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⟨35⟩

Taehyung

Maggi no está ni de cerca tan nerviosa como debería estar, pero ya llegará 
a estarlo.

Una vez que esté dentro de ese lugar, sintiendo docenas de ojos peinando cada centímetro de ella, comenzará a sentir las repercusiones de su decisión de seguir adelante con esto.

Hará exactamente lo que dijo que no hace: estremecerse y retroceder cuando alguien la toque; tendrá debilitantes recuerdos de su antigua vida cuando alguien diga una palabra detonante, piensa que ha superado lo que le sucedió estando con Jung, pero nadie se sobrepone a algo así, tan fácilmente. Nadie.

Aunque yo estaré allí para atraparla cuando caiga, tendré que estarlo, así no va a conseguir que nos maten. Y ella ya me desprecia, por lo tanto cualquier cosa a la que tenga que recurrir para lidiar con ella durante esta misión, por lo menos no cambiará tanto la relación ya tumultuosa entre nosotros.

Sin embargo, en cuanto a su relación con JungKook, mi hermano… mi querido y asesino hermano, ¿qué has hecho? ¿Qué estabas pensando al enviar a Maggi, de todas las personas, a un mundo clandestino como éste en Italia?

Lo sé. Oh, lo sé bien.

No es ninguna sorpresa, en realidad, lo que está haciendo JungKook. Pudo engañar al resto, incluso a Maggi pero a mí no. Lo he conocido la mitad de mi vida, y en el fondo, a pesar de su amor por ella, él es el mismo hombre que siempre ha sido. 

Y que siempre será.

Llegamos a Nápoles, y es como colocar un pie sobre un recuerdo cuando doy un paso fuera del avión. Estuve aquí hace años, en una misión para La Organización de Lee. Pero fue mi breve tiempo con Valerie lo que trae nuevamente a colación el recuerdo, no la misión. 

Val me dijo una vez que siempre había querido ir a Italia. Incluso fui tan lejos como para prometerle que la llevaría algún día, aunque sabía que eso probablemente nunca sucedería.

Maggi y yo nos instalamos en el hotel más extravagante en el centro de la ciudad. Me registro como el adinerado y cruel bastardo, Emeric Magnus.

De aquí en adelante, hasta que terminemos la misión, tendré que dejar mis pelotas sofocadas en 
estos trajes. 

Un botones, vestido en un traje negro a rayas y una corbata de moño, guía el 
camino hacia nuestra suite en la planta superior del hotel con vistas a la enorme ciudad abajo. Maggi mantiene su mirada gacha hasta que le doy propina al botones y él nos deja solos en la habitación.

Voy hacia las puertas del balcón y las empujo para abrirlas con las palmas de mis manos hacia el suave aire de otoño. Maggi hace un recorrido en la habitación para comprobar si hay dispositivos de audio o video. Es poco probable que hubiera algo aquí ahora ya que nadie sabía que veníamos, pero nunca está de más estar seguros. 

Esta es precisamente la razón por la que partimos tan rápidamente, en lugar de darle tiempo a la gente de Moretti para contemplar y planear la llegada de un nuevo cliente.

—Está limpio —anuncia Maggi mientras guarda el detector de micrófonos ocultos en un bolso—. La única señal inalámbrica que captó fue el internet, ¿cuál es nuestro primer movimiento?

Me giro desde las puertas dobles de cristal y miro a Maggi. Lleva un fino vestido color crema que cuelga justo por encima de sus rodillas, tensado alrededor de su pequeña cintura por un delgado cinturón negro. Lleva un par de zapatos de tacón color crema con una delicada correa sobre la parte superior de sus pies. 

Efectivamente aún tengo el toque, dado que tuve que comprarle ropa en cuanto bajamos del avión. 

Está malditamente hermosa. 

Son papeles como estos los que hacen que este trabajo valga la pena.

Pellizcando mi boca en uno de los lados a medida que la observo de arriba a abajo, contemplo nuestro siguiente movimiento.

—Digo que nos zambullamos directamente —respondo—. Creo que te he dicho lo suficiente en el avión.

—Entonces vamos a hacer esto. He estado lista desde ayer —dice con determinación, confianza.

Sólo espero que no esté demasiado confiada.




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Pueblo Nonsan 

Alessia

Yoongi traspasa la puerta de vidrio en el frente del estudio. No parece satisfecho con la idea de que seguramente lo enviaron a buscarme después de irme de la casa. 

Atraviesa la alfombra en un par de pantalones vaqueros oscuros rasgados, una camiseta blanca y un par de brillantes zapatos Converse blancos con cordones rojos. 

Se ve bien, lo admito, pero dudo que llegue a olvidar cómo se veía enfundado en un traje cuando llegó ese día por mí en el burdel. 

Sacudo la imagen de mi mente.

—¿Cómo me encontraste? —Dejo caer la sudorosa toalla de regreso a la alfombra junto a mis zapatillas negras.

—Tengo mis fuentes —dice—. Eso es todo lo que necesitas saber.

Pongo mis ojos en blanco y niego con la cabeza sutilmente.

—Solo necesitaba tranquilizarme para...—Hago una pausa y respiro hondo— ¡Me dejó fuera del siguiente trabajo! Quel poliziotto di merda.

Camino con él alejándome de las personas preparándose para entrenar. Una vez que estamos afuera, apoyo mi espalda en la pared de ladrillos, suspirando. 

Yoongi hace lo mismo a mi lado.

—¿Está muy enfadado?—Siento mi rostro enrojecido. 

Yoongi niega con la cabeza.

—No —dice cómo decepcionado por la verdad—. Es como si él esperaba que la rubia lo hiciera. —Me mira con autoridad—. Pero al menos deberías afrontarlo. ¿Cuántos tienes? ¿Quince?

Le sonrío.

—¿Por qué estás aquí, Yoongi? Tú de todo el resto.

Sus ojos marrones oscuro se mueven en su cabeza inmóvil para mirarme y 
luego vuelven a caer al suelo.

—¿Has desayunado? —pregunta evadiendo.

—No tengo hambre.

Se aparta de la pared, dejando caer las manos a sus costados y luego se da la vuelta para estar frente a mí. Moviendo su cabeza hacia atrás una vez, dice:

—Ven, me muero de hambre. Hay una panadería bajando la calle. No he comido un dulce decente en mucho tiempo.

Empiezo a declinar la invitación, pero decido unirme a él de todos modos. Asomo mi cabeza dentro del estudio, parada a medio camino de la puerta principal y grito a través de la sala a Spencer nuestro entrenador diciéndole que me voy y que volveré después. 

Momentos después, subo al auto de Yoongi y nos dirigimos hacia la panadería a unos pocos kilómetros del estudio.

—Yoongi, ¿por qué crees que Taehyung ayudaría a la bambina de la manera que lo ha hecho?

Yoongi se une a la autopista.

—No lo sé —dice—. Celos, supongo. Taehyung siempre vivió a la sombra de JungKook en la Organización durante el tiempo que los he conocido.

—Sí, pero… —Suspiro y doy un vistazo alrededor y luego mantengo mis ojos fijos adelante—simplemente no entiendo por qué haría eso… —Lo miro directamente ahora, finalmente descubriendo lo que quise decir—. Supongo que me es difícil entender por qué querría ayudarla. Desafiando de esa manera la orden de Daimon.

Doblamos y en poco tiempo veo el gran cartel oval rojo de edificio de la panadería delante nuestro a medida que nos acercamos.

—He trabajado con ambos por muchos años —dice Yoongi mirando el tráfico—. Taehyung siempre estuvo en el lado trastornado. Haría lo que fuera por JungKook, pero siento como si fuera que necesita demostrar algo. —Me mira, y nuestros ojos se encuentran por un breve instante—. Honestamente, creo que tú sabes que a veces nos dejamos llevar por impulsos que nada tienen que ver con lo asignado.

Trago saliva con fuerza y bajo la mirada a mi regazo momentáneamente, doblando mis dedos  encima de los otros. A menudo me he preguntado sobre esto, una 
parte de mí casi convencida de que aquel día Yoongi no debió comprarme y mucho menos follarme, pero no sólo no quería creerlo, también me sentía estúpida de poder causar una ruptura entre dos personas. No soy una persona tan importante. No tengo tal poder, ni siquiera sobre Yoongi.

Seguramente no…

—¿Por qué lo hiciste? Incluso sabiendo que Donna no estaba en el burdel ¿Por qué me llevaste contigo?—pregunto, esperando que la respuesta que me dé, no sea creíble. Incluso, ridícula.

—No lo sé, en lo único que pensé fue en que podías ayudarme.

Todas mis esperanzas y sueños del momento se estrellan a mí alrededor. Su respuesta no es ridícula para nada, tiene perfecto sentido. Y me odio por ello.

Llegamos al estacionamiento de la panadería pero en vez de detenerse, atrapo a Yoongi mirando hacia el espejo retrovisor, sus ojos enfocado en el y la carretera delante nuestro al mismo tiempo.

Recibiendo la clara sensación de que está mirando algo detrás de nosotros, empiezo a girarme.

—No lo hagas —dice rápidamente. Todo en esas palabras me sacuden hasta mi amargo centro. Pero su expresión, su comportamiento y la manera en que sigue casualmente manejando con ambas manos en la parte inferior del volante, es como si nada estuviera mal.

—¿Che sta succedendo?—pregunto, incapaz de ocultar la preocupación en mi voz como él podía hacer.

—Nos están siguiendo.

Mi pecho se pone rígido, quiero con mucha desesperación mirar hacia atrás, pero opto por mirar a través de mi espejo retrovisor lateral, sin hacer movimientos obvios. Hay una SUV negra, parece una Navigator, 
siguiéndonos.

—Toma el arma que está en la guantera y el cargador. 

Mientras tomo el arma, no quito mis ojos del espejo lateral, ni de mi mente de la posibilidad de lo que está a punto de ocurrir. No puedo ver al pasajero o al conductor a través de las ventanas tintadas de la Navigator. 

—¿Estás seguro? —pregunto.

Yoongi enciende las intermitentes y giramos a la izquierda en la siguiente calle. Él se mantiene justo en el límite de velocidad y no deja que aquellos que van en el vehículo noten que él está sobre ellos. Yo solo espero que esté equivocado.

—Nos han estado siguiendo desde que salimos del estudio —dice y mi corazón se hunde—. Nos han estado viendo, estacionados en el aparcamiento al otro lado de la calle.

—Entonces, ellos fueron la razón por la que decidiste tomar el desayuno—. Asumo.

Yoongi asiente y gira a la derecha en el siguiente semáforo.

Me maldigo a mí misma, sintiéndome como una novata inexperta que no fue lo suficientemente inteligente para notar esas cosas. No estaba lo suficientemente atenta a mis alrededores para saber que estábamos siendo vigilados todo el tiempo. 

Debería justificar mi aturdimiento por no estar en Italia justo ahora.  Quizás culpar a JungKook por suspenderme para el siguiente trabajo y provocar que no esté perceptiva como siempre.

Si lo que sea. Cualquier otra cosa que me convenza que nada tiene que ver con que él esté a mi lado. 

Eres una estúpida. 

Pero este no era el momento ni el lugar para sentirme frustrada conmigo misma. Solo esperaba que hubiera tiempo para eso más tarde.

—¿Qué es lo que vamos a hacer? 

Yoongi presiona el acelerador y de pronto estamos corriendo a 50 km en una zona de 35km, y dirigiéndonos directo a la rampa de acceso a la autopista. La Navigator está 
cerca detrás, permaneciendo pegada. 

Tomo mi cinturón de seguridad y tiro de él apretándolo y luego me agarro el arma nuevamente.

—Vamos a perderlos —responde Yoongi mientras aceleramos de cincuenta a setenta en un par de cortos segundos mientras llegamos a la autopista.

Me sostengo por mi vida, mi corazón sube hasta mi garganta, mientras el carro se abre paso riesgosamente dentro y fuera del tráfico, apartando personas e incluso yendo alrededor de vehículos dejándolos atrás por encima del hombro. Pero la Navigator sigue justo detrás de nosotros, abriéndose paso a través del mismo camino que nosotros tomamos. Las bocinas de los autos suenan ruidosa y furiosamente a medida que aceleramos.

— ¡SOSTENTE! —grita Yoongi.

En ese segundo, mi hombro es presionado contra la ventana de un lado mientras Yoongi hace un giro brusco desde el carril central hasta el derecho, pasando a escasos centímetros de la defensa delantera de un pequeño auto blanco. 

Escucho el chirrido de las llantas, las nuestras y las del auto blanco, y después soy lanzada al otro lado de mi asiento cuando él estabiliza abruptamente el vehículo.

Estoy girada extrañamente por la cintura en el asiento delantero, el cinturón de seguridad aún sigue envuelto alrededor de mi cuerpo, sosteniéndome en mi lugar, para ver a la Navigator viniendo por nosotros justo detrás de un carro azul.

Y en ese instante una motocicleta negra se abre paso, colocándose justo de mi lado. Y es cuando noto al hombre sacar su arma apuntando hacía nosotros. En el momento que trato de cubrirme, Yoongi desvía bruscamente a la izquierda golpeando a la motocicleta haciendo que pierda la estabilidad y se estrelle contra el muro de hormigón que separa esta autopista de la del otro lado. 

Jadeo mientras desabrocho mi cinturón de seguridad y saco un poco menos de la mitad de mi cuerpo por la ventanilla,mi mano se alza con el arma y apunto directamente a una de las ruedas del auto azul para generar un obstáculo. Con el impacto, pierde el control, tratando de salir del camino, golpea la parte delantera del auto blanco que acabábamos de pasar. Ambos coches giran en el medio de la autopista, el blanco chirriando hasta detenerse en el carril de la izquierda. El humo surgiendo de debajo de las llantas.

La autopista arruinada detrás de nosotros se detiene, todo mundo exceptuándonos a nosotros y la Navigator que nos sigue de cerca. Frente a nosotros, la gente toma 
conciencia de lo que está pasando, ya que se aparta de nuestro camino. Pasamos volando a ciento cuarenta kilómetros por hora, forzando a la línea de carros a detenerse a un lado de la autopista.

Mientras más nos alejamos de la destrucción, aumenta el número de carros que se encuentran delante de nosotros y nos encontramos en la misma situación de hace un momento, evadiendo aquí y allá, las bocinas sonando, mi cuerpo golpeando la puerta y la ventana con cada giro brusco.

Yoongi se mueve rápidamente por el carril del extremo izquierdo, el carril rápido.

— ¡Tenemos que salir de la autopista!

— ¡Primero tenemos que perderlos!

— ¿Y cómo diablos vamos a hacer eso? —miro hacia atrás nuevamente. Ellos aún siguen detrás de nosotros, su parachoques delantero solo a unos centímetros de nosotros.

Yoongi no responde. Él está mirando todo, manteniendo sus ojos en el camino del frente, los vehículos a nuestro alrededor, la Navigator detrás.

Después de un momento de esto, comienzo a sentir que está armando un plan en su cabeza.

De pronto, en el último segundo, Yoongi acelera hasta la vía rápida, a través de tres carriles de tráfico, y alcanza la salida a ciento veinte kilómetros por hora, pasando a unas pulgadas del muro de concreto y los barriles naranjas que separan la salida de la autopista. No había suficiente tiempo para que la Navigator se diera cuenta de lo que Yoongi estaba haciendo para que saliera con nosotros.

Mi cabeza golpea un lado la ventana de al lado. Hay un semáforo al final del camino, pero Yoongi va demasiado rápido como para parar así que pasa como un rayo por debajo de él. 

Por suerte parece que es un camino menos transitado y ahí no hay vehículos que se reúnan con nosotros.

— ¡¿Qué demonios fue eso?! —le grito a él desde un lado, mi mano presionada contra mi pecho, tratando de calmar mis latidos.

Él no responde hasta que estamos bastante lejos de la salida y conducimos por una serie de calles. Ambos nos mantenemos mirando alrededor en todas las direcciones buscando a la Navigator.

—Si me hubiera quedado en el carril derecho —dice él—, él hubiera contado con que yo fuera a tomar cualquier salida.

Por mucho que eso me haya asustado como el infierno, no podía negar que su loco plan funcionó.

— ¡Pudiste habernos matado!

—Actúas como si eso fuera nuevo para ti —dice él.

Río fuerte.

Yoongi logra regresar a la autopista que va en la dirección opuesta, de vuelta al estudio . Pero antes de que podamos acércanos a cualquier lugar cerca del estudio, da la vuelta hacía una calle desconocida y lo evita por completo.

— ¿A dónde vamos?

—De regreso a casa—responde —Toma mi teléfono y avísale a los demás que llamen al resto de nuestros hombres.

—¿Qué está pasando?

— No lo sé.







Seis horas de constante vigilancia por la ventana de la casa y JungKook finalmente se detiene en el camino de la entrada. 

Todos nos levantamos al segundo que 
escuchamos las pequeñas rocas saltando y rechinando debajo de los neumáticos.

JungKook suelta sus llaves en la barra de la cocina y entra en la sala de estar, su maletín en la mesita del café.

— ¿Alguna señal de ellos? —pregunta directamente a Yoongi.

Él me mira ahora y no puedo leer su expresión, lo cual he aprendido, es usualmente porque tiene mucho en su cabeza y está tratando de estar concentrado.

Antes de que Yoongi tenga tiempo de responder, JungKook me pregunta — ¿Estás herida?

—No, no estoy herida —aparto mi mirada hacia la pared cuando escucho a Yoongi hablar.

—No fui seguido hasta aquí —dice Yoongi —me aseguré de eso. Estuvimos fuera del camino una hora solo para estar seguro. Y no hubo señal de nadie aquí, solo unos cuantos vehículos en la autopista, pero nada sospechoso.

Jungkook camina alrededor de la mesita del café y se sienta sobre ella, de la misma manera que yo suelo hacerlo, y mira hacia abajo a mis ojos mientras me siento en el sofá del centro regresándole la mirada. Se ve preocupado. Y molesto.
Conmigo, creo, pero pienso que es hacia cualquiera que fuera quien estaba en la Navigator.

—Antes de que digas cualquier cosa...

—Estás fuera de cualquier misión hasta nuevo aviso, Alessia —me interrumpe calmadamente, dejando caer sus manos entre sus muslos, sus codos descansando sobre sus piernas—, pero jamás te he dicho que te fueras de la casa. Eres parte del equipo, y te necesito aquí ahora.

Sorprendida por su tolerancia, me quedo en silencio por un momento.

—Daimon— la voz de Hoseok corta el silencio—Traté de llamar a los hombres que custodian la casa de Amelia suponiendo que tal vez ellos sabían algo, pero no han respondido o regresado ninguna de mis llamadas. No es algo que ellos harían.

Veo algo en la cara de JungKook que ninguno puede ver, algo que me pone en guardia. 

JungKook tiene la mirada de un hombre que sospecha de alguien. Miro hacia atrás y hacia adelante entre ellos, tratando de entender la mentalidad de JungKook.

JungKook se levanta de la mesita de café y se sienta a lado de Hoseok, estirándose para abrir su maletín. Toma su laptop y coloca su huella dactilar sobre el sensor para desbloquearla.

—¿Qué es lo que estás haciendo? —pregunto.

—Checando mis cámaras en la casa de Amelia —dice, abriendo algo en el escritorio—. No les he echado un vistazo desde que tuvimos con Maggi ahí.

Después de varios minutos de pasar por varios videos, uno claramente donde unos hombres entran en la casa de Amelia y se llevan a los tíos de Maggi, él sacude su cabeza y cierra la laptop.

—¿Qué sucedió? —pregunta Yoongi.

JungKook guarda la laptop nuevamente en el maletín. 

—Ellos estuvieron ahí. La cámara murió poco después de eso. Debieron encontrar uno de los aparatos que instalé el día que llevé a Maggi a ver a sus tíos.

Estoy en pánico mientras pienso en lo que esos hombres le podría haber hecho a Amelia,y más sobre qué es lo que ella pudo haberles contado.

—Me pondré en contacto con César en Soley y los demás—dice JungKook mientras camina hacia la cocina.

 —Alessia y yo iremos a Phoenix—agrega Jimin,mirándome—Llámanos en cuanto sepas algo.

Me levanté del sofá y di media vuelta, en ese momento los vidrios estallaron, el zumbido de una bala pasó cerca de mi cabeza y un agudo escozor en el hombro izquierdo me derribó de espaldas al piso.

Me tomó sólo unos segundos más tarde darme cuenta qué lo causó.

Veo al resto agachándose con brusquedad, apoyándose en lo que les sirviera como escudo. 

Polvo, pedazos de vidrios y adornos estallando a nuestro alrededor.

Y en ese momento veo la mirada en los ojos de JungKook mientras sacaba no sólo una, sino dos armas fue la más mortífera que jamás había visto.

Estábamos bajo ataque.










—Jimin—le susurré a través de mis dientes, sangre escurriendo por mi mano mientras presionaba mi hombro. 

Un segundo más tarde, puso una pistola semiautomática calibre FN 5.7. en el suelo, empujándola con su pie, ésta derrapó hacia mí dónde la detuve con mi mano libre.

