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⟨1⟩



Maggi

Aprieto la almohada debajo de mi cabeza y cierro mis ojos imaginando a JungKook. A veces es la única manera en la que puedo lograrlo.

Miller aprieta mis muslos en ambas manos, manteniéndome quieta sobre la cama con su rostro enterrado entre mis piernas.
Empujo mis caderas hacia él, yendo gentilmente hacia su lengua hasta que mi cuerpo entero se pone rígido y mis muslos tiemblan alrededor de su cabeza.

—Oh, por Dios. —Me estremezco mientras me vengo y luego bajo mis brazos entre mis piernas, metiendo mis dedos por su oscuro cabello—. Jesús…

Siento los labios de Miller tocar mi estómago justo debajo de mi hueso pélvico.

Miro al techo, justo como siempre hago después de un orgasmo porque la culpa que llevo dentro me provoca demasiada vergüenza como para mirar a Miller. Mi novio de ojos azules, sexy, y con cabello oscuro de veintisiete años quien es algo encantador, divertido y perfecto.

Perfecto para mí si nunca hubiera conocido a Jeon JungKook.

Estoy arruinada de por vida.

Limpio las diminutas gotas de sudor de mi frente y Miller se arrastra hacia atrás sobre la cama y se acuesta a mi lado.

—Siempre haces eso. —Me pica juguetonamente en las costillas con sus nudillos. Con muchas cosquillas en los lados, retrocedo y ruedo para estar frente a él. Sonrío cálidamente y paso mis dedos por la cima de su cabello.

—¿Qué es lo que siempre hago?

—Esa cosa del momento de silencio. —Pone su pulgar y su índice alrededor de mi mejilla—. Te hago venir y te quedas muy callada por un largo tiempo.

Lo sé y lo siento, pero tengo que borrar de mi mente el rostro de Jungkook antes de poder mirarte a los ojos.

Soy una persona horrible.

Miller besa mi frente.

—Se llama recuperación —bromeo y beso sus dedos—. Perfectamente inofensivo. Pero deberías tomarlo como una buena señal. Sabes lo que estás haciendo. —Lo empujo en las costillas.

Y en serio sabe lo que está haciendo. Miller es genial en la cama.
Pero todavía estoy conectada emocionalmente… soy adicta…a JungKook y tengo la sensación de que siempre lo estaré.

Me tomó cinco meses, después de que JungKook se fue, tratar de seguir adelante con mi vida en cuanto a otras relaciones. Conocí a Miller en mi trabajo, en la tienda de conveniencia. Compró una bolsa de papas y una bebida energética. Después de eso,
hacía viajes a mi tienda dos veces, algunas veces tres, a la semana. No quería nada con él.

Quería a JungKook. Pero comencé a perder la esperanza de que regresara alguna vez por mí.

Miller va a poner su brazo a través de mi estómago desnudo, pero me levanto casualmente antes y me pongo mis bragas.
No sospecha nada, lo que es bueno. No tengo ganas de acurrucarme, pero lo último que quiero hacer es herir sus sentimientos. Sus brazos van hacia arriba, sus dedos se entrelazan detrás de su cabeza. Me mira a través del cuarto, sonriendo seductivamente. Siempre hace eso cuando no estoy completamente vestida.

—¿Jana?

—¿Sí? —Deslizo mi playera y reajusto mi cola de caballo.

—Sé que es algo tarde —dice Miller—, pero me gustaría ir mañana contigo y Dahlia a Wefron.

Mierda.

—Pero pensé que no podías salirte del trabajo. —Subo mis shorts y me pongo mis chanclas.

—No podía cuando me preguntaste si quería ir —dice—. Pero tenemos ayuda nueva en el trabajo y mi jefe decidió darme tiempo libre.

Estas no son buenas noticias. No porque no lo quiera conmigo, sí me importa Miller a pesar de mi incapacidad para olvidar aquel demonio pero mis “vacaciones” en
Wefron no serán sobre turismo.

Voy a matar a un hombre. O voy a tratar de matar a un hombre.

Ya es suficiente malo que Dahlia estará ahí y que ocultaré esto de una persona, mucho menos de dos.

—No… te ves emocionada —dice Miller, su sonrisa cayendo lentamente de su rostro.

Sonrío con ganas y sacudo la cabeza, caminando hacia él y sentándome en el borde de la cama—. No, no, estoy emocionada. Solo me atrapaste con la guardia baja. Salimos a las seis de la mañana. Eso es en menos de ocho horas. ¿Ya empacaste?

Miller ríe ligeramente y es estira por la cama para alcanzarme, jalándome a su lado. Me siento cerca de su cintura, apoyando un brazo contra el colchón sobre su otro lado, mis piernas colgando fuera del borde de la cama por mis tobillos.

—Bueno, apenas me enteré esta tarde antes de salir del trabajo —dice—. Ya sé, una miseria de tiempo, pero todo lo que tengo que hacer es tirar algunas cosas en una bolsa y estoy bien.

—¡Genial! —miento con una sonrisa igual de falsa—. Entonces supongo que está arreglado.



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Dahlia y Miller aparecen juntos justo después de terminar de lavar mis dientes.

—Vamos, necesitamos ponernos en camino —me apura Dahlia. Su cabello café arena está amarrado en la cima de su cabeza en un descuido moño que parece que se acaba de despertar.

Abrazo a mis tíos para despedirme.

—Estaré bien —les digo—. Lo prometo.

Mi tía fuerza una sonrisa a través de su preocupado rostro y sus manos caen de mis codos.

—Llámame cuando llegues.

Asiento—. Tan pronto como entre en el cuarto de hotel, te llamaré.

Sonríe y la abrazo una vez más antes de seguirlos al auto de Dahlia que está esperando. Miller pone mi maleta en la cajuela con sus bolsas y luego salta en el asiento trasero.

—¡Wefron aquí vamos! —dice Dahlia.

Pretendo estar la mitad de entusiasmada que ella. Es algo bueno que sea tan temprano, de otra manera Dahlia tal vez tome mi falta de entusiasmos por lo que en verdad es. Estiro mis brazos detrás de mí y bostezo, descansando mi cabeza contra el asiento. Siento las manos de Miller en la parte de atrás de mi cuello mientras comienza a masajear los músculos de ahí.

—No tengo idea de por qué quieres conducir a Wefron —dice Dahlia—. Si tomamos un avión, no tendrías que levantarte tan temprano. No estarías cansada y malhumorada.

Mi cabeza cae a la izquierda—. No estoy malhumorada. Apenas y te he hablado.

Me sonríe—. Exacto. Jana, no  hablando, es igual a que está malhumorada.

—Y recuperándose —añade Miller.

Mi rostro se ruboriza y estiro una mano detrás de mí y golpeo juguetonamente sus manos mientras se mueven en un movimiento celestial contra mi cuello. Cierro los ojos y veo a JungKook ahí.

No lo hice a propósito.

Llegamos a Wefron después de un viaje de cuatro horas. No podría ir por avión porque no hubiera sido posible llevar mi arma conmigo. Por supuesto, no podía decirle eso a Dahlia. Ella solo piensa que quería tomar la ruta escénica.

Tengo siete días para hacer lo que vine a hacer. Es decir, si puedo lograrlo. He pensado en mí plan por meses, sobre cómo voy a hacerlo. Supe todo este tiempo que no había manera de que entrara a la mansión de Choi. Eso requiere una invitación y socializar al ojo público de los invitados de Choi y del mismo Choi.

Él puede reconocerme. Pero tengo la sensación que quizás no lo haga.
Con suerte, una peluca corta color platino y pesado y oscuro maquillaje esconderán ese largo cabello dorado que me identifica, también en mi rostro hay una cicatriz que Choi no vió antes. De no ser así Choi me recordaría en el momento en el que ingrese a su mansión.




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Paso todo el día con Miller y Dahlia jugando a pasar el tiempo. Salimos para comer y hacer una visita a Wefron con un guía y a visitar un museo antes de regresar al hotel, exhaustos. Al menos, pretendo estar lo suficiente cansada como para dar por terminado el día. Lo que en realidad necesito hacer es alistarme para ir al
evento de Choi esta noche.

Dahlia ya piensa que hay algo malo conmigo.

—¿Te vas a enfermar de algo? —pregunta, estirándose entre nuestras sillas de la piscina y tocando mi frente.

—Estoy bien —digo—. Solo estoy cansada por levantarme tan temprano. ¿Y cuándo fue la última vez que caminé tanto en un día?

Se inclina de vuelta en su silla y ajusta sus redondos y grandes lentes de sol sobre su rostro.

—Bueno, espero que mañana no estés cansada —dice Miller al otro lado—. Hay muchas cosas que quiero hacer. No he estado en Wefron desde antes de que mis padres se divorciaran.

—Sí, es la primera vez que regreso en dos años —dice Dahlia.

Un adolescente salta en la piscina a varios metros y nos salpica un poco. Levanto mi espalda de la silla y sacudo las gotas de agua de la revista que había estado leyendo.

Me quito los lentes de sol y los pongo sobre mi frente. Pasando mis piernas a un lado de la silla, me pongo de pie.

—Creo que voy a adelantarme a la habitación para tomar una siesta —anuncio mientras agarro mi bolsa de malla a mi lado sobre el concreto.

Miller se sienta derecho y se quita sus lentes de sol también.

—Iré contigo si quieres —ofrece.

Señalo hacia él, indicando que no se levante—. No, pasa tiempo aquí y hazle compañía a Dahlia —digo, poniendo la bolsa en mi hombro. Me pongo los lentes de nuevo para que él no pueda detectar el engaño.

—¿Estás segura que te sientes bien? —pregunta Dahlia—. Jana, estás de vacaciones, ¿recuerdas? Se supone que te estés divirtiendo, no durmiendo.

—Creo que estaré al cien por ciento mañana —digo—. Solo necesito un caliente y largo baño y una buena noche de sueño, es todo.

—Bueno, te voy a tomar la palabra —dice Dahlia—. Pero no te me vayas a enfermar.—Sacude su dedo con severidad hacia mí.

Miller se estira y curva sus dedos alrededor de mi muñeca. Me jala hacia abajo con él.

—¿Estás segura que no quieres que te acompañe? —Me besa en los labios y le devuelvo el beso antes de levantarme completamente.

—Estoy segura —digo suavemente y lo dejo así.

Los dejo en la piscina y me encamino hacia el elevador. En el segundo en el que entro a la habitación, le pongo seguro a la puerta con la cadena para que Miller y Dhalia no puedan entrar.

Tiro mi bolsa sobre el piso y abro mi
laptop, escribiendo la contraseña. Mientras carga, miro sobre la piscina para ver a mis amigos, aunque pequeños desde esta altura, descansando cerca de la piscina. Me
siento frente a la pantalla y por, probablemente, la centésima vez, busco en cada página el evento de Choi, checando dos veces las horas de trabajo y escaneando las fotos profesionales del edificio, dentro y fuera. En realidad nada de esto me está ayudando con lo que intento hacer, pero todavía me encuentro
mirándolo cada día.

Sintiéndome derrotada, golpeo la palma de mi mano sobre la mesa.

—¡Maldita sea! —digo en voz alta y me quedo pegada a la silla, pasando mis manos sobre mi cabello.

Todavía no sé cómo voy a llegar a Choi. Sé que es todo lo que tengo
en la cabeza. Lo he tenido desde que pensé en esta loca idea, pero sé que si todo lo que hago es quedarme sentada y pensar sobre eso, nunca superaré esta fase.

Vine aquí con un plan: ir al evento con un disfraz y actuar como cualquier otro invitado. Observar el lugar por una noche. Donde están las salidas en el local. Las entradas a otras áreas del edificio. Los baños. Mi prioridad es encontralo, quizas intentar seducirlo para que me lleve hasta su cuarto. Luego me deslizaría dentro y le cortaría el cuello al cerdo.

Pero ahora que estoy aquí, no a seis cuadras del evento, y ahora que los días que tengo para hacer esto se están pasando, me siento menos confiada.

Esto no es una película. Soy una chica estúpida por pensar de que puedo entrar bailando a un lugar como ese sin ser vista, tomar la vida de un hombre sin llamar la atención y escapar sin ser atrapada.

Solo JungKook puede llevar a cabo algo como eso.

—¿Jana? —dice Dahlia desde el otro lado—. ¿Vas a dejarnos entrar?

Suspiro pesadamente y camino para quitarle el seguro a la puerta.

—¿Qué pasa con la cadena? —pregunta Miller, caminando detrás de Dahlia.

—Hábito.

Me desplomo sobre el borde de la cama tamaño King. Ambos tiran sus cosas sobre el piso. Dahlia se siente en la mesa por la ventana y Miller se acuesta a través de la cama detrás de mí, cruzando sus tobillos.

—¿Pensé que ibas a tomar una siesta? —pregunta Dahlia.

Cuidadosamente pasa sus dedos a través de porciones de su mojado y enredado cabello, haciendo una mueca de vez en cuando por el esfuerzo.

—Dahlia —digo, mirándolos a ambos—. No he estado aquí arriba por mucho tiempo. ¿Pensé que ambos iban a pasar el rato cerca de la piscina? —Espero esconder el
reproche en mi voz sobre lo pronto que decidieron unirse a mí.

Es solo que no puedo evitarlo: estoy muy estresada, además, estoy preocupada de que ellos estén aquí.

No quiero que salgan lastimados o que se involucren de alguna manera con lo que vine a hacer aquí.

—Podemos irnos si quieres —dice Miller gentilmente desde atrás.

Instantáneamente, me arrepiento de mis palabras porque es obvio que no escondí el reproche tan bien como había esperado. Echo mi cabeza hacia atrás y suspiro, alcanzando su tobillo y frotándolo.

—Lo siento —digo y le sonrío a Dahlia—. Ya sabes, yo… —Entonces, de repente, una perfectamente razonable excusa por la manera en la que estoy actuando, se materializa y las compuertas de las mentiras se abren—, solo estoy un poco nerviosa, él todavía está prófugo y ...

Dahlia pone esa mirada de oh-lo-entiendo, pone los pies de Miller a un lado y se sienta a mi lado.

Envuelve su brazo alrededor de mi hombro y pone su mano en mi antebrazo.

—Tenía el presentimiento que quizá eso era lo que estaba mal. —Noto que mira a Miller, dándome la impresión de que hablaron de eso mientras se quedaron sentados cerca de la piscina una vez que me fui.

Apuesto a que esa es la razón por la que decidieron subir tan pronto.

—Queríamos checarte —dice Miller desde atrás, confirmando mis sospechas.Siento la cama moverse mientras se sienta derecho.

Me pongo de pie antes de que tenga oportunidad de envolver sus brazos a mí alrededor. Es en este preciso momento que me doy cuenta que he estado haciendo mucho eso últimamente en los meses pasados.

Cuánto tiempo más puedo tenerlo así, no lo sé. Sé que debería decirle como me siento, que no estoy tan enamorada de él como él de mí. Pero la verdad es que no puedo decirle la verdad. Tendría que inventar otra mentira y tengo demasiadas mentiras ya que me estoy ahogando en ellas.

Dahlia camina para ponerse a mi lado.

—Probablemente no debimos haber vacacionado. Es todo muy reciente.

Miro fuera de la ventana de nuevo.

—No —digo—. Amo esta pueblo. Y sé lo mucho que querías venir. —Le sonrío brevemente—. Digo que tengamos tanta diversión como sea posible esta semana.

Golpea su hombro juguetonamente contra el mío.

—Esa es la Jana que conozco. —Sonríe.

Sí, pero no soy esa persona…

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