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La Fuente en casa de Chata

Medio día, Víctor bostezó estirándose mientras su cuerpo permanecía enredado entre las sábanas de su cama, apenas había podido reponer las horas de sueño perdidas la noche anterior.
Era un día nublado casi tanto como sus pensamientos.
Por inercia él se vistió con su poncho azul, su camisa blanca y sus pantaloncillos grises, se puso los zapatos al revés. Así despeinado bajó perezoso hasta la cocina, buscando a tientas algún bocadillo sobre la mesa.
En cuanto encontró una bolsa de pan dulce metió la cabeza en ella y como un tlacuache hambriento mordisqueó todo el pan, conservando entre su cabello unas cuantas migajas. Después, se arrastró hasta el refrigerador, abrió la puerta arduamente y se empinó un cartón de leche con chocolate hasta dejarlo completamente vacío.

A paso lento, salió de casa para echarle un vistazo al carrito.
Val lucía atareado con el puesto, era la hora del almuerzo, todos habían llegado a darle una probada a la receta de la abuela.

—¡Salen dos órdenes de pastor!—
Voceaba Valentino al entregar la orden. Realmente no era nada que no pudiera manejar.

—Hola Val—

Saludó Vic.

En cuanto su hermano escuchó, le devolvió el saludo.

—Oh... Hola Vic ¿Dormiste bien?—

—Creo que sí—

Balbuceó adormilado mientras las migas de pan caían de su cabello al suelo

—Y... ¿Qué pasó ayer con la abuela? ¿Te reprendió o algo?—

Preguntó Val mientras servía las ordenes que faltaban.

—¿Ehhhh...?— Su cerebro aun no procesaba bien la pregunta, todo le daba vueltas, apenas y se podía mantener de pie por su cuenta —No, no, no, no...—

No debía dar detalles de la noche anterior.

—La abuela me dijo que ayer estuviste de asistente en el asilo ¿Qué tal te fue?—

—Fue una misión muy... ¿húmeda?— Dijo encogiéndose de hombros, dudando que Val creyera una sola palabra

—Asco— reaccionó con una mueca arcada —Pero al menos me alegra que aprendas a ser respetuoso con tus mayores—  le sonrió a su hermano mientras entregaba otra orden de tacos.

—Jejeje, claaaaaaaaro...— Vic estaba sudando frio, el silencio se estaba volviendo incómodo y la gente se alejaba.

Víctor intentó romper el silencio.

—Oye Val necesitas que te ayu...—

—No, no, no no— intervino Val velozmente - Gracias, pero no hace falta, hermano-

Todo había ido de maravilla aquella mañana, tanto así que hasta Val consideró atender él solo el carrito durante la semana entera aún más considerando la jugosa paga que le había prometido Chata por suplir a su molesto hermano, quien se veía extrañamente motivado para estar tan cansado.

—Es que... De verdad quiero ayudar—

Se excusó Víctor para después escurrirse en el hombro de Valentino hasta quedar tendido en el suelo mirando boca arriba.

Valentino al verlo, suspiró adivinando las intenciones de su hermano menor.

—Vamos Vic, a mí no me engañas ¿qué quieres?—

—Por favor préstame tu máscara—

—¿Para qué? Tú tienes la tuya—

—No... no la tengo, la perdí...—

Confesó finalmente.

—¡¿Cómo de que la perdiste?! Pero si ayer la teni...—

Valentino se escandalizó, a lo que Vic alcanzó a cerrarle la boca con un puñado de carne vegana.

—Pero no grites— encubrió Víctor, volviendo a sus imploraciones —La necesito—

Valentino, disgustado, tuvo que masticar aquel inesperado bocado mientras ladeaba la cabeza de un lado a otro para expresar negación a las peticiones que le hacía Vic.

—Ándale Val—

Suplicó Víctor de rodillas.

—¿Para que también la pierdas? Ni hablar Víctor, en algún momento la voy a necesitar yo también—

—Te prometo que no la voy a perder, solo será un momento rápido—

—Solo dime para qué la quieres, quizás si te acompañara mientras la usas, podría prestártela, así me aseguraría que no te metas en problemas—

Negoció Val, sin embargo Vic no estaba del todo conforme con la oferta.

—¿De verdad tienes que venir conmigo?—

—Si, y por el momento, estoy algo ocupado. Solo espera un par de horas para cerrar el carrito y con gusto te puedo acompañar ¿de acuerdo?—

Ofreció Val una vez más, esta vez añadiendo al final una palmada en la espalda de su hermano, para sacudir su cabello lleno de migajas.

—Pero es mucho tiempo—

Se quejó Vic con pesadumbre.

—Lo sé, pero si no te hubieras metido en problemas, quizás no tendrías que pedírmela—

Regañó el mayor, Vic algo fastidiado y sin muchas ganas de pelear le picó la panza a Val mientras le decía:

—No seas pesado Val—

—No te quieras hacer el chistoso—

—Y tu no te quieras hacer el santo—

La paciencia de ambos se agotaba.

Un momento de silencio fue testigo del suspenso, las miradas enemistadas de los medio hermanos se mantenían fijas entre sí y el viento parecía haberse detenido. En seguida, Víctor lo quebró con su voz, enfadado.

—Bien, si no quieres dármela, iré yo mismo a buscarla—

Y en un instante ya se había levantado, corriendo en dirección a la habitación que compartían.

—¡Espera Vic!—

Valentino corrió tras él, en un par de segundos, regresó al carrito, cambió el cartel de "Con gusto le atendemos" al "Estamos fuera de servicio" apagó el comal y regresó a la carrera.

—¡Ven aquí Víctor!—

En cuanto pudo alcanzar a su hermano rumbo hacia las escaleras lo tomó del estómago, aprovechando que era pequeño y ligero, justo para impedirle continuar.

—¡Suéltame!—

Exigió Víctor apresado mientras pataleaba sosteniéndose del barandal de las escaleras, por otro lado Val recibía los golpes; manteniéndose firme se esforzó por hablar mientras lo bajaba de las escaleras.

—Basta Vic, solo debes aprender a ser paciente—

—El tiempo se va, Valentino. Tengo una promesa por cumplir ¿De acuerdo?—

Al escucharlo, Val relajó el agarre y comenzó a reír. Vic solo lo miraba confundido.

—¿Tú? ¿Una promesa? Buen intento— Volvió a cargarlo por la espalda —Ven aquí Vic, si fuera una promesa real me contarías que sucede y podría ayudarte—

Víctor no se sentía seguro de contarle, no ahora que Val se estaba burlando.

Se sentía tonto por esa rara sensación de apego que le tenía a Cristina apenas conociéndola, no quería burlas, quizás soportaría esas cosas de un completo desconocido, pero jamás de su propia familia, estaba completamente dispuesto a defenderse a capa y espada y eso iba a hacer. 

—Tú no me conoces ¡yo sí cumplo!—

—Seguro— enfatizó  Valentino alargando la palabra — Justo como todas las veces que has dicho que vas a cambiar y NO lo haces. Si estás practicando para ser un político corrupto en un futuro, te felicito, excelente trabajo con tus falsas promesas— 

—¡¿Cómo te atreves?!— Gritó Víctor enardecido —Si tan solo por una vez dejaras de intuir y empezaras a escuchar entenderías pero NO. De verdad creí que eras más listo que eso.  Además NO, no es algo que te importe, pero es importante para mí ¡Ahora suéltame!—

En una maniobra mal ejecutada, Víctor se impulsó hacia atrás, tratando de darle una patada directo en la cara a su hermano mayor, este lo esquivó estirando su cuello lo más que pudo hacia atrás, acción que desencadenó en la perdida de equilibrio de Val, obligándolo a retroceder sobre sus espaldas sin ver hacia a donde se dirigía.

—Espera ¡Ay!—

Val dio unos cuantos pasos en reversa, oscilando hacia la izquierda hasta  topar contra el borde de la fuente que tenían dentro de su casa. Era una enorme Fuente pegada a la pared cuya forma asemejaba a una cara humanoide con colmillos gigantes. Por inercia Víctor salió proyectado hacia el interior de la misma, justo hacia el borde opuesto, golpeándose la cabeza tan fuerte que quedó inconsciente.

En cuanto su cuerpo cayó dentro del agua, esta se iluminó de un azul brillante que relucía como el jade con la luz del sol. Al instante comenzó a burbujear furiosamente, anunciando como se abrirían sus fauces.

 Su interior se dividió lentamente en dos partes, despidiendo neblina desde dentro hasta llenar la habitación por completo y haciendo crecer la pequeña cascada que surgía de la boca de la fuente hasta convertirla en una especie de tobogán inundado de almas,  llegando hasta un desconocido pozo subterráneo a metros de profundidad por el que Víctor se deslizó inerte.

Valentino  atónito presenció aquella singular escena hasta perder de vista a su hermano entre el liquido, los fantasmas mudos y la neblina.  Un estruendo al interior del pozo se hizo presente, feroz casi como si el agua pudiese rugir. Finalmente un rayo descendió de la nada hacia el borde de piedra de la fuente, deslumbrando a Valentino, quien cegado por el destello, terminó en el suelo, encogido de miedo cerró los ojos, apenas pudo escuchar un trueno, cuyo eco rebotó entre las paredes. 

¿QUE DEMONIOS ESTABA PASANDO?

—¡Víctor! Ay no, no, no, no, no—

Se precipitó Valentino hiperventilando mientras se ponía de pie y se asomaba a la fuente.

—¡Abuela!—

No hubo respuesta.

—Oh no... ¡¿Cómo olvidé que ella salió de la casa esta mañana?! ¿Qué hago?—

Valentino se sentía culpable e impotente, le empezaba a faltar el aire, quería que la tierra se lo tragara a él  también, pero no era momento de acobardarse ni de perder la cabeza.

— Tranquilo, Val, conserva la calma—

Se decía, tomando lentamente grandes bocanadas de aire hasta aclarar su mente y reaccionó. 

—¡Eso es! iré por ayuda—

Lo mas rápido que pudo salió de allí, sin contar con que al abrir la puerta tropezaría con una pequeña niña de vestido negro y de cabello suelto, Charleen.

—¿Está Víctor en casa?—

Preguntó la niña con la mirada perdida, como era de costumbre.

Valentino no sabia qué era peor, si aquella visita inesperada e incómoda o la incertidumbre de lo que pasó con su hermano. No debía equivocarse en la decisión que estaba por tomar.

 "Lo que sea por la familia"

 La frase de Chata resonaba en su mente junto a otros pensamientos funestos en una danza siniestra que lo atormentaba. No iba a perder más tiempo.

—Si y no...—

Respondió Val derritiéndose de los nervios, fallando en su intento de ocultar su evidente preocupación, Charleen sin esfuerzo pudo entrever parte del problema, neblina y un fuerte olor a humedad dentro de la casa lo delataban.

—¿Está todo bien allá adentro?—

Preguntó Charleen con una sonrisa mecánica solo para intimidar aun más a Valentino.

—Odio decir esto— Se sinceró Valentino tomando a Charleen de los hombros para sacudirla de un lado a otro  —¡Pero la fuente se acaba de tragar a Víctor! Sé que nuestras familias son enemigas y no debería estarte pidiendo esto, pero por favor ayúdame a sacarlo—

 Charleen apartó el tacto de Val con una mirada seria y le soltó una bofetada con su pequeña mano, que para sorpresa de Val, fue bastante dolorosa.

—¡Cálmate! — Exclamó Charleen para después echarse a correr dentro de la casa y gritar   —¡Victor, voy por ti!—

Rápidamente Val intervino y la atrapó. Se dispuso a bajar un mecate con los que tendían la ropa para asegurarlo a manera de arnés a la cintura de la niña en un extremo. Seguido de esto, Val comprobó la profundidad del pozo, dejando caer un palito de madera  para asegurase de que no fuera muy profundo y de que su plan funcionará.

—Bien— Comenzó a explicar— Víctor está en algún lugar allá abajo, en cuanto lo encuentres, sostenlo y sujétalo a la cuerda para que pueda subirlos a ambos, en cuanto ambos estén listos tira de la cuerda dos veces ¿Entendido?—

Charleen asintió y se lanzó, Valentino sostuvo con fuerza aquella cuerda para ir bajando a Charleen poco a poco, una vez que ella tocó el piso por el que corría el agua, se lo anunció a val y él fijó la cuerda al barandal de la escalera, rogando que su suerte no empeorara.

Víctor había sido arrastrado por la corriente apenas un par de metros de donde había caído, realmente no eran aguas profundas, en cuanto empezaba a recuperar la conciencia reconoció un suave sonido de pasos chapoteando junto a él. Su borrosa visión le permitió distinguir a lo que parecía ser un perro azul, con el pelaje alborotado de tal manera que parecía espinoso, el animal se acercó a olfatearlo, le lamió uno de sus raspones y se marchó entre la neblina del lugar de la misma manera misteriosa en que llegó.

En consecuencia, Víctor se desvaneció un instante y  en su inconsciente o su sexto sentido quizá, pudo vislumbrar a Cristina caminando con Achi por el inframundo, ambos parecían preocupados, quiso gritarle a ambos que allí estaba pero su voz se había enmudecido, ante tal indiferencia sus ojos se humedecieron, lloraba y sus lágrimas se confundían en el cause del río en el que yacía inmóvil. Aturdido por aquella terrible visión, volvió a desmayarse.