Apoyada contra la pared, contuve la pistola en mi pecho. 

El aire estaba atascado con el olor a pólvora, y me estaba quedando sorda por todo el ruido a mi alrededor.

El resto comenzó a moverse por la casa, buscando mejores ángulos para disparar. No tenia idea de cuántos hombres eran o si nos ganaban en mayoría. Intenté moverme pero mi pierna no respondía, solo veía un charco de sangre rodeándola. 

Otros dos hombres aparecieron en el umbral, a mi izquierda.

Respiré profundamente y, a continuación, me alcé para disparar. Pero no llegué a hacerlo. Ambos cuerpos fueron sacudidos hasta desplomarse en el suelo. 

Reconocí al instante a Seokjin, acercándose a mí.

—¡Voy a llevarte al cuarto de seguridad con Donna!

—No, mi pierna—la señalé—. Solo haré que te maten, vete. 

—¡No! Voy a llevarte—gruñó Jin cerca de mi oído, rodeó su brazo en mi cintura y los míos se aferraron a sus anchos hombros. 

Chillé cuando me levantó hasta erguirme poniéndome a su altura.

Tenía la frente arrugada por la concentración y espesas gotas de sudor resbalaban por sus sienes.

Le di un conciso apretón en el antebrazo.

—Voy a cubrirte hasta llegar allí.

El sonido de las municiones que tintineaban al caer en el suelo de la planta baja ahora se entremezclaban con la del piso superior.

En el momento en que llegamos al ala este, parecía una guerra sin cuartel 
entre nuestros hombres, que utilizan todas las partes de sí mismos, incluyendo los puños, y vidrios rotos para matar si estaban sin un arma. 

Por el rabillo de mi ojo, vi a Yoongi casi rasgar el brazo de un enemigo.  

Me volví para ver a JungKook cortando la garganta de un hombre. Cuando miró hacia mí, él no me miraba. Seguí su mirada, a tiempo para ver a uno de ellos poner una bala en la frente de Seokjin. 

—¡Noooo!

Esa fue la voz de Jungkook.

Sucedió tan rápidamente que ni siquiera tuve tiempo de parpadear. Y en ese instante mi cuerpo fue lanzado hacia atrás por la fuerza de la bala que chocó con mi pecho. 

No pude gritar. 

Ni siquiera pude parpadear. 

Todo lo que sentí fue dolor.

Mi cuerpo comenzó a temblar cuando el caos hizo erupción a mi alrededor. 

El cuerpo de Seokjin estaba a mi lado en un momento antes de que un grito se extendiera por el aire.

—¡Alessia!

Esa era la voz de un ángel. Mi ángel. 

Solo espero ver su rostro una vez más. Entonces sucede, como si alguien me hubiese dado mi último deseo.  

Lo veo caer de rodillas a mi lado. Se ve tan hermoso, su labio inferior lastimado. Aún así, sigue siendo hermoso. Estiré la mano para tocar su rostro, pero cuando lo hice, todo lo que pude ver fue la sangre en mis manos. Mi sangre en mis manos.

Yoongi agarró el costado de mi rostro con una mano y apretó con fuerza mis 
manos con la otra.

—Vas a estar bien—susurró—. Lo juro. Vas a estar bien.

Estaba comenzando a volverse borroso cuando el dolor tomó el control. En la parte de atrás de mi mente, pude sentirlos desgarrando mi playera. Pero en la parte frontal, todo lo que podía ver era a él. 

Estaba preocupado, asustado y cariñoso, mientras se aferraba a mí. Le sonreí y me devolvió la mirada.

—Te veías cansada y asustada—susurró— cuando te ví en aquella fotografía, en todo lo que pensé, fue en que debía salvarte. No perteneces a nadie, Alessia. Quería que fueras libre.

Quería sonreír de nuevo, supe que todo valió la pena. Irme con él, permanecer con ellos todo este tiempo.

Esto valió condenadamente la pena.

Tomé una pequeña cantidad de placer en el pánico en sus ojos mientras los 
míos se cerraban.

Adiós, ángel.









_________________________________

Estamos llegando al final....

Despedimos a Alessia y a Seokjin de esta historia.

Perdón si se hizo largo este capítulo pero no podía cortarlo.

Agradecida con los que se toman el tiempo en leer, votar y comentar.

¡Nos leemos pronto!

Ciao|•

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