❄️Fase-1✎
W e l c o m e
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♡∙ ❄️["Iᴄʏ Dᴇsᴛɪɴᴀᴛɪᴏɴ"]❄️ ∙♡
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ᴛíᴛᴜʟᴏ: "Iᴄʏ Dᴇsᴛɪɴᴀᴛɪᴏɴ"
ᴘᴇʀsᴏɴᴀᴊᴇs: ɪɴᴜᴢᴜᴋᴀ ᴋɪʙᴀ, ᴇᴍɪᴋᴏ (ᴏᴏᴄ), ᴀᴋᴀᴍᴀʀᴜ, ᴍɪʏᴜᴋɪ (ᴏᴏᴄ).
sʜɪᴘᴘs: ɪɴᴜᴢᴜᴋᴀ ᴋɪʙᴀ x ᴇᴍɪᴋᴏ (ᴏᴏᴄ).
ᴀɴɪᴍᴇ: ɴᴀʀᴜᴛᴏ sʜɪᴘᴘᴜᴅᴇɴ.
ᴀᴅᴠᴇʀᴛᴇɴᴄɪᴀ: ᴜsᴏ ᴅᴇ ᴏᴏᴄ, ᴀᴜ, ᴍᴜᴇʀᴛᴇ.
ᴄᴀɴᴛɪᴅᴀᴅ ᴅᴇ ᴘᴀʟᴀʙʀᴀs: 3.204 ᴘᴀʟᴀʙʀᴀs sɪɴ ᴄᴏɴᴛᴀʀ ʟᴀ ғɪᴄʜᴀ, ʏ ʟᴀ ɴᴏᴛᴀ ᴀʟ ғɪɴᴀʟ.
▭▬▬▬▙ F A S E —1—▟▬▬▬▭
🔹—『c o m i e n z a』—🔹
💎—❝ Eɴᴛʀe ᴍᴏɴᴛañas ʏ ᴄᴏᴘᴏs
ʙʀɪʟʟaɴᴛes,
ᴊᴜʀᴏ ǫᴜe ᴛe eɴᴄᴏɴᴛʀᴀʀé,
ᴄaᴘɪᴛáɴ. ❞—💎
❄️...❄️
Las salinas gotas resbalaban por aquel pálido rostro de porcelana, dejando un suave y casi imperceptible rastro brillante, el cual rápidamente era eliminado por el frío viento remolineando en los árboles que la rodeaban, provocando que hojas sueltas bajaran sobre ella, su carrera contra el tiempo no le permitía tomarse descanso alguno, ocasionando el olvido de aquellos moretones trazados en sus rodillas, los cuales fueron pintados por filosas ramas en un baile de dolor.
Jadeante, sus sentidos se agudizaron aún más al ver brillar aquel objeto en sus manos, formándose un leve destello azul, tal y como la danza de copos en aquel bosque. La fina cadena colgante de su cuello se estiró un poco, aumentando sus destellos luminosos, dando señales a la de cabellos alborotados para que parara su caminar.
Apoyándose en uno de los tantos árboles, sosteniéndose de su mano izquierda, mientras la derecha se ocupaba de sentir los latidos agitados y frenéticos de su corazón, sin duda alguna el aire frío y denso entrando por sus fosas nasales le causaba una molestia en su respirar, decayendo sus piernas ante la sensación de cansancio, decidió sentarse sobre las raíces duras y gruesas, ganando uno que otro raspón en sus piernas descubiertas, las cuales temblaban levemente por la baja temperatura del lugar, al igual que todo el cuerpo de la femenina.
Suspirando por última vez, alzó el objeto entre sus manos, llevando su dedo índice junto al medio hacia sus finos labios, juntando la fuerza necesaria, sopló levemente trás pronunciar las palabras necesarias para aquella invocación. —Yoru kōsetsu—.
Y pronto comenzaron a surgir pequeños destellos azulados desde el fino diamante, provocando que la de cabellos azabaches alejara el objeto de su cuerpo, apartando su vista para no ser segada ante los brillantes trozitos de magia provocados por sus acciones pasadas. Creando una escena llamativa para cualquier espectador.
—¡Emiko!— Ni bien el pequeño ladrido llegó a sus sentidos, retrocedió un poco para analizar al ser frente a ella, el cual coleaba irradiando felicidad gracias a su llamada, lo cual le otorgaba poder salir de su tormentoso hogar, o más bien, era una prisión para el joven canino.
—Akamaru— Nombró en un susurro, captando la atención de su acompañante peludo, aún no se acostumbraba a todo esto, pues, ¿Quién lo haría?, apenas y había tenido tiempo de asimilarlo, pero no era el momento para quejarse de ello, claro que no, primero debía completar su misión dentro de aquellas arboledas consumidas lentamente por la oscuridad de la noche.
Despejando su mente, miró nuevamente fascinada al ser frente a ella, sintiendo cierta pena ante el destino que le había sido otorgado.
—Está bien, hemos llegado a las colinas— Pronunció fastidiada ante su situación actual, jugando con la cadena dorada de aquella joya entre sus manos, la cual danzaba libremente tal cisnes en un lago. —Oh bueno, casi, necesito que me des las demás instrucciones— Explicó, anhelando el lugar problemático que cubrían las cimas de las colinas.
—¡Wof, wof!— Coleteando libremente en dicho entorno, Akamaru soltó unos cuantos sonidos incomprensibles para la humana, quien aún después de ver varias veces tal proceso, continuaba sorprendiendose por la aparición de pergaminos con aspectos antiguos, tanto que sentía en cada rincón de sus finas manos el desaser de los trozos amarronados de papel, temiendo volverlos trizas en un instante.
—Bien, si no estoy mal, a unos cuantos metros hallaremos un pueblo, en donde podremos descansar, aunque tú no hiciste nada, bola de pelos— Dicho eso, le dio una pequeña caricia al canino antes de despedirse de él, y para nuevamente tomar marcha hacia su nuevo destino, logrando observar como la criatura mágica desaparecía dejando rastros de nieve en su antiguo lugar, dando un último destello en el azul cristal para desaparecer finalmente de la vista de los ojos azabaches. —Supongo que pronto podré descansar— Dándose ánimos, retomo su caminata abandonando el antiguo lugar de su descanso, colocando nuevamente el collar tras sus vestimentas, impidiendo así que este mismo sea notado por alguien más, para no causarle más problemas de los que ya le habían sido otorgados en la entrega del mismo.
Observando desde unos metros atrás, logró captar dentro de su enfoque visual leves luces detrás de varias arboledas más, lo cual le robo una pequeña sonrisa en su pálido rostro, y su cuerpo no se quedaba atrás, ya que dio leves saltos ante la alegría de estar cada vez más cerca de su objeto de deseo, cosa que era simplemente maravilloso después de tantos tropiezos en el principio.
Dando pasos apresurados, alcanzó a llegar hasta la entrada del supuesto pueblo, viendo desde ya a varios peatones, aún dando la hora de la cena, otorgándole algo de tranquilidad gracias al dato de que el pueblo no se encontraba ni vacío, ni en ruinas.
—¡Buenos días!— Saludó alegremente a los guardias medio dormitados bajo el pequeño techo de madera, imaginó que ninguno la había escuchado, ya que nisiquiera dieron señales de vida ante su saludo, y mucho menos cuando se adentró del todo en el pueblo, dejando atrás el oscuro bosque nevado que se veía a sus espaldas, dándole un toque tenebroso al paisaje en ese instante.
Ignorando la situación, comenzó a caminar entre las calles casi vacías del lugar, observando curiosamente todos los objetos que adornaban a la mayoría de las casas, dándole un toque más hogareño, hasta parecía que estaban en la famosa e inolvidable "Navidad". Emiko, olvidando esos detalles, se embarcó camino al sitio indicado por los pergaminos que anteriormente estaban guardados en su maleta.
—Bien, recuerda Emiko, una cabaña antigua y desgastada, al final de la calle...— Silenció sus susurros rápidamente al sentir la precencia de alguien más cerca, notando como era observada por quien sabe quien, simplemente lo sabía por el objeto colgante en su cuello, el cual, desde su posesión, sus sentidos se agudizaron. Enrrollando nuevamente el pergamino para ocultarlo en uno de los tantos bolsillos de su abrigo, alzó la mirada buscando al "Acosador", obteniendo una que otra mirada rara de los deambulantes, ya que, además de su actitud, sus vestimentas no compensaban absolutamente nada en el estado que se encontraban, era la viva imagen de una "Forastera rara".
Aunque curiosamente, no encontró a nadie tras varios minutos de una intensa búsqueda, y, según su punto de vista, una completa pérdida de tiempo, a excepciones de haber encontrado dónde podría cenar si su cuerpo llegase a necesitar el ingerir alimentos.
Dirigiéndose cuidadosamente hacia el lugar indicado por su peludo amigo, tratando de no ser vista y mucho menos parecer sospechosa. Emiko caminaba hasta toparse con el final de la dichosa calle, y, si observabas más allá, encontrarías la pequeña cabaña, la cual tenía un aspecto no muy agradable para cualquiera, pero bastaba para dar una noche tranquila de descanso, sin tener que soportar a pequeños gritones deambulando en busca de un poco de diversión junto a sus amigos.
—Oe, Akamaru, cuando decías que pasaron cien años desde el último heredero... — Detuvo su oración al abrir la gran puerta de madera, mientras sus ojos viajaban de un lado a otro esperando encontrar a algún pequeño roedor, pero, para su suerte, todo permanecía intacto, "¿Nadie se tomó la molestia de usurpar esto?" pensó para sus adentros, curioseando un poco más en los estantes polvorientos, los cuales contenían cientos de libros desgastados. —Ya puedes salir— Mencionó luego de su pequeña revisión, cerrando aquella puerta detrás de ella con una de las sillas del lugar, para así, tratar de mantener cierta privacidad entre ellos y el exterior, pues como solían decir, "Mejor prevenir que lamentar".
Tomando la delgada cadena de oro entre sus manos, la sacó de su cuello, observándola, analizando cada hendidura dibujada pacientemente, realmente le llamaba la atención la pequeña y llamativa joya, y aún más con la historia detrás de esta, la cual era demasiado fantasiosa comparada con su realidad. Sacudiendo su cabeza levemente, queriendo olvidar sus pensamientos anteriores, tratando de concentrarse en lo que realmente importaba.
—Bien— Un tanto abrumada por el desolado lugar, tomó asiento junto al suelo frío, recostando su espalda contra los troncos que simulaban ser una pared, y así, nuevamente navego junto a sus recuerdos, llenos de melancolía, dejó cerrar sus párpados lentamente, cayendo en un abismo infinito, perdiendo la conciencia de sus actos.
—¿Qué diablos le sucede a estos tipos? — Cuestiono el de orbis azabaches, desesperado por no poseer la capacidad de siquiera ayudar a el nuevo novato. Tomando sus cabellos para desahogarse, estirandolos hasta sentir pequeños piquetes a causa del dolor en su acción.
Frustrado, camino hasta las "Puertas" de su estancia, logrando observar nada más que simple nieve, esa que debía de soportar por tantos años indeseados. Recostandose por la gélida piedra, cruzando ambos brazos por su pecho, decidido a esperar allí lo que fuese necesario, después de todo, si daba un solo paso afuera sin la reliquia en sus poderes, moriría al instante, y lastimosamente, eso era lo único que se le permitía hacer, si, el era un "Ángel sin alas".
⚞ —Recuerda, si tus pies tocan la nieve fresca fuera de esta cueva, morirás, y no lo intentes muchacho, porque sufrirás más de lo que te imaginas, el sufrir del amor no se compara con nada de este mundo— Y sin decir siquiera adiós, desapareció lentamente, no recordaba el como lo hizo, solo sabía que, de alguna manera, era lo único que permaneció en su mente estos 118 años, los cuales fueron pintados de tétricas pesadillas en noches llenas de insomnio, dejándolo con un sabor amargo al que recordaba nuevamente como nunca en estos momentos y eso mismo era lo que le preocupaba, pues, "¿Qué significaba todo esto?. ⚟
¿El sufrir del amor?, aquellas palabras resonaban sin cesar dentro de él.
—¿Y si todo esto lo hice por amor?— Preguntándose haci mismo el que hacer, analizó los hechos del porqué se encontraba allí, y cual era su destino a cumplir.
Y sin decir más, su rumbo se vio desviado ante la situación actual que lo arrinconaba, no sabía que lo estaba empujando, pero todo ello lo hacía desde lo más profundo de su alma, de su cuerpo, de su corazón.
Supuso que esto era su destino desde el principio en aquel pacto, que el idiota fue él, los pasos fueron escritos antes de relacionarse con todo ello, él solo continuó el teatro escrito en lágrimas de sangre, en papel de sentimientos.
—Supongo que no tomé buenas decisiones, lo siento— Y dando su último respiro en el oscuro lugar, sus pasos se vieron marcados por el sol haciendole frente en esa caminata de colgantes.
Siendo guiado por los fervientes latidos de su corazón, o tal vez por los latidos de la muerte. Resonando con sus desdichas ante su antiguo "amor".
—¡Vamos!, estamos apunto de llegar, solo un poco más, Akamaru— Rogó tiernamente al cachorro a su frente, achinando sus ojos ante la negación del contrario, pues, "¿Quién no estaría agotado?", llevaban más de seis horas caminando sobre las enpinadas montañas de nieve.
El pequeño animal chillo ante la insistencia de su ama, y sin poder negarse ante las súplicas de ella, juntó todo su poder dando unos últimos pasos, llegando finalmente a su destino tan deseado, el cual quito desde lágrimas hasta sangre y sudor.
Los ojos de ambos se vieron iluminados ante la emoción del momento, triunfante, el cachorro comenzó a ladrar, echándose sobre la cabeza de su acompañante, acomodándose para tomar una larga siesta, pues aún no podía volver a su mundo, no hasta cumplir su mandato.
—Oe, puedes descansar un poco, pero allí hace frío— Habló, bajando al cachorro de su cabeza para acomodarlo entre sus brazos, acunandolo suavemente, mientras lo envolvía con la tela que segundos antes se encontraba sobre sus hombros.
Y, junto a su amigo descansando en sus brazos, comenzó a caminar hasta la pequeña cueva, la cual era su hallazgo, mientras su corazón permanecía con latidos desenfrenados por la lluvia de intensas emociones abordando en el cuerpo de la femenina, temía que en cualquier momento podría despertar, y simplemente descubrir un torpe sueño de hadas, tal y como lo diría antes de haber encontrado a Akamaru si le preguntaran sobre esto.
Al estar frente a la enorme pieza de roca, acomodo al canino, sosteniendolo con una de sus manos, para la otra ser liberada, logrando estirarla levemente, para deslizar suavemente su mano por la gélida pared, sintiendo como sus bellos se erizaban al sentir la frialdad de esta misma, ocasionandole como plus un escalofrió desde el inicio hasta el final de su columna vertebral.
Sonrió felizmente, observando y adentrándose en el lugar, recorriendo con su mirada curiosa aquel sitio "Mágico" según sus términos. Aunque esa felicidad desapareció al mismo instante donde escucho una voz divagar.
—Llegas tarde, querida— Anunció desde lo más adentro de la oscuridad, captando inmediatamente la atención de la azabache, la cual giró sobre sus talones para fijar su vista hacia la misteriosa voz. Mientras cada una de las sílabas pronunciadas se clavaban como estacas en su cabeza, repitiendose constantemente en su lío de pensamientos.
Desconcertada ante la situación, Emiko respiro profundamente, llevando su mano derecha hacia su pecho, tomando sobre sus ropas el fino collar, el cual repentinamente comenzó a soltar diminutas chispas azuladas, pero, eso no fue lo que más le sorprendió, sino, el simple hecho de que, además de un fuerte azul marino, las pequeñas chispas eran acompañadas por unas de rojo carmesí.
—¿Akamaru?, despierta, por favor— Sintiendo como su respiración comenzaba a tornarse descontrolada, Emiko decidió despertar al albino de manchas cafés, mientras sus ojos se habían dirigido hacia la interminable oscuridad, donde su mirada era de temor y sorpresa, no sabía con exactitud qué le causó aquella simple voz, y menos sabía cómo manejar sus acciones ante las respuestas erráticas de su cuerpo.
Retrocediendo un poco, pudo observar cómo borrosamente el cachorro saltaba de sus brazos colocándose a su lado, quedando a la altura de su hombro mientras lo escuchaba soltar gruñidos hacia la causante de sus problemas.
Soltó un pequeño jadeo al fijar su vista en la silueta dada por la tenue luz de pequeños rayos del sol que atravesaban la oscuridad por simples recovecos. Los pasos resonaban ante el silencio del bosque y montañas rodeandolos, aquel entorno se mostraba conflictivo si la menor pretendía fugarse de su atormentado pasado.
—Yo se lo dije, más él no obedeció— Y al finalizar su frase, observó todo por última vez, para acercarse lentamente a la de cabellos revueltos ante el leve viento del lugar.
Mientras sus ojos se conectaban con los del espíritu, Emiko comenzó a recordar vagamente su historia, las razones por las cuales se encontraba allí, firmando un pacto con el mismísimo infierno, solo para verte una última vez, capitán.
Retomando el inicio de toda su locura, pequeñas lágrimas usurparon en sus ojos negros, tan negros como su último encuentro, y la nieve daba el leve toque de aquellas estrellas, de aquel cielo estrellado que los iluminó en su despedida junto a un hermoso atardecer bajando frente a ambos.
Salió de sus pensamientos al sentir el peso de una mano acariciar su mejilla, mientras sus lágrimas eran quitadas por los dedos ya sin vida de la misma que observaba a la adolescente. El toque se sentía cálido, sin embargo, ya era hora de partir, no había tiempo que perder, sino su misión se vería arruinada.
Y tras alejarse de su contraria, pudo observar claramente el rostro de ésta finalmente, obteniendo los recuerdos plasmados de tinta sobre los viejos libros de la descuidada cabaña.
La sorpresa podía notarse en su mirada, y tanto esta como demás sentimientos, se hicieron presentes en su cuerpo, recorriendo la adrenalina por sus venas al ver pasar su vida allí mismo.
—¿Tú?— Murmuró, desprendiéndose de su cordura al recibir un acentimiento inesperado, y, sabiendo que el destino ya tenía planes de color carmín, dio una última mirada atrás para salir corriendo entre las montañas rodeandola.
—¡Lo siento, lo siento mucho capitán!— Gritó a todo pulmón, sintiendo como su voz se desvanecía junta a la tormenta que los acompañaba.
El joven frente a ella le dedicó su mejor sonrisa, dando a conocer sus colmillos en ella, acto que la femenina hubiera atesorado en su pasado, y, tal vez si su significado fuese otro, ahora mismo regalaría una ella también.