Minutos después Charleen iluminó al chico con la lámpara que llevaba y soltó un chillido de emoción.

Val desde afuera escuchó el eco del chillido, en seguida se alarmó y preguntó.

—¿Lo encontraste?—

—¡Si!— 

Respondió Charleen entusiasmada. 

—Bien hecho, ahora debes asegurarlo con el arnés—

Indicó Val sosteniendo la cuerda.

Charleen intentó levantar a Víctor, quien, proporcionalmente hablando, era ligeramente más grande que ella. Lo jaló de los brazos, de la ropa e incluso trató tomándolo desde la cabeza, pero cuando apenas lo levantaba  con ambos brazos por unos cuantos segundos.

—Está muy pesado, no le puedo poner el arnés si no lo levanto—

Se quejó.

—Ya veo... Supongo que es por el peso extra del agua absorbida por la ropa— Analizó Val—  Quítale el poncho y los zapatos también—

—¿La camisa y el pantalón también?—

—¡NO! Ni siquiera lo pienses y por favor date prisa—

"Ay Vic, perdóname por dejarte solo con ella"

Rezó Valentino en su mente, aún arrepentido por su pelea.

En tanto a Charleen, le parecía divertido tener a Víctor en esa condición, entre sus brazos. Con el cuerpo inerte e incapaz de quejarse, todo mojado justo como su muñequito de trapo cuando lo lavaba, había algo en esa vista que la atraía peligrosamente y le dibujaba una tétrica sonrisa en el rostro.

—Todo estará bien, mi Víctor—

Le musitó al oído mientras le acariciaba la mejilla, podía sentir su leve respiración, cosa que la enternecía.  

—¡Charleen, por favor apresúrate!—

Gritó Val desesperado desde arriba. Ella no tuvo otra opción más que obedecer y rápidamente desprendió de sus prendas extra a Vic para amarrarlo y le dio la señal a Val para que los subiera, al instante, el chico regordete comenzó a jalar con fuerza subiéndolos de a poco.

En cuanto ambos alcanzaron la superficie, Charleen soltó a Víctor fuera de la fuente sin mucha delicadeza. En ese momento la abertura que se había hecho al fondo de la fuente volvió a cerrase como por arte de magia.   

—¡Hermano!—

Llamó Val al que aún permanecía inmóvil, Charleen lo apartó y se acercó arrodillada ante él.

—Hay que revisar sus signos vitales, yo me encargo—

Dijo mientras acercaba su cabeza al pecho de Vic para escuchar sus débiles latidos, contándolos en voz alta.

—1...2...3...4...5...6...7...?— 

Guardó silencio.

El pulso se detuvo.

 —¿8...?—

Val intentó continuar la cuenta, pero Charleen solo clavó su mirada en él, moviendo su cabeza de un lado a otro para indicar que no, no había un 8...

Val corrió a abrazar el cuerpo inmóvil de su hermano, sollozando. 

Buscó y buscó pero no había un solo indicio de que continuara vivo.

—No... — musitó Valentino mientras su vista comenzaba a nublarse y su rostro se humedecía con el sentimiento de culpa corriendo por sus mejillas. —Hermanito... No me dejes solo—

Charleen observaba, inmóvil, catatónica, desde una esquina. Si bien ya había presenciado muchos decesos, todos eran menores y de animales. Ya había convivido con la muerte y los espíritus desde que tenía memoria, pero en el fondo, el corazón se le partía en dos. No iba a llorar, pero su rostro se había ensombrecido en un luto espectral, de aquellos cuya presencia hace que el ambiente se espese como pavimento.  

—Vic... Lo siento tanto. Perdóname, hermano...  Por favor hermanito, despierta... ¡Despierta!—

Continuaba Valentino, regando el suelo y el semblante inexpresivo de su hermanito con sus lágrimas amargas.

—Perdóname,no he sido el buen hermano que pudiste haber tenido. Todo esto es culpa mía y lo peor es que ni siquiera pudimos despedirnos... ¡Soy un asco!—

El entorno también lloraba con él, la brisa ligera que emanaba la fuente, los empapaba y enfriaba el ambiente, tanto que las manos de Valentino ahora estaban igual de frías que las de su hermano. Sin embargo, de la nada, la niebla comenzó a acumularse al rededor de Víctor hasta cubrirlo por completo.

