
Capítulo 7: Inhumanidad.
Escalofríos recorrieron la espalda, su respiración era más pesada, le costaba mantenerse en pie. Procesar la información no era fácil, y eso que intentó concienciarse antes de llegar.
De por si el ambiente en su trabajo era incómodo, como si le agarraran su columna vertebral para arrancársela. Sabía que él y Brecha eran los únicos que tenían esa sensación, ¿pero los demás? Actuaban como si su alrededor no les importara.
—Oye Coltán —habló Rutilo en un murmullo. Le miró de reojo, manteniendo su fachada de valentía—. Te recomiendo ser honesto y no cabrearle, sabes cómo es Sulfuro... y más en una situación.
Afirmó en silencio, mirando hacia las puertas de la séptima planta, donde iba a tener una reunión urgente con todos los líderes de los departamentos con Sulfuro. Tragó saliva, cerró sus ojos y avanzó a paso firme hasta llegar a la sala de reuniones.
—Por fin llegáis, ya me estaba preocupando —habló el jefe principal, Sulfuro.
Su mirada parecía volverse más oscura, y tenía sentido si todo el edificio en sí estaba bajo el mínimo consumo de electricidad de los generadores. Respiró hondo, sintiendo la tensión en sus brazos mientras se sentaba. Se fijó en los demás, y le sorprendió ver que no solo estaban los líderes, sino que también Brecha, una de las recientes jóvenes que habían contratado.
«¿Qué hace aquí?», la miró con discreción, encontrando sus ojos azules apuntando el suelo, agarrando los informes que Sulfuro le había pedido. Se notaba que era de las pocas que parecía estar angustiada a diferencia de los demás.
—Bien, Coltán. ¿Estás contento con el resultado? —Sulfuro fue directo, como si lanzara un dardo venenoso y acertara—. Has creado este desastre por confiar en alguien que no debías en vez de nosotros, y no solo eso, sino que al parecer has sido testigo de ese desastre, ¿verdad?
Respiró hondo, afirmando en silencio. La mirada demandante de Sulfuro exigía más respuestas, así que explicó todo lo que había vivido en la ciudad para luego mostrar una mirada más firme.
—Pero no puede ser el Blatulion —aseguró, apretando sus puños—. Me tendría que haber afectado por consecuencia, tendría que haberme vuelto uno de ellos, pero no ocurrió.
—Considéralo un milagro que la propia vida te ha querido dar —susurró Rutilo, desviando la mirada. Coltán le dedicó una irritada, controlando sus palabras.
—Lo preocupante de esto no es que la gema haya causado algo así, sino que estos sean capaces de contaminar, según has explicado —habló Sulfuro con paciencia, centrando el tema en lo que importaba—. Habría que buscar una solución más directa con ellos, analizar la mutación en sus tejidos para encontrar un patrón y revertirlo, porque dudo que buscar el problema que la gema misma tenga será nulo a estas alturas.
—¿De verdad que queréis experimentar con ellos? —preguntó Coltán, controlando el temblor de sus manos.
—Coltán, de verdad que entiendo tu preocupación, pero a estas alturas no hay mucho más que concretar —aclaró Cuprita, mostrando una sonrisa calmada—. Podríamos buscar en la gema que efectos tienen para buscar una solución, pero también nos toca con los corruptos.
—¿Y arriesgarnos? —preguntó Rutilo, alzando la ceja.
—No sería tan arriesgado si están muertos, es solo ir con cautela —respondió de nuevo. Tras eso, miró a Lignito—. Él también está de acuerdo y ha podido encontrar en las cámaras algunos corruptos que han muerto al intentar llegar aquí.
Dirigió la mirada a Lignito, sabía que no hablaría ni siquiera con las señas al estar de acuerdo con Sulfuro en todo lo que dijera. Su amistad era un lazo irrompible, y al ser también guardaespaldas de Sulfuro, tenía claro que estaba solo.
—S-Siento si interrumpo —habló Brecha, con unos temblores claros en sus hombros, sujetando los informes—. ¿P-Pero de verdad se encontrará esa cura? E-Estamos hablando de bestias que han perdido todo... son veneno a estas alturas.
Coltán se quedó en silencio, bajando la mirada. Podía hablar, decir que si había una opción, pero temía la reacción que pudiera haber a cambio. Alzó su rostro, encontrándose con los ojos llorosos de Brecha junto la angustia de los demás.
—Puede haber algo —susurró Coltán, algunos le pudieron escuchar—. La gema... contiene propiedades curativas, pero se tendría que ir con mucha cautela para extraerla, saber que posee y con ello aplicarlo a modo de cura para los corruptos.
—No te separas de la gema por nada en el mundo, ¿eh, Coltán? —preguntó Sulfuro, alzando la ceja y cruzando los brazos—. Esa misma gema es la...
—Sé que es la causante —interrumpió, controlando la tensión de sus hombros—, pero es porque ha sido expuesta a una contaminación que ha sido demasiado para ella. ¿Se entiende? Estamos hablando de una gema que no es de Tugia, sino de otra raza que vivió aquí hace años atrás. —Los miró, sin temor—. Tenemos otras gemas que podríamos utilizar e investigar, buscar un remedio, podría servir para-
—No, Coltán, esto ya está decidido —contestó con severidad Sulfuro—. Tú y Brecha, con otros científicos, trabajaréis juntos con esta solución donde Cuprita os guiará. Os guste o no. No hay otra opción.
Apretó sus dientes, y sin contenerlo más, se puso en pie.
—¿¡Tú sabes lo arriesgado que es eso?! —gritó Coltán. Los dedos de sus manos empezaban a temblar.
—Tú también lo hiciste con esa gema y no saliste con heridas o secuelas, como nos dijiste hace poco —contestó Rutilo con un claro desprecio.
—¡No es lo mismo un mineral que un Tugnin!
—Demasiado corazón tienes al creer que es un Tugnin en vez de un monstruo, Coltán —añadió Sulfuro, mirándole con detenimiento. Esto le causó escalofríos en su espalda.
—E-Es que son Tugnins —intervino Brecha, notándose el temor—. Nosotros queremos la solución para que sean Tugnins y tú estás hablando como si fueran monstruos sin vida.
—Es que lo son, no tienen vida —contestó Sulfuro, sin mostrar ni una pizca de pena—. Podemos experimentar en los que están muertos para poder saber el problema y con ello la solución.
—¿Pero tú...?
—Coltán —interrumpió Cuprita con calma—, entiendo tu preocupación, eres un hombre de sentimientos puros, se nota en esas lágrimas que no puedes contener...
Al oír eso, cerró sus ojos con fuerza, apretando sus dientes y puños. Su mente llegaba a un punto donde todo se volvía oscuro, aunque intentara mantener la paz en su interior, pero no le era posible al revivir de nuevo ese pánico sufrido en la ciudad.
—Coltán, si tienes que ir a descansar, puedes hacerlo. Entiendo que no todos pueden —habló Sulfuro con calma.
Sin decir nada, se fue al baño a paso ligero para mirarse directo al espejo, viendo esos ojos cansados llenos de lágrimas. Saber que no le quedaba otra que aceptar esa propuesta no le tranquilizaba, y lo peor no era eso, sino que todo esto vino por una propuesta que Miver le había insistido.
Agachó la cabeza, negando en silencio al escuchar desde la distancia la voz de su compañera Miver.
—Hubo una temporada que no sabía lo que era la felicidad.
Coltán la miró, dejando de observar la gema por el microscopio gemológico.
—¿Qué dices? —preguntó Coltán, frunciendo el ceño.
—Mis padres murieron y me hicieron conocer la vida dura de la peor forma posible. Fue ahí cuando conocí la crueldad y la inmoralidad de la vida —continuó Miver con una media sonrisa.
—Miver eso es horrible —susurró. Miver alzó sus hombros sin importancia.
—No recuerdo bien cuánto tiempo fue, pero quería rebelarme con algunos que me apoyaron —siguió, mirando de reojo a Coltán—. Al final muchos murieron sin poder hacer mucho al respecto.
—P-Pero... ¿Cómo fue eso? ¿E-En qué calles de Tuin...?
—Dudo que puedas hacer algo ante algo que siempre se va a repetir en distintos sitios, Coltán. Da igual que intentes frenarlo —interrumpió Miver con suavidad, acercándose al microscopio—. Logré sobrevivir porque hay gente que es consciente de cómo funciona la vida e intenta ayudar aun sabiendo que ese mal no puede ser detenido.
—Si puede ser detenido si uno pone de su empeño, si varios lo hacen frente.
Miver sonrió con dulzura.
—Coltán, tienes un corazón muy puro, pero en esta vida el mal y el bien existen. Esto no es solo en las personas que encuentres, sino que en la vida misma —explicó, mirando la gema con atención—. Durante toda esta vida soy consciente que hay personas que por mucho que intentes cambiar, serán malas. Puede que tengan alguna buena fe oculta, pero serán lo que son y mismo al revés con las personas buenas.
» Eso es algo que no puedes olvidar, sino tendrás muchos golpes en tu vida, aun teniendo cuarenta y siete años.
Coltán fue incapaz de pronunciar ni una sola palabra, sorprendido por la filosofía que tenía su compañera. Vio su sonrisa y con ello soltar una leve risa.
—Pero por ahora, no importa —interrumpió, cruzando sus brazos para mirar la gema—. Dime que has visto en ella.
Coltán se puso un poco nervioso y miró hacia los apuntes de su libreta.
—D-Digamos que la gema, por lo que vi, tiene inclusiones líquidas, microburbujas de agua pura. De ser así, la gema podría tener propiedades curativas como habías comentado antes.
—Purificación también en caso de que sea así —añadió Miver.
—Sí, exacto —respondió y siguió mirando los apuntes—. Su estructura cristalina y ovalada, pero eso no quita que sea diferente a las demás gemas. Es compleja, bastante según pude ver en el microscopio. Tiene una resistencia y dureza poco comunes, y he llegado a un punto de que tiene una configuración reticular compleja, o sea...
—Propiedades piezoeléctricas —concluyó Miver—. Es compatible con la tecnología.
—Sí. —Tragó saliva, sin quitar ojo a la gema—. Por último, sabes que está protegida por unos bordes negros. Están formados por microcristales opacos que actúa como una barrera protectora, como un escudo natural.
—Ajám. —Cruzó sus brazos con una leve sonrisa.
—Y es posible que esté compuesta por un mineral muy absorbente que filtra o neutraliza las r-radiaciones electromagnéticas, pero eso es teórico.
—Yo tengo el presentimiento de que si lo hará.
Coltán secó el sudor de su frente con su manga.
—De ser así sería una protección increíble contra la contaminación y la tecnología, Miver. No es algo con lo que bromear —aclaró Coltán.
—Lo tengo en cuenta. ¿Algo más?
—Busqué defectos internos de la gema. Es posible que esta se pueda romper si no está bajo las condiciones que necesita. Agua muy fría, casi gélida. También, y esto es lo que temo, pueda tener zonas de tensión.
—Esto es posible si la sobrecargas demasiado con las pruebas que le quieres meter —aclaró Miver.
—Y eso es lo que me da más miedo, porque puede hacernos daño a la vez.
De pronto sus recuerdos se interrumpieron ante el sonido leve de una puerta siendo golpeada. Mojó un poco su cara con agua, viéndose una vez más en el espejo. Sus ojos marrones expresaban el comienzo de un largo sufrimiento.
—¿Quién es? —preguntó Coltán sin que su voz se quebrara, mirando de reojo la figura joven de Brecha—. ¿Qué ocurre?
—Me han pedido que te informe que van a traer uno de esos corruptos para hacer ya las pruebas.
—Han perdido la maldita cabeza —susurró, negando con su cabeza.
—Coltán... —Suspiró, bajando la cabeza y abrazándose—. H-había pensado que a lo mejor, antes de ir con ellos...
Los ojos de Coltán mostraron un brillo d esperanza al encontrarse con Brecha. Sonrió con un poco más de seguridad, acercándose a ella.
—Si vamos a buscar opciones distintas a ellos, entonces te pido que me sigas. Vamos a ir a una sala donde en principio no nos tendrán vigilados —le pidió, interrumpiéndola—. Parece que estaremos solos, así que nada de esto puede salir, ¿entendido?
—¿Por qué a escondidas? Lo has hecho siempre, incluso con la gema.
Coltán bajo la mirada, apretando sus labios para luego suspirar.
—Miver me dijo que no revelara demasiado, y creo que ahora tengo motivos para hacerlo con todo lo que ha ocurrido.
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