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Capítulo 21: Juegos infantiles.

Le había dado cinco segundos de tregua, y desde ese entonces, tuvo que moverse y utilizar todo lo que tenía. Saltaba de un lado a otro, corría a la mayor velocidad posible, pero Miver siempre estaba detrás suya a punto de agarrarla. Si no lo conseguía, era porque desprendía una descarga de electricidad que la frenaba, aunque sabía que no podía aprovecharse mucho de eso.

En uno de esos intentos, se giró, invocando su espada para clavarla contra el suelo. Tal gesto tomó por sorpresa a Miver, frenando sus pasos para ver salía la electricidad, sacudiendo el suelo y destrozando algunas plantas.

—Nada mal —murmuró, mirando la electricidad que la rodeaba—, pero no entiendo tu ataque.

—¿Eh?

—Comprendo que si has atacado así es para intimidarme, ¿no? —preguntó, mirándola con una ceja alzada—. Esto a mí no me asusta, Adela. Ni lo hará a ellos.

Agarró su lanza, a punto de crear más electricidad.

—Frena un momento, ¿qué vas hacer? —preguntó Miver, cruzando sus brazos.

—Y-Yo... —Miró a otro lado, apretando sus labios—. Rodearte de electricidad para que te sea difícil alcanzarme.

—Ya, de poco sirve.

Se quedó sin palabras al escuchar la voz de Miver a su derecha. Al girarse, vio que estaba a su lado con una sonrisa confiada, a punto de tocarla. Sin pensar, se alejó unos cuantos metros, respirando con dificultad.

—Vale, Adela. Esta lección será fácil de aprender. Atacas o mueres. Simple, ¿verdad? —respondió, quedándose quieta en el sitio—. A Sulfuro le dará igual que le pongas obstáculos al igual que corruptos. Van a ir con todo, y si mueren en el proceso, lo tomarán como un avance, un sacrificio para que otros lleguen a ti.

» Entiendo que tengas miedo —continuó, poniendo las manos en los bolsillos de su chaqueta—, pero no puedes dejar que vean eso en ti porque lo aprovecharán. Te harán daño y te matarán. Atacas con todo y luchas de frente sin miedo, o huirás durante toda tu vida.

—E-Entonces m-me dices de atacar con todo ¿e incluso hacerte daño? —preguntó Adela, sintiendo los escalofríos inundar su piel, agarrando su lanza con sus dos manos.

—No me veas como Miver, mírame como tu peor enemigo al que solo tú puedes hacer frente.

Tragó en seco, dando unos pocos pasos hacia atrás. Miver no había avanzado, solo la observaba en silencio, esperando sus próximos movimientos. Estaba claro que Adela no podía pensar en la opción de atacar. Ya no solo había huido de sus pesadillas, sino que había sido protegida durante muchísimo tiempo por su familia.

Su espalda le fue un problema.

«Ahora ya no tengo eso —recordó, apretando con sus manos su lanza—. Ya puedo moverme, correr y atacar. Lo tengo, pero...»

El sudor caía por su frente al pensar que tenía que atacar. ¿De qué servía si no era nada contra ella? Creía que huir era más útil, pero se daba cuenta que, si seguía así durante toda su vida, no iba a frenarlos para siempre.

—Ah, está bien —murmuró Miver, negando con su cabeza—. Lo haremos de otra forma.

Sin que le diera tiempo a analizar, vio cómo aparecía enfrente suya para atacarla. Reaccionó lo más rápido que pudo, apartándose a un lado para dar varios pasos atrás y prepararse con su lanza. Miver la miró de reojo, yendo de nuevo en una ráfaga de golpes que no paraba de esquivar. En todo momento daba pasos hacia atrás hasta que chocó contra un árbol, viendo como el puño de Miver la iba golpear a su rostro.

Para ese entonces, el tiempo parecía ir más lento y con ello un cambio de realidad. Uno del que aceleraba las pulsaciones de su corazón al encontrarse con las bestias oscuras, las mismas que no la dejaban descansar en sus noches.

Morderla. Matarla. Veía claro un destino donde su fin iba a llegar.

Y en vez de huir, gritó como nunca agarrando con sus manos las fauces de la bestia, aunque en verdad, habría frenado el puño de Miver. Parpadeó varias veces sus ojos para verla con una sonrisa orgullosa. Observó sus manos, electricidad recorría sus dedos, escapándo un ligero humo.

—En esas pesadillas los hiciste frente —supuso Miver, cruzando sus brazos.

—N-No me quedó otra —murmuró sin mirarla.

—¿No te parece curioso? Antes no tenías nada y aún así tratabas de hacerlos frente. ¿Por qué teniendo poderes, no me haces frente?

—P-Porque eres la hija de las Lunas.

—Yo ya te dije que no iba a usar mis poderes. ¿O acaso has visto que los utilizara? —preguntó, ladeando la cabeza hacia la derecha. Adela se quedó en silencio, soltando un leve suspiro—. Te daré otra oportunidad, pero no te voy a dejar que escapes —murmuró, dando algunos pasos hacia atrás—. Quiero que aguantes en esta zona que delimitaré ahora.

Al chasquear sus dedos, una línea blanca delimitó su alrededor en un cubo. Adela vio cómo se iba creando, apareciendo unos muros blancos que la dejaron con los ojos bien abiertos.

—Te tengo que agarrar antes de que pasen cinco minutos. Evita que lo consiga.

Dicho esto, apareció a su lado, pero logró reaccionar creando una columna de electricidad que evitaría alcanzarla, al menos era la idea hasta que vio cómo Miver la traspasaba sin problema alguno. Se movió rápido a un lado para mover su lanza, intentando bloquear su agarre y así apartarla, pero no pudo cuando le tiró la lanza a un lado.

Se vio indefensa, el frío inundó toda su columna, dejándola inmóvil. Lágrimas caían al verla, sin saber bien qué hacer. Deseaba huir, pero esos muros estaban presentes y solo estaba ahí. Atrapada, como en sus pesadillas.

Sus pasos lentos se iban acercando cada vez más. Parecía sacudir la tierra, lo que hacía que entrara cada vez más en pánico. Su corazón bombeaba sin descanso alguno, sintiéndolo en todas partes de su cuerpo. Chocó contra el muro, sus manos temblorosas lo tocaron y vio cómo frenaba sus pasos, ladeando la cabeza hacia la izquierda.

«¡N-No hagas lo mismo que ellos!»

En un grito lleno de terror, golpeó sus manos contra el suelo, sacudiendo el suelo y creando grietas donde la electricidad salía como si fuera un bestia, yendo directamente hacia Miver, atravesando su pecho. Si bien no le hizo daño, eso no le quitó la motivación para darle un puñetazo en la mejilla.

Cuando la tocó, sintió como si tocara un muro de metal, haciendo más daño que a Miver, pero se mantuvo en el sitio, con su mano temblorosa mientras las lágrimas caían.

—Adela... —No hizo caso e intentó darle otro puñetazo, pero esta vez Miver pudo frenarlo con su mano derecha—. Tranquila, No me he vuelto loca ni nada por el estilo. Es una prueba.

Su respiración nerviosa fue desapareciendo para mirarla. Mostraba una sonrisa orgullosa, retirando con cuidado sus manos.

—Hasta qué punto me has obligado a actuar, ¿eh? —preguntó con burla—. Me obligaste a moverme con el lado izquierdo. Eso mi vieja amiga no me lo perdonará jamás.

—Y-Yo...

—Está bien, estaba bromeando —comentó Miver, asegurándose de que su mano no tuviera graves heridas—. ¿Te duele?

—E-Era como un muro de hierro —admitió en un susurro, moviéndola con cuidado.

—Tiene sentido si intentas golpearme siendo una órbita aprendiz —comentó, tocando su mano para que una luz blanca la envolviera—. En principio esto te irá sanando la mano. —Sonrió, chasqueando los dedos para que el muro desapareciera—. Me alegra que al fin me atacaras, y que tengas el valor de ir con tus puños dice mucho.

—¿E-En qué sentido?

—Mantener la paciencia y no dejarse llevar por el pánico que ellos crean, en especial al crear jugadas sucias —explicó, y miró su alrededor, encontrando la lanza. Movió su mano derecha, logrando que esta se moviera y fuera a su mano. Adela se quedó sorprendida, recibiendo su arma.

» No está nada mal como has actuado, aunque tengo curiosidad de como lo harías con la lanza porque la sujetas como si fuera un escudo. —La miró con interés—. ¿Sabes que los lanceros iban de frente sin apenas protección para atacar con todo lo que tenían?

—S-Sí, pero... —Rascó su cabeza, avergonzada—. M-Me hacía sentir más valiente.

Miver soltó una leve risa, cruzando sus brazos.

—Esa valentía la iremos sacando, créeme. Por ahora puedes darte el mérito de decir que has golpeado a la Hija de las Lunas —comentó, avanzando y mirando hacia lo alto de los árboles—. Ahora me queda Mitzy, y será un poco complicado.

—¿Aún no la atrapaste? —preguntó Adela con asombro.

—No, fui a por ti primero ante ese grito que hiciste antes. Me preocupaste —admitió, mirándola de reojo—. Ahora que voy a por Mitzy, me gustaría que estuvieras a mi lado para que así aprendas los defectos que pueda tener.

—E-Entendido.

Corrieron a la mayor velocidad para pronto encontrarse con su amiga, o al menos parecía ser ella porque pronto aparecieron varias versiones de ella en lo alto de los árboles, saludando con total confianza de que jamás sería atrapada

Miver sonrió intrigada, mirando a cada una de ellas hasta que dejó de girar su cabeza. Entrecerró sus ojos en un gesto de confianza y con un gran salto, fue hacia ella. La sorpresa vino cuando Mitzy no dudó en atacar con sus yoyos al igual que los clones. Tal movimiento inesperado obligó a que Miver se agarrara en una de las ramas para impulsarse, saltar al tronco y esquivar los ataques que Mitzy le realizaba.

El problema era que el yoyo, al tener una sierra, cortaba las ramas y una parte del tronco. Si seguía así, destrozaría los árboles de la zona, y posiblemente dejaría en una situación compleja a las dos. Al menos era lo que pensó hasta que vio que los hilos de los yoyos se habían enredado entre los clones.

—¡No! —chilló Mitzy al darse cuenta—. ¡Eso no vale!

—¡Estoy muy acostumbrada a jugar con objetos que tienen hilos, Mitzy!

Sin muchas más opciones, soltó los yoyos e impactó contra el suelo. Miver hizo lo mismo, cruzando sus brazos, lista para cualquier movimiento. Lo que ninguna se esperaba, era que Mitzy, sin titubear, corriera en su dirección para golpearla.

Con movimientos bruscos y poco pensados, Miver esquivaba sin dificultad alguna, pero Mitzy no frenaba en ningún instante, lo intentaba como modo de buscar algún tipo de tiempo o alguna idea que se le ocurriera, aunque no duró mucho. En un gesto rápido, Miver dio un salto, tocando la cabeza de su amiga para ponerse a sus espaldas.

—¡Ahg! ¡Me pilló! —se quejó Mitzy, hinchando sus mejillas mientras se giraba.

—Sí, pero no lo has hecho nada mal, aunque yo iba a por ti, ¿por qué me hiciste frente? —preguntó Miver, alzando la ceja con una sonrisa divertida.

—¡Quería golpearte para alejarte! Necesitaba tiempo para pensar...

—Ya veo, igual hiciste un ataque muy bien planteado ahí arriba.

—Me costó mucho tener la idea —admitió Mitzy, poniendo las manos en sus caderas—. Y es trampa lo que hiciste.

—Nada es trampa, menos si luchas contra ellos —aclaró, para luego mirar a Adela—. Bien. Es interesante lo que veo. Ambas juntas compensáis las carencias de una y la otra.

—Es lo que siempre teníamos acordado —aclaró Mitzy con una sonrisa tras acercarse a Adela—. Desde que le dije que yo iba todo a fuerza y poder, me dijo que se encargaría más de la estrategia.

—Sí, lo veo, pero Adela tiene un problema que tú no tienes, el miedo —contestó Miver, mirándola con atención—. Tú no parecías tenerlo.

Mitzy rascó un poco su cabeza.

—Claro que no. Cierto que esos monstruos dan miedo, pero no me dejo intimidar. Puedo hacerlos frente.

—Sí, pero atacas sin pensar y no puede ser eso, no contra ellos —comentó, soltando un suspiro hasta que al final sonrió—. Haremos una última prueba. Ambas estaréis juntas para ver como os coordináis. Esta vez no huiréis, sino que tendréis que agarrarme o golpearme. Fácil, ¿verdad?

«Lo hará ver fácil, pero no será así», pensó, viendo como Mitzy afirmaba sin parar.

—Genial. No hace falta que contéis. Podéis ir a por mí ya.

Sin tiempo a analizar, Miver había desaparecido de la zona, dejándolas impactadas por la velocidad que poseía. Mitzy estaba dispuesta a ir a por ella, pero Adela la agarró a tiempo.

—Frena. ¿Qué haces? Si vamos tras ella no la alcanzaremos jamás.

—¿Y tú no la alcanzas con tu velocidad? —preguntó Mitzy, rascando su cuello con cierta rapidez.

—No, me quedo atrás, pero si le ponemos obstáculos, podríamos conseguirlo —contestó Adela, poniendo la mano en su barbilla.

Mitzy se quedó en silencio, cruzando sus brazos y pateando el suelo con nerviosismo. Adela frunció el ceño.

—Mit, por favor. Esto es como en los juegos que hacíamos, había momentos donde necesitábamos pensar nuestros ataques.

—Es que es muy desesperante pensar. Yo quiero ir con todo.

—Sabes que eso no te funcionará, y menos con Miver.

Mitzy soltó un largo suspiro de resignación y sacó uno de sus yoyos. Adela los miró con detenimiento.

—Mit, ¿puedes lanzar eso lo más lejos que puedas?

Con un movimiento preciso y fuerte, el yoyo llegó hasta unos cien metros de largura, eso sí, la sierra no se activaba. Adela se quedó en silencio, aún con la mano en su barbilla para luego acercarse al hilo. Con cuidado, cargó su mano de electricidad, provocando que su poder siguiera hasta el final. Sonrió confiada, para luego mirar a Mitzy.

—¿Puedes crear clones o estás muy cansada?

—Creo que sí puedo, pero no sé cuántos —respondió Mitzy, devolviendo su yoyo a su mano. Adela sonrió confiada.

—Escúchame bien, Mit. Este es mi plan.

Respiró lo más hondo posible y miró los árboles que la rodeaban. Afirmó con decisión para luego correr a la mayor velocidad posible, buscándola por todos los lados posibles para al fin encontrarla a lo lejos.

«Esta vez sin dudas, Adela».

Antes de que Miver pudiera moverse con total libertad, dio una patada contra el suelo para que los muros de electricidad la rodearan, dejando solo una vía disponible. Este gesto la tomó por sorpresa, entrecerrando sus ojos con una sonrisa divertida.

—Muy bien, acepto.

Dichas estas palabras, Miver se movió, siendo perseguida por Adela que seguía creando esos muros de electricidad que no le dejaban una vía libre más que la que ella quería. Avanzaron a mayor velocidad, sintiendo el cansancio en su cuerpo, pero sin rendirse hasta que vio los árboles que la hicieron sonreír.

Dejó de crear electricidad para dar un golpe contra el suelo. Esta vez su poder iría a por Miver, quién estaba lista para esquivarlo. Lo que no se esperaba era que la electricidad, antes de darla, se desvió a un lado.

Miver se mostró interesada, y a punto de moverse, vio como los hilos de varios estaban atados entre los árboles, creando un escenario en el que no se podía mover con facilidad, menos cuando la electricidad de Adela tocó estos hilos, dejándola encerrada en una caja eléctrica.

De pronto, Mitzy apareció dando puñetazos bruscos, mientras que, a sus espaldas, Adela usaba su lanza para intentar darle. Todo esto era interesante para Miver, esquivando todos los ataques hasta que al final no le quedó otra que saltar a un lado, moviéndose con destreza para que ningún hilo eléctrico la tocara.

—¡Ahora! —chilló Adela.

Cuando Miver impactó contra el suelo, vio como varias Mitzys aparecían para intentar atraparla. Por si esto no fuera poco, la original habría usado su yoyo para hacer el último corte hacia uno de los árboles que había detrás de Miver. Todo esto la hizo sonreír, apartándose de todos estos ataques.

Antes de que pudiera aterrizar al suelo, hizo un esquive forzoso a un lado al ver como el arma de Adela era lanzada con velocidad y fuerza. Cuando se giró y la vio con esos puños lista para golpearla.

—¡Nada mal! —gritó Miver con orgullo.

Esquivó su ataque, pero no fue el único al ver como Adela seguía insistiendo. Mitzy fue a por su amiga, moviéndose hacia un lado para dar un salto fuerte en el que intentó aterrizar encima de Miver. De poco sirvió cuando la propia se movió con rapidez, apareciendo a sus espaldas.

—Ha sido interesante esa estrategia —comentó Miver, poniendo las manos en sus bolsillos—. La verdad es que habéis combinado bien vuestros ataques.

Adela frunció un poco el ceño, moviendo su mano derecha. Miver se preparó para otro ataque eléctrico, pero rápidamente movió su cuerpo hacia un lado al darse cuenta de que no iba a usar su poder, sino reclamar su lanza. Cuando la obtuvo en sus manos, casi hiriendo a Miver, no dudó en moverse para atacarla.

—Bien. Ha estado bien. Suficiente.

Con un chasquido de sus dedos, Adela y Mitzy empezaron a flotar en el aire. Miver empezó a caminar hasta quedarse debajo suya.

—Me ha gustado mucho lo que he visto —continuó hablando con una sonrisa—, aunque golpearme estaba complicado. Juntas sabéis usar vuestros dones, aunque sé que esto en parte ha sido idea de Adela.

—No todo —admitió Adela, intentando moverse, aunque era incómodo al estar bajo gravedad cero—. Mitzy tuvo la idea de cortar ese árbol y amontonarse con sus clones hacia ti. Luego lo demás fue algo que se improvisó.

Miver sonrió con orgullo, dejando que la gravedad fuera regresando.

—Creo que con esto podremos hacer frente a los obstáculos que nos quiera poner Sulfuro —comentó Miver confiada, girándose a sus espaldas.

—¿Tú crees? —preguntó Adela, aterrizando al suelo con cuidado.

—Sí, y ya sabéis que iré a por Sulfuro. Cuando lo tenga atrapado, iréis a por Coltán. Habrá corruptos, pero confío en que juntas sepáis como hacerlo frente, y más si tú has visto como es el lugar —comentó Miver, mirándola de reojo con una sonrisa.

—¿Entonces nosotras solo tenemos que ir a por Coltán? —preguntó Mitzy, viéndose la emoción en sus ojos.

—Sí, pero no os confiéis —aclaró Miver, cruzando sus brazos—. Ellos tendrán cartas bajo sus mangas que no dudarán en aplicar, aun si son poco morales.

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