detestaba dar lástima, pero ella aceptó mi silencio—. No te preocupes. Te traeré ropa seca y, luego,te prepararé algo caliente —. Asentí agradecido. Con una tierna sonrisa, tomó mi rostro entre sus callosas manos—. No vuelvas a robar, JungKook. Aquí siempre podrás venir y nosotros te alimentaremos. Él nunca lo sabrá, será nuestro pequeño secreto.
Obedecí satisfecho.
—Bien, hombrecito. Ve a ducharte. DaeHyun llegará para la cena.
El viento rugía furioso y golpeaba con violencia los árboles,haciendo que las hojas otoñales se dispersaran a lo largo del maltratado patio. Podía oír el suelo de madera reseca chirriar, como si alguien estuviera correteando por el pasillo, pero no sentía miedo porque ella estaba conmigo.
Dirigí mi mirada hacia sus ojos azules mientras ella alzaba la sábana para cubrirme y resguardarme del clima poco templado.
—Señora Gyeong —murmuré bostezando—, ¿Usted me quiere, verdad?
—Claro que sí —respondió mientras acariciaba mi pelo con delicadeza. Me estremecí al notar una extraña sensación en el pecho ante aquella muestra de afecto—. No vuelvas allí. Puedes quedarte con nosotros hasta que encontremos un lugar mejor.
—No puedo. Sabría que estoy aquí, vendría a buscarme y ya no quiero traerles más problemas. Mañana me iré—. Levanté la barbilla mientras le hacía a ella y a mí mismo una promesa—. Pero un día volveré. Y los llevaré conmigo.
En la actualidad.
JungKook
Estaba peleando duro a través de
los lodos. El dolor en mi cabeza me había robado mis pensamientos y la visión simplemente coherente.
Me robaba tiempo.
Durante doce horas, yo fui inútil.
Mi cuerpo había llegado a su límite, resulta que no era invencible después de todo, y si no hubiera sido por Yoongi, me habría perdido la trama por completo.
Me quedé mirando al techo, luchando con mi ira. La rabia burbujeaba en mi sangre, no concediéndome paz.
Me sonó el teléfono, mis ojos se fijaron en el número. Active el dispositivo para evitar un posible rastreo antes de contestar.
—Dime algo bueno, Leslie—espeté.
Leslie respira pesadamente en el teléfono.
—Deberías haberlo visto—dice ella—Yo sabía que cosas como estas sucedían en el mundo, pero… Daimon, fue horrible... ¡horrible!
—Cálmate, maldición—le digo—. Recuerda lo que hablamos, necesitas mantenerte en el personaje en todo momento, incluso cuando pienses que estás sola.
—¡No puedo!— Me cortó— Estoy sorprendida de poder mantenerlo mientras estaba allí; Casi lo pierdo. Enviaste a la persona equivocada, JungKook, de todos modos, ¿qué demonios estabas pensando?
Estoy empezando a pensar que tiene razón, no debería haberla enviado; Debería haber enviado a alguien con experiencia cuando supe que Maggi abordó el avión.
Pero ahora es demasiado tarde para hacer algo al respecto. Solo necesito mantenerla calmada, y en carácter el tiempo suficiente como para lograrlo.
—¿Está bien Maggi? ¿La viste? ¿Ella te vió?
Realmente necesito saber que ella está bien.
— ¡Estoy perfectamente!, gracias por preguntar — respondió ella sarcásticamente—. Estoy en Italia, pretendiendo ser alguien a quien le gusta comprar esclavos, rodeado de docenas de personas enfermas y retorcidas a las que realmente les gusta, y estoy a punto de perder mi mierda justo enfrente de todos y tú solo me preguntas por ella.
Voy a matarla.
—No puedo volver mañana; simplemente, no puedo hacerlo Daimon. Además, yo…
Ella se calla.
—¿Tú qué?—La oigo suspirar en el teléfono— ¿Leslie?
—Me he quedado sin dinero— confiesa.
—¿Cómo puede ser...?
—Traté de comprarlas a todas— dice ella, y mi garganta se seca al escucharla—pero solo pude comprar trece.
—Tre… ¡¿trece?! ¿Es una maldita broma? ¿Compraste trece chicas?
—¡Sí!—responde ella—¡Y no me hables así, hijo de puta!
—Se suponía que solo debías comprar una o dos— le digo, apretando los dientes—. Y esas eran solo para el show, ¿ahora me estás diciendo que gastaste ciento cincuenta mil dólares en la primera noche? ¡Jesucristo, Leslie! Espera... trece chicas, ciento cincuenta mil dólares, algo no cuadra.
—No—dice ella— gaste tu dinero y también mi dinero.
Parpadeo y aspiro bruscamente, ¿qué demonios...? Por un momento, mi boca está demasiado seca para hablar; paso mi lengua como papel de lija contra mi mejilla; mi mano libre está apretada en un puño al costado.
Y luego caigo: ella gastó su propio dinero, un millón de dólares, que ella sabe que probablemente nunca volverá a ver en su vida, en esas chicas.
Me siento como el mayor pedazo de mierda.
—Esas pobres chicas— dice con dolor en su voz—¿quién va a salvarlas y devolverlas a sus familias si yo no lo hago, Daimon? No podía simplemente sentarme allí y dejar que eso sucediera.
—¿Dónde están?—Pregunto rápidamente.
—¿Quién?
—¡Las chicas, Leslie! No me jodas.
—Oh, si. Ellas están aquí— dice ella—En mi habitación de hotel, conmigo.
Mi cabeza cae hacia atrás y cerrando los ojos dejo escapar un largo suspiro de irritación y trato de recomponerme. Me calmo y me preparo para hablar, sabiendo que no puedo perder la paciencia, todo esto es demasiado frágil, ahora más que nunca.
— Leslie— le digo con cuidado—. Se suponía que debías esperar hasta el tercer día, y entonces llevarte a las chicas, ¿qué planeas hacer con ellas cuando regreses?
Ella se burla; puedo imaginarla con una mano en una cadera y una expresión amarga en su rostro.
—No planeaba regresar en absoluto—dice ella—Es por eso que las traje conmigo.
Calma, JungKook, solo mantén la calma.
—Bien, ya no importa— le digo—pero ¿viste a Maggi? ¿Taehyung estaba con ella?
Estoy empezando a suponer que no lo hizo, o de lo contrario probablemente ya habría dicho algo.
—Sí— responde ella, y mi corazón deja de latir por un momento—. Ellos están juntos. Y ella está bien, más que bien, en realidad– (en su voz hay un tono suave que me confunde)— . Ella sabe lo que hace, Daimon. Supongo que no la conocías tan bien como pensabas.
—¿Qué quieres decir?
—Ella parece una verdadera esclava, JungKook—dice, como si pensara que yo probablemente no lo sabía—. Cuando se quitó su vestido ¡Dios! Eso fue increíble.
No puedo evitar sonreír.
«Soy capaz de asumir cualquier papel, incluso una esclava sexual»
—Está bien, Leslie— le digo —. Necesito que me escuches…
—No voy a volver allí— me interrumpe.
—¿Quieres comprar más chicas?
Silencio, sabía que eso llamaría su atención.
—Si puedes aguantar una noche más— comienzo—pondré suficiente dinero en la cuenta para que compres... —me detengo—. Les, voy a hacerte una pregunta importante.
—De acuerdo.
—El millón que te di; no puse ese dinero en la cuenta; fue puesto en tu cuenta personal. ¿Cómo diablos les pagaste?
—Les dije que… bueno, que les daría el dinero mañana.
—¿Cómo pensabas hacer eso? ¡¿Escribir un jodido cheque con tu nombre real y la dirección en la parte superior?!
—¡No lo sé! ¡Solo hice y dije lo que tenía que hacer! ¡Soluciónalo tú!
No pierdas la cabeza, JungKook, no pierdas la cabeza, se convierte en mi mantra.
—Está bien— le digo con calma— Voy a transferir ese dinero a la otra cuenta: asegúrate de pagarles mañana, exactamente cuándo dijiste que lo harías o te matarán antes de que salgas de tu hotel.
—Está bien—dice ella. Después de un momento ella pregunta—. ¿Cuánto?
—¿Cuánto qué?
—Dijiste que ibas a poner más dinero en la cuenta para que pueda comprar más chicas.
Ella está más que interesada,demonios.
La imagino saliendo por la puerta; ¡En la jodida limusina!; ¡En la entrada de la mansión golpeando el vidrio para que la dejen entrar!
—Cinco millones de dólares— le digo, y Leslie jadea—. Eso debería ser suficiente para darte acceso a la última noche y a comprar unas cuantas chicas más.
Cuatro o cinco a lo sumo, pero mejor no le digo eso a Leslie.
—Pero ¿qué hay de mañana en la noche?— Pregunta.
Oh, ahora quiere ir a las tres.
—Te necesito allí en la noche final—le explico—. Y si vas a la segunda noche terminarás gastando los cinco millones completos y no te quedará nada para la noche número tres.
—Pero...
—No—la interrumpí esta vez—. Lo haces a mí manera, o no compras más chicas.
—Salvar— me corrige fríamente.
—Salvar más chicas—corrijo solo para hacerla feliz—. Leslie...
—¿Qué?
—Intenta que ellos no te vean, mantén la vista en ella para mí e infórmame de todo: Si los llevan a otro lugar,cualquier cosa que suceda que pienses que yo debería saberlo, tienes que llamarme de inmediato.
—Ellos lo están haciendo bien, Daimon. Realmente están haciendo su papel; Taehyung va a cuidarla.
Lo sé y es en lo que más pienso. Pero no digo eso en voz alta.
Leslie hace una pausa y luego agrega:
—Pero ahora, ¿qué hago con estas muchachas?
—Tendrás que llevarlas contigo— le digo. —No puedes dejarlas solas porque podrían descubrir tu tapadera. No las puedes dejar libres ahora, o parecerá sospechoso. ¿Cómo se lo están tomando?, ¿cómo se sienten respecto a ti?
Por favor, no digas que les dijiste que las rescataste.
—Les dije que las estaba rescatando— responde ella, y aprieto mi puño con fuerza—. La mayoría lo está tomando bien, tienen esperanza y están listas para irse a casa.
Dejo escapar un largo y profundo suspiro.
—Solo aguanta un poco más y no dudes en llamarme.
Termino la llamada aliviado. Aliviado de que Leslie esté viva y parezca confiada de que puede mantener su papel. Aliviado de que Maggi y Taehyung estén justo donde esperaba que estuvieran. Y aún más aliviado de que esté en una posición que representa un riesgo menor para su vida.
Desearía poder decirme que dormiré esta noche, pero no lo hice desde que me encargué de los cuerpos de Seokjin y Alessia. Y no estaré durmiendo hasta que cierta mierda también pague por eso.
Remover mi pasado nunca fue una prioridad cuando debía meterme bajo la piel de un enemigo. Esa fue la razón por la que nunca decía mi nombre, escudriñando al demonio que se cernía sobre ellos.
Pero esta vez lo haría.
Quería arruinarlo. Quería quitarle su negocio, su dinero, su propia carne y sangre. Y sólo cuando él no tuviera absolutamente nada, iba a torturarlo hasta que me suplicara que lo matara.
Eso es lo mucho que odiaba las tripas de Dimitri Pávlov.
Deslizando mi teléfono celular en mi bolsillo delantero, me encamino a la habitación de luz tenue y al hombre sentado y atado en la silla, mirándome.
—Así que tú eres el bastardo que logró cabrear no sólo a Pávlov, sino también a Maxim Ivanov. No podrás salirte con la tuya— me advierte.
De manera casual, me siento en su costoso sofá, subo mis botas sucias en su mesa de café, y saco un cigarrillo de mi chaqueta.
Encendiéndolo, me tomo mi tiempo para mirarlo.
—¿Qué? ¿Tienes planes de derribarme con los ojos? ¿Dónde está el supuesto chacal, el que quemó un privado en Barón?
Doy otra calada a mi cigarrillo manteniéndola en mis pulmones.
Yo sonrío. Solo un poco.
—¿Crees que te tengo miedo? Estoy jodidamente tranquilo. Así que llama al hijo de puta realmente a cargo, maldito, para que podamos terminar con esto. No soy un chivato. Pierdes tu tiempo conmigo.
Él me gruñe; seguro quiere golpearme hasta matarme, justo aquí en esta habitación, pero no es probable que eso suceda.
—¡César!— Fué todo lo que dije y él apareció de las putas sombras con mi regalo en una mano y en la otra...una dulce princesa.
El hombre sujetado a una silla de su propia casa miró hacia su hija; ella está de pie junto a César, tranquilamente con sus manos en los costados de sus muslos.
—¡Qué demonios! ¡Voy a matarte! Déjala fuera de esto— exige.
—No soy yo quien la involucró— señalo.
—Papá, ¿de qué está hablando?
Ella se ve asustada. Y debería estarlo. Eduar Novikov es un asesino pedazo de mierda que trabaja para Dimitri y a quien le gusta meter su polla arrugada en mujeres a las que aterroriza hasta la sumisión. Bajo los pies de la mesita poniéndome de pie muy tranquilo. La verdad es que mi sangre está en un hervidero pero él no tiene que saber eso. Tomé mi regalo avanzando hasta Eduar, tiré el resto del cigarrillo al suelo y lo apagué con la punta de mi bota.
Él me mira de nuevo y ahora es consciente del hacha que tengo en la mano.
—Si vendo la ubicación de Dimitri, van a matarme de todas formas. Así que no entiendo cual es el punto en todo est…
Antes de que pudiera terminar, dejé caer el hacha, cortando a través de su muñeca. Novikov gritó en agonía mientras su hija chillaba en estado de shock.
—El punto es que tengo un hacha, hijo de puta —le sonreí, a sólo una pulgada de su rostro cuando sopló y resopló, tratando de luchar contra el dolor—. Vas a decirme dónde se esconde tu maldito jefe o perder extremidades. Esa —señalo a su mano ensangrentada—, fue por tus comentarios anteriores. Estoy tan a cargo que podría ser el conejito de Energizer de mierda.
Él amortiguó algo que sonó como jódete, y mi sonrisa se ensanchó.
— Cuando termine contigo, la pequeña zorra de tu hija es la que sigue—señalo—. Así que mejor comienza a hablar. Y espero que tengas cerveza; me gusta tomar una cerveza cuando estoy entretenido.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro