2. ¡DEJA DE SEGUIRME!
~ Fireeeeeee, fireeeeeee, fireeeee ~
— ¡ALARMA DEL DEMONIO!
Sino fuera porque amo esa canción de seguro lanzaría el celular por la ventana. Eso y porque no tengo dinero para comprar un celular nuevo.
Aún seguía adormilada mientras me reprendía mentalmente del porqué siempre me iba a dormir tarde innecesariamente, siempre se me pasaba el tiempo leyendo o viendo series y cuando menos pensaba el reloj ya marcaba las 2 de la madrugada.
Mientras caminaba hacia mi universidad pensaba en el camino que recorrí ayer hasta mi casa en compañía de ese chico risón; creo que le debería empezar a llamar de ese modo. En fin, aunque el chico parezca infantil la verdad tiene muchos temas de conversación interesantes, además me di cuenta de que tenemos gustos literarios similares, bueno...sinceramente no sé qué hago pensando en ese chico en estos momentos, pero es una persona tan llamativa que es casi imposible que pase desapercibido.
Al llegar finalmente a la universidad me limité a ir directamente a mi salón de clases.
Me senté en la única silla que quedaba libre en el aula, la cual estaba ubicada a dos sillas del chico risón.
— La historia no es mi asignatura favorita, pero es interesante de vez en cuando. —murmuré mientras volteé a mirar hacia aquel chico castaño, él se veía tan serio y concentrado, parece que le interesa mucho esta asignatura.
No sé porqué, pero me quedé absorta mirándole no sé cuánto tiempo, solo por el hecho de que me daba curiosidad ver las diferentes facetas de este chico.
— ¡SEÑORITA HAN BYUL!
Me sobresalté tanto por el repentino grito de mi profesor que mi corazón empezó a latir muy rápido.
— Sí, señor. —contesté algo aturdida, mientras que mi profesor permanecía con el ceño fruncido.
— ¿Podría dictar la clase por mí? Parece que sabes tanto del tema que le resulta más interesante quedarse mirando a su compañero de clase por horas.
Mis ojos se abrieron inmediatamente como acto de sorpresa, y sentí como la temperatura en mis mejilla empezaba subir mientras escuchaba como mis compañeros empezaban a murmurar entre sí y a lanzar pequeñas miradas de burla.
Volteé a mirar en dirección del chico risón, el cual pude notar que de igual manera estaba reprimiendo su risa, eso fue hasta que dirigió su mirada hacia mí, ya que al encontrarse nuestras miradas, inmediatamente lució avergonzado y agachó su cabeza.
— Lo siento profesor, no se volverá a repetir. —respondí intentando que mi voz no temblara.
Al terminar la clase, me levanté rápido de mi silla y me dirigí hacía la máquina dispensadora para comprar una barrita de cereal...y vaya sorpresa, recordé de que había dejado mi billetera encima de mi mesita de noche antes de salir.
— Muy bien hecho, Han. —me regañé.
— ¿Necesitas dinero?
No otra vez esa vocecita, pensé irritada.
— ¿Acaso te divierte pasarte la vida siguiéndome? —respondí algo molesta, aunque él no tuviera la culpa de mi malhumor, bueno...en una pequeña parte sí la tenía.
— La verdad es que sí, ahora mismo no tengo nada más interesante que hacer. Además me divierte verte enojada. —se encogió de hombros restándole importancia.
— Bueno, entonces sígueme a 10 metros de distancia, gracias. —sonreí forzadamente.
Salí hacia a los jardines de la universidad y me dispuse a sentarme en un banco ubicado en frente de un pequeño estanque. Mi vista simplemente se mantenía fija en los patitos que habían al rededor de el.
Tengo tanta hambre, que podría comer el césped de este jardín; pensé mientras me lamentaba revisando mi teléfono.
— Hey, ¿no te parece curioso algo?
Escuché una voz irritante y ruidosa decir detrás de mí, y claro que sabía quién era el dueño de ella.
— Otra vez tú... y no, no sé qué te parece curioso.
— Que no nos hemos presentado, ¿cuál es tu nombre?
— Han Byul, y no me puedes dar apodos.
— Está bien, encantado Han. Yo me llamo Jung Hoseok, pero me puedes llamar J-hope.
— ¿Hope? ¿Cómo esperanza en inglés? Prefiero llamarte "Gato risón".
— Nunca me habían dado ese apodo, me alegra que lo pensaras para mí. —respondió mientras se reía.
— Parece que todo te lo tomas demasiado bien. No creo que siempre estés tan feliz como lo pareces.
— Sabes, no siempre se puede estar feliz, pero si tratas de ver el lado positivo de las cosas siempre se podrás sobrellevar de mejor manera los problemas, además estar de buen humor rejuvenece. Ah, casi lo olvido, te traje algo. — Hoseok extendió su mano hacia mí en donde pude divisar que sostenía una barrita de cereal.
— Supongo que en estos momentos no hay razón para ser descortés, así que gracias. —agradecí con una sonrisa.
— Gracias por ser amable. Y entonces, ¿cómo vas con tu libro?
— Pues ya empecé a hacer el ensayo, pero sólo he leído hasta la mitad del libro ¿y tú?
— Voy bien, me ha gustado mucho el libro que me recomendaste, hasta ahora es bueno, la historia es bastante atrapante.
— Genial, sé que cuando lo termines lo amaras. —respondí con un alegre sonrisa en mi rostro.
— Eres como una papa frita, ¿sabes?
— ¿Por qué dices algo tan extraño?
— Creo que eres dura por fuera, pero suave por dentro.
— ¿No era crujiente por fuera y suave por dentro?
— Sí, pero suena mejor y con más sentido como yo lo digo.
— Eres un tonto. —!o pude evitar reír.
— Que linda risa, me gustaría escucharla más de seguido.
— La verdad es que yo me río mucho, pero tú siempre me pones de malhumor. —le mostré mi lengua en forma burlesca.
— ¿Así qué es así? Me sentiría algo ofendido, pero en clase no parecías de mal humor cuando te quedaste mirándome un buen rato.
Empecé a reírme como acto de reflejo, esto siempre me sucedía cuando alguna situación me hacia sentir incómoda o nerviosa.
— No te vayas a crecer, solo te observaba mientras me preguntaba "¿cómo alguien en este planeta puede ser tan molesto?".
— Haré como que te creí, bueno ya es hora de ir a clase. —respondió mientras se levantaba del banco y extendía su mano hacia mí a la vez que mantenía una cálida sonrisa en su rostro.
Al final, tomé su mano para ayudarme a levantar y de igual manera le dediqué una amable sonrisa.
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