Capítulo 03
|Me perteneces|
Tragó saliva y permaneció helado.
Y sus labios parecieron temblar por un segundo en cuanto sus ojos aún choqueados detectaron movimiento.
— ¿Qué es lo que se supone que haces?
_________________________________________________
Unas enormes y brillosas esmeraldas somnolientas, como también friolentas de pronto se cruzaron en su campo visual.
— ¿A-ah?
Aquel androide estaba ahora sentado frente a él, con el enorme cuchillo carnicero enterrado en su abdomen.
Y espero pacientemente una respuesta, pero aquel rubio solo le observaba con sus ojos escarlatas más que abiertos y con leves temblores nacer de sus labios.
Al no obtener respuesta, aquel chico de pestañas verdosas bajó su mirada esmeralda hacia su abdomen, y con su mano derecha tocó el mango del arma, para sacarla de manera rápida y limpia, sin titubear.
La sangre corrió de manera desenfrenada por su piel, cubriendo parte de sus piernas y entrepierna.
Y Katsuki, quien había retrocedido su rostro hacia atrás con terror, sólo reaccionó a correr hacia su habitación.
Aquel androide giró su rostro pecoso ido con el propósito de seguirle con la mirada.
{...}
—Vendas, vendas. —murmuraba el rubio ceniza rebuscando en sus cajones de manera desesperada.
El androide llegó a su lado, dejando un charco de sangre a través de los pasillos.
—Vendas, vendas. —repitió a su lado curioso.
Bakugou abrió aún más sus escarlatas junto con un sobresalto.
— ¡AHH! —exclamó percatandose de su presencia. Entonces le miró nervioso. — ¡¿Q-qué demonios haces aquí?! ¡¡Regresa a tu maldito lugar!! —exclamó señalandole la puerta.
El peliverde le miró neutral y pestañeó dos veces seguidas. — ¿Por qué? —inquirió.
Bakugou pareció irritarse. — ¡¡Mierda, porque sí!! —exclamó cogiendo rápidamente lo primero que vió para entonces avanzar hacia la sala de estar.
Pero Izkumi se quedó allí, observando los cajones de Bakugou y alzando un calcetín con curiosidad.
Era blanco y se podían observar los pequeños tejidos del hilo entrelazarse unos con otros de manera infinita y constante, para luego terminar con aquel elástico firme y a la vez cómodo.
Su sangre corría sin descanso y las manchas en el suelo cada vez eran más notorias.
Ya casi formaba un charco sangriento a los pies de la cama de Bakugou como si nada.
Y los pasos veloces de Bakugou se escucharon nuevamente por los pasillos, e Izkumi observó hacia la puerta neutral, esperando su llegada.
— ¡¡Te dije que regresaras, joder!! —gruñó tomándolo de la muñeca para jalarlo a la fuerza.
E Izkumi con la velocidad del agarre dejó caer aquel calcetín.
Y alzó su mano curiosa hacia él, alejándose de manera inevitable y observando cómo éste caía y se teñía de rojo en aquel charco de sangre.
Bakugou lo dejó frente a él y cortó rápidamente el trozo de tela blanca que había encontrado, dejándola bastante larga.
Y el Izkumi pareció querer moverse, dando un paso hacia su lado izquierdo. Pero Bakugou lo frenó al instante. —No te muevas, bastardo. —gruñó forzandole a que se quedara quieto frente a él.
El pecoso asintió al instante y dejó su cuerpo completamente desnudo frente a él, sin mover un músculo.
Bakugou le miró con su entrecejo fruncido. —Escucha, no sé qué demonios eres, —gruñó cogiendo el pedazo de tela y aproximándose hacia el pecoso, pasando sus manos tras su espalda baja. —pero yo pensaba que eras un jodido androide. —añadió pasando la venda improvisada alrededor de su abdomen y espalda baja de manera rápida.
Izkumi le miró un segundo con aquellas esmeraldas brillantes. —Lo soy. —respondió con neutralidad, observando cómo aquel rubio ceniza le vendaba. —Soy un Izkumi.
Bakugou frunció el ceño y rascó su nuca con frustración.
— ¿Cómo demonios serias un Izkumi? —inquirió confundido. —Acabas de sangrar.
El pecoso le observó neutral. — ¿Y qué?
Bakugou le miró con nula paciencia. — ¡¡LOS AUTÓMATAS NO SANGRAN, IMBÉCIL!! —exclamó.
Izkumi le miró y parpadeó un par de veces ante ello.
—Mi tecnología es así, es única e irrepetible. Como el ADN. —respondió sintiendo como el rubio acababa de hacer un nudo firme y seguro en su nueva venda.
Bakugou tragó saliva y le miró con confusión.
— ¿Dices que tu tecnología es la imitación exacta a la de un humano? ¿Incluso con genética? —Sus escarlatas se observaban abrumadas ante ello.
—Efectivamente, eso es correcto. —respondió al instante. —Mi tecnología imposibilita a que sea imitada, solo pueden extraer información manteniéndome vivo. —añadió neutral. —Muerto solo seré un recipiente de carne y hueso como cualquier otro.
Entonces el pecoso parpadeó.
—Oh, creo que no debí decir eso. —murmuró pensativo, posicionando su mano sobre su mentón.
Entonces, alzó su mirada jade y observó aquellas granates que se veían bastante confundidas frente a él. —Bueno, en cualquier caso, si gustas examinarme eres libre de hacerlo. —respondió. —Si quieres observar mis entrañas, músculos y huesos lo puedes hacer, yo no puedo negarme a mi dueño. —agregó sonriente. Luego, extendió levemente sus brazos. —Eres libre de hacer lo que gustes conmigo, amo. —concluyó sonriendole dulcemente.
Bakugou perplejo le miró. — ¿Qué dices? Yo no soy tu amo. —respondió al instante. Y tocó su propia cabellera con desorden. — ¿Y qué demonios significa eso? Suena realmente perturbador.
Izkumi le miró fríamente.
— ¿No eres mi amo? —inquirió.
Katsuki le observó neutral. —Te encontré en el vertedero, alguien te deshecho ahí, supongo. —respondió cruzándose de brazos.
Izkumi pareció sorprendido por un segundo, y bajó su mirada al suelo. —Oh…
Luego alzó su mirada y miró hacia un punto indeterminado con una seguridad inquebrantable. —Entonces no cumplí con mi deber, tendré que autodestruirme. —dijo para entonces, coger el cuchillo cubierto de su propia sangre.
— ¡¿QUÉ!? —exclamó Bakugou arrebatándole el cuchillo al instante. — ¿¡REALMENTE ERES UN ANDROIDE O TE ESCAPASTE DEL PSIQUIÁTRICO!?
Izkumi le miró confundido. — ¿Qué se supone que haces? —preguntó. — ¿Por qué interfieres con mi deber?
Bakugou le miró confundido y furioso a la vez. — ¡¿Tu trabajo es matarte?! —soltó éste perdiendo la paciencia. — ¡¿Qué tipo de androide tan patético eres para hacerlo?!
Izkumi le miró y sonrió. —Soy un Izkumi, el androide del futuro, es un placer. —soltó extendiendo su mano.
Y Bakugou azotó la nuca en contra la pared. —Ya lo sé, imbécil.
— ¿Entonces por qué lo preguntas?
Bakugou clavó su mirada carmín en él con un tic bajo su ojo izquierdo.
— ¡Tú! —gruñó con molestia.
—Yo. —respondió Izkumi al instante.
Entonces Bakugou lanzó un suspiro. —Olvídalo.
Era perdido, era un androide que lógicamente no entendía todas las mierdas.
Izkumi asintió en su lugar. —Bien, lo olvidaré. —respondió de manera obediente frente a él.
—Ahhhh… —soltó éste perdiendo la paciencia.
Entonces observó de reojo cómo tomaba las mismas tijeras que habia utilizado para cortar la tela, para ahora apuntarla en contra su pecho descubierto.
— ¡¡POR UN DEMONIO, ¿QUIERES QUEDARTE TRANQUILO?!! —exclamó el rubio ceniza quitándole las tijeras con rapidez. — ¿¡QUIERES HACERLO POR UN JODIDO SEGUNDO!?
E Izkumi le observó neutral, aún con sus manos en la misma posición de cómo tenía la tijera. — ¿Por qué interfieres? Debo autodestruirme.
Bakugou frunció el ceño. — ¿¡Por qué!?
—Esas son las instrucciones. Si no tengo dueño, mi servicio acabó, por lo tanto debo eliminar mi existencia. —respondió con sus jades centradas y a la vez vacías.
Entonces Bakugou meditó por unos instantes, en medio de la frustración y sorpresa que sentía en aquellos momentos.
Su lado humano le impedía permitir que ese androide idiota literalmente se matara frente a sus ojos.
Y por otro lado, se veía que sabía bastante.
Además, tal como el androide pecoso le había mencionado, la única manera de entender aquel extraño sistema que poseía, era manteniéndolo vivo.
—Ya sé. —dijo Bakugou tocando su hombro desnudo con firmeza y sonriéndole de una manera aterradora. — ¿Qué tal si yo soy tu dueño?
Izkumi le miró dudoso, entonces desvío sus jades hacia un lado, intentando comprender. — ¿Es eso una pregunta? —inquirió. — ¿Debo decidir qué decisión tomar?
Bakugou asintió.
—No puedo tomar una decisión. —respondió alzando sus esmeraldas vacías. —Ellos… Son los que deciden por mí.
Bakugou le miró confundido.
— ¿Ellos?
E Izkumi le miró neutral. —Quienes me crearon. —respondió con seguridad. —No tengo la capacidad de decidir, solo de aceptar.
Bakugou ni siquiera sabía qué pensar ante ello.
Solo sintió como su corazón golpeó con furia en contra su pecho, queriendo salir.
Sentía la ira acumularse en sus puños y el calor invadir su rostro.
¿Por qué estaba tan enfadado?
Él era un androide… ¿verdad?
Pero entonces, ¿por qué demonios le enfurecia saber aquello?
El simple hecho de su apariencia tan humana le hervía la sangre, él simplemente parecía un niño carente de emociones y del derecho de decidir sobre su propia vida.
Él era un androide… ¿verdad?
Y si era así, ¿entonces porqué a veces sus esmeraldas brillaban por un par de segundos?
Ese chico era como una ola desenfrenada de información abrumadora.
Frunció el ceño y le miró con sus escarlatas brillantes, fieras y decididas.
—Está decidido, desde hoy me perteneces. —respondió con seguridad. —Pero te lo advierto, no será nada fácil para ti tenerme como amo.
Izkumi asintió y le sonrió dulcemente.
Entonces le hizo una reverencia y alzó sus jades vacías frente a él. —Será un placer servirte, amo. Por favor, seamos amigos y llevémonos bien. —dijo con su voz suave y con su cabeza baja, aceptando su nuevo destino sin titubeos.
Porque el androide Izkumi había sido creado solo y exclusivamente para eso.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro