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⟨32⟩


Taehyung

El camarero me sirve otro trago y yo lo bebo, dejando el vaso en la barra 
después. Mi cigarrillo arde en el cenicero junto a mí, una docena más a mí alrededor en las mesas, llenando el lugar con humo.

Un partido de fútbol se reproduce en dos televisores fijados en las paredes, uno detrás de la barra. 

Música rock suena bajo de los altavoces en el techo, pero nadie en este lugar está bailando o gritando sobre la música en una borrachera. Este no es ese tipo de bar. Las cosas aquí han sido bastante relajadas durante las semanas que he estado viniendo aquí; asiduos en su mayoría: hombres que tienen una copa y juegan una partida de billar para conseguir salir de casa; las mujeres —como mi amiga temporal para follar, Jackie— que no tienen nada mejor que hacer con su tiempo que pasar el rato con gente tan patética como ellas. 

Incluso yo, admito que ahora mismo soy jodidamente patético, pero todos tenemos derecho a serlo de vez en cuando. 

Pero no he estado viniendo aquí para ahogar mis penas en whisky. Simplemente me gusta el ambiente, las caras normales de todos los días, las conversaciones informales sobre la pequeña mierda que a veces es interesante para mí teniendo en cuenta que la mayor parte de mi vida consiste en hablar de cómo maté a alguien, a quién maté, a quién tengo que matar luego, con qué voy a matarlos, la cantidad de dinero que voy a hacer cuando el trabajo esté hecho.

Paso mucho de mi tiempo con un pequeño grupo de personas en las que cada uno tiene su propio conjunto de jodidos problemas que las personas normales en este bar no podrían comprender, y mucho menos igualar. Pero si alguna vez vuelvo allí de nuevo, a nuestra Organización, el interés todavía está en el aire. 

—¿Otro trago? —pregunta Jay, el camarero; se pone delante de mí detrás de la barra con la botella lista para verter el whisky.

—Claro —le digo, deslizando el vaso hacia él y derrama la bebida.

Detrás de mí, oigo la campana por encima del anillo de la puerta cuando alguien entra, pero no miro hacia atrás. Jay normalmente tampoco lo hace, por lo general sólo una mirada rápida, pero me doy cuenta que sus oscuros ojos viran en esa dirección, lleno de interés e intriga, una señal segura de que quien acaba de entrar no es un regular, y probablemente tiene un bonito par de tetas.

Un poco más interesado ahora debido a la posibilidad de un buen par de tetas, calzo casualmente mi cigarrillo entre los dedos y tomo un rápido lastre antes de girar en un ángulo para ver detrás de mí.

—Tienes que malditamente estar bromeando —digo en voz baja.

Me volteo, de frente a Jay y la televisión que brilla intensamente y los estantes de vasos y botellas de whisky. Levantando mi vaso a los labios, tomo el trago, justo cuando Maggi, vestida como si debiera estar en el tipo de bar con música y baile y 
gritos de borrachos, se pone a mi lado. Alessia —tengo demasiada mierda en mi mente para siquiera empezar a entender que está haciendo aquí,— se sienta en el taburete de la barra vacío a mi otro lado. 

Parece que han pasado muchas 
cosas en mi corta ausencia, un montón de mierda realmente inesperada— infiernos, tal vez Daimon está muerto y Seokjin está a cargo ahora; quizá Maggi está durmiendo con Hoseok, en este punto parece que todo es posible.

—¿Qué quieres, rubia?

No las miro, doy una calada de mi cigarrillo, mirando fijamente la televisión. Jay les pregunta si les gustaría algo de beber, pero declinan y nos deja a nuestra privacidad.

—Te necesitamos para un trabajo —dice Maggi, saltando sobre el taburete de la barra a mi izquierda, sus altas botas negras apoyados en el eje de metal.

Me río a la ligera, sacudiendo la cabeza, y luego le hago un gesto a Jay. Se acerca y vuelve a llenar mi vaso.

—Sí, bueno —digo con una sonrisa—, déjenme afuera de éste. —La miro—. 
Puede que quieran dejarme afuera de, oh no sé, ¿todos ellos? —Pongo el cigarrillo encendido en el cenicero, tomo mi trago, y vuelvo a mirar la televisión—. ¿Y qué está haciendo la amante de Yoongi aquí?

Alessia se ríe a la ligera, sin inmutarse por mi comentario.

—Es una larga historia —dice ella—. Ven con nosotras y te diremos todo sobre una misión en Italia.

—No interesado —contesto rápidamente. 

Entonces me vuelvo y miro 
directamente a Maggi—. Sigues siendo una de mis personas menos favoritas en el mundo, así que puedes mantenerte malditamente alejada de mí. —Me vuelvo a la televisión.

Maggi suspira y apoya los brazos en la barra, frunciendo ligeramente sus largos y delgados dedos juntos. Yo como que quería mirarla, porque por mucho que me molesta, es la única persona en nuestra Organización que... por la que siento lástima. Ella no pertenece allí. Es una chica ingenua con ambiciones ridículas que van a ser su muerte algún día. Hace un par de años que no me habría molestado en absoluto —incluso intenté matarla esa noche en la mansión— pero las cosas han cambiado desde entonces y ahora se siente más como una responsabilidad que como una amenaza. 

Creo que en algún momento empecé a verme a mí mismo en la mujer de Jungkook: forzados a una vida que no quería a una edad temprana, abusados de maneras inimaginables, pero una luchadora y una sobreviviente, y, por lo que tuvo que pasar, no tiene miedo de matar. 

Todavía sólo puedo tolerarla, pero de todos nosotros, Maggi es lo más parecido a un ser humano, y supongo que respeto eso. Es cierto, ella es aún más humana de lo que yo soy.

—Tae—dice con rendición—, se trata de una misión importante, y…

Cierro los ojos. 

—¿Importante para quién?—pregunto fríamente—. ¿Para ti? Como que no estoy de humor para hacer tu vida más fácil. Puedes hacer el trabajo tu misma. ¿Esta es su manera de tratar de traerme de vuelta al ruedo? ¿Tu manera tal vez?—Mis ojos encuentran la televisión otra vez, el cigarrillo encuentra mis labios—. Tampoco estoy interesado en volver, así que ahórrame las putas evasivas y o tomas una copa en este buen establecimiento —muevo mi mano hacia la habitación—, dirigido por este caballero llamado Jay —y luego a la bartender— o encuentra a alguien más para arruinarle el momento.

Oigo decir algo en italiano a Alessia, y me doy la vuelta rápido y me encuentro a su cara tan cerca que puedo oler su pasta de dientes y ese lápiz labial carmesí que lleva y el perfume que esparció entre sus tetas.

—No creas que no te mataré delante de toda esta gente —gruño en voz baja, desafiándola a decirme una puta palabra más.

Alessia casualmente se desliza fuera del taburete en sus tacones negros y un vestido negro ajustado que abraza sus curvas de reloj de arena.

—Voy a dejarte este a ti —dice a Maggi con indiferencia, y luego se va hacia los baños.

A la mierda con esa perra.

Miro de regreso al frente otra vez, curvando los dedos alrededor del pequeño vaso de chupito, oprimiendo ausentemente mis dientes juntos.

La única cosa que me parece extraño en todo esto es que Maggi no ha 
comenzado a decir cosas, normalmente estaría dándome de cabezazos por ahora, diciéndome qué idiota soy, su rostro estaría rojo vivo con ira, querría rasgar mis ojos fuera de mi cabeza, ¿así que cuál es su problema? Realmente debe estar desesperada.

—Mira —finalmente habla—, no estoy aquí para intentar joderte. Lo haría, he querido hacer eso desde el día que intentaste ahogarme, la noche es todo el tiempo que tienen para organizar todo antes de salir para Italia en la mañana.

—Daimon puede conseguir a alguien más —digo, firme—. No tengo que ser 
yo, son mierdas.

—No —dice, inclinándose hacia mí, así puedo mirarla, pero no lo hago—, no son mierdas. —Suspira profundamente, preparando su intento de hacerme cambiar de opinión, porque sabe que conmigo es mejor que sea bueno—. Sé que no me debes favores, Taehyung, y sé que tú prefieres que harías cualquier cosa en vez de ayudarme, pero te pido... por favor, que subas a ese avión a Italia.

—¿Por qué? —Aplasto el cigarrillo en el cenicero.

—Porque... —sus palabras se arrastran, y sólo hace que finalmente la mire a la cara. ¿Qué está buscando en esa cabeza impetuosa de ella? Sea lo que sea, parece sombría frustrada por la respuesta.

