Capítulo 2: 2/2.
Podía entender entonces por qué Tenya anhelaba irse a Akita.
Miré por la ventana, y Tenya giró a la derecha. Todos nos quedamos quietos por un momento. En nuestra foto de segundo curso, estábamos ubicados por altura en la mitad de la fila: Ochako en un extremo, después Tenya, después Katsuki y yo. Y luego Katsuki se fue y quedamos los tres; no teníamos idea de cómo darle algún sentido a nuestra pérdida. Y para empeorar las cosas, todos los adultos eran demasiado amables en los meses siguientes a la desaparición de Katsuki: ¿Golpeaste mi auto con la bicicleta? Es solo un rasguño; ¿Arrojaste la pelota contra mi ventana? Ten más cuidado la próxima. Era inquietante. Cuando los adultos son demasiado indulgentes, sabes que las cosas están muy mal.
Tenya giró a la izquierda y estacionó en nuestra calle. Su rutina normal es ir a toda velocidad hasta el último segundo posible, luego dar una vuelta en ''u'' en nuestra calle sin salida antes de subirse a la acera de la entrada de mi casa. Se pueden imaginar lo divertido que es eso arriba de una combi VW tan pesada. La primera vez que mi mamá lo vio aproximarse hacia nosotros, dijo:
- ¿Sabe que es una calle sin salida, no?
Era una pregunta coherente.
Sin embargo, tengo que admitir que Tenya sabe lo que hace, y diez segundos más tarde estaba levantando el freno de mano mientras veíamos una caravana de camiones de noticieros y camáras.
- Hola, hola, antiguos amigos –dijo Tenya arrastrando las palabras-. ¿Hace cuánto que no nos veíamos?
- Dos años –respondí, mirando con furia por la ventana. Luego de que Katsuki no apareciera en la escuela ese martes diez años atrás, las cámaras se convirtieron en un calvario ruidoso por algunos meses. Al principio, todos pensábamos que era algo positivo. ¡Estaban generando interés en el caso! Seguro alguien vería a Katsuki y llamaría a la policía y él volvería a casa justo para el cumpleaños número ocho de Tenya.
Ochako, Tenya y yo solíamos mostrar fotos de Katsuki y tratábamos de que los noticieros las filmaran, pero básicamente ellos se situaban frente a la casa de Katsuki y decían cosas como: Esta desaparición trágica dejó a una comunidad traumada... (pausa dramática) por completo.
Lo irónico es que, si bien la desaparición de Katsuki fue un acontecimiento muy importante en nuestra comunidad, no generó mucho interés fuera de la ciudad. Era solo un niño secuestrado por un padre que no era abusivo y que no tenía ciudadanía en un país extranjero.
Era terrible, es cierto, pero en materia de investigaciones criminales, encontrar a Katsuki no era prioridad en la lista de la mayoría de las personas. En ese momento, aprendí lo que es la verdadera frustración, ese dolor desgarrador que provoca saber que lo que más te importa solo es una onda pequeña en la vida de otras personas.
Una tarde, luego de que los titulares locales ya no se ocuparan tanto de la historia, los periodistas decidieron hablar conmigo. Mis padres estaban dentro y no sabían que me había escapado a escondidas para ver si Katsuki estaba en su patio trasero, y las cámaras se me vinieron encima. Incluso ahora, cuando pienso en eso, me dan ganas de vomitar.
¿Qué se siente saber que tu amigo Katsuki tal vez no regrese nunca? ¿Qué nos puedes decir de Katsuki, cariño? ¿Piensas que él quería estar más con su papá que con su mamá? ¿Katsuki te dijo algo? ¿Sabías que su padre se lo iba a llevar?
No sé en qué momento empecé a llorar, pero cuando mi papá salió corriendo de la casa yo estaba con un ataque de nervios muy avanzado. Me sujetó y mandó a todos los periodistas al diablo (esa parte definitivamente no salió en las noticias de las siete), y me llevo adentro. Tiempo después, nos enseñó a Ochako, a Tenya y a mi algunas cancines de los Beatles y nos dijo que cuando viéramos a las personas con cámaras nos pusiéramos a cantar esas canciones.
En ese momento, solo me parecía divertido cantar en voz alta, pero después me di cuenta de la genialidad que se le había ocurrido a mi papá.
Para transmitir las letras de los Beatles hace falta comprar los derechos de las canciones, que cuestan unos mil millones de dólares. Así que cuando aparecíamos cantando sobre submarinos amarillos o sobre Lucy en el cielo con diamantes, ellos no podían usar esas grabaciones.
Hicimos eso desde ese entonces. Funcionó de maravillas.
- ¿Qué canción? –preguntó Tenya quitándose el cinturón como si no hubiera estado conduciendo la camioneta como un cohete-. Voto por Hello, Goodbye. Es la canción apropiada.
No nos opusimos, así que salimos de la camioneta y subimos por la entrada con rapidez mientras los periodistas se abalanzaban sobre nosotros. Reconocí a algunos de ellos (los que no habían conseguido trabajos mejores en San Francisco, Houston o Akita) y nos estaban observando a los tres, y se lamentaban por que conocían nuestra rutina absurda de cantar en voz alta.
- ¡You say goodbye and I say hello! –cantamos. Lo que nos faltaba de talent lo compensábamos con entusiasmo y una alegría malvada.
Ni siquiera habíamos terminado el primer coro cuando llegamos a la puerta de entrada de mi casa, donde nos esperaba mi mamá.
- ¡Ay, querida! –gritó mientras se aferraba a mí, y después abrazó a Tenya y a Ochako como una ocurrencia tardía-. ¡Lo encontraron! ¡Está vivo!
No había visto llorar a mis padres en años. Cuando Katsuki despareció, hubo conversaciones susurradas y momentos silenciosos estresantes, pero nunca llanto. Creo que pensaron que tenía que ser valientes por mí y fuertes por la madre de Katsuki. Pero ahora tenía a mi madre llorando sobre mi hombro y la abracé fuerte, sin saber bien qué decir.
Tenya era mejor que yo para estas situaciones.
- No se preocupe, señora Midoriya –dijo-. Katsuki está en Akita. Si lo puede lograr allí, lo puede lograr en cualquier lado.
Mi mamá rio entre lágrimas y nos soltó a los tres.
- Tenya –lo regañó-, este no es el momento para hacer chistes –pero todavía estaba riendo y Tenya me guiñó un ojo.
- Mami, ¿es verdad? ¿Es cierto esta vez?
Ella asintió y usó un pañuelo arrugado para secarse los ojos.
- Su madre nos llamó hace una hora. Ya está yendo al aeropuerto para viajar a Akita. Dijo...-se detuvo para contener un sollozo-. Dijo que mide uno setenta y dos* y que tiene el cabello un poco más oscuro*.
Yo solo asentí con la cabeza, porque sabía a qué se refería. Cuando Katsuki desapareció, apenas me llegaba hasta el hombro y tenía el pelo con destellos rubios después de haber pasado veranos fuera, en nuestros patios traseros.
- ¿Y qué sucedió con el padre? ¿Está...?
- No lo saben –respondió-. Aparentemente, no estaba en la casa y no volvió desde ese entonces. Lo están buscando. Estoy segura de que lo encontrarán.
Yo no estaba tan segura. Mi mamá había estado diciendo eso de Katsuki durante diez años: Estoy segura de que lo encontrarán.
- Papá está volviendo del trabajo, Izuku. –se secó los ojos de nuevo- ¿Tienen hambre?
- Sí –intervinieron Tenya y Ochako al unísono. Mi mamá tiene un servicio de catering, así que siempre hay comida dando vueltas en mi casa. Les encanta aprovecharse descaramente.
- Vengan, vengan –dijo, llevándonos a la cocina-. Hay sobras de crêpes.
Ochako movió la boca sin emitir sonido y dijo sonriendo: ''¡Crêpes!''.
Fui dando tropezones detrás de ellos mientras me sacudía la arena de los tobillos a espaldas de mi mamá.
Ella había remodelado el ambiente varios años atrás y había quedado como una cocina del programa de Martha Stewart combinada con una sala de operaciones. Hay utensilios brillantes que nos confunden a mi papá y a mí por completo, pero de alguna manera también es cálida y acogedora. Me gusta estar allí, en tanto no toque nada y no termine manchada con puré por accidente.
- ¿Piensas que el padre de Katsuki lo seguirá hasta aquí? –me hundí en una silla al lado de Tenya, que lucía tan preocupado como yo-. Digo, Katsuki estuvo con él todo este tiempo. Separarse ahora debe ser difícil.
- ¿Su padre? –preguntó Ochako-. ¿Te sientes mal por él? ¿De verdad?
- No, me siento mal por Katsuki –le contesté. Pero me sentía un poco mal por todos y no sabía por qué.
- ¿Tiene Nutella este crêpe? –preguntó Tenya.
- Toma, el mío es de Nutella. Cámbialo conmigo –intercambié los platos sin dejar que Tenya me respondiera. Ochako murmuró algo por debajo, que sonó como ''complaciente'', pero me puso cara de inocente cuando le clavé la mirada.
- ¿Sabe que su madre se volvió a casar? –pregunté-. ¿O acerca de las mellizas?
- Uy, eso sí será un shock –dijo Ochako mordiendo el crêpe.
- Seguramente su madre le contará todo acerca de Rick, Molly y Nora –nos aseguró mi mamá-. Ese no es el tipo de noticias que se puedan esconder.
- ¿Piensas que nos recuerda siquiera? –preguntó Tenya- Pasaron diez años.
- No digas eso –grité, antes de poder controlarme. El tenedor de Tenya se congeló en el aire mientras me miraba fijo. Mi mamá también me estaba observando desde la cocina. Vi esa mirada durante muchos años, era la mirada que parecía decir ''Ay, Dios mío, ¿nuestra hija está dañada de forma permanente?''. No tenía ganas de volver a verla.
>>Por supuesto que nos recuerda –dije-. ¿Por qué no lo haría? Nosotros lo recordamos a él. ¿Cómo podría olvidarnos?
Tanto Ochako como Tenya permanecieron observándome, pero yo desvié la vista hacia otro lado para calmarme. Durante años me había imaginado la vuelta de Katsuki, cómo sería, pero nunca incluía crêpes o a Katsuki olvidándonos. Crucé los dedos y golpeé la mano suavemente contra la mesa de madera de la cocina. Era la forma secreta que teníamos con Katsuki para terminar con la mala suerte. La habíamos inventado dos semanas antes de su desaparición, y no iba a dejar de practicarla ahora.
- Estoy segura de que los recuerda –dijo mamá, con esa reconfortante que me daba ganas de gritar-. Katsuki está volviendo a casa y está a salvo. Es lo único que importa en este momento.
Mire a Ochako. Me devolvió la mirada con los ojos bizcos.
Mamá dejó de hablar de repente.
- Ey, ¿por qué tienes el cabello mojado? –preguntó.
Los tres nos quedamos inmóviles, Ochako casi se atraganta con el crêpe.
- La desafiamos a ir a las pruebas de natación –contestó Tenya sin vacilar.
- Por eso no recibí tus mensajes –añadí golpeando el tobillo de Tenya bajo la mesa en señal de agradecimiento. Me devolvió una patada que sería su propia versión de un ''Por nada''.
Mi mamá solo rio.
- Están locos –dijo, y se dio vuelta para traer más comida-. Saben que Izuku no puede nadar muy bien.
Los tres nos miramos, después Uraraka se inclinó y me sacudió la arena del codo, borrando mi secreto.
************************************
*Dijo que mide uno setenta y dos y que tiene el cabello un poco más oscuro.: En la historia original dice ''Dijo que mide uno ochenta y tiene el cabello más oscuro''. Eso fue modificado para hacer más prolijo el trabajo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro