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¿Y Ahora Qué?

Recapitulemos: mi estúpido "hermano" se casó con la chica a la cual yo,bueno, no sabría decir si es eso o no pero... Me gustaba. Lo dije, ¿felices?

No sé ni porqué cuento esta estupidez. La conocí por...¿Menos de un mes? Y pude descubrir porque mi hermano le gustaba. No solo era linda, si no que... Estar con ella me hacía sentir una especie de... ¿Seguridad? ¿Sentirme amado? Aunque fuera de forma enfermiza, la situación no ameritaba romanticismo, solo una que otra manoseada para provocar a mi hermano.

No quiero tocar más el tema, es mejor... Olvidar esos sentimientos...

.....

¡SOY UN IDIOTA! ¿Porqué no puedo? Maldición, tienen una hija, están casados, ¿Porqué no puedo olvidar a una estúpida chica?

Saeran... Ese no es tu mayor problema; en este momento Mint Eye me debe estar buscando por traición. Les había dicho que eliminaría a su espina del zapato pero... Ahora yo me había convertido en esa espina.

Se demasiadas cosas, cosas que obviamente no quieren que se sepan. ¿Pero qué puedo hacer? No puedo yo solo contra toda una organización, y mi estúpido hermano no era una opción pues ahora tenían a esa "niña" y debían cuidarla.

Y lo peor de todo era que si ellos no la cuidaban debía hacerlo yo.... Eso empeoraba todo.

—¡¿Debo cuidarla por cuánto tiempo?!

—Solo es 1 mes, Saeran — dijo la chica —Debemos salir por un trabajo de Luciel que será en otro país y pues... Nos quedaremos un tiempo para disfrutar del paisaje y no podemos ir con la niña — continuó. Me miró con una cara de suplica y yo cerré un ojo, en forma de Tic — ¿Puedes? Hazlo por mi... Por favor.

Odiaba con todo mi ser que hiciera eso: ojos de cachorro y ese tono tan horrible de voz dulce. Lo odiaba, porque no podía decir que no.

—B-Bien, ¡pero si la niña se muere no es mi culpa! ¿Creen que tengo cara de niñero?

—No, peeero no tenemos más opción — respondió Luciel con una sonrisa de oreja a oreja —Esto servirá para que sigas aprendiendo las normas de los héroes.

—¡Deja esa estupidez de héroe! — solté un gruñido y lo fulmine con la mirada. Había pasado más de 3 años y nunca dejó de decirme eso.

—Bien, no tenemos que ir — volvió a decir ella — Nos vemos en un mes Saeran, cuida mucho a la niña, y también cuídate tu — sonrió tiernamente y antes de irse me dio un abrazo y un beso a la bebé, odiaba esas cosas de ella... Era demasiado amable conmigo.

Finalmente se fue con Luciel, dejándome solo con esta niña. Suspiré, ¿Enserio tengo cara de niñero?

Con el ceño fruncido me dirigí a la cocina; la niña ya tenía alrededor de 3 años y medio por lo que sabría cuidarse sola, ¿no? Sabe caminar, tomar la teta sola por lo que... ¿Le enseño a cocinar? No, si se quema me mataran, entonces... ¿Comida recalentada?

La miré fijamente mientras me recargaba en la barra de la cocina, justo a lado del lavabo. La niña estaba sentada en la mesa, había un dibujo frente a ella en la que decía "las personas a las que más amo" con una horrible letra de infante. Estaba su mamá -obviamente- y Luciel -de nuevo, obviamente-. Supongo que era normal pues son sus padres.

—Tío, tengo hambre — dijo la niña con el típico tono de voz irritante de un infante

—No me digas tío, me llamo Saeran — dije mientras la fulminaba con la mirada. La niña escondió su rostro detrás del dibujo, al parecer la había asustado.

—¡L-Lo siento tí- digo, Saeran! — se mordió la lengua y después bajó la mirada.

Volví a suspirar, ¿Acaso todos me ven la cara de niñero?

Me giré hacia el refrigerador, veamos... ¿Lechuga? No, los conejos comen eso, o eso creo. ¿Tomates? ¿Las niñas comen tomates?

Maldición, ¿que comía de niño? Ah, cierto, enfermaba mucho y todos me ignoraban; eso explica mucho. Bien, tendré que hacer el plan B

—Vístete, compraremos algo — dije y cerré el refrigerador.

—¿Saldremos? — la niña sonrió y asintió varias veces. Saltó de la silla y corrió escaleras arriba, había corrido a su habitación a vestirse.

Yo me dirigí a la sala y me recosté en el sofá, estiré mis piernas sobre la mesa y puse un brazo sobre mis ojos, estaba pensando que hacer. Ellos me habían dejado algo de dinero por si necesitaba algo, una tarjeta o algo por el estilo.

La niña después de unos 10 minutos bajó ya vestida, aparté el brazo ligeramente y la vi, se había puesto un vestido blanco con holanes... "se parece mucho a ella" a excepción que tiene el estúpido pelo rojo.

—Tío... — la fulmine con la mirada — digo, Saeran... ¿podrías peinarme? — estiró sus brazos y me extendió un cepillo

—¿No puedes hacerlo tu? — alcé una ceja y volví a cubrir mis ojos con mi brazo.

—Si pudiera ya lo habría hecho — infló las mejillas y se puso roja mientras trataba de fruncir el ceño; podrá tener su cabello rojo pero se parece demasiado para mi gusto a ella.

—Agh — con un gruñido aparte mi brazo y me senté como debería en el sofá. Mire a todos lados y encontré un sombrero de playa de ella, me levanté y lo tomé. Después me volví a dirigir a la niña y se lo puse en la cabeza, le quedaba grande pero era mejor que peinarla —. Listo, vamonos.

—B-Bien — se levantó el sombrero pues le cubría los ojos y corrió conmigo no sin antes dejar el peine sobre la mesa.

Tomé las llaves y la dichosa tarjeta "dorada" de mi hermano y salí con la niña. Cerré la puerta con llave y puse mis manos en los bolsillos de mi chamarra.

—¿Qué comeremos Saeran? — la niña se sujetó el sombrero de los lados, había mucho aire.

—Una hamburguesa — respondí sin pensarlo mucho y seguí caminando sin preocuparme mucho por la niña.

—¿Hamburguesa? ¡Yo quiero pizza! — comenzó a dar saltitos y jaló mi mano que hasta hace pocos segundos estaba en mi bolsillo. Frunci el ceño y  giré mi cabeza

—Deja de hacer eso, ¿tu tienes el dinero? No, así que comeremos lo que yo diga — alejé mi mano de ella y volví a meterla a los bolsillos de mi chamarra.

Mientras caminaba todos me miraban, ya sea o por lo llamativo de mi pelo blanco o mis tautajes extraños, o ya sea por la discusión de la niña, no me interesó pues yo seguía caminando rumbo a las hamburguesas.

—Pero Saeran... — la niña de detuvo frente a mi e hizo un puchero — ¡Quiero pizza!

—Ya te dije que — el viento volvió a soplar con fuerza, esta vez al no tener sujetado su sombrero este voló en dirección opuesta a nosotros, yendo a mi espalda.

—¡El sombrero de mamá! — gritó y miró el sombrero irse detrás mío — ¡Tío, el sombrero de mamá se está yendo volando!

—¿Y? Si me di cuenta — respondí sin inmutarme

—¡Tienes que recuperarlo! — volvió a gritar

—¿Y porqué? No es mi responsabilidad — frunci el ceño

—¡Pero! — soltó unas cuantas lágrimas y se puso roja

Me le quedé viendo y luego suspiré; si no recuperaba el sombrero tanto la niña como sus padres me matarían. Me giré en dirección a donde había ido el sombrero. Por suerte el viento había dejado de soplar  y el sombrero cayó al suelo a unos pasos.

Caminé hacia el con lentitud, antes de que llegara alguien que  se agachó para tomar el sombrero y se levantó. Levanté la mirada y alcé una ceja; había una mujer de más o menos menos mi edad con unas gafas y el pelo en una coleta. Ella me miró con una sonrisa tranquila y eso me asqueo un poco.

—Hay mucho viento hoy, ¿no creen? — su voz parecía una melodía. Como una voz de sirena que te hipnotizaba para que te lanzaras al mar.

Algo me olía mal aquí.

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