⛔ADVERTENCIA: Spoiler manga (Si solamente has visto el anime, te recomiendo NO leer este one-shot)

Él movió la cortina plástica sin realmente pensar mucho en aquello, Yuuji había corrido hasta el lugar en el cual Shoko le había indicado y sus ojos se fijaron de inmediato en la figura que estaba sentada en la camilla. Su visión se nubló con las lágrimas que amenazaron con escaparse en cuanto la vio, pero él no se permitió llorar por miedo a que las lágrimas se llevaran consigo la imagen que tenía frente a sus ojos.

—Oi, Baka— esa era su voz, el mismo tono que parecía ser desinteresado y que lo hizo reaccionar para acercarse a ella.

Shoko le había dicho que tuviera cuidado, pero él no pudo evitar abrazar a Kugisaki en el momento en que la alcanzó, evitando hacerle daño, se mantuvo atento a sus reacciones cuando la abrazó con un poco más de fuerza, escondiendo el rostro de él en el lado izquierdo del cuello de ella, dejando que las lágrimas salieran finalmente cuando se aseguró de que no se trataba de una ilusión.

—Estoy segura que debes ser más delicado conmigo, ¿no?

—Estás...— él no podía realmente hablar con lo que sentía en su interior, intentando controlar las lágrimas y el temblor en su cuerpo.

—Viva, increíble, ¿no?— Kugisaki lo abrazó también, la mano de ella acariciando su espalda suavemente, un gesto reconfortante mientras apoyaba su rostro contra el costado de la cabeza de él, respirando hondo. —Se lo debo a Nitta-san y Shoko.

—Yo... debí advertirte antes, esto-.

—No hagas eso, no te culpes— Itadori se quedó callado cuando la escuchó, su tono de voz era un poco más serio, un reproche que comprendía. —Somos hechiceros, ¿recuerdas? Todo puede pasarnos.

—Kugisaki— pronunció su apellido al momento de separarse ligeramente de ella, todavía levemente inclinado por la diferencia de alturas incluso con ella sentada en la camilla, notando la sangre seca en su blusa blanca antes de alzar su mirada levemente, enfrentando el hecho de que el rostro de su compañera estuviera vendado ahora sobre su ojo izquierdo.

Nobara se movió cuando él fijó su mirada sobre aquella porción de su rostro, pero Yuuji no se movió, solamente sintió las manos de ella deslizarse por su espalda y hombros hasta tomar su rostro, delineando con su pulgar la cicatriz que ahora tenía sobre su propio rostro.

Notó el ceño fruncido y la concentración que tenía mientras la yema de su dedo delineaba los bordes con cuidado antes de moverse para secar las lágrimas que había dejado de derramar, pero continuaban humedeciendo sus mejillas.

—¿Qué estabas pensando para que terminaras con esta herida?— Kugisaki no lo soltó y Itadori realmente no se quería alejar, por lo que se arrodillo, un leve sollozo presente todavía en él que agitaba sus hombros a veces, pero él no debilitó su agarre, todavía preocupado por la posibilidad de que ella pudiera desaparecer.

—Fue Mahito... él... Nanamin— Kugisaki negó, apoyando su dedo sobre los labios de él, ahorrándole el dolor de decir esas palabras que dolían en su interior.

—Lo sé, me dijeron, no necesitas repetirlo— Itadori cerró un breve momento sus ojos, cansado por los últimos días y encontrando un momento de consuelo en las caricias de Kugisaki en su rostro, pero se apresuró a abrirlos cuando sintió que se quedaría dormido y que en el momento en que él despertara podría ser todo un sueño. —También sé sobre el juego, estás participando, ¿no?

—Así es, me dirigiré al sur ahora— la vio asentir, su mirada todavía fija en él.

—Te cuidarás, ¿no? Ya estamos a mano con creer que el otro estuvo muerto, aunque técnicamente lo estuvimos— Itadori sintió la dificultad de tragar su propia saliva, un nudo en la garganta que se asemejó al que sentía en su estomago cuando pensaba en toda la muerte que los rodeaba desde el incidente en Shibuya.

—Lo haré— no podía prometerlo, ellos sabían que aquello era peligroso, incluso mucho más que antes, pero quería estar seguro de que regresaría.

—Debes decirle a Fushiguro que también lo haga, ¿entendido? No quiero quedarme sola en el equipo— asintió, moviéndose cuando ella se inclinó para abrazarlo, quedando a su altura para que aquello no fuera incomodo. —Te iré a ayudar en cuanto me dejen salir de aquí, así que espérame.

—Lo haré— asintió contra el hombro de ella, respirando hondo.

—¿Cuándo te irás?

—Dos horas, quizás.

—¿Has dormido?

—Vine hasta acá cuando escuché sobre ti.

—¿Deberías estar descansando entonces?— asintió tras un momento de silencio. —Entonces, ¿Qué te parece descansar?

Asintió nuevamente, más por instinto como por pensar en sus palabras y cuando se recostó junto a ella en la camilla, sintiendo que ella no iba a desaparecer cuando cerrara sus ojos, se sintió más liviano.

Él quería pensar en tiempos mejores, olvidar todo lo que Sukuna había hecho con su cuerpo, las muertes y heridas de sus amigos, su sensei aprisionado y un juego que los ponía en peligro mientras estaban contra el tiempo para un plan que amenazaba al mundo.

Junto a Kugisaki, intentando dormir para descansar un poco, era lo más cercano a estar en paz y no sentir dolor.