Ante ello, Valentino se alejó de la escena, temeroso de ver lo que ocurriría. Pronto la niebla comenzó a aglomerarse sobre Vic, acumulando una serie de cargas eléctricas negativas al interior de esa cama de nubes. Como resultado su cuerpo inerte ahora se retorcía a causa del impacto de pequeños rayos y corrientes eléctricas, una chispa tras otra, cada una mas fuerte que la anterior hasta que el último impacto fue el de un relámpago  luminoso que obligó a los allí presentes a cerrar los ojos.

 En cuanto la niebla se dispersó de nuevo Charleen y Valentino corrieron a verlo de cerca.   

Creerían que se habría chamuscado o algo por el estilo pero no, allí estaba él, tosiendo agua y haciendo un intento por respirar  ¡Estaba vivo!  

—¡Víctor!—

Exclamaron Val y Charleen al unísono, felices de que no hubiera pasado al otro lado.

Víctor aún tenía fresca la sensación de la electricidad corriendo por su cuerpo, tenía la piel sensible y ligeramente más sonrosada de lo normal, algo mareado se llevó la mano a la cabeza a causa del dolor.

—¿Qué pasó?—

 Confundido intentó hacer la neblina restante a un lado. 

Pronto se encontró con una curiosa Charleen mirándolo con una enorme sonrisa y las pupilas dilatadas cosa que provocó en él una obvia reacción repulsiva      

—¡Agh! Charleen que asco, me perturba despertar y verte justo frente a mí—

Pero como de costumbre, ese tipo de comentarios eran justo lo que ella esperaba escuchar 

—De nada, siempre tu y tus cumplidos—

Sonrió Charleen algo sonrojada, Víctor rodó la mirada algo fastidiado y aclaró. 

—Eso no fue un cumplido—

Valentino quiso correr a abrazar a su hermano y en cuanto lo estrujó entre sus brazos, Vic gritó de dolor por el remanente del shock.

—Vic, perdóname, de ahora en adelante seré más cuidadoso contigo—

—Oye, Tranquilo— Rió —¿Qué les pasa? Actúan como si hubiera pasado algo... 

Espera, Val, basta, me estás lastimando, por favor ya suéltame—

Se quejó Vic a punto de llorar por la susceptibilidad de su piel al contacto con casi cualquier cosa.

—Oh, disculpa... Te traeré unas cremas para la piel—

 Sin más el mayor  subió corriendo a su habitación a buscar lo necesario para curarlo.  

El ambiente permanecía bastante tormentoso; seguido de uno de esos espontáneos relámpagos miniatura que azotaban el suelo, una pregunta salió disparada sin discreción azotando los oídos de Víctor.  

—¿Y cómo se siente?—

Preguntó Charleen con el interés asomándose desde su aterradora mirada curiosa.

—¿Cómo se siente qué?—

—Ya sabes, morir—

La chica gótica fijó su mirada en él, en espera de una respuesta. 

Realmente la atención de Víctor estaba en otro lugar, perdida entre la sensación de frío y calor que permanecía entre sus venas. Apenas pudo procesar las palabras de Charleen y se estremeció temeroso por el recuerdo de como una parte de si mismo estaba a punto de perderse en la infinidad de la nada, como gritar pero sin poder ser escuchado ni por sí mismo, el grito mudo del cual escapaba su *teyolía.  

—Ah....— Reaccionó—¿y tú para qué quieres saber eso? Además no estoy muerto, ni soy un fantasma, ni nada por el estilo, ni siquiera estoy seguro de lo que acaba de pasar ¿Porqué tienes que preguntar esas cosas en momentos como este?—

—Simple curiosidad, mi querido Víctor —puntualizó Charleen— Después de todo, te prometí que si algún día estirabas la pata, yo te cuidaría ¿recuerdas?—

Esas ultimas palabras enfatizadas en un macabro coqueteo cuyas intenciones denotaban cierto afán de encender algo en él. y solo lograron encender sus alarmas. 

—No quería recordarlo, pero Gracias...—Se quejó, mientras yacía acostado con las manos cruzadas sobre su pecho — ¿Por cierto como entraste a mi casa? ¿Y porque no traigo mi ropa como recordaba?—

—Larga historia... justo quería hablar contigo sobre un asuntito...—

—¿Un asuntito?—

—A solas, si es que se puede—

—NO—

Respondió Víctor sin dudar.

—¿Quizás mas tarde?— 

Insistió.

—Solo largo de aquí ¿si? No me siento bien...—

—Está bien, te dejaré solo—

Salió rumbo a la puerta 

—Por ahora...—   

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