—No voy —la corté, resolviendo terminar con esto para que pueda volver a ver un partido de fútbol que no me importa, beber whisky que probablemente me va a hacer sentir como la mierda más tarde, y con el tiempo subir a mi habitación 
desmayarme en una cama que duele más que cualquier bala haya logrado.

Finalmente, Maggi dice: 

— JungKook tiene una pista en donde puede estar su hermana.

Eso sin duda consigue mi atención, pero soy cuidadoso de no dejar que Maggi se dé cuenta de la magnitud de la misma. 

Tengo mis sospechas acerca de lo que podría ser el razonamiento detrás de la estipulación de JungKook pero necesito más información.

De repente estoy encendiendo otro cigarrillo.

—¿Y te dejó fuera como a un grillo molesto? —me burlo, el humo deslizándose de mis labios—. ¿Daimon tiene miedo de que pudieras terminar herida y no estar ahí corriendo por una curita?

—No seas un idiota —dice a la defensiva, y me siento mejor ahora que por fin me he metido bajo su piel un poco, estaba empezando a pensar que había perdido mi toque—. Sólo déjame explicarte todo antes de decir que no —añade.

Cediendo para que esto no se extienda más de lo que ya lo hizo, me volteo 
completamente en el taburete del bar y le doy a Maggi toda mi atención, con cuidado de no darle la impresión de que podría cambiar de opinión.

—Explícate —digo con toda seriedad, haciendo un gesto con mi mano—. Pero la respuesta seguirá siendo no.

Maggi traga con nerviosismo, y mira alrededor de la habitación por un momento. Luego hacia abajo a sus manos todavía descansando encima de la barra. 

Entonces, finalmente, hace su camino de regreso a mí. Deseo que sólo se pusiera en ello, pero por alguna razón, no puedo evitar desear que también sólo se siente allí de esa forma: callada y tranquila y necesitada; supongo que encuentro un extraño consuelo en su complicada inocencia.

Sus ojos azules se encuentran con los míos.

—La Red Wolverine hará una subasta que se llevará a cabo en Italia, posiblemente su hermana este allí para ser vendida por ellos —el resto de sus palabras se desvanecen en los pliegues más oscuros de mi mente.

La Red Wolverine era todo lo que tenía que decir, sabía los detalles básicos de ese clan antes de que los dijera. Y, a su vez, me di cuenta de por qué Daimon
sólo me permitirá a mí ir allí. 

Maggi me dice todo lo que, en su mayoría con una voz tranquila y frases entrecortadas que se detienen y comienzan de nuevo después de que Jay y clientes cercanos se muevan dentro y fuera del alcance del oído. Luego mete la mano en su bota y desliza en una USB a través de la barra para mí, la cual guardo en el bolsillo inmediatamente.

—La contraseña es MX37A —dice en voz baja, inclinándose hacia mí—. Tae, sabes que yo soy capaz de hacer esto. Pero Alessia será tu compañera.

—Maggi—dije, sin mirarla—, ¿por qué diablos querrías hacer algo como esto? Después de lo que viviste, no lo entiendo.Hay algo fundamentalmente 
equivocado en ti,rubia.

Maggi gruñe y niega con la cabeza, inclinándose fuera de la barra y colocando sus manos en su regazo.

—Realmente me molesta bastante que todos sigan pensando que soy una chica arruinada y traumatizada por su pasado, estoy cansada de que eso continúe siendo arrojado en mi cara, Taehyung. —Su expresión se endurece, la mandíbula tensa—. No tengo miedo. No me estremezco y retrocedo cuando JungKook me toca porque fui violada. No tengo recuerdos debilitantes de mi antigua vida cuando alguien dice una palabra detonante a mí alrededor, tal vez debería, pero no es así. Lo he superado, por lo que ¿por qué no todo el mundo acaba de superarlo? —Fue más una declaración climatizada que una pregunta.

El olor del perfume ligero de Alessia se envuelve alrededor de mi cabeza mientras se acerca.

—Voy a aspettare en el auto —dice, Maggi le pasa un juego de llaves. Antes de irse, camina a mi lado y dice en contra de mi oído—: Espero con interés trabajar contigo. 

Se aleja por el pequeño bar lleno de gente y las nubes de humo de cigarrillo como una diosa haciendo su camino a través de una multitud de campesinos.

—¿Así que ella está trabajando para Daimon ahora? —Estoy en el limbo.

—Como dije es una larga historia, pero sí. Taehyung...yo sé que

—Daimon tiene razón—digo—. No eres la indicada para viajar a Italia. Sé lo que se siente perder a alguien que amas.

Jay se acerca para volver a llenar mi vaso, pero Maggi lo detiene, colocando su mano sobre la parte superior del mismo. 

Con una mirada inquieta, Jay se aleja.

Ella se inclina más cerca de mí, sus pintados ojos oscuros clavados en los míos con indignación, sus fosas nasales dilatadas, está harta de mi mierda, ahora esa es la Maggi a la que estoy acostumbrado.

Sonrío para mis adentros.

—Supéralo, imbécil —gruñe y desliza el vaso bajo su palma, lejos de mí—. Todos hemos perdido gente que amamos. Todos hemos hecho cosas que lamentamos, cosas que nos gustaría poder deshacer, cada uno de nosotros, Taehyung. —Se inclina aún más cerca, cerrando el espacio entre nosotros, así que sólo puedo oír, o probablemente más, de modo de que entienda perfectamente la intensidad de sus palabras—.Pareces no poder callarte; tu boca está siempre corriendo de noventa a nada, —presiona sus dedos y el pulgar de su mano derecha juntos rápidamente—, con tus vulgares y molestos comentarios; ruidosa y desagradable personalidad, pretendiendo ser un inconsciente bastardo sin corazón de piel dura, cuando realmente solo eres un pequeño niño con el corazón roto por dentro, asustado de muerte de que alguien pueda arremeter contra ti y arrancar la costra de tu corazón. —Inclina la cabeza hacia un lado—. ¿Por qué no tratas de ser tú mismo por una puta vez? 

Al principio, creo que está buscando que le tenga lástima de alguna manera retorcida, pero cuando la miro y veo a la gravedad de sus palabras en su cara, no puedo dejar de creer que quería decir lo que dijo, y que malditamente tiene razón.

—Tae—continúa en voz baja, enojada y llena de dolor—, vivo con la culpa de estar viva todos los días. Muchas personas han muerto en mi lugar. Y cuando pienso en Valerie, me siento culpable de que estoy aquí y ella no, porque la amabas y mereces ser amado de la misma manera en que amo a JungKook, no importa la cantidad de idiota que seas. —Se detiene, sus pequeños hombros subiendo y bajando con un suspiro—. No te culpo por odiarme. Pero es lo que es, Taehyung, y lo único que puedo hacer es al menos tratar de hacerme útil. Podrías hacer lo mismo, en vez de pasar el tiempo por aquí con tu whisky y lo que queda de tu patética vida.

Se desliza fuera del taburete de la barra, la indignación en sus movimientos.

El impulso de decirle que se fuera, tal vez incluso exprimir su pequeña garganta con mi mano, está ahí, en algún lugar profundo dentro de mí, pero en su lugar, no hago y ni digo nada. Mi silencio me molesta más que cualquier cosa que ella dijo, no creo que ninguna mujer haya logrado nunca hacerme callar como ella acaba de hacer.

—Ve a Italia —dice ella con determinación, arrastrando el vaso de chupito de vuelta a mi alcance—. Sabes, estás equivocado cuando me dices que no estoy hecha para esta vida, que no debería estar aquí, que soy débil y delirante, estás equivocado. —Da un paso más cerca, apoderándose de mi mirada—. Puedo hacer este trabajo tan bien como tú.—Golpea el lado de su mano en la superficie de la barra—. El avión sale faltando un cuarto para las ocho de la mañana; por favor, no llegues tarde.

Entonces se aleja y comienza a deslizarse entre dos mesas.

—¿Qué demonios te hace pensar que voy? —le grito sobre la música.

Sigue caminando, pero mira hacia atrás una vez el tiempo suficiente para responder: 

—¡Porque tomaste el USB! —Su forma alta, delgada, vestida de negro teje su 
camino a través de la barra, recorre seis mesas llenas más y luego sale por la puerta principal.

Me vuelvo a Jay mientras camina hacia adelante.

—¿Otro trago? —pregunta, una ceja tupida elevada más alta que la otra.

—Que sigan viniendo.

Maldita sea esa mujer.

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