—¡Si, mami! — gritó la niña con una gran sonrisa en sus labios.

—¿¡Y cómo está mi pequeña niña!? — pude escuchar la voz de Luciel desde el otro lado del teléfono. Estaba llorando de una manera muy exagerada — ¡Papi ya quiere volver y abrazar a su pequeña angelita!

—Oh vamos, Luciel — mi "cuñada" lo apartó de la bocina y volvió a hablar —. El viaje durará más de lo planeado, así que tendremos que quedarnos unas cuantas semanas más aquí ; en verdad que este trabajo es exhausto.

—Mooh... Ya se perdieron mi cumpleaños, ¿también faltarán a la navidad?

—Esperemos que no... Pero... Quizás te enviemos un regalo — respondió ella.

—¡Oh! Yo tengo un regalo para ustedes, mami y papi — yo me giré a verla mientras alzaba una ceja — ¡Es sobre el tío Saeran!

¿Sobre mi? ¿Qué tiene planeado esta pequeña niña?

—¡Pronto mi tío se casara!

En ese momento, escuché perfectamente como Luciel escupía la bebida que estaba bebiendo en ese momento y que luego estallaba en carcajadas

—Tu tío, ¿¡casarse!? — repitió entre risas. Maldita sea Luciel..

—¿C-Con quién...? — preguntó ella, acercándose más a la bocina

—¡Con Eris! Los vi besándose y jugando como ustedes — los tres nos quedamos en silencio unos segundos. Yo con la cara roja como tomate y los otros algo incómodos.

Le arrebate el teléfono a la niña y rápidamente lo pegué a mi boca.

—¡C-Claro que no! — les grité — ¡N-No hemos hecho nada! ¡Y no me voy a casar!

—Pff, Saeran, ¿Puedo hablar contigo en privado? — la voz de ella me tranquilizó, así que solo pude hacerle caso.

Me fui a la cocina, donde no estaba ninguna de ellas y me senté en una de las sillas, subiendo los pies a la mesa.

—¿Q-Qué quieres decirme? — creí que mi corazón iba a latir rápidamente al escuchar su voz después de mucho tiempo pero... Desde que comenzó la llamada, no me había sentido así, como si a mi corazón no le importara ya ella

—Solo quería decirte que estaba muy feliz de que por fin hayas conocido a alguien — respondió —. Estoy feliz de verte feliz, ¿entiendes? No dejes ir esta felicidad.

—¿Feliz...? — el rostro de ella apareció en mi rostro, Eris... ¿Ella me daba esa felicidad?

—¡Si! — gritó Luciel — Si le das primos a mi querida Lucy, ¡te lo agradecería!

—¡Q-Que aun no hacemos nada! — grité con la cara roja

—Algo así dijimos ella y yo — respondió burlon Luciel; odiaba que me contara como se conocieron y como fue lo de su apuesta y eso — ¡¿Y si haces una apuesta con ella?! ¡A mi me funcionó!

—¡Cállate cuatro ojos! — sentí el enorme impulso de colgar en ese momento, pero la voz de ella me distrajo

—B-Bueno... Tenemos que colgar, tenemos que seguir trabajando — dijo y se escuchó que apartó a Luciel del teléfono — ¡por favor sigue cuidando de Lucy! Nos vemos pronto Saeran, ¡adiós!

Poco después colgaron y se quedó en silencio. Alejé el celular de mi oido y le quité la batería, entre otras cosas, para que no fuera rastreable.

Volví con las chicas a la sala. Ellas estaban sentadas, riendo y charlando de sus cosas.

Miré primero a Lucy: al principio me caía mal esa niña, igual de molesta que Luciel pero igual de tierna que ella, pero al poco tiempo logré encariñarme de ella, logrando llamarla por su nombre, Lucy. Algo igual me pasó con la mujer.

Me acerque a ellas y me senté a un lado de la mujer.

—Apártate Eris — le ordené, apartandola para que así me dejara un hueco en el sofá y pudiera sentarme

—¿Mh? Me llamaste por mi nombre, ¿y ese milagro?

—¿Acaso no puedo? — respondí mientras colocaba mis brazos detrás de mi cabeza y me recostaba sobre ellos

—No, me gusta que lo digas — puso una sonrisa verdadera en sus labios y volvió a jugar con Lucy.

Creo que... Sería un buen día.