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Parque

—Aun no entiendo por que Vic aceptó darte la máscara—

Pensó Cristina en voz alta, un tanto fastidiada, el tiempo aislada la hizo formar ese hábito.

—Lo admito— comentó Achi  —me sorprende que no haya usado sus truquitos baratos para obtenerla de vuelta—

Entrecerró sus fantasmales ojos estrellados

—Y ESPERO QUE TÚ NO ESTÉS PLANEANDO NADA RARO—

—¡Claro que no! perro tonto— respondió Cristina algo ofendida

—Óyeme, más respeto, sin mis poderes Víctor ni siquiera te hubiera conocido—

Exigió Achi "inflando" de orgullo su esquelético pecho.

—¿A que te refieres?—

Para ella, eso sonaba poco creíble cosa que el perro notó al instante y prosiguió tranquilo, comprendiendo que lidiaba con una de las tantas almas perdidas que se había topado en su milenaria vida.

—Déjame presentarme soy Achi, el guardián del inframundo, Mis jefes son los amos de ese paraíso y justo ahora iremos a hablar con ellos para ver qué podemos hacer contigo—

—No necesito que me digas que hacer, pero... ¿Porqué no puedo cruzar?—

—Creo saber qué pasa, pero no estoy del todo seguro, es un problema que no había pasado en mucho tiempo, pero déjame contactar a mis jefes, seguro ellos tendrán la respuesta—

Entonces, Achi saltó hacia una de esas cabinas de teléfonos públicos, tenía una enorme habilidad comparada con el tamaño de sus huesudas ancas, lo tomó entre sus patas delanteras y con una invocación de ultratumba marcó hacia el templo de sus señores, esperando por respuestas.

—¡Mic, Hun! ¿Qué hay? Oigan, creo tenemos un código T.A—

Titubeó Achi. La llamada fue atendida en segundos por el que parecía ser el esqueleto mayor, Mic, aparentemente en altavoz.

—¿Código T.A? Sabes que no podemos hacer mucho con ese código, no corresponde a nuestra administración, al menos no desde el... ya sabes... — 

La voz de Mic pasó de un tono indiferente a uno ligeramente más sombrío —¿Quién lo solicita?—

Si Achi pudiese, estaría nadando en su propio sudor; en aquel momento, volteó a ver a la niña espectral con una sonrisa bastante forzada para preguntar:

—¿Tu nombre?—

—Cristina—

El dato estaba incompleto Achi le hizo una señal moviendo una patita en círculos invitándola a hablar más, no obstante, ella no comprendió, procedió a sonreír nerviosa, levantando los hombros esperando que dejara de mirarla preocupado. 

—¿Apellidos?—

—Mmmm... No lo recuerdo—

Nunca lo habían pronunciado bien, otras veces hasta causaba burlas, por ello lo omitió. 

—¿Año de fallecimiento?—

Ella volvió a negar con la cabeza, esta vez de verdad no recordaba.

—¿Causa?—

Fugazmente un recuerdo de la fuente de la plaza, frente al campanario le pasó por la mente y la dejó helada de miedo, tanto que no quiso decir nada. Negó nuevamente.

Achí, rechinó sus colmillos, jalando sus orejitas falsas por mera frustración. 

—No recuerda ningún dato—

Dijo Achí separando la frase por silabas mientras topaba su cabeza contra la pared; desde el otro lado del altavoz Mic leía un periódico del inframundo, en el encabezado una foto del altercado con uno de los niveles del *circulo celeste teniendo problemas de administración con sus almas, Hun, a su lado, lo registraba en su bitácora que apareció y desapareció de un chasquido entre fuego verde. Mic rodó su mirada algo fastidiado por la cotidianidad de esos casos en el último siglo y con toda la calma del mundo le respondió al pequeño guardián. 

—No podemos hacer nada si ella no recuerda, debe haber algo, hasta que no tengas los datos completos, por favor abstente de llamar—

—Pero... jefes— imploró Achí.

—No te pagamos por hacernos perder el tiempo—

Debatió el dios esqueleto mientras enrollaba el periódico para usarlo como altoparlante, como respuesta, el perro replicó.

—Ustedes nunca me pagan, yo siempre hago todo el trabajo y creo que sería justo que...—

Colgaron. 

Achí volvió a llamar, pero esta vez con un hechizo para ver y escuchar a sus amos sin que estos lo notaran. Aquel conjuro le permito a él y a Cristina ver a través de niebla verde.

 Mic volvió a la mesa con su periódico en mano, con toda seriedad y de un momento a otro, gritó desde su altoparlante improvisado.

—¡Que siga el juego, señores!—

Introdujo un par de dados en el periódico enrollado, después lo agitó hasta soltarlos al aire, estos cayeron y rodaron hasta marcar un uno y un dos respectivamente. 

—¡Un 3, nene! ESCALERAS—

Celebró mientras usaba a sus peones de hueso, almas reales que habían sido penalizadas dentro de su reino, reducidas a miniatura.

—¡Corre criaturita, corre hacia tu destino!— Rió Mic, tomando a una de las almas, haciéndola acender la escalinata del tablero para huir de su flama verde hasta una casilla que marcaba el símbolo de un conejo.

—¡Sí, tú puedes!— gritaba Cristina emocionada al ver el espectáculo, Achí solo miraba algo preocupado.

Una vez que el alma llegó, Mic, con su traje de presentador de concursos y con micrófono en mano se encogió a si mismo para recibirla. 

—¡Excelente, ahora tenemos a un nuevo sirviente encargado del pulque! Felicitaciones amiguito has ganado un lugar con nosotros durante toda la eternidad ¿Deseas aceptar tu premio y retirarte a nuestro templo para recibir capacitación de tu nueva labor o continuar con el juego hasta la casilla número 400 para ganar la libertad de tu alma?—  

Ya habían visto suficiente, Achi tuvo que resignarse y enseguida deshizo el conjuro, cortando la transmisión de golpe.

—¿Qué pasará con esa alma?—

Preguntó Cristina, curiosa y sin temor.

—Ay... Olvídalo—

Suspiró Achi pesadamente.

—Entonces... ¿Cuál es el problema?—

—Verás, normalmente llevamos un registro de las almas que nos pertenecen y al parecer... Tu alma no pertenece aquí, no hasta que hayas terminado tu pendiente, supongo—

—¿Pendiente?—

—La razón por la que sigues deambulando por Monte Macabro, muchas veces las almas no recuerdan sus datos hasta que terminan sus pendientes ¿Crees que has dejado algo sin terminar? ya sabes antes de colgar los tenis...—

—No estoy segura, solo sé que bromear es mi razón de ser. Me gusta ser feliz y eso es todo lo que quiero—

—Ya veo— reflexionó Achí bajando de la cabina telefónica — Pero debes entender que hay ciertas cosas que no puedes hacer siendo un alma y hablar con los vivos es una de ellas—

—¿Entonces porqué lo haces tú? Si conoces a Víctor, seguro ya has hablado con él—

Intuyó Cristina aún algo molesta por haber sido separada de Vic.

—No me pagan ¿De acuerdo?— Explicó Achi— Necesito comer, solo mírame, estoy en los huesos.— Señaló sus pequeñas costillas, raspándolas como si de un xilófono se tratase. 

—Eres un esqueleto igual que yo...—

Dijo Cristina cruzando los brazos en señal de protesta.

—No, la diferencia es que yo soy un intermediario entre ambos mundos.
¿Te has puesto a pensar por qué tu y los demás fantasmas flotan, pero yo camino?—

—¿Porque eres un pesado?—

Intuyó ella divertida. Achi sin haber procesado las palabras asintió.

—Sí, quiero decir NO ...—

Achi ya ni sabía que estaba diciendo, mas no iba a rendirse de explicar, prosiguió. 

—Yo pertenezco a ambos mundos—

—¿y como es eso?—

Achi comprendió la naturaleza meramente infantil de Cristina, realmente deseaba ganarse su confianza para ayudarla, por ello comenzó a profundizar la plática.