Sus lágrimas desbordaban de sus ojos al ser demaciadas para estos, mientras se apresuraba para tomar una bocanada de aire, atrapando con sus manos las prendas del mayor, atrayendolo hacia ella, tratando de mantenerlo a su lado por la eternidad, antes que los sucesos escritos se marcarán en sus vidas.
—Por favor, capitán— Su voz se encontraba rota por el dolor que sentía.
Abrazó al masculino aferrándose fuertemente, mientras sentía como este apoyaba su barbilla en su cabeza, dejándola descansar suavemente, acariciando su cabello lacio.
—Lo siento, Emiko-Chan, no pude regresar— Pronunció separándose levemente, obteniendo la distancia necesaria entre ambos.
Sus ojos conectaron perfectamente, y, acercándose finalmente, sus labios se rozaron hasta juntarse en un tierno vaivén, un cálido y eterno vaivén. Los labios de la femenina deseaban no separarse nunca más de los de su amado, pero su demostración de amor acabó al momento en que el aire se escapaba de sus organismos.
Al acabarlo, ambos juntaron sus frentes, transmitiendo sus sentimientos más profundos con simples miradas, no hacían falta las palabras en aquel gesto.
—Perdóneme, capitán, llegué tarde— Y sin más, unió sus labios por última vez, disfrutándolo al máximo, obteniendo lágrimas en los dos.
Al separarse, logró observar como poco a poco, la figura del mayor se desvanecía junto a la tormenta de nieve que los rodeaba, y dando su última sonrisa, se despidieron de su eterno infierno.
—¡Te amo!— Exclamaron en su último encuentro, siendo envueltos entre sus emociones y las del bosque.
Y esa pequeña pero significativa frase se perdió entre los susurros del bosque nevado.
—Esta historia es muy triste, mamá— Comentó la pequeña niña, acomodándose nuevamente sobre la alfombra que cubría el suelo, mientras tomaba una de las mantas para cubrirse mejor, ya que donde vivían, nevaba durante todo el año.
—Si, pero ambos se amaron hasta el final— Contestó con dulzura, llevando su mano hasta su pecho, sintiendo el objeto descansar tras sus ropas. —Algún día lo entenderás, Miyuki-Chan— Y así, cerró el atesorado libro que descansaba en sus pálidas manos, mientras sus ojos se entristecian al recordar su historia, esa que el destino deseo y logró plasmar.
La leyenda dice que si vas hacia el
fondo del bosque, caminando en el corazón del mismo, encontrarás una preciosa joya con cadenas de oro puro, más eso no es lo que la hace famosa, sino la magia sin igual que porta la pequeña piedra incrustada en esta misma. Pero, todo lo bueno tiene sacrificio, pues, si la tomas, un deseo te será concedido, pero perderás a quien más atesoras en la vida, y eso fue lo que sucedió con Emiko e Inuzuka Kiba. Pero, ¿Qué me dices?, ¿Tomarías estos riesgos por salvar a tu alma gemela?, ¿O simplemente verás el sufrimiento de esta desprendiendo cristalinas gotas desde tus ojos rojos, lamentandote inútilmente?, ¿Dejarías que luminosos u oscuros espíritus te acompañen en dichas travesías?, escribiendo tu propio destino en rojo carmesí o un simple
azul nevado.
❄️...❄️
¡Hola!, ¿Qué tal!.
¡Me presento en este concurso!, si, demasiado tarde, pero tuve varios inconvenientes en el transcurso de la creación de este One-shot, y eso que quedó horrible.
Bueno, realmente no son los resultados que esperaba, así que no me sorprendería quedar en el último lugar, ya que, comparándolo con las obras de los demás, el mío nisiquiera llega a ser interesante, pero, espero poder traer algo mucho mejor en la próxima ronda, sin más, me despido y les deseo mucha suerte a todos los participantes, ¡Ustedes pueden bb's! ♡.
ɴᴏᴛᴀ: No encontré ningún gif de collares, más el que ven y ya.
❥•Autora-Chan—.
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