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Capitulo 3: Todo continúa.





Al amanecer, cuando los primeros rayos de sol empezaban a iluminar el pueblo, la Tierra y Orion se prepararon para continuar su viaje. A pesar de la hospitalidad de los aldeanos, sabían que su camino debía seguir. Mientras empacaban las pocas pertenencias que tenían, la gente del pueblo comenzó a reunirse para despedirlos.

Los aldeanos, llenos de gratitud y respeto, se acercaron a la Tierra y a Orion con sonrisas cálidas. Algunos llevaban pequeños paquetes envueltos con cuidado, otros sostenían frutas frescas y panes recién horneados.

—"Estos son regalos para ustedes, para que no les falte nada en su viaje," dijo una mujer mayor, colocando en manos de Orion una bolsa llena de provisiones. "Este pan y estas hierbas les darán energía para el camino."

—"Gracias," respondió Orion, emocionado y algo abrumado por la generosidad de la gente.

Uno a uno, los aldeanos les dieron más regalos: mantas, herramientas sencillas para sobrevivir en la naturaleza, y hasta una pequeña navaja bien afilada que un herrero del pueblo había hecho especialmente para Orion.

—"Es importante que estés preparado, muchacho," dijo el herrero con una sonrisa. "Te ayudará en más de una ocasión."

Finalmente, uno de los aldeanos se acercó y les recomendó con firmeza:

—"Sigan los caminos hacia Miuran. Es mucho más seguro que deambular por el bosque o los campos. Evitarán peligros innecesarios."

La Tierra asintió con agradecimiento. Aunque ella conocía bien los paisajes de su propia superficie, entendía que los caminos de los humanos eran a veces los más sabios para seguir.

—"Gracias por todo. Nunca olvidaré la hospitalidad de este lugar," dijo la Tierra con una voz llena de calidez, mirando a los aldeanos que ahora eran más que simples humanos; eran amigos.

Orion, lleno de provisiones y regalos, sonrió al ver cómo la gente se despedía de ellos con lágrimas en los ojos, pero también con la esperanza de que su viaje fuera seguro.

—"Buena suerte en su camino," les deseó un hombre alzando la mano. "Que encuentren lo que buscan."

Con un último adiós, la Tierra y Orion comenzaron a caminar por el sendero, alejándose del pueblo mientras la gente los despedía desde la distancia. Los regalos que llevaban no solo serían útiles para la supervivencia de Orion, sino que también representaban la conexión y la gratitud de aquellos que habían sido tocados por su bondad.

A medida que se adentraban en el camino hacia Miuran , el sol brillaba con fuerza, y el viaje continuaba, lleno de promesas y aventuras por descubrir.


M

ientras caminaban por el sendero, la Tierra observaba a Orion, quien iba a su lado, hablando emocionado sobre todo lo que quería aprender. Su voz juvenil y entusiasta rompía el silencio del paisaje, pero la Tierra estaba sumergida en sus propios pensamientos.

"Aprenderé a luchar," decía Orion, agitando los brazos como si ya empuñara una espada invisible. "Quiero ser fuerte, como los héroes de las historias que me contabas. Si vuelven los ladrones, ¡los detendré yo mismo!"

La Tierra sonreía suavemente al escucharlo, pero en lo profundo de su mente, pensaba en algo mucho más oscuro y lejano: el tiempo. Sabía que la vida de Orion, como la de todos los humanos, era efímera. Su juventud y energía parecían infinitas ahora, pero con el tiempo, vería cómo se apagaba. Cada paso que daba Orion hacia adelante era uno más cerca del inevitable final de su vida.

La Tierra, siendo inmortal, entendía el ciclo de la vida mejor que nadie. Había visto generaciones enteras nacer y morir sobre su superficie. Pero con Orion, había algo diferente. La conexión que habían formado en tan poco tiempo era profunda, y el pensamiento de ver a este niño crecer, envejecer, y finalmente morir le pesaba en el corazón.

"¿Cuánto tiempo vivirá?" se preguntaba la Tierra en silencio. "¿Qué verá antes de que su tiempo termine? ¿Seré capaz de protegerlo hasta entonces?"

Mientras Orion seguía divagando sobre batallas y héroes, ajeno a los pensamientos de la Tierra, esta intentaba disfrutar cada momento. Decidió no detenerse en las preocupaciones del futuro por ahora. La Tierra entendía que, aunque conocía el destino inevitable de Orion, el verdadero valor estaba en los momentos compartidos, en las lecciones que ambos aprenderían a lo largo del camino.

Finalmente, la Tierra rompió el silencio de sus pensamientos y, con una sonrisa, dijo:

—"Si quieres aprender a luchar, Orion, te enseñaré lo que pueda. Pero recuerda que la verdadera fuerza no siempre está en las manos, sino en el corazón y la mente."

Orion, siempre lleno de curiosidad, miró a la Tierra con los ojos brillando.

—"¿Tú también sabes luchar?" preguntó emocionado.

La Tierra asintió, aunque su lucha era diferente, más interna y silenciosa, pero no menos poderosa.

—"He luchado más de lo que imaginas, y te enseñaré lo que es realmente importante a la hora de aprender a luchar."

La Tierra, aunque poderoso y antiguo, no conocía en detalle las técnicas de lucha humanas. Sabía que su propia fuerza no provenía de las armas ni de la habilidad física, sino de su profunda conexión con los elementos que conformaban su superficie. Así que, mientras caminaban, decidió enseñar a Orion una forma diferente de poder: cómo conectarse con la naturaleza y usar los elementos de la Tierra a su favor.

—"Orion," comenzó la Tierra, con una mirada pensativa, "aunque no sé cómo luchan los humanos, te enseñaré algo mucho más profundo. Si aprendes a sentir la Tierra bajo tus pies, a escucharla, a comprenderla, te harás más fuerte que cualquier guerrero."

Orion, siempre curioso, frunció el ceño mientras intentaba entender lo que la Tierra decía.

—"¿Qué quieres decir?" preguntó. "¿Cómo puedo hacerme fuerte sin una espada o algo para defenderme?"

La Tierra se detuvo y señaló el suelo bajo sus pies.

—"Mira a tu alrededor," dijo con una voz suave pero llena de poder. "Todo lo que ves, la tierra, las rocas, el agua, incluso el aire que respiras, puede ser tu aliado si aprendes a sentirlos. Quiero enseñarte a conectarte con ellos. La fuerza de la Tierra está en todo lo que te rodea."

Orion, intrigado, observó su entorno de una manera diferente. Las piedras, los árboles y el viento parecían tener un significado más profundo de lo que jamás había imaginado.

—"Cierra los ojos," le dijo la Tierra, colocando suavemente una mano sobre su hombro. "Siéntelo. Siente cómo la tierra debajo de ti respira. Escucha el viento, el susurro de las hojas, el murmullo del agua. Todo esto te ayudará a encontrar la fuerza que buscas."

Orion, obediente, cerró los ojos. Al principio, todo lo que sentía era el silencio, el vacío. Pero poco a poco, empezó a notar la vibración sutil del suelo bajo sus pies, la forma en que el viento acariciaba su piel y el leve sonido de un arroyo cercano.

—"No necesitas luchar con una espada si puedes hacer que los elementos te respondan," continuó la Tierra. "Piénsalo: las raíces pueden aferrarse al suelo y sostenerte, las rocas pueden darte firmeza, el agua puede moverse contigo, y el viento puede guiarte o empujar a tus enemigos lejos."

Orion abrió los ojos, asombrado por lo que había sentido, aunque todavía no lo comprendía del todo.

—"¿Puedo aprender todo eso?" preguntó con emoción.

—"Sí," respondió la Tierra con una sonrisa. "Pero requerirá tiempo y paciencia. No es algo que puedas dominar de la noche a la mañana, pero si confías en la naturaleza, te volverás más fuerte de lo que crees. No sólo aprenderás a luchar, Orion, sino a vivir en armonía con todo lo que te rodea."

Orion, lleno de determinación, asintió.

—"Estoy listo. Enséñame todo lo que sepas."

Y así, mientras continuaban su viaje, la Tierra comenzó a mostrarle los secretos de su poder, enseñándole a Orion cómo hacer de la naturaleza su mayor aliada, una fuerza silenciosa pero imparable.

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Los recuerdos de el lo abrumaban.

Orión siempre será recordado por la tierra.

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