hater del sol
capitulo nueve
hater del sol (apáguenlo)
meg mccaffrey | demeter ! gryffindor ! campista !
A Cara siempre le sorprendía como de diferente era la vida dentro del Campamento Mestizo. Solo estuvo un fin de semana y, aun así, pasó de todo.
El resto del sábado, después de la comida en la que todo el campamento recibió a Oliver Castellan, fue algo confuso. Cara estaba más pendiente de ver que nadie se metía con el niño que en sus clases de combate. Ni siquiera sabía por qué necesitaba las clases.
La cosa acabó mal cuando Nico— su profesor, supuestamente profesional— enfadado de que no estuviera haciendo caso a sus instrucciones, le tiró su espada como si se tratara de una lanza. Con tan mala puntería que, no le rebanó el brazo, pero sí le raspó parte del hombro.
— ¡Estás loco!— le gritó entonces Cara haciendo presión en la herida—¡¿Quién mierdas te ha dejado ser profesor?!
—¡No me estabas haciendo caso!
—¿Cuando un niño no te haga caso le tirarás tu espada?— furiosa la hija de Eros volvió a preguntar
— Bueno, ¡los niños sí me hacen caso!
Cara prefirió seguir peleando con Nico que hacer caso a su herida, por lo que aquella tarde acabó con la semidiosa con falta de sangre, Nico castigado a fregar los platos y un Will muy enfadado.
— No lo puedo creer...— murmuraba el rubio, caminando de un lado a otro por toda la enfermería mientras terminaba de curar a Cara—... ¡Ni cinco horas habéis tardado en terminar así!
— Cariño...
— Nada de «cariño», Nico Di Angelo— Cara le sacó la lengua con burla al hijo de Hades, que sentado en una silla miraba con ojos tristes a su furioso novio—. Y no te burles, Cara Rowland, o te tiraré algo peor que una espada.
Cara jadeó ofendida.
—¿Qué clase de doctor eres?— se levantó de la camilla lentamente, ignorando el mareo.
—¿Qué haces? Has perdido medio litro de sangre, tienes que pasar la noche aquí.
— Ah, no. No, no, no— negó, intentando soltarse de las manos de Will que la empujaban de nuevo a la camilla—. Sabes que tanto amarillo me molesta
La enfermería siempre había sido el peor lugar del campamento, para Cara. Siempre con tantas cabezas rubias y personalidades irritantes en un mismo sitio, entre unas paredes de oro brillantes y cuadros de Apolo y sus grandes logros en la medicina: como la Peste Negra. Cara odiada estar ahí dentro y aunque habían sido muy pocas las veces que se había visto obligada a quedarse, siempre lo pasaba mal. Era la incomodidad de sentir la presencia del dios que odiaba, y ver a sus mini copias cuidar su salud como si de verdad les importara y no quisieran darle veneno en lugar de ambrosía.
Ahora, el rechazo había desaparecido, pero no la incomodidad de saber que, de alguna forma, estaba en uno de los dominios de Apolo. Era como sentir que el mismo dios estaba ahí delante, observándola y riéndose de ella.
— No es amarillo, es oro
— Soy alérgica igualmente, estar aquí me va a matar antes que la falta de sangre
— No se puede ser alérgica a un color— Will cansado suspiró
— Soy alérgica a vosotros— insistió—. El legado de Apolo me causa dolor de cabeza, mareos, angustia, y ganas de vomitar... Eso son síntomas de alergia, seguro
— Bien que te comiste al creador de ese legado— puntualizó Nico desde la silla, medio tirado.
—¡Basta!— Cara señaló al chico, y después miró a Will—. Dile que se vaya, ahora es él quien me está causando fatiga.
— Lo que tienes es una tontería que te la voy a quitar de un golpe— le respondió Will, volviéndola a colocar en la camilla—. Y Nico tiene razón, tan mal que te pone cualquier cosa que tenga que ver con Apolo pero después...
—¡No termines! Ni siquiera lo besé a él, técnicamente
— Besaste a un chico feo y débil, no se que es peor
— Lester no era taaan feo— intentó defenderse Cara, pero sus amigos la ignoraron riéndose de la situación—. Igualmente, ¿qué me importa la opinión de dos gays?
— Eres medio gay también
— Medio, esa es la cuestión— muy digna, se cruzó de brazos cerrando los ojos—. Ahora iros y dejadme dormir, si sigo viendo la horrible decoración a lo mejor pido la eutanasia.
— Ten claro que en el Inframundo no eres recibida— bromeó Nico, levantándose y yendo a la puerta
— Tonterías, tu padre me ama.
Will terminó de colocar el suero inyectado a su brazo cuando la miró riendo.
—¿Estás hablando de su padre o del mio?
—¡En vez de hacer sentir bien a tus pacientes, te burlas! Pésima calidad...
El domingo fue más tranquilo, al menos. Ya de por si se había levantado tarde— cosa que necesitaba teniendo en cuenta la falta de sueño que llevaba encima y la falta de sangre de la herida— y aunque sabía que Will y esos líquidos raros que le había dado tenían algo que ver en que no se hubiera despertado en toda la noche para ir al baño o por las pesadillas, agradeció levantarse, por una ve, con el sol ya brillando.
Pudo salir de la horrible y brillante enfermería en el desayuno, y Quiron decidió que no era la mejor idea meterla en clases de entrenamiento, por lo que se quedó el resto del día paseando por el Campamento, viendo a los demás campistas entrenar y huyendo de Oliver.
No la culpéis, Cara sinceramente no tenía las fuerzas para tratar con el niño. Sí, le había preocupado como el Campamento lo iba a tratar, pero eso era simplemente una respuesta a su enorme empatía. Otra cosa muy diferente era mantener cualquier amistad con aquel niño de ocho años como si no tuviera la misma cara que Luke.
Simplemente no podía hacerlo.
Pero Oliver parecía haberle cogido un extraño cariño, y Cara, aunque podía llegar a entender que quisiera estar con ella ahora, no podía devolvérselo. No cuando parecía que su ansiedad y pesadillas se habían desequilibrado solo por su llegada.
— Estas siendo ridícula— Meg se sentó a su lado en las gradas del campo de tiro con arco—. Estas huyendo de un niño de ocho años, Cara.
— Tú no me hables, estoy enfadada contigo
Era volver al Campamento Mestizo y sentir que su niñez e inmadurez volvía a ella. Pero bien digna se cruzó de brazos y no miró en ningún momento la mirada desconcertada de la adolescente.
—¿Y eso por qué?— Meg sonaba sorprendida—. ¿Qué he hecho?
— Tú sabras.
— Oye, ahora me estás poniendo de los nervios... tú nunca te enfadas conmigo
A Cara le costó no ablandarse cuando la voz de Meg comenzó a sonar triste. Siguió con la mirada en el entrenamiento, donde Oliver se encontraba escuchando las indicaciones de una hija de Apolo.
— ¿Es por lo de Tessa?— Meg sonó tímida y nerviosa—. Te juro que no quería ocultártelo, Cara... Ni siquiera sabía que me gustaba hasta hace poco y...
—¿¡Qué?!— Cara saltó de la grada, mirando enseguida a las mejillas sonrojadas de la hija de Démeter—. ¿Te gusta alguien? ¡Es una chica, lo sabía! ¿Quién es Tessa? ¿Cómo la conoces? ¿Le has dicho ya que te gusta? ¿¡Por qué no me lo habías dicho?!
Meg la miró consternada.
— ¿No es porque te oculté esto que estás enfadada conmigo?— la niña se olvidó por completo del tema y frunció el ceño—. ¿Y por qué estás enfadada, entonces?
Cara la agarró por los hombros, tambaleándola de un lado a otro. Todo el enfado y el tema de Apolo quedó a segundo plano, y ahora no podía evitar ocultar la enorme sonrisa de la emoción.
— Eso no es importante ahora, ¡no me lo dijiste! Se supone que si te gusta alguien, soy la primera en saberlo.
— Pensaba que ya lo sabías... eres hija de Eros y eso.
—¡Lo hubiera sabido si estuviera aquí! ¿Cómo ocurrió? ¿Cómo te diste cuenta? ¡Ni siquiera se quien es Tessa!
Meg sacudió la cabeza, con las mejillas rojas de la vergüenza.
— Es solo una hija de Ares...
—¿Ares?— Cara abrió los ojos sorprendida—. Eso no me lo esperaba...
— No es como los demás. En realidad, suele ser muy tranquila, prefiere las batallas en videojuegos.
Cara rió levemente, con todo el enfado desaparecido al ver los ojos brillantes de Meg. El tiempo pasaba tan rápido que a veces le costaba comprender que la niña no tenía aun doce años.
— Eso me cuadra más, así la violenta de la relación eres tú.
—¡No hables de relación!— Meg la empujó con vergüenza—. Ni siquiera somos amigas, no consigo nunca acercarme a ella.
—¡Oh, qué monada!
Meg soltó algún quejido inentendible cuando las manos de Cara apretujaron sus mejillas con fuerza. La consiguió apartar de un empujón y comenzó a amasarse la zona roja mirándola mal.
— No te lo he dicho para que te burles, me podrías ayudar... una flechita o algo.
— Me encantaría poder lanzarle una fecha de odio— bromeó Cara, esquivando el previsible golpe que le lanzó la joven—. Pero sabes que no tengo ese poder, si le tiras la cena a mi padre puede que te haga caso.
— O me maldiga
— También eso, nunca se sabe— se encogió de hombros, pasando un brazo por los hombros de Meg—. Aunque te voy a dar un consejo, ya sabes, soy la mejor con estos temas.
— Nunca has tenido pareja— apuntó la niña, con desconfianza
— Porque no he querido, no porque no pueda— respondió muy digna, esquivando la mirada de Meg—. El punto es... tienes que tener confianza y hablar con ella.
Meg la miró con sus ojos oscuros detrás de las gafas, muy seria.
—¿Y ya?
— A mi me funciona— Cara asintió—. Te acercas, la sonríes, sueltas una broma y ya está.
Cuando la hija de Eros pensó que Meg iba a saltar encima de ella a abrazarla, muy agradecida con su consejo, la adolescente la apartó con fuerza.
— Eres la peor en esto... ¡a ti se te acercan porque ser guapa es literalmente tu poder!
—¡Eh! Soy guapa por naturaleza no por poder
Meg se levantó sin hacerla mucho caso, se cruzó de brazos delante de ella y la miró furiosa.
— ¿Me puedes decir ahora qué he hecho para que te enfades conmigo?
A Cara se le fue toda la diversión, giró la vista hacia un lateral esquivando la intensidad de los ojos de Meg, y suspiró, apoyándose en la grada de arriba.
— ¿Por qué nunca me dijiste que Apolo volvió?
No recibió respuesta directa, entonces Cara miró a la menor, que tenía la boca abierta como si se hubiera preparado para gritar e insultarla y de repente se hubiera quedado en blanco.
—¿Q-qué...?
— Quiron me lo dijo. Por eso de un día para otro comenzaste a evitar el tema... Pero me hubiera gustado saberlo, solo paro no quedarme preocupada por ti.
— Cara... yo...— Meg volvió a tomar asiento, sin mirarla a los ojos—. Lo siento. Apareció al cabo de casi un año, pero me dijo que no te lo dijera.
— Ya.
Cara no la miró tampoco, no quería mostrarle a la niña el daño que sus palabras le habían hecho.
Siempre había pensado que en la misión creó un gran vínculo con Meg. Al principio chocaron por sus personalidades, pero cuando encontraron un enemigo común (Apolo) supieron coordinar sus fuertes caracteres. Después, salió a la luz la verdad sobre el Nerón y ella se fue tras él, su padrastro. Cara quiso enfadarse con la niña por traicionarlos pero, en cambio, no pudo evitar empatizar con ella, y querer salvarla de Nerón. Cuando volvió y pidió disculpas, Cara la tomó bajo su brazo y se prometió cuidarla siempre.
Y ella había elegido a Apolo.
No era tampoco inconsciente de la relación que formaron Apolo y Meg. Ambos tuvieron siempre una dinámica graciosa y casi de hermandad— incluso Apolo le confesó que muchas veces veía a su melliza Artemisa en la niña—. Pero cuando volvió a su inmortalidad y desapareció, su lado vengativo siempre se quedó con el hecho de que Meg la preferiría a ella. Al final, fue Cara la que estuvo para la niña en todos sus momentos difíciles, su adaptación al Campamento Mestizo y su problema de abandono. Qué semidiós no tenía problemas de abandono, para empezar.
— No es que no quisiera decírtelo— insistió la niña—. Era una cosa suya, siempre me dijo que algún día te lo contaría todo...
— Vale
Se levantó con prisas, sabiendo que si intentaba decir algo más su labio comenzaría a temblar por las ganas de llorar. Odiaba mostrase débil en general, pero más frente a la gente que quería.
Meg la agarró del brazo, sin dejarla alejarse.
— Cara...
— Tengo que ir a agarrar mis cosas, quiero llegar esta noche a Chicago— pero la mano de Meg no la soltó, así que suspirando, se giró a mirarla—. Solo... volveré en navidades, hablaremos mejor las cosas.
— ¡Falta mucho para Navidad!
— No puedo hablar esto ahora, Meg— la niña notó los ojos de Cara, el rojo brillante parecía opaco. Dejó de insistir y asintió, mordiéndose el labio inferior con rabia.
— Vale. ¡Pero lo hablaremos!
Cara no dijo mucho más y se alejó corriendo del campo, sin pararse mucho a hablar con los campistas que parecían ir de un lado a otro, de actividad en actividad. Ni siquiera sabía por qué se esforzaban tanto, ¡era domingo!. Ni siquiera se paró a despedirse de la estatua de Eros con una patada, agarró su mochila y salió de la Cabaña 21, cerrándola con fuerza.
Entró en debate si se acercaba a despedirse de sus amigos antes de volver a desaparecer. No tenía muchas ganas de ver a Nico o Will, sobre todo después de la conversación con Meg, pero sabía que si se iba sin despedirse, el monstruo de Will la perseguiría hasta Chicago y ahí la mataría, con algún plan malvado que hiciera parecer que solo había cometido una negligencia médica.
Para su sorpresa, se encontró a la pareja en el pino de Thalia— seguía llamándolo así pero Thalia ya se encontraba muy viva corriendo de un lado a otro tras Artemisa—, en el borde de la protección del Campamento. Solo que no se encontraban solos, Nico miraba incómodo el abrazo familiar en el que Will estaba.
No me jodas.
— ¡Carita!— Apolo se separó de su hijo en cuanto la vio, alzando el brazo y saludándola efusivamente.
Cara llegó al lado de Nico, que la miró con una mueca divertida ante la furia de su mirada.
—¿Qué haces aquí?
— Vuelves a Chicago, ¿no?— señaló a su descapotable, tras él—. Pensé que querrías llegar antes.
— Ni de coña.
Y como si no existiera, abrazó a Nico y Will despidiéndose, prometiendo que aparecería en diciembre para pasar la Navidad ahí, además, el Campamento nevado era la época favorita de Cara.
— Cuídate— Will se separó de ella, riendo levemente ante la mirada perdida de su padre—. ¿No quieres que te lleve? Llegarías en dos horas.
— Lo que menos quiero ahora es verle— ante la mirada interrogante del rubio, Cara suspiró—. He peleado con Meg, nada que no vayamos a arreglar.
— ¿Por lo de estos últimos años?— ambos dieron las gracias a que Apolo ahora se encontraba molestando a Nico y suplicando que lo ayudara con Cara. El hijo de Hades daba pelea a su suegro, y le enviaba miradas mortíferas al dios—. Puede que este sea tu momento... hablar con él.
— No quiero hablar con él.
— Pero quieres saber por qué ha estado viendo a Meg y no a ti— Cara giró la cabeza, sin querer aceptar que Will estaba en lo correcto.
— Me da igual saberlo.
— Mentirosa.
No dejó que Will se burlara más, se acercó a los otros dos cuando Nico ya estaba a punto de convocar a algunos esqueletos, y le lanzó su mochila al dios. Con grandes reflejos, Apolo abrazó su mochila y la sonrió.
—¿Esto quiere decir que estás preparada para un gran viaje a Chicago?
— Esto quiere decir que te calles— se subió enfurruñada al copiloto, ignorando las risitas se sus amigos
—¡Buen viaje!— saludó Nico cuando Apolo encendió el coche.
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