Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

⟨15⟩

Alcé el tenedor con el trozo de tortita de chocolate pinchado en sus largos
dientes. Cuando estuve a punto de llevármelo a la boca, ví como mi madre asomó su rostro por las cortinas de la ventana de la cocina.

Su semblante se oscureció, a la misma vez que me echó un rápido vistazo y, con un leve inclinamiento de cabeza, tomé a mi hermana en brazos.

—Vamos a subir a la habitación de arriba —anuncié con tranquilidad.

—¿Vamos a jugar? —preguntó inocente mi hermana.

—Sí. —Le sonreí.

Me miró con temor, cuando de reojo vi que mi madre descolgaba de debajo de la encimera de la cocina una pistola. Hizo un leve gesto mirándome y me indicó que me diera prisa en marcharme, o eso quise entender.

Oí que un coche cerraba la puerta en la misma entrada de mi casa y, después,unos golpes resonaron en la madera como si del cartero se tratase. Giré mi rostro hacia esa dirección, a la vez que empujaba a mi hermana escaleras arriba.

—¡Rápido! 

Noté mi pulso acelerarse, la respiración se elevó y unas ganas terribles de llorar resurgieron. Pequeñas gotas empezaron a caer por mi rostro, y mi madre,con la pistola en la mano, sin importarle que la viéramos apuntó en dirección a la puerta. Pasé mi dedo pulgar por las mejillas a mi hermana y ella me sonrió.

Mi madre tiró del martillo y me miró a los ojos desde su lugar.

—Te quiero, mi pequeño, sé fuerte, lucha, y no te rindas hasta que des el último aliento a la vida.

Mi llanto fue mayor, y mi hermana me siguió.

Corrí escaleras arriba y, cuando me faltaban cuatros escalones para llegar a la planta, giré mi rostro hacia atrás al escuchar un terrible golpe, forcejeos y disparos.

—Jungkook, ¡no te detengas!

Mi madre intentó subir otro escalón más, pero alguien la apresó desde atrás haciendo que cayera escaleras abajo.

—¡Mamá! —grité desgarrado.

—¡Corre! —ordenó desesperada.

Un hombre la abofeteó ante mis ojos y, segundos después, sacó un arma y apuntó en su cabeza.

Las rodillas me fallaron cuando encontré a mi hermana de pie, con su habitual peluche de elefante azul en la mano, llorando sin poder controlar ninguna de sus emociones. Su voz salía desgarrada, temblaba como una hoja, y el alma se me rompió en mil pedazos.

Decidí infundirme de valor, o por lo menos lo que podía. Me puse en pie y, al intentar bajar los escalones, un hombre alto y fornido se puso delante de mí. Me empujó con brusquedad y vi que otro más subía y se llevaba a mi hermana en brazos, mientras gritaba llamando a nuestra madre.

—¡No la toques!—le grité a voces.

El hombre que estaba frente a mi avanzó en mi dirección con una sonrisa que no supe descifrar, ya que solo podía verle la boca y los ojos. Me asusté y no pude evitar tropezar con el siguiente escalón, lo que hizo que cayera hacia atrás. Arrastré mi cuerpo por los pocos que me quedaban y, después, lo seguí haciendo incapaz de ponerme de pie. Mis uñas se clavaron en la madera blanca del suelo, arrancándose a trozos y consiguiendo que grandes heridas empezaran a crearse.

Él sonreía, yo no podía creer lo que mis ojos estaban viendo, pero más
impactado me quedé cuando aquel hombre que casi me alcanzaba, se quitó el pasamontañas negro que cubría su rostro. 

Mis ojos se abrieron en su máxima
expansión y solté una exclamación que él oyó.

—Hola, pequeño bastardo.

Su rasgada voz me hizo temblar, las lágrimas corrían como ríos sin poder
controlarlas, y es que, con doce años, es imposible que sepas hacer mucho más en una situación como la que estaba viviendo.

Llegó hasta mí, tomó mi cabello y ejerciendo una gran presión tiró de él
escaleras abajo. Sentí todos y cada uno de los golpes clavarse en lo más profundo de mi ser, pero lo que más me dolió fue ver a mi madre siendo violada por una manada de hombres.

Tiraban de su ropa, rompiendo cada tela que cubria su hermoso vestido. Hilos de sangre comenzaban a salir por todas partes de su cuerpo.Ella no gritaba, no lloraba. Solo me miró a los ojos intentando calmarme.

—¡¿Que le hacen?! ¡No la toquen!—.Un torrente de hipidos se apoderó de mí, sin permitirme dejar de llorar.

Un hombre se quitó el cinturón que ajustaba sus pantalones y lo rodeo por el cuello de mi madre. 

—Lo siento cariño…

Esas fueron sus últimas palabras antes que aquel hombre tirará de un extremo haciendo presión en su delicado cuello. El rostro de mi madre se tornó de varios colores mientras que el resto comenzaban a torturarla con golpes y embestidas salvajes por cada agujero de su cuerpo.

—¡¡Mamá!!—Grité desgarrándome las cuerdas.

Sentí un dolor intenso en mi mejilla tan fuerte que caí al suelo. Miré con verdadero miedo al hombre que me golpeó contra el sofá, viendo cómo tres personas más se acercaban a mí con rostros divertidos.

—¿Qué vamos a hacer con él, Jeon? —preguntó uno de los encapuchados.

En ese momento caí en la cuenta de quién era aquel hombre. Apreté mis dientes y volví a mirar al rincón donde la persona que más amaba en mi vida, estaba en el suelo, sus brazos laxos, desnuda y sin un ápice de vida. 

—Ya ha visto demasiado, señor —anunció otro de los hombres.

Se acuclilló para ponerse frente a mí, haciendo que el miedo sacudiera todo
mi cuerpo. Puso su dedo índice encima de mis muslos.

—Creo que...—prosiguió tras una pausa—, los dejaré divertirse un buen rato.

Oí cómo todos se carcajeaban a mi costa, yo, en mi caso, lloraba desconsolado y sin saber cuál sería mi final. 

Lo que estaba claro es que no iban a
dejarme vivir.

Ese día, me dejaron muerto en vida.

Me robaron mi inocencia, me golpearon hasta la saciedad, me humillaron de mil maneras y, lo peor de todo, se llevaron lo que más quería.

Sentí cómo la vida se escapaba de mis manos cuando la puerta de la que era
mi casa, quedaba de par en par abierta, mientras aquellos malditos salían sin un ápice de compasión, pensando que ya estaba agonizando.

No conseguí moverme.

Notaba cómo los parpados me pesaban cada vez más, el frío comenzó a apoderarse de mi cuerpo y las pocas lágrimas que me quedaban resbalaron por mis pálidas mejillas hasta tocar la moqueta burdeos del suelo.

Contemplé a mi madre por última vez y, antes de cerrar los ojos, me juré
una sola cosa: no moriría en aquel instante, lucharía. Tal y como mi madre me dijo minutos antes de su muerte. Y la lucha no sería en vano, no.

Sabía quiénes eran las personas que habían entrado en mi casa, y aunque las agujas del reloj fueran las únicas que pondrían a cada persona en su sitio, y a su debido tiempo, supe que todos y cada uno de ellos recordarían mi nombre hasta soltar su último aliento. 

Porque para poder seguir con sus miserables vidas,primero, tendrían que matar al demonio.

Y yo estaba dispuesto a abriles las puertas del infierno.
















Yoongi nos está esperando en la entrada del garaje cuando regresamos al almacén.
Me meto en el edificio y apago el motor mientras Yoongi está cerrando la puerta del estacionamiento detrás de nosotros.

Saco del asiento trasero el cuerpo inconsciente de Petrov y arrastro su peso muerto sobre el piso de concreto por la parte de atrás de su camisa enrollada firmemente en mi puño.

Maggi viene detrás.

—¿Supongo que te encontraste con un problema? —dice Jimin acercándose a nosotros, probablemente detectando el rostro de enfado de Maggi, mientras me ayuda a levantar el cuerpo en la silla del dentista. 

Empieza a atar a Aleksei con una correa, comenzando con su torso.

—No, no fue un problema —dice Maggi con un rastro de ira en su voz, que venía de detrás de mí—. Simplemente no se desarrolló de la manera en que fue planeada.

Mire directamente hacia ella.

—Entrar y salir. Maggi, debería haber sido tan sencillo. Podrías haberlo hecho cambiar de opinión y tenerlo siguiéndote a la escuela.

Se está poniendo más enojada. Está reflejándose sobre su cara mientras me fulmina con la mirada desde el lado. Pero no me importa. Necesita aprender cómo seguir mis instrucciones.

La agarro de su muñeca, tomándola por sorpresa, y la estiro duramente hacia mí.

—¿Tienes alguna idea de lo que este hijo de puta podría haberte hecho? 

Giro acercándola más, ejerciendo presión sobre su muñeca. Sus ojos se abren más al principio, pero luego se estrechan duramente hacia mí, y pequeñas arrugas de amargura se profundizan a lo largo del puente de su nariz.

—No confías en mí, en nada —dice con mucha frialdad, empujando las palabras a través de sus dientes apretados.

Trata de sacudir su mano alejándola de la mía, pero simplemente sujeto con más fuerza.

—Mierda, no tiene nada que ver con la confianza —digo bruscamente—. Todo tiene que ver contigo siguiendo mis órdenes, aprender a aceptar instrucciones. Tiene todo que ver con disciplina—. Solté su muñeca como si estuviera lanzándola hacia abajo. 

—¿Tus órdenes? ¿Piensas que soy tu maldito soldado?

—Pues entonces no entiendo qué haces aquí. 

Ahora parece más herida que enojada. Cruza sus brazos holgadamente, sus delicados dedos arqueados sobre sus bíceps. Sus ojos brillan como si estuviera a punto de llorar. 

Inhalo profundamente. Jimin ajusta la última correa alrededor de los tobillos de Petrov.

—Quizás ambos deberían llevarlo a la otra habitación —sugiere, señalando hacia una puerta de madera situada en la alejada pared del fondo debajo de un letrero de metal sin brillo en el que lee OFICINA—. Puede Yoongi hacer el interrogatorio.

Maggi y yo solo nos miramos el uno al otro, aparentemente sin nada más que decir. 

Sé que nunca seré capaz de cambiarla, pero eso es lo que me gusta de ella. No quiero que ella cambie. Solo quiero que se dé cuenta de que yo soy quién sabe lo que estoy haciendo. No se lo diré, pero nunca la enviaría a algún tipo de misión que supiera que no pudiera manejar. Atraer a Petrov al auto era una tarea sencilla. Sabía que podía lograrlo. Sabía que podía manejar a Aleskie si estuvieran solos, o de lo contrario en primer lugar nunca la habría enviado allí. Permitiéndole hacer esto no era mi manera de ver si podía llevarlo a cabo, o dejarla “practicar con la gente fácil”, era mi manera de ver lo bien que podía seguir órdenes.

Pero Maggi tiene una opinión propia. Y por mucho que me enfurezca que no escuche tanto como me gustaría que lo hiciera, al mismo tiempo me vuelve loco por ella. Pero ahora tiene que verme y estoy sediento por eso.

—No. —detengo a Jimin con la mano sin quitar los ojos de Maggi—.  Yo lo haré.

No vacilo, a pesar de que algo en el fondo de mi mente, la parte oscura y malévola de mí, me dice que lo deje así. Que ella tiene que verlo, oírlo, oler su sangre acre.

Tomo una silla oxidada y la arrastro hasta colocarla detrás de ella. Maggi observa mis movimientos y aunque en su cara hay rastros de enojo todavía, sé que intenta disimular su miedo a lo desconocido. Apoyo mis manos en sus frágiles hombros y puedo notar como tiemblan. Sé que esta vez no es por mi tacto y la empujo suavemente hacia abajo.

Seokjin me alcanza unos guantes blancos de látex y me los coloco con facilidad, mojo mis labios con mi lengua saboreando el éxtasis que me provoca escuchar gritar a Petrov con mis pinzas. 

Me pongo de cuclillas frente a ella para que me mire directamente a los ojos.

—Primera fila, eh.

Maggi abre sus ojos sorprendida, se que no comprende mi cambio de actitud. Le regalo una sonrisa pero no me devuelve ningún gesto que haga saber si aún quiere formar parte de esto. Trato de ignorar el temblor de sus rodillas y me pongo de pie en dirección a Aleskie quien está comenzando a despertarse.

Abre los ojos y comienza a forcejear en la silla. Parece más alerta ahora que estoy junto a él. Está explorando la oscura, fría y húmeda habitación, sin entender nada.

Lo sujeto por la barbilla y le abro la boca apretando sus mejillas con mis dedos.

—Saca la lengua y di: “Ah”





            _________________________

  Si, subí otra vez cuatro capítulos.

Este género es el que más me gusta y no puedo evitarlo.

Disfrútenlo y lean cuando realmente sientan ganas de hacerlo.

¡Por favor!

Un voto o comentario me ayuda a saber si es de su agrado la historia.

Gracias a los que se toman el tiempo en leer, votar y comentar.

¡Nos leemos pronto!

CIAO|•

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro