
Capítulo 19: Nacidas bajo una copia.
La ciudad copia de Tuin mostraba, por primera vez en su vida, colores puros que invitaban a cualquiera descubrir las calles más escondidas, llenas de prosperidad y naturaleza. Aun si los edificios grandiosos se alzaban, no se veían amenazantes como había pensado, es más, lo veía como protectores de este nuevo mundo.
Tal hecho hizo que se quedara sin aire, dando varios pasos hacia atrás. ¿Cómo debía sentirse? ¿Feliz porque era lo que jamás pensó que podría ser en esas largas horas de juegos con Mitzy? ¿O terror porque la voz de su tío resonaba en su mente como un recordatorio de que el exterior estaba en peligro?
Como mejor pudo, observó a Mitzy, daba saltos de un lado a otro moviendo sus yoyos nuevos, con una gran sonrisa.
—¡Mitzy! —gritó, acercándose para frenarla—. No te muevas así, ¿es que no recuerdas que complemento le pusiste a los yoyos en tu ficha?
—¡Oh! ¡Es cierto! Entonces por esa regla de tres.... —Cerró sus ojos y chasqueó sus dedos.
—Mitzy que...
—¡Hola!
La voz de Mitzy sonó enfrente y a sus espaldas. Al girarse, pudo dos versiones de ella dando vueltas a su alrededor, pero no solo eso, cuando chasqueaba sus dedos, la clonación iba a más hasta verse cinco, hablando, moviéndose o riéndose. Comprendió que tenía el poder de la clonación. Justo como había puesto en la ficha.
—¡Coltán lo hizo! ¡Qué maravilla! ¡Puedo clonarme mil veces!
—No hagas eso, por favor —pidió Adela ante un repentino dolor de cabeza—. Ten en cuenta que estamos aprendiendo nuestros poderes y gastarlos de esta forma cuando hay un problema en el exterior.
—Estás hablando a mi clon.
—¡Me da igual a quién, Mit! ¡Tenemos que ir a por el portal de inmediato!
—¿Y dónde está?
Puso la mano en su barbilla, mirando hacia la ciudad y luego a los bosques. Los colores... tan brillantes, tan hipnotizantes que la dejaban absorta, respirando lo más profundo posible para vivir la pureza y frescura de estos. Tan exacto era que ninguno podría decir que era una copia, a lo mejor por la ciudad, pero nada más. Suspiró y cruzó sus brazos, mostrando un rostro más firme.
—Debe de estar en tu casa —supuso, dando pequeños pasos hacia adelante—. Es mejor que vayamos ahora, así no perdemos tiempo.
—¡Eso está...!
Corrió lo que sus piernas le permitían en dirección a los bosques, pero rápidamente frenó cuando se dio cuenta de que sus primeros pasos eran demasiados, ¿cómo decirlo? Era tan veloz que se había adentrado y estaba casi cerca de la casa de Mitzy. Se quedó inmóvil, manos temblorosas y ojos bien abiertos para luego llorar sin querer.
«En la ficha puse que yo era muy veloz, demasiado —recordó, tragando en seco para ver sus manos —. Por esa regla...»
Trató de controlar sus manos, cerrando sus ojos con paciencia. Con cautela, fue moviendo los dedos de sus manos, haciendo fricción en estos para sentir un ligero cosquilleo que se expandió en su mano. Al abrir sus manos, se encontró con la electricidad envolviendo poco a poco su cuerpo.
—¡Adela!
El grito de Mitzy se escuchó desde la lejanía. Se giró con cuidado, viendo como se acercaba a la mayor velocidad que podía para frenar con cierta brusquedad, levantando polvo y tierra. Una vez llegó, la miró con asombro, agarrando sus hombros.
—¡Qué rápido eres! ¡Se me pasó que tú te habías puesto velocidad al máximo!
—S-Sí, pero...Mit, ¿te acuerdas que había en nuestras fichas?
—Uhm. —Puso la mano en su mentón—. Recuerdo que yo tenía fuerza y resistencia, pero no al máximo. Tu mientras eras destreza y velocidad
—¿Y algo más? ¿Habilidades especiales o algo así?
—¡Sí! Sabes que tenía una habilidad especial de invocar soldados que me ayudaban en combate. ¡Tú también tenías una! Creo que era la descarga eléctrica —respondió, entrecerrando sus ojos—. O no se ...
—Ya lo miraremos bien —interrumpió Adela, acercándose—. Como yo soy muy veloz, puedo llevarte a mis...
—A tus espaldas no, que es donde sueltas la electricidad —recordó Mitzy con una sonrisa, se acercó y agarró su hombro—. Tu corre como nunca, que te seguiré de alguna forma.
Tragó en seco, pero aceptó sin perder el tiempo para ir a la mayor velocidad posible. Era tan fantástico el hecho de avanzar sin impedimentos ni temores a que le doliera la espalda, una libertad que jamás pensó que conseguiría.
Llegar no le tomó mucho tiempo, viendo la misma casa rústica sin desperfectos al igual que todo lo que la rodeaba. Le parecía irreal, incluso difícil de comprender, pero no perdió el tiempo en meditar cuando Mitzy se adelantó, saltando al portal sin apenas avisarla.
—¡Espera! —chilló, y no le quedó otra que saltar.
Desde el momento que saltó, le dio la sensación de que su cuerpo parecía estirarse, siendo consumida por partículas que parecían transformarse en un polvo amarillento. La angustia se apoderó, pero no por mucho ante el cosquilleo agradable en todo su cuerpo. Se armó de valor, extendiendo la palma de su mano derecha para que la electricidad fluyera.
«Ahora puedo defenderme, soy alguien».
Cuando sus ojos se acostumbraron a la gran cantidad de luz, pudo escuchar unos murmullos cerca suya que la pusieron en alerta. En el suelo, se encontró con la familia de Mitzy, respirando con dificultad ante el cambio que había sufrido a su alrededor. Salió del escudo de nubes, y nada más hacerlo, el golpe de realidad la azotó ante una presión en todo su cuerpo, como si hubiera aumentado de peso.
Le costaba respirar, lágrimas salían sin querer y cuando quería mirar, los gritos de esos corruptos sonaban como seres torturados de por vida, moviéndose con un desespero visible en sus movimientos poco meditados. Los vio, e iban todos a por Miver, quien usaba su espada con velocidad y destreza.
Quiso pensar en algo, pero la sangre que caía de su boca le hizo dar cuenta de que si no hacía algo de inmediato, iba a morir ante esta situación tan desastroso. Intentó centrarse, y al mirar con atención, escalofríos perforaron toda su espalda cuando vio la misma niebla de sus pesadillas, moviéndose entre los corruptos como si fueran muñecos controlados por el títere.
Movió su cabeza con dificultad, Miver se encontraba con alguien que podía reconocer a duras penas, pues la apariencia que mostraba no era propia de un tugnin, ni siquiera de un corrupto. No, era una abominación pero, una bestia de unos diez metros que chillaba con odio y dolor, desgarrando su apenas garganta visible, llena de sangre y veneno que intentaba escupir, pero que Miver no le permitía.
Esa bestia de gran altura, carecía de piel, solo los brazos y piernas musculadas de tonalidades grisáceas, permitiéndole moverse de un lado a otro, destrozando todo lo que había en los bosques. Cuando frenaba y se mostraba, se veía la crueldad del ser que había sido creado por las manos de un maniático sin alma. Un rostro, ¿si es que se podía considerar como uno? destrozado por la mitad, con cantidades de sangre brotando de las cuales partículas anaranjadas salían, como fragmentos de un mineral.
Le era imposible moverse, la idea de dar un paso era como si captara la atención de él y esos corruptos que no le daban un respiro a Miver, que luchaba sin conocer el temor. Observó a su alrededor, pero el mero hecho de intentarlo, le hizo darse cuenta de una verdad que la dejó congelada.
Su tío estaba en el suelo y a su lado estaba Sulfuro.
—¡Deja a mi tío en paz!
Sus piernas reaccionaron, lista para darle un golpe con sus puños, pero nada más acercarse, los cortes en sus hombros la hicieron chillar de dolor, impactando contra el suelo malherida. Gruñó de dolor, levantándose como mejor pudo hasta que le vio enfrente suya, como si se acabara de teletransportar.
—Cómo voy a disfrutar...
Vio como alzaba su brazo izquierdo, juntando la niebla en un arma afilada que se unía. Su sonrisa se amplió junto al brillo rojizo de sus ojos, listo para dar el corte.
—¡Ni hablar!
Pero la intervención de unos yoyos hicieron que frenara sus acciones, ya que estos simples juguetes, contenían en su interior unas sierras automáticas que cortaron una parte del estómago y pecho de Sulfuro.
El grito de dolor se escuchó, alejándose con un claro odio reflejado en sus ojos. Aun así, sonrió, ladeando la cabeza hacia la izquierda.
—Te dejo todo el trabajo a tí, Rutilo, yo ya tengo lo que quería —murmuró Sulfuro.
Su risa escalofriante resonó en el ambiente, siendo consumido por la niebla mientras agarraba a su tío del cuello. Aun con el terror encima, pudo moverse para impedir sus acciones, pero no llegó a tiempo, siquiera con la velocidad que poseía. Solo estaba ella, y nada más.
—¡Adela!
El grito a sus espaldas la hizo girar, encontrándose con la monstruosa apariencia de Rutilo encima suya, levantando sus brazos para atacarla. Detrás de esa monstruosidad, listo para acabar con todo, juró ver que habían lágrimas detrás de toda esa sangre, un arrepentimiento que no le permitió actuar.
—¡Divina Luna! ¡Aporta la calma!
La oscuridad envolvió por completo a Adela, dejando un silencio tenebroso del que pudo por fin reaccionar y respirar. Movió su rostro, notando que, aun con el escudo, ese Rutilo intentaba destrozarlo con sus garras, pero no duró mucho tiempo.
Solo hicieron falta unos segundos para que la oscuridad desapareciera, y con ello ver a Miver con la espada clavada en la cabeza del monstruo, quien iba perdiendo su apariencia hasta mostrar el cuerpo de Rutilo, muerto en el suelo
Con ello, la niebla se disipó también, volviendo la oscuridad de la noche.
—Será... —susurró Miver, soltando un largo suspiro lleno de frustración. Se quedó en silencio, apretando sus dientes, para luego mirarlas de reojo—. Veo que el subcódigo os ha hecho los cambios necesarios, aunque habéis tardado en venir.
—¿¡Tardar?! ¡Fuimos lo más rápido posible! —gritó Adela, apretando sus puños—. ¿¡Y qué es lo que ha pasado aquí?! ¿¡Cómo es posible que...!?
La mirada de Miver la dejó completamente helada, bajando su rostro en arrepentimiento.
—Adela, mi paciencia ahora acaba de esfumarse ante una emboscada que no esperaba —admitió, sacudiendo el polvo de su chaqueta mientras iba a por los padres de Mitzy. Antes de poder reclamar, se giró hacia ellas ante una mirada poco agradable—. Y me temo que nada de esto será fácil porque han sabido jugar bien. Ya no solo se han llevado a tu tío, sino que también los documentos. Así que si no vamos a Sulfuro y esos locos, matará a todos los Tugnins.
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