—Normalmente no le cuento esto a nadie, por que realmente a nadie le interesa, pero hubo un tiempo en el que al igual que tú, fui de carne y hueso ¿pero sabes? nadie puede huir de la muerte, yo lo intenté, pero  cuando perdí la vida... gané un hogar—

—Eso, es triste... ¿o quizás sea algo feliz? —

Reflexionó la fantasma llevando su mano a su mentón para pensar. Achi la miró comprensivo,  rápidamente saltó hacia un contenedor de basura, hurgando entre las bolsas encontró una manzana mordida, la sacó de allí e incluso la mordió para escupir después unas cuantas semillas, las reservó  y siguió caminando rumbo a un parque cercano. 

—Son cosas que no podemos controlar y está bien, aunque nunca podamos sobrepasarlas, si podemos aprender a vivir con ellas, después de todo, la muerte es parte de la vida, siempre han sido la misma cosa, al menos para mí—

Entonces Achi comenzó a escarbar frenéticamente entre el pasto y la tierra, ensuciando a los transeúntes que pasaban demasiado cerca, Cristina veía entretenida la travesura del canino. En cuanto el agujero fue lo bastante profundo, él la llamó para observar de cerca.

—Mira estas semillas, técnicamente salieron del cadáver de una fruta, por si solas parecen inútiles,  pero si se les da el debido cuidado, algún día serán un gran árbol. De la muerte nace la vida y de la vida, todo llega a su fin, es un ciclo ¿Comprendes?—

—Creo que sí— Contestó ligeramente confundida, sin entender del todo la relación.

—Por ahora no te preocupes demasiado por entender, al final las cosas no son buenas o malas por si solas, recuerda que por eso estamos juntos en esto —

Cristina no pudo evitar sonreír tras escuchar eso, feliz de estar allí flotó hasta sentarse en una banquita del parque, Achi la siguió y se recostó en el pasto, ambos miraban como la noche se abría el paso en el horizonte, debajo de la sombra de un árbol, realmente la vista de un fantasma era bastante distinta a la de un humano vivo, los atardeceres en particular, un espectáculo extraño, pero bello.    

—Ya veo— Meditó Cristina, concentrada en las franjas verdes que se elevaban por el cielo para saludar a las estrellas — ¿Crees que si algún día pudiera ser de carne de nuevo, yo podría tener un nuevo hogar?¿Una vida?—

—¿Huh?—

Achi no había previsto una pregunta de tal magnitud, miró consternado a la niña, ella prosiguió en sus ensoñaciones. 

—Ya sabes, volver a estar viva, así quizás no tendría tantos problemas—

—No es tan fácil como parece, vivir es complicado y aun más para alguien que ya ha muerto—

—¿Pero es posible, verdad?—

El brillo entre las cuencas de sus ojos aumentó suplicante, aún trazando castillos al aire pareciese que le rogaba con la mirada una respuesta a su compañero, Achi raramente había sostenido charlas como esa, sabía que no debía comprometerse, pero no tuvo el corazón para negarle sus sueños a quien pareciera perdió la oportunidad de cumplirlos desde tan joven.

—No puedo prometerlo, pero podría intentar sacarle información a mis jefes—

Gruñó Achí en voz baja, Cristina se emocionó y lo abrazó soltando un chillido de emoción

—¡Genial!—

— Solo si prometes ser una buena niña y portarte bien  hasta que tengamos la información suficiente ¿Tenemos un trato?—

Condicionó Achi para así tener la garantía de no arriesgarse sin ganar nada. Enseguida extendió su patita delantera esperando una respuesta, Cristina no lo dudó ni un segundo y estrechó su mano con él. 

—Trato—

—De acuerdo, me tengo que ir ¡te veo aquí mañana!— 

Se despidió Achi abriendo un portal de luz verde y atravesándolo en un parpadeo. 

—¡Órale, pues!— Asintió Cristina con una mezcla de alegría y dulzura; al verlo irse susurró—Creo que me equivoqué contigo, no eres un perro tonto, eres genial—

Así, permaneció el resto de la noche soñando despierta. 

¿Como sería si todo el mundo pudiese verla? 

¿Víctor seguiría siendo su amigo?

Solo el tiempo lo diría. 

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