Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

⟨24⟩

Mis piernas se movían por su propia voluntad. Agarrando la barandilla, me lancé por las escaleras, dos a la vez.

No podía moverme lo suficientemente rápido.

Yoongi me seguía de cerca. Yo quería decirle que se perdiera, pero no tenía tiempo. Ya había perdido bastante tiempo. Tendría una audiencia pero estaba cuidando del pasado.

Esta conversación debería haber ocurrido hace días. Maldición se lo debía.

La puerta se abrió de golpe mientras le daba con el hombro. Maggi estaba de pie junto a la cama, doblando su ropa en una jodida maleta.

—Maggi— Gruñí, cerrando la puerta para dejar a Yoongi fuera de la habitación y acercándome a ella.

Maggi llevaba una camisa blanca mía que le llegaba hasta sus muslos, y lo único que podía pensar era en desvestirla y enterrarme en ella.

Me pellizqué la frente, tratando de tener mis pensamientos bajo control.

—¿Qué haces?

No se da la vuelta para mirarme, sino que sigue mirando la maleta. Cruza sus brazos, sus dedos descansando sobre sus bíceps.

—He tomado una decisión —comienza con una voz suave, disculpándose. Mi interior está empezando a endurecerse—. Solo espero que entiendas.

Finalmente me mira, girando solo su cabeza. Las cascadas largas y suaves de su cabello dorado caen en el centro de su espalda. Las marcas y moretones de su cuerpo eran visibles a través de la delgada tela. 

El alcohol rodó en mi estómago y lo perdí por completo.

—Dime —le insto con voz relajada, aunque para nada en este momento estoy relajado solo estoy tratando de entender qué coño está pasando—. ¿Qué decisión?

Sus ojos oscuros se alejan de los míos y encuentro en ese pequeño gesto, una tragedia. Humedece sus labios con su lengua, dejando su  labio inferior delicadamente entre sus dientes por un breve momento. Mi polla se endureció al instante.

—Después de que Choi esté muerto... Voy a irme. —Mi corazón deja de latir—. Voy a llevar a mis tíos conmigo a alguna parte y voy a hacer lo mío.

Casi no puedo unir mis pensamientos, mucho menos formar una oración compleja. No me podía mover, clavado en el suelo.

—... No entiendo.

Maggi suavemente inclina su cabeza hacia un costado y descruza sus brazos, dejando que cuelguen libremente en toda su elegancia. Da un paso hasta mí. Quiero tomarla en mis brazos y besarla, pero no puedo.

¿Por qué infiernos no puedo?

—JungKook—continúa—, ahora sé que no puedo vivir así. Al menos no contigo. Y mucho menos si no confías en mí.

—Confío en ti más que cualquiera en esta puta casa.

—Y sin embargo necesitaste ponerme a prueba, Daimon. 

Apreté mis ojos con rabia. 

—Deja de llamarme así.

—No estoy enojada, no creas que es por lo que pasó, simplemente no puedo mantener este engaño, pensando que algún día seré capaz de ponerme al mismo nivel con alguno de ustedes. —Levanta una mano, como si hubiera estado a punto de discutir y aunque no estaba preparado para hablar, me doy cuenta de que ve el argumento formándose en mi cara—. Mira, esto no es un grito de atención. No te digo esto para que me digas que estoy equivocada. Sé que tanto como quiero quedarme contigo, no es posible. Si no consigo que me maten, terminaré consiguiendo que te maten. Y sé que nunca podría vivir con eso.

—Bueno, creo que estás equivocada —me las arreglo para decir, deseando poder decir algo más.

—No —dice—, no lo estoy. Y lo sabes.

— Si esto es por...

—¡No!— me corta—. Esto es por mi. Por qué me di cuenta que no puedo estar aquí. Ya no más, JungKook.

Me quedé helado. El animal dentro de mí levantó la cabeza, contemplando este desarrollo repentino. Nunca había estado tan vulnerable. Tan domesticado. 

—Está bien...¿A dónde irás?—Mi tono se vuelve insistente—. Ya intentaste vivir una vida normal. Y mira como te fue.

¿Por qué digo esto? Debería estar alegrándome por el hecho de que jodidamente  recapacitó.

—No hagas esto —dice, sacudiendo su cabeza—. No pretendas que esto te molesta, o que quieres hacerme cambiar de opinión. Simplemente no lo hagas. Sabes que esto es lo correcto tanto como yo ahora. Si tan solo te hubiera escuchado, si solo hubiera dejado ir esta estúpida venganza contra Choi siguiendo adelante con mi vida. Quizás hasta Namjoon estaría vivo.

Maldición, con esa última oración me cortó el corazón. No podía dejar de burlarse. Sonaba como una pequeña reina del drama. Sabía que tenía derecho a sentirse así, pero después de todo lo que había hecho, después de todo lo que hice por ella, se presentó en mi garganta como unas pastillas duras de tragar.

—¿Qué intentas decirme? Te recuerdo que fuiste tú quién volvió a mi queriendo esta vida...a mi lado. 

Me obligué a mirarla, mirarla realmente y no me gustó lo que vi. 

—Lo sé y estoy totalmente arrepentida de lo que hice pero…

—¿Te arrepientes? 

Doy un paso atrás. Mi pecho sube y baja con respiraciones profundas, enojadas y hasta temerosas. Siento que no he parpadeado en cuestión de minutos.

¿Esto era el amor?

¿Esta debilidad?

¿Esta realidad que alteraba la mente que me dejaba perdido y confundido?

Si esto era, lo odiaba.

—Siento haberte hecho pasar esto, JungKook —dice en voz baja y con sinceridad—. Quiero darte las gracias por todo lo que has hecho para ayudarme. Dudo que cualquier cosa que jamás pueda hacer o decir te compensara por tu ayuda. Lo sé . Pero lo menos que puedo hacer es dejarte en paz y dejar que vivas tu vida de la forma que sabes. No me necesitas jodiendola todo el tiempo.

Se vuelve de espaldas a mí y comienza a alejarse. Agarro su mano y tiro de ella hacia mí . Ella no se mueve ni retrocede ni siquiera parecía sorprendida con mi brusquedad. 

​Presioné mi frente contra la de ella, susurrando: —Estamos juntos en esto ¿recuerdas? Hasta el puto final,rubia.

Ella se apartó de mí contacto.

—Ya no, JungKook. Lo siento.

Agarrando su garganta, apreté, mirando profundamente en sus ojos y viendo su puta alma. Y me asusté mucho cuando me di cuenta de que no había alma que ver. La solté de mi agarre cuando nada conectó conmigo, la relación mental que compartíamos había desaparecido.

—No te irás a ningún lado. 

—Pero tengo que hacerlo, JungKook—dice ella con tanta amabilidad y comprensión  en su voz que casi me rompe por la mitad—. Sabes que tengo que hacerlo. Es lo mejor para los dos.

Estoy tropezando con cada palabra en mi mente, tratando de escoger cada una de este desorden y ponerlas todas juntas de forma adecuada para que tengan sentido. Pero es difícil.

¡Es tan condenadamente difícil!

—No —digo simplemente, con severidad, suavizando barbilla y recobrando compostura. No aceptaré esto—. Te quedarás conmigo. Puedo mantenerte a salvo. No vamos a hablar más de esta mierda.

Una agonía esperando a que se ablandara, aceptando mi protección, mi deseo de darle lo que ella quisiera, pero se puso rígida a mi lado. El vínculo que compartimos se cortó mientras ella respiraba todo lo que existía entre nosotros, dejándome en la oscuridad, solo, una vez más.

—No, JungKook. Lo siento pero tienes que dejarme ir.

Agarro sus mejillas entre mis manos y miro hacia abajo a su hermoso rostro, sus ojos casi infantiles, a pesar de que son tan engañosos.Mi agarre es caliente y enojado.

—Quiero que te quedes conmigo.

—¿Por qué?

—Porque es lo que quiero.

—Pero eso no es una razón, JungKook.

—No importa, Maggi, necesitas quedarte conmigo.

—Pero no voy a hacerlo.

La sacudo, sus mejillas todavía envueltas por mis manos.

—¡¿Crees que puedes alejarte?! No puedes. No después de lo que me hiciste hacer. No después de todo.

Ella no se inmutó con mi rabia. Su cabeza se inclinó mientras la ira enrojecía sus mejillas.

—Lo siento. Vuelve a la vida que tenías antes de conocerme. Antes de que yo lo arruinara todo.

—No ​tenía ​una puta vida antes.

Un destello de algo despertó en sus ojos antes de que se fuera otra vez.

—No puedo agradecerte lo suficiente de todo lo que hiciste por mi, pero tienes que enten…

—No tengo que entender malditamente nada. Todo lo que necesitas es saber que…

—¿Qué? Dime JungKook que necesito saber.

—¡Que jodidamente te necesito en mi vida! 

Tiro mis manos lejos de ella bruscamente y bajo la mirada hacia ellas, de par en par en frente de mí , como si me hubieran traicionado de alguna manera. Mi pecho da vueltas caóticamente por dentro como si las emociones que han permanecido latentes durante toda mi vida por fin han despertado y no sabe qué hacer con ellas nunca más.

Esperando solo para esconderme lejos en alguna habitación así puedo tratar de entender lo que acaba de pasarme, me vuelvo sobre mis talones y me dirijo hacia la puerta.

—JungKook—la oigo llamarme suavemente tras de mí .

Trago saliva. 

—No te obligare a quedarte conmigo —me fuerzo a mí mismo a decirlo, a pesar de lo que siento—. Pero solo se esto... si te vas, te convertirás en una carga. Si crees que por estar aquí estás jodiendo mi vida, no tienes idea de como sera verdad si te estableces por tu cuenta. ¡Porque voy a pasar cada puto momento de mi vida tratando de protegerte!—Mi corazón está corriendo, me giro para verla directamente—. Sólo estoy haciéndote saber lo mucho que esto me hará daño. Cuánto estoy dispuesto a poner mi vida en línea por ti. Te metiste en mi oscuridad, liberaste a mis demonios, así que grita, sangra, ódiame, pero nunca te alejes, no huyas.

Maggi esta delante de mí otra vez muy rápido, de pie a pocos centímetros de mi pecho, sus dedos danzando sobre mi rostro de nuevo, igual que antes. Ella parece calmada. Pero ahora hay algo más en sus ojos que no estaba allí hace unos momentos. ¿Alivio? ¿Felicidad? No puedo descifrar la emoción cuando todo lo que quiero hacer es tirar de ella contra mí.

—Lo siento —dice ella con nada más que bondad—. Pero necesitaba saber cómo te sentías en realidad, JungKook.

—¿Acabas de…?

Gruñí profundamente con esa observación. Odiaba que no fuera capaz de darme cuenta de lo que había hecho. Caminé hasta la cama y me senté en el borde con la cabeza entre las manos.

Maggi se arrodilla delante de mí, entre mis piernas abiertas.

—Me manipulaste —digo simplemente.

Ella baja la mirada.

—Estar contigo —dice—, significa más para mí que ser parte de tu trabajo. Necesitaba saber que quieres lo mismo de mí que yo de ti. Y... cuando estamos juntos, siempre me siento como si fuera más una parte de tu trabajo que una parte de tu corazón. —Ella intenta atrapar mi mirada, pero estoy demasiado concentrado en el hormigón. Oigo cada palabra que me está diciendo, pero aún estoy demasiado perplejo por las emociones que sacó de mí para mirarla a los ojos.

—Has sido este hombre impenetrable desde el día en que te conocí —ella continúa, sus dedos enroscándose alrededor de los de mi mano libre—. Yo no quiero ser tu trabajo —dice—. Quiero trabajar junto a ti. Quiero aprender de ti. Pero quiero sentir que soy tuya emocionalmente cuando el negocio no esté de por medio. JungKook, sé que no es tu culpa. Sé que no puedes evitar ser como eres, cuán separado emocionalmente estás del mundo. Pero necesitaba tratar de ayudar a enmendar lo que la Organización y Namjoon te hicieron.

—Jodidamente acabas de manipularme—. Repito más para mí que para ella. 

¿Cómo carajos lo hizo? 

—Lo siento.

—No lo hagas. Nunca lo sientas.

—¿No estás enfadado? —pregunta.

Niego con la cabeza—. No.

Ella sonríe aliviada. Avanzando poco a poco, la oscuridad rezumaba en mi sangre. Sonreí maliciosamente. 

—Pero aún no he terminado contigo. Me quitaste el control, ​muñeca​, y eso es algo que simplemente no se hace.

El rostro de Maggi, palideció.

—¿Qué... harás?

El whisky no estaba ayudando, difuminando las barreras que no tenían derecho a estar borrosas. Apoyé mi mano en la parte superior de su cabeza. Agarrándole el pelo, obligando a que su cuello se pusiera hacia arriba.

—Voy a follarte rápido, sucio y
malditamente duro.

Se mordió el labio, punzando mi energía. Sus ojos se clavaron en mis labios y miré con cautela, resentimiento y cualquier otra emoción jodida que sentía. Con mi agarre tiré de ella hacia mí. Ella abrió la boca y sus manos se acercaron para mantener el equilibrio en mi pecho. 

Mi piel se electrificaba bajo su toque. Pero no la besé, en cambio pasé la lengua por su labio inferior, pellizcando, burlándome de ella. 

Ella suspiró, apretándose con fuerza contra mí. Temblaba mientras balanceaba su cabeza para atrapar mis labios.

Coloqué mis manos debajo de sus brazos y la levanté poniendo su cuerpo encima del mío.

Maggi se movió, sus pechos subiendo y bajando tan cerca de mi rostro. Tragué saliva contra el deseo de romperla pero no se trataba de los impulsos del demonio ahora. Podía consolarla sin necesidad de apretar con demasiada fuerza, o dejarla reír sin tener que tirarla al suelo y follarla.

Agarré su rodilla, izándola más, animándola a envolver ambas piernas alrededor de mis caderas. En cuanto ella me tuvo como rehén entre sus piernas, me montó, presionando su delicioso y tentador calor contra mi erección.

Agarrando la parte posterior de su cabello en mi puño, la tiré hacia mí y la besé. La besé con cada maldita cosa que sentí. Su gusto me embriagaba más que cualquier alcohol. Ella me arañó el pecho, gimiendo en mi boca. Apreté con más fuerza sus muslos, dejándola sentir lo mucho que yo la necesitaba. 

Paré de besarla para bajar la cabeza y morderle el cuello.

—JungKook...por favor. Te necesito.

Tenía planes para que esto fuera lento e intenso, pero la necesidad de conectar me tomó por sorpresa. Necesito estar dentro de ella. Ahora.

Quité sus piernas y la arrojé sobre la cama. Se movió frenéticamente mientras tiraba de sus piernas. Maggi se quitó la camisa, arrojándola de la cama.

La miré boquiabierto.

Su cuerpo tenía marcas aún sanando por los golpes de Stephens que Taehyung no pudo evitar. Su lealtad a nosotros y su capacidad de supervivencia me hizo arrodillarme.

Maggi miró al dosel, y tomé su momento de distracción para agacharme y poner mi boca sobre su centro.

Sus caderas se resistieron en el primer momento en que mi aliento caliente conectó con su sexo. Gritando, ella sumergió los dedos en mi cabello, presionandome más fuerte, exigiéndome.

Incorporándome, le arranqué las bragas. Su gusto llenó mi maldita alma mientras le lamía larga y lentamente.

—Maldita sea, más. ¡Más!

Me reí cuando Maggi maldijo y gimió. Saboreando su placer, follándola con mi lengua,arrastrando cada pulgada de la humedad y la necesidad.

Me dolía la erección con ganas de venirme. No me había tocado a mí mismo desde la última vez que había estado con Maggi. No había tenido el impulso, incluso cuando tuve que alejarme para dejarle a Taehyung el camino libre, manteniendo mi palabra con el plan.

Pero ahora lo hice. Mierda, lo hice.

Con una última lamida de barrido, me senté, quitándome los vaqueros y los boxers de un golpe. 

Quería atarla y utilizar todo tipo de juguetes en ella. Quería hacerla venir una y otra vez, pero la urgencia agarró mis bolas y todo lo que podía pensar era en enterrarme profundamente en su interior.

—Levántate, muñeca—​le pedí, sentándome en mis rodillas, y con mi cinturón en la mano.

Maggi miró la tira de cuero en mi puño con temor pero obedeció al instante y me gruñó con placer. En cuanto ella estaba en posición vertical,apunté con mi erección.

Sus labios se separaron y ella dudó. Mi mano se movió con el cinturón; dejé que el demonio tomara el control sólo por un segundo. Le pegué a su muslo con el cuero, enloqueciendome por ella cuando se encogió de placer.

—Siéntate en mí ahora. Veamos cómo pasas tu segunda prueba.

Sus ojos estaban cerrados mientras la empujaba hacia abajo. Sus pliegues húmedos se conectaron con mi polla, hundiéndose cada vez más, abrazándome con todo la deliciosa oscuridad.

Gemí mientras ella se deslizaba hacia abajo. Mi erección se hinchó con el impulso de ella alrededor.

En cuanto ella misma me había atravesado totalmente, tiré de su muñeca y la golpeé en la parte baja de la espalda con el cinturón.

Se quedó sin aliento cuando sus músculos internos se agarraron en mi profundo interior.

—Mierda, haz eso de nuevo —gruñí, relamiéndola con el cuero.

La misma reacción, en el instante en que el cinturón conectó con su piel, ella se apretó con fuerza alrededor de mí.

Empujé una y otra vez hasta que Maggi detonó. Sus manos estaban envueltas profundamente en mi pelo mientras empujaba hacia arriba y abajo, follándome mientras ella se ondulaba,estremeciéndose, desenredándose.

Su placer casi me hizo perderme a mí mismo. Apreté los dientes, luchando contra el impulso. En cuanto paró, la tomé del cuello. Ella hizo una mueca, pero murmuré: —Mírame mientras te hago el amor. Hazme saber que eres mía.

Ella asintió, contorsionándose con réplicas alrededor de mi erección.

—Voy a darte fuerte. Te he echado tanto de menos—.  ​La miré fijamente a los ojos—. Deberías haberme esperado para venirte. Ahora voy a tener que hacer que lo sueltes todo de nuevo.

Sus labios se separaron; se echó a temblar mientras la empujaba hacia arriba.

—Maldita sea, se siente bien—. Mis ojos se pegaron a su cuello. Ronroneé de placer, al ver mi marca grabada en su piel.

Los dedos de Maggi se movieron a tientas sobre mi pecho y amé el destello de posesión en sus ojos cuando hizo presión sobre mi corazón.

Tomé su cadera con una mano, le golpeé con el cinturón mientras la empujaba hacia arriba. No demasiado fuerte, pero tampoco demasiado blando. Su centro se apretó más fuerte a mi alrededor y me esforzaba por respirar.

Sus gemidos se aceleraron mientras invoqué un ritmo: empuje, golpe, empuje, golpe.

Ella gimió con cada sacudida, cogiendo mis pelotas, construyendo mi orgasmo hasta que irradiaba cada parte de mí.

Mi corazón se aceleró y amé la sensación de hormigueo de dolor y necesidad al alcanzar el orgasmo. Cuando no podía mantener el ritmo, alejaba el cinturón y ponía a Maggi más cerca.

Sus pechos se aplastaron contra mi pecho, irritando la quemadura fresca sobre mi corazón. La combinación de placer y dolor me deshizo.
Mi velocidad aumentaba hasta que Maggi cayó en mis brazos.

Esta mujer perfecta era malditamente mía. 

Y ahora todo el mundo lo sabría.

______________________________________

Salí de mi habitación vestido con un conjunto de deporte gris oscuro. El color sombrío reflejaba mi estado de ánimo perfectamente: tenso, caliente y totalmente jodido por una mujer que me tenía sujetado por las pelotas.

Literalmente.

Acechando a través de mi casa, me encontré con Maggi en la habitación de Donna. La ropa que le había comprado permanecían aquí. No habíamos hecho el cambio para reubicar su dormitorio. 

Maggi estaba sentada en el final de la cama, se estaba colocando un encaje ligero a escondidas debajo de una falda estrecha. Se la había puesto alrededor de sus caderas, por lo que parecía más un cinturón, y joder, quería arrancársela.

Levantó la vista y saltó directamente a sus pies, sosteniendo su pecho. La chaqueta perfectamente cortada abrazaba sus curvas, mientras que la camisa crema endeble mostraban las sombras de la piel y el sujetador.

Mi boca se hizo agua; tragué saliva contra el impulso de arrojarla por encima del hombro y llevarla a mi cama.

—JungKook. Mierda, me has asustado—. ​Subió los hombros, poniendo los ojos en blanco, y lo sustituyó por interés y atracción—. Nunca me acostumbraré a que te muevas tan silenciosamente. Eres como un fantasma.

Le di una sonrisa. 

—El silencio es muy útil cuando no se quiere ser escuchado—. Di un paso hacia ella, luciendo ya una erección dura como una roca—. Me gusta mirarte mientras piensas que estás sola.

Ella suspiró, apretándose con fuerza contra mí.

—¿Sabes lo aterrador que sonó eso?

Rocé mis labios con los suyos mientras mis manos se deslizaban cuidadosamente por su espalda sin tocar mucho sus heridas. 

—Quítate la falda—. Le ordené alejando mis manos de ella y sentándome al borde de la cama.

Ella se sonrojó al mismo tiempo que comenzaba a desvestirse,moviéndose hacia mí como una muñeca perfecta: rubia, piel de porcelana y gruesas pestañas que custodiaban los ojos más impresionantes.

—Ahora vístete. En quince minutos salimos.

—¿Qué? Acabas de pedirme que me desvista.

Ella trató de mantenerse serena frente a su rabia, pero su corazón vibraba en su cuello y mis ojos se fijaron en la pequeña mordida que le había dado.

Agarrando sus caderas, la coloqué sobre mi regazo.

—Te pedí que te quitaras la falda por qué no es precisamente lo más cómodo para lo que harás—. Suspiré en su cabello que olía a frutas y a cualquier mierda que estuviera en el champú— Ahora date prisa que llegamos tarde. 

Ella se levantó de mis rodillas confundida.

—Tarde, ¿para qué?

Me reí entre dientes antes de desaparecer de la habitación.

 —Dijiste que querías entrenar conmigo. Hoy es ese día